Sanciones de destrucción masiva

x Leandro Morgenfeld

Una parte fundamental de la guerra que se libra hoy en Ucrania son las enormes sanciones impuestas por EEUU y sus aliados [títeres] contra Rusia, con efectos económicos, sociales y políticos para el mundo entero. Nicholas Mulder, profesor de la Universidad de Cornell, nos recuerda que hay que retrotraerse casi un siglo para encontrar una situación similar: «La última vez que una economía del tamaño de Rusia enfrentó un espectro de restricciones comerciales tan amplio como el que se aplicó tras la invasión a Ucrania fue en la década de 1930. No obstante, a diferencia de Italia y Japón en esa época, hoy Rusia es uno de los principales exportadores de petróleo, granos y otras materias primas esenciales».

Justamente de este tema de enorme actualidad, la génesis del «arma económica» en el período de entreguerras, se ocupa su último libro. Su interés, entonces, no es meramente histórico: el análisis resulta más que útil para pensar el conflicto geopolítico que estremece al mundo y acelera cambios tectónicos en el orden global, entre los que se destacan la crisis de hegemonía estadounidense, el ascenso de China y la región Asia-Pacífico, la creciente debilidad y subordinación de la Unión Europea y el fortalecimiento del eje Moscú-Pekín, que articulan además a otros emergentes a través del grupo BRICS.

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Tapando agujeros, el mundo después de Ucrania

Alejandro Marcó del Pont

Hice un curso de lectura rápida y leí La guerra y la paz en veinte minutos. Creo que decía algo de Rusia (Woody Allen)

El «orden internacional basado en reglas» definido hace al menos tres siglos por las cañoneras euroamericanas, pero en especial por sus pueblos anglófonos, fue desafiado abiertamente por Rusia. Moscú decidió poner en discusión la idea que la potestad de las reglas solo le corresponde a Occidente, es decir, a Estados Unidos.

Con esta apuesta el mundo quedó divido en dos. Un lado occidental y un lado oriental. El lado occidental suele atribuirse hablar en nombre de la comunidad internacional, una ficción de los siete países que en su día fueron los más ricos y poderosos del mundo, el G7, y que en la actualidad representa al 9.8% de la población mundial y 50% de su PBI. Del lado oriental, en caso de que Rusia no sea derrotada, y lo más probable es que no lo sea, su simple acto de insubordinación contra el mandato impuesto después de 1991, inaugura un nuevo orden internacional, con la aparición de una potencia con capacidad y disposición, al parecer, para rivalizar con Occidente y sostener, con sus propias armas, sus intereses estratégicos, sus líneas rojas y su propio sistema de valores.

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La lógica del caos

x Mónica Peralta Ramos

Estados Unidos se juega el dominio hegemónico del mundo

“El periodo posterior a la Guerra Fría ha llegado a su fin… el desafío no podría ser mayor. Las acciones que nosotros tomemos definirán de ahora en más si esta será una era de conflictos o el comienzo de un futuro más próspero y estable”. Con estas palabras, Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional del gobierno norteamericano, sintetizó la semana el rol de Estados Unidos en defensa del actual orden global amenazado por el avance de potencias “autoritarias”. Según él, China y Rusia creen que la democracia está en decadencia e intentan imponer un orden multipolar acorde con sus intereses. Esto no ocurrirá, afirmó: las democracias y los países aliados a Estados Unidos “saben que somos la mejor apuesta para defender” la libertad en el mundo [1]. Lo que está en juego, pues, es el dominio hegemónico de los Estados Unidos. En este contexto, la política exterior del gobierno de Joe Biden excluye toda negociación y el reconocimiento de errores. El eje de su estrategia es escalar los conflictos sin límites hasta imponer los intereses norteamericanos.

Esta estrategia ignora hechos básicos del pasado. Entre ellos, la crisis de los misiles rusos colocados en Cuba en 1962 cuando el Presidente John Fitzgerald Kennedy negoció un acuerdo con el gobierno ruso, aceptando retirar los misiles que Estados Unidos habían colocado en Turquía e Italia y que llevaron a los rusos a colocar misiles en Cuba [2]. La actual política exterior también omite que el reclamo ruso de fronteras seguras fue reconocido por distintos gobiernos norteamericanos, incluso en plena desintegración de la Unión Soviética. Hoy este reclamo es ignorado y se impulsa abiertamente un “cambio de régimen” político en Rusia para garantizar la seguridad de “Occidente”. Esto implica escalar la guerra en Ucrania, aun a riesgo de un enfrentamiento nuclear. Para la política norteamericana, negociar la paz en Ucrania potencia los riesgos de una catástrofe nuclear porque es sinónimo de “debilidad” [3].

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Una delgada línea roja: la OTAN no puede permitirse perder Kabul y Kiev en poco tiempo

x Pepe Escobar

Comencemos con los gasoductos. Hace casi siete años, mostré cómo Siria fue la última guerra por “Pipelineistan” . Damasco había rechazado el plan -estadounidense- de un gasoducto Qatar-Turquía, en beneficio del Irán-Irak-Siria (para lo cual se firmó un memorando de entendimiento).

Lo que siguió fue una campaña concertada de “Assad debe irse”: una guerra de poder como el “camino hacia el cambio de régimen”. El dial tóxico aumentó exponencialmente con la instrumentalización del ISIS, otro capítulo más de la guerra del terror. Rusia derrotó al ISIS, impidiendo así el cambio de régimen en Damasco. El oleoducto favorito del Imperio del Caos mordió el polvo.

Ahora, el Imperio finalmente ha cumplido con su vendetta, haciendo estallar los oleoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2, que transportaban o estaban a punto de transportar gas ruso a los competidores industriales de EEUU: los países de la Unión Europea.

Ahora sabemos que la Línea B del Nord Stream 2 no fue golpeada y está lista para funcionar. Reparar las otras tres líneas no sería un problema: según los ingenieros navales es cuestión de dos meses. El acero de los Nord Streams es más grueso que el de los barcos modernos. Gazprom se ha ofrecido a repararlos, siempre que los europeos se comporten como adultos y acepten estrictas condiciones de seguridad (y paguen por la reparación).

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Michael Hudson: Una hoja de ruta para escapar del dominio absoluto de Occidente

x Pepe Escobar

Es imposible rastrear la turbulencia geoeconómica inherente a los «dolores de parto» del mundo multipolar sin las ideas del profesor Michael Hudson de la Universidad de Missouri, y autor del ya seminal ‘The Destiny of Civilization’ (El destino de la civilización: capitalismo financiero, capitalismo industrial o socialismo) /1

En su último ensayo /2 , el profesor Hudson profundiza en las políticas económicas/financieras suicidas de Alemania; su efecto sobre el euro, que ya está cayendo, y sugiere algunas posibilidades para una rápida integración de Eurasia y el Sur Global en su conjunto para tratar de romper el dominio del Hegemón.

Eso condujo a una serie de intercambios de correos electrónicos, especialmente sobre el papel futuro del yuan, donde Hudson comentó:

“Los chinos con los que he hablado durante años y años no esperaban que el dólar se debilitara. No están llorando por su ascenso, pero están preocupados por la fuga de capitales de China, ya que creo que después del Congreso del Partido [a partir del 16 de octubre] habrá medidas enérgicas contra la defensa del libre mercado de Shanghái. La presión por los cambios que se avecinan lleva mucho tiempo acumulándose. El espíritu de reforma para frenar los ‘mercados libres’ se estaba extendiendo entre los estudiantes hace más de una década, y ha ido ascendiendo en la jerarquía del Partido”

Sobre el tema clave de que Rusia sólo acepte el pago de la energía en rublos, Hudson tocó un punto que rara vez se examina fuera de Rusia: “Realmente no quieren que se les pague solo en rublos. Eso es lo único que Rusia no necesita, porque simplemente puede imprimirlos. Solo necesita rublos para equilibrar sus pagos internacionales, para estabilizar el tipo de cambio, no para impulsarlo”

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No es una guerra de Rusia contra Ucrania, sino de EEUU contra Europa (incluida Rusia)

x Julio García Camarero

Los dirigentes de la UE son unos TRAIDORES (vendidos al asesino de Europa, los EE.UU.), como pueden ser todos los mandatarios de los países de la UE y sobre todo los nazis Ursula Vonder Layen y Josep Borrell, que en su traición están ayudando a Biden a empobrecer y destrozar Europa.

Por otra parte, LOS VASALLOS europeos están zombificados por el poder mediático del neoliberalismo global (comandado por los EE. UU.), con un “síndrome de Estocolmo”, pues estos VASALLOS europeos son admiradores de su asesino USA. Y además están archiconvencidos de encontrarse en una «democracia» insustituible, aunque en realidad sea opresora y suicida para la inmensa mayoría. Pero la opinión pública está en la inopia, es decir en la opinión mediática.

Y sucede que una guerra que parece de Rusia contra Ucrania en realidad es de EE. UU. contra la UE, porque USA y su brazo armado la OTAN, quieren destrozar (“balcanizándola”) a Europa entera, igual que destrozaron Yugoslavia [1]. De esta forma USA elimina a un competidor (la UE) y la convierte en una región muy débil y más fácilmente manipulable, explotable y esclavizable.

Mientras, prosigue el “síndrome de Estocolmo” en los VASALLOS “democráticos” europeos atontados (zombificados por el poder mediático) que ya están votando masivamente al nazi-fascismo; eso sí, “democráticamente”. Zombificados a base de mentiras como que lo bueno e irrenunciable es el crecimiento oligárquico o como pueda ser la rusofobia, esto último es algo que le resulta muy rentable y útil a EE. UU. para conseguir el consumo de gas licuado made in USA y también para facilitar la balcanización de toda Europa.

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La guerra obliga a la UE a poner sus ojos, nuevamente, en Latinoamérica

x Isabella Arria

La Comisión Europea lo tiene claro y lazó la alerta a sus miembros: El espacio que Europa va dejando libre lo ocupan rápidamente Rusia y, sobre todo, China. Lo cierto es que la guerra en Ucrania dejó a la intemperie el predicamento menguante de la Unión Europea y de Estados Unidos en el escenario internacional, especialmente, en África y en Latinoamérica.

Tras meses de guerra, los estrategas europeos saben que estos son dos bloques que en se resisten a secundar la ofensiva diplomática de Bruselas y Washington contra Rusia, y en muchos casos incluso la rechazan abiertamente.

En 1992, el Tratado de Maastricht confírió a la Unión Europea (UE) la tarea de desarrollar una política exterior y de seguridad común (PESC). Partiendo de esta última, el Documento básico sobre las relaciones de la Unión Europea con América Latina y el Caribe, del Consejo Europeo, tenía por finalidad reafirmar el compromiso sostenido de Europa de ampliar y profundizar las relaciones con sus socios de la región americana.

Treinta años después, un documento de la Comisión Europea insta ahora a los socios de la UE a dar un salto cualitativo en la relación con Latinoamérica, donde, además, tiene la competencia histórica de Estados Unidos, que sigue considerando a la región como su patio trasero, indistintamente con gobiernos republicanos o demócratas.

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Estados Unidos y la geopolítica mundial

x Luis Britto García

La batalla entre globalistas y aislacionistas fractura el pilar central de la hegemonía imperial, la propia integridad y unidad territorial de Estados Unidos.

1 – Soporte estratégico de la hegemonía estadounidense es su ejército. Con 1.325.000 efectivos y una reserva de 1.500.000,  ocupa unas 900 bases alrededor del mundo, y para 2022 consume un presupuesto de 840.000 millones de dólares, más de la mitad del total del gasto armamentista   planetario (https://www.telesurtv.net › news › eeuu-propone-millon…). Repetidamente  derrotado   por países aparentemente más débiles, como Corea, Vietnam y Afganistán, sus armamentos han sido superados tecnológicamente por Rusia y China. Desde que la conscripción se hizo voluntaria, se le dificulta reclutar efectivos. Siguiendo el patrón recurrente de los imperios en decadencia, depende  cada vez más de contratistas mercenarios o aliados militares esencialmente foráneos, como la OTAN o el AUKUS (Australia, Reino Unido, Estados Unidos).

2 – El mayor pilar de la hegemonía estadounidense era el económico, con un PIB que alguna vez fue el mayor del mundo, pero que ahora es superado ampliamente por el de China; equivale a  su Deuda Externa y es aquejado por una crónica balanza comercial desfavorable. En los años sesenta, la manufactura reportaba 25 % del PIB; ahora, apenas el 11% de éste, debido a lo cual cinco millones de puestos de trabajo han desaparecido desde comienzos del siglo. En 2019, Estados Unidos producía 10.8 millones de vehículos, y China 25,7 millones (Martyanov: Disintegration: Indicators of the Coming American Collapse, Clarity Press Inc). Añadamos que sus reservas de hidrocarburos, al nivel de consumo actual, alcanzan apenas para unos 8 años.

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Suecia y Finlandia en la OTAN: una transfusión de sangre a un moribundo

x Alberto Cruz

Que es una amenaza para Rusia es evidente, pero relativa. Que no es una revitalización de la OTAN, esa a la que el presidente francés, Macron, se refirió hace algo más de un año como que estaba en “muerte cerebral”, es algo que tiene mucho que ver con lo que está ocurriendo en Ucrania y que no es alentador para quienes la impulsan.

Así que, por partes.

Como ocurre siempre, nos quedamos mirando el dedo cuando lo que hay que mirar es la luna. Por lo tanto, hay que mirar más allá, mucho más allá de esta posible incorporación porque Ucrania no es la razón sino la excusa. Porque la decisión de ampliar la OTAN por el norte helado de Europa no tiene nada que ver con la estepa ucraniana. Viene de mucho antes, y tiene una palabra que lo explica: Ártico.

El control del Ártico, donde Rusia está trabajando muy denodadamente y tiene grandes infraestructuras, sobre todo gasísticas, lleva años siendo un «dolor de cabeza» para la OTAN e, implícitamente, así lo ha reconocido el presidente de Finlandia al afirmar que Rusia no tiene ningún plan para atacar a su país, pero que «hay otras cosas».

Esas otras cosas son monetarias. Porque desde hace años EEUU viene protestando ante Finlandia porque este país es donde se construye una parte de los rompehielos que tiene Rusia en funcionamiento para trabajar en el Ártico. Por lo tanto, Finlandia no entra en la OTAN por ideología, ni porque se sienta amenazada, sino por la cartera. Porque se asegura, y pronto lo veremos, un suculento contrato para la construcción de la flota de rompehielos de la OTAN, que ahora es inexistente.

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La verdad sobre la extrema derecha ucraniana

x Aris Roussinos 

Ucrania no es un Estado nazi, como afirma la propaganda de Putin, sino una democracia imperfecta. Pero la extrema derecha y los neonazis sí tienen un peso militar que han venido ganando en gran medida en el campo de batalla, y perjudican no a Rusia, sino a la propia Ucrania.

Denunciarlos no es hacerle el juego a la invasión, sino poner de relieve los peligros que entraña su potencial crecimiento, quizás sobre las propias ruinas del Estado ucraniano.

Como cualquier guerra, pero quizá más que la mayoría, la guerra en Ucrania viene siendo el escenario de un bombardeo desconcertante de declaraciones y réplicas en la web por parte de los simpatizantes de ambos bandos. La verdad, verdades parciales y mentiras descaradas compiten por el dominio en el relato de los medios. Sin duda, uno de los ejemplos más claros es la afirmación de Vladímir Putin de que Rusia invadió Ucrania para «desnazificar» el país. La aseveración rusa de que la Revolución de Maidan de 2014 fue un «golpe fascista» y de que Ucrania es un Estado nazi ha sido utilizada durante años por Putin y sus simpatizantes para justificar la ocupación de Crimea y el apoyo a los separatistas rusoparlantes en el este del país, y ha ganado muchas adhesiones en la web.

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