Derrotarse sin subir al ring. Extraña táctica del Subcomandante Marcos…

x Guillermo Fabela Quiñones
El hoy llamado subcomandante Galeano da por sentado que “el capital va por todo y no va a permitir Lulas, ni Dilmas, ni Kirchner, ni Correas, ni Evos ni López Obrador, ni como se llame cualquier cosa que ofrezca un respiro”. Entonces, es válido preguntar: ¿qué caso tiene pues acudir a las urnas a votar si las élites del poder están dispuestas a no permitir el triunfo de las clases mayoritarias? Tal declaración puede interpretarse como una invitación a que la ciudadanía que quiere un cambio se abstenga de votar, no vale la pena porque será un esfuerzo inútil.Una actitud así favorece a la élite gobernante, pues le evita el trabajo de fabricar un fraude que en las condiciones actuales sería muy complicado si los votantes acuden a sufragar en masa, sin miedo a las represalias ni amenazas de los patrones y del gobierno. Si la intención de la cúpula propietaria de los grandes monopolios de México es no permitir que el abanderado de Morena llegue a la Presidencia; si tiene la voluntad y la firmeza de llevar a cabo una elección de Estado, por eso mismo es un imperativo votar masivamente, a la par que se organiza la ciudadanía para asegurar que no se cometa un fraude.
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De buenos deseos, coyunturas y realidades: México 2018, elecciones y fragmentaciones (parte I)

x Ricardo Armando Flores y Viridiana Alarcón

 Las coyunturas electorales despiertan fantasías y desempolvan proyectos añejos. Aunque, quizás, y con mayor exactitud, también nos permiten tomar el pulso de la conciencia política de una sociedad. En todas partes en donde impera la “democracia”, las coyunturas electorales revelan el conflicto entre los diversos proyectos políticos que disputan los espacios estatales para su realización.

En México, patio trasero y fosa común del capital trasnacional (legal e ilegal), las coyunturas electorales destapan y crean viejas disputas, nuevas alianzas, sorpresas surreales y, además, ejecuciones extrajudiciales o desapariciones forzadas. Basta con hacer un recuento de las últimas tres elecciones en México para percatarse cómo la izquierda, tanto institucional como aquella “revolucionaria”, se define a partir de dichas coyunturas. No hay grupo, colectivo, “partido”, liga, organización o grupo armado que defina sus estrategias, a corto o mediano plazo, sin considerar que aproximadamente 83 millones de mexicanos están llamados a votar cada seis años en las elecciones presidenciales.

Pero ¿qué se juega en las elecciones en general? Frente a esta pregunta se definen los horizontes en los que se mueven las izquierdas en México. Veamos.

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