El gran negocio: el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México

x OLEP/Fragua

La minoría rapaz dice sí, el pueblo dice no

Al presentar el proyecto para iniciar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), Enrique Peña Nieto declaró que esta obra “por su magnitud, diseño y beneficio social, será una obra trascendental, emblema del México moderno”. A cuatro años de esas declaraciones, demos un breve repaso sobre el “emblema de México”.

Al inicio del proyecto se contempló un presupuesto de 209 mil 712 millones de pesos que serían distribuidos en dos etapas; en la primera, se ejercerían 169 mil millones de pesos y, en la segunda, 40 mil 712 millones.

Teniendo en consideración la magnitud de la obra entendemos que se trata de un negocio millonario ¿Quiénes están detrás del aeropuerto? ¿Quiénes están defendiendo su construcción? ¿Quiénes son y serán los que se beneficiarán de este proyecto que los hará más millonarios? Ellos son los que tienen mucho que perder si el proyecto se cancela.

La encargada del NAICM es una empresa paraestatal llamada Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), la cual le otorgó el título de gerente integrador a la empresa Parsons International Limited por un monto de 2 mil 361 millones de pesos. Este corporativo es uno de los consentidos del gobierno estadounidense y, entre otros servicios, brinda el de reconstrucción de ciudades de países en guerra (como Irak) y la neutralización de armamento. Así que esta empresa de historial turbio, encargada de lucrar con la desgracia de la guerra, ahora es la supervisora del NAICM y recomendó a Norman Foster para el diseño arquitectónico del aeropuerto.

El diseño del aeropuerto estuvo a cargo de la empresa Romero-Foster & Partners que cobró la cantidad de 2 mil 136 millones 433 mil 614.56 pesos, a la cual también pertenece José Fernando Romero Havauxy, yerno del sexto hombre más rico del mundo: Carlos Slim. Para este magnate, el aeropuerto representa un negocio redondo ya que su empresa Operadora Cicsa, junto con Edificadora Gia+A, dirigida por Hipólito Gerard Rivera (el cuñado del expresidente Carlos Salinas de Gortari), y diez empresas más ganaron la licitación para la construcción del Edificio Terminal que tiene un costo de 84 mil 828 millones 377 mil 320 pesos. A eso hay que sumarle otro contrato por 7 mil 359 millones 204 mil 570 pesos para la pista 3.

Otra empresa beneficiada es Construcciones y Dragados del Sureste de Carlos Hank Rhon (hijo de Carlos Hank González, fundador del grupo Atlacomulco del viejo PRI) con dos contratos; el primero por 233 millones 470 mil 982 pesos y el segundo por 777 millones 986 mil 957 pesos. Además, de manera conjunta, Slim y Hank Rhon tienen otro contrato por 7 mil 359 millones 204 mil 570 pesos.

Decimos que el aeropuerto en Texcoco es un negocio redondo para estos empresarios porque tienen contratos para su construcción, pero también porque, a través de la Fibra E (Fideicomiso de Inversión en Infraestructura o Energía), han invertido 13 mil 500 millones de pesos en la compra de acciones, mediante sus Administradoras de Fondo para el Retiro (Afores), Inbursa y XXI-Banorte. Otro grupo privado que invirtió a través de sus Afores (Profuturo) fue GNP de Alberto Baillères, el tercer hombre más rico de México, dueño del Palacio de Hierro, de Industrias Peñoles y de PetroBal —empresa que participa en el negocio del petróleo—. Además, el gobierno sin preguntar invirtió los ahorros de miles de trabajadores del Estado que tienen sus pensiones en PENSIONISSSTE. Sin embargo, tampoco alguno de estos empresarios consultó a los trabajadores si deseaban invertir en una obra como el aeropuerto, ya que si se “pierde” la inversión, los trabajadores perderán los ahorros de toda su vida laboral, mientras que los empresarios ya están gozando ganancias millonarias libres de impuestos.

Otra empresa beneficiada es la compañía Ferrovalle con un contrato por 2 mil 709.09 millones de pesos asignados de manera directa. El dueño es Germán Larrea Mota Velasco de Grupo México, el segundo hombre más rico de México, quien en 2006 dejó morir a 65 mineros en Pasta de conchos, Coahuila, aplastados por miles de toneladas de tierra y en 2014 provocó el desastre ecológico más grande de México: el derrame de 40 mil litros cúbicos de sulfato de cobre mezclados con ácido sulfúrico y altas concentraciones de metales pesados en los ríos Bacanuchi y Sonora. Hasta el día de hoy no ha recibido ningún castigo ni se ha hecho responsable por lo sucedido, el Estado lo ha dejado trabajar en paz.

¿Se acuerdan del padre e hijo que murieron en el socavón del recién inaugurado Paso Exprés de Cuernavaca, Morelos, en 2017? Pues las empresas que construyeron esa trampa mortal, Aldesem, Epccor y Aldesa, ahora se encuentran trabajando en el NAICM y juntas tienen contratos por 2 mil 660 millones 155 mil 347.59 pesos en diferentes construcciones.

Falta mencionar a las empresas favoritas del grupo Atlacomulco, como ICA, COCONAL, TRANSPORTACIONES Y CONSTRUCCIONES TAMAULIPECOS —ésta última pertenece al primo de Juan Armando Inojosa Cantú de Grupo Higa que construyó casa blanca—. Como dijera el presidente electo Andrés Manuel López Obrador (AMLO), “no es negocio para la nación ni para los mexicanos, es negocio para un pequeño grupo, para los contratistas”.

Este pequeño grupo sabe que, por las condiones de terreno, Texcoco es el peor lugar para la construcción del NAICM, sin contar que el precio aumentó 77.5%, más del costo de mantenimiento (otro negociazo) y los 990 millones 336 mil 502 pesos que según la Auditoria Suprema de la Federación están “perdidos”.

Como podemos ver hay mucho dinero en juego, los empresarios que no quieren perder ni un céntimo de sus ganancias presionan para continuar la construcción de lo que sería el monumento a la corrupción y la estafa. Ese grupo reducido que AMLO ha llamado la “mafia en el poder y minoría rapaz” es el que impuso la consulta, por medio del chantaje, la cual quieren ganar a toda costa para legitimar sus negocios.

López Obrador hace bien al escuchar al pueblo, pero debe escuchar el NO de la mayoría. Sin embargo, cuando tome posesión del cargo tiene la capacidad legal de cancelar la construcción del aeropuerto en Texcoco, porque él sabe que el pueblo no cuenta con canales de televisión, radios, periódicos y revistas para poder informarle a todos los mexicanos sobre los pros y contras de esa construcción.

¡No al aeropuerto en Texcoco!

NOTA: Este artículo fue publicado en el Suplemento Especial del FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Octubre 2018.

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