Al país lo sostenemos los trabajadores. Los empresarios son parásitos

x OLEP/Fragua

EN EL PERIODO COMPRENDIDO entre los años 2007 y 2015, es decir, durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, se realizaron condonaciones de impuestos y cancelaciones de créditos fiscales por montos que ascienden a 274 mil millones de pesos y 570 mil millones de pesos, respectivamente, a siete mil 885 personas y empresas, entre las que figuran secretarías de Estado, políticos, cantantes, actrices y compañías vinculadas a algunos de los personajes más ricos del mundo.

Entre las empresas y dependencias estatales que recibieron estos beneficios destacan Productos Roche, Grupo Lala, Sabritas, Coppel, Fármacos Especializados S.A. de C.V., Altos Hornos de México S.A. de C.V. (AHMSA), Comisión Federal de Electricidad (CFE), Secretaría de Educación Pública (SEP) y el gobierno de Michoacán. También se ubican en esta lista de beneficiarios fiscales figuras del espectáculo como Juan Gabriel, José José, Angélica Rivera, (exprimera dama), el Club Deportivo Guadalajara y figuras de la política como Diego Fernández de Cevallos, Juan Ramón Collado Mocelo, (abogado de varios vividores de la política y actualmente preso por delincuencia organizada y lavado de dinero); y se suman personajes que hoy forman parte de la 4T como la actual dirigente de Morena, Yeidckol Polevnsky, los hijos del senador y líder minero, Napoleón Gómez Urrutia, Cuauhtémoc Blanco, exfutbolista y actual gobernador de Morelos y Ana Gabriela Guevara, actual dirigente de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade).

Ante lo anterior, la pregunta es ¿cómo iniciaron estas amnistías fiscales, que claramente revelan favoritismos a contribuyentes específicos y que tanto mal hacen al pueblo? A cuatro días de la llegada a la presidencia, en el 2000, Vicente Fox envió a la Cámara de Diputados una iniciativa con la propuesta de condonación de impuestos: un “borrón y cuenta nueva”. La propuesta fue avalada con el voto mayoritario de 412 diputados federales de todas las bancadas, entre los que se encontraban hoy destacados funcionarios y legisladores de la 4T, pero que entonces pertenecían al PAN o PRD. Las medidas de la condonación fueron impulsadas por el entonces coordinador del PAN en San Lázaro, ni más ni menos que el mismísimo Felipe Calderón.

En cuestiones legales, el Estado puede perdonar impuestos y adeudos fiscales por dos razones: la primera es para apoyar económicamente a las personas, por ejemplo, cuando ocurre un desastre natural; así los contribuyentes pueden usar esos recursos para normalizar su situación económica, y la segunda es para buscar que los contribuyentes incumplidos se regularicen, pero, ¿realmente se está cumpliendo con este propósito?

Las condonaciones que buscan regularizar a los contribuyentes son aplicadas para que el gobierno recupere una parte de lo que deben, que fue justo lo que alegó el expresidente Felipe Calderón a principios de octubre cuando el SAT dio a conocer esta lista de privilegiados del fisco de las administraciones pasadas, claro, para darse baños de pureza. Sin embargo y pese a que todas las personas pueden solicitar que sus adeudos sean perdonados, en los hechos los principales beneficiarios son las empresas y personas físicas de mayores ingresos.

Ahora bien, ¿cuál es la relación de los impuestos con la desigualdad social en la que vivimos? Nuestro país se encuentra dentro del 25% de los países con mayores niveles de desigualdad en el mundo. La brecha entre ricos y pobres es tan marcada que el hombre más rico de América Latina, el parásito burgués Carlos Slim, vive junto a más de 50 millones de personas pobres. El neoliberalismo ha beneficiado a estas élites económicas: los cuatro mexicanos más ricos, Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego, Germán Larrea y Alberto Baillères, poseen la misma riqueza que el 50% de la población más pobre, pues han ejercido influencia desmedida sobre diferentes políticas públicas para mantener sus privilegios. Los dueños del capital y los directivos de grandes empresas se enriquecen a costa del trabajador medio, acumulando semejantes magnitudes de riqueza sin generar beneficios para el pueblo.

Estos burgueses multimillonarios, tanto empresarios como políticos, aliados en el saqueo al pueblo, aumentaron exponencialmente su riqueza entre los años 2000 y 2014, beneficiándose de la urbanización durante décadas y del consiguiente incremento del valor de la tierra y la propiedad, al mismo tiempo que se han adueñado de nuestros recursos naturales gracias a las concesiones, que al igual que esta amnistía, han recibido en las décadas de los gobiernos neoliberales. Asimismo, sacaron provecho del desmantelamiento y privatización de la industria nacional, que fueron regalos cedidos a estas familias de burgueses desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

Actualmente el 1% de los mexicanos más ricos son dueños de 40 de cada 100 pesos de la riqueza nacional, mientras que el 50% de la población vive en pobreza y sólo tiene 3.5 pesos de cada 100. El impuesto sobre la renta (ISR) recae desmedidamente sobre nosotros los trabajadores y no en las empresas.

La cifra que durante los sexenios anteriores fue condonada por el SAT en impuestos a estos buitres equivale a 12 veces lo asignado para actividades científicas, tecnológicas y de innovación en el Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio fiscal de 2019. ¿Se imagina qué mejoras podríamos tener en materia de salud, educación, vivienda o tecnología si el dinero que se apropian estos burgueses se destinase efectivamente a mejorar la calidad de vida del pueblo?

En agosto del presente año, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), presentó a la Cámara de Diputados la iniciativa de reforma al artículo 28 constitucional para eliminar la condonación del pago de impuestos, la cual fue aprobada en septiembre por dicha instancia y a principios de octubre por el Senado de la República. Esta medida no sólo es necesaria, sino que es a todas luces justa. El hecho de que apenas hablemos de modificar esta ley habla del retraso en materia social en que nos ha metido el neoliberalismo. Y sépase bien que esta medida no basta, como pueblo debemos presionar para que el pago de impuestos sea progresivo; es decir, que quienes ganan más paguen más, retribuyendo así en inversión para gasto público, tal como nuestra Organización lo plantea en nuestro Programa Mínimo de Lucha, en el punto cinco.

NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección de Análisis del No. 48 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Noviembre-Diciembre, 2019.

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