Atenco: debates y lecciones en la lucha por la vida

x José Arreola

En semanas recientes, dentro del panorama electoral que México vive, el tema del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) se convirtió en un eje recurrente de polémica. Desde las esferas de la “alta” política nacional, la discusión ha girado en torno a la corrupción del proyecto ya echado a andar. Enrique Peña Nieto (EPN) definió la construcción del aeropuerto como el “más ambicioso” de su sexenio. Con singular intensidad, desde el 2014 la maquinaria política, empresarial y mediática del golden boy de Atlacomulco no ha cesado en su afán por hacer realidad su ambición. Para ello, se ha valido de todos los recursos posibles: la calumnia, la represión constante, la compra ilegal de terrenos. Sin embargo, las declaraciones de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en cuanto a la cancelación del NAICM si arriba a la presidencia del país despertaron, con una rapidez sorprendente, un alud de críticas proveniente de los empresarios involucrados, de diversas maneras, en el proyecto aeroportuario. De las críticas a AMLO la que más sobresalió fue, por el peso del magnate, la de Carlos Slim. El empresario señaló que frenar el NAICM tendría un efecto negativo porque se suspendería “un detonador de desarrollo fantástico” pues, desde su perspectiva, esos beneficios no llegarían a cerca de 5 millones de personas. [1] Más allá del debate entre ambos personajes, hay algunos aspectos dignos de análisis desde otra perspectiva.

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