Biden Imperator

x Thierry Meyssan

El estado de salud del presidente Biden no le permitirá gobernar. Ya en este momento, ‎un grupo de partidarios prepara sus decisiones. Bastante alejado de su programa ‎electoral, Biden inicia su mandato con una serie de decretos representativos de la ‎cultura «woke» que lo alejan de la mayoría de sus conciudadanos. A pesar de ello, ‎los grupúsculos de extrema izquierda ya han realizado manifestaciones contra el nuevo ‎presidente. Estados Unidos se hunde en la división. 

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Entrevista a Álvaro García Linera. «El progresismo latinoamericano no es un proyecto acabado»

x Julian Bilmes

Álvaro García Linera es un reconocido intelectual y exvicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia (2006-2019) acompañando a Evo Morales. Siguiendo la línea de anteriores entrevistas en este espacio, se conversa en esta charla (previa a la rotunda victoria del MAS en las recientes elecciones presidenciales bolivianas) por la exitosa experiencia de desarrollo nacional y social del “Proceso de Cambio”, logros y obstáculos de las nacionalizaciones de recursos estratégicos y la apuesta por la industrialización de los mismos. También, acerca de los alcances del poder estatal y las perspectivas pospandemia

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Biden: ¿peligro para México?

x John M. Ackerman

México se benefició con la errática política exterior de Donald Trump y su desatención hacia América Latina. Perro que ladra, no muerde, reza el sabio dicho popular. A pesar de sus constantes insultos y amenazas hacia México, Trump al final de cuentas respetó al gobierno de Andrés Manuel López Obrador y se negó a interferir en el avance de la Cuarta ­Transformación.

Jamás se materializó el choque de trenes entre Trump y López Obrador que tanto deseaban tanto los opositores mexicanos como los halcones del Pentágono. El Presidente mexicano logró torear al magnate neoyorquino y mantener relaciones diplomáticas constructivas enfocadas en la resolución de problemas comunes sin en ningún momento subordinarse a los caprichos de Washington.

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El derrumbe de Estados Unidos

x Thierry Meyssan

Todo tiene un fin, incluso los imperios. Después de la URSS, hoy estamos viendo ‎el fin de Estados Unidos. Washington ha favorecido escandalosamente a una reducida ‎camarilla de ultra-multimillonarios y ahora se ve ante sus viejos demonios, reducido a ‎prepararse para la secesión y la guerra civil.‎

Cada uno de los dos bandos hoy enfrentados en Estados Unidos –los ‎“jacksonianos”‎ y los ‎‎“neopuritanos” [1]– pretende liquidar al otro. ‎Los jacksonianos hablan de insurrección mientras que los neopuritanos apuestan por la represión, ‎pero ambos bandos se preparan para el enfrentamiento. Dos tercios de la ciudadanía ‎estadounidense viene preparándose para una guerra civil. ‎

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Joe Biden en la Casa Blanca: ninguna ilusión

x Atilio A. Boron

Puede parecer un consejo vano, pero hay que recordar el torrente de ilusorias expectativas que despertó el triunfo de Barack Obama en 2008. Reflejo de la profunda penetración del mensaje neocolonial, los cánticos triunfalistas que destacados intelectuales de la “progresía” europea y latinoamericana entonaran en vísperas de la inauguración de su mandato fueron rápidamente acallados ni bien el afro-americano puso manos a la obra (secundado por Joe Biden) y dedicó ingentes esfuerzos a salvar a los bancos de la “crisis de las hipotecas sub-prime” olvidándose de los millones que fueron estafados por aquellos. Dado que ya se escuchan, si bien con un tono aflautado, algunas letanías parecidas a las del 2008, parece oportuno recordar estos antecedentes para no caer en nuevas –y previsibles- frustraciones.

Biden llega a la Casa Blanca con un equipo étnicamente más heterogéneo que el de Donald Trump, casi en su totalidad conformado por varones blancos. Pero en todos los casos se trata de personas que más allá de su diversidad étnica y cultural están íntimamente ligadas al gran capital norteamericano. El Departamento de Estado será dirigido por Anthony Blinken, un halcón moderado, pero halcón al fin, que cree que su país tendría que haber fortalecido su presencia en Siria para evitar la llegada de Rusia. Blinken apoyó la invasión a Irak en 2003 y la intervención armada en Libia que culminó con la destrucción de ese país y el linchamiento de Muammar El Gadafi. Ha dicho que “la fuerza debe ser un complemento necesario de la diplomacia”, en línea con el pensamiento tradicional del establishment. Por lo tanto, a no confundirse.

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Puede parecer un consejo vano, pero hay que recordar el torrente de ilusorias expectativas que despertó el triunfo de Barack Obama en 2008. Reflejo de la profunda penetración del mensaje neocolonial, los cánticos triunfalistas que destacados intelectuales de la “progresía” europea y latinoamericana entonaran en vísperas de la inauguración de su mandato fueron rápidamente acallados ni bien el afro-americano puso manos a la obra (secundado por Joe Biden) y dedicó ingentes esfuerzos a salvar a los bancos de la “crisis de las hipotecas sub-prime” olvidándose de los millones que fueron estafados por aquellos. Dado que ya se escuchan, si bien con un tono aflautado, algunas letanías parecidas a las del 2008, parece oportuno recordar estos antecedentes para no caer en nuevas –y previsibles- frustraciones.

Biden llega a la Casa Blanca con un equipo étnicamente más heterogéneo que el de Donald Trump, casi en su totalidad conformado por varones blancos. Pero en todos los casos se trata de personas que más allá de su diversidad étnica y cultural están íntimamente ligadas al gran capital norteamericano. El Departamento de Estado será dirigido por Anthony Blinken, un halcón moderado, pero halcón al fin, que cree que su país tendría que haber fortalecido su presencia en Siria para evitar la llegada de Rusia. Blinken apoyó la invasión a Irak en 2003 y la intervención armada en Libia que culminó con la destrucción de ese país y el linchamiento de Muammar El Gadafi. Ha dicho que “la fuerza debe ser un complemento necesario de la diplomacia”, en línea con el pensamiento tradicional del establishment. Por lo tanto, a no confundirse.

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La NED sí tiene quien le escriba

x Cubadebate

El Premio Gabo es un prestigioso galardón otorgado al periodismo iberoamericano. Considerado una de las más altas distinciones al periodismo realizado en lengua española y portuguesa, es entregado cada año por la Fundación Gabo, entidad con sede en Colombia creada en 1995 por Gabriel García Márquez.

La Fundación surgió originalmente con el nombre de Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y desde sus inicios, a partir de la visión del célebre escritor y Premio Nobel colombiano, tuvo como misión elevar el nivel periodístico de la región a través de talleres, premios, coordinación de becas y organización de eventos.  

El Premio tuvo su primera edición en 2014 y desde entonces ha reconocido a más de 40 periodistas de unos 15 países. Se otorga en cuatro categorías: Texto, Imagen, Cobertura e Innovación.  El monto actual del galardón, entregado en pesos colombianos, equivale a unos 10 000 dólares para los ganadores y 2300 a los finalistas. La ceremonia en la que se dan a conocer y se entregan los premios se celebra en la ciudad de Medellín, como parte del Festival Gabo, aunque este año se realizará de forma virtual el próximo 21 de enero.   

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Identidades excluyentes: la imposibilidad de la crítica en nombre de las emociones. Una crítica a la izquierda del Bloque Latinoamericano en Berlín (II)

x Iván Carrasco Andrés

Postmodernidad y modernidad americana

No hay rasgo alguno en el mundo de la vida civilizada moderna, a partir del siglo XX, señalaba Bolívar Echeverría, que no se encontrase mediado o marcado por el “americanismo” o la “identidad americana”, es decir, por la forma (norte)americanizada de la modernidad. De los múltiples elementos que se imbrican entre sí y que la definen, uno de ellos es el fundamento de los otros: el cumplimiento militante de la subordinación total de la forma natural de la reproducción social bajo el yugo de la valorización del valor, esto es, “la conquista del grado más alto de subsunción de la lógica ‘natural’ o lógica del valor de uso de la vida social moderna a la lógica capitalista de la autovalorización del valor mercantil, el grado casi pleno de la identificación entre ambas.”[1]

Dicho proceso de subordinación casi total del valor de uso bajo el proceso de valorización del valor es la base de la configuración del sentido histórico del siglo pasado y lo que llevamos del presente, proceso que se impuso con más virulencia y rapidez con el inicio del neoliberalismo a escala planetaria en la década de los 80’s y que tuvo como centro de irradiación geopolítico, después de la caída de la Unión Soviética, los Estados Unidos de América. Es aquí en donde las formas culturales e ideológicas[2] encuentran su lugar de producción teórica y sus correspondientes polos de dispersión desde los cuales los discursos postmodernos/decoloniales/postcoloniales[3] serán ampliamente difundidos en las academias no solamente norteamericanas, sino también en todas las academias y movimientos sociales en América Latina. Aunado a la “industria cultural” y a sus formas ideológicas de autolegitimación, tendientes a eliminar todo discurso crítico y prácticas que las impugnen, se encuentra una peculiar idiosincrasia que late en lo profundo de la modernidad americana y que, por momentos y de forma recargada y adaptada a los tiempos modernos, en tanto estrategia discursiva, marca de forma esquizofrénica sus producciones culturales: el puritanismo. Junto a este rasgo encontraríamos también la concomitante moralización, victimismo y la forma espectacular[4] de abordar los problemas sociales que parecen ser los nuevos elementos constitutivos de las nuevas prácticas sociales de las “nuevas izquierdas”.

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2021, un año de resistencia, lucha y organización

x OLEP/Fragua

HACE ALGUNOS MESES el presidente de la república hablaba de que sólo debían existir dos partidos: el conservador y el liberal, haciendo clara referencia histórica a las posturas de los partidos del Pacto por México y, de manera velada, a que todos los que no estuvieran con el llamado “PRIAN” deberían estar de su lado.

Como si fuera voz de profeta, el 23 de diciembre se oficializó ante el Instituto Nacional Electoral (INE) la coalición “Va por México” donde no sólo se aglutinan el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) sino también “350 organizaciones de la sociedad civil” burguesa dirigidas estructuralmente por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y con Claudio X. González como vocero de “Sí por México”, alianza burguesa que llamó a la unidad de los partidos en la iniciativa antes mencionada.

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Izquierda y antiimperialismo en EEUU

x Aziz Rana

A pesar de que la izquierda estadounidense ha dado grandes pasos en el último tiempo al comenzar a discutir políticas nacionales como Medicare for All, no ha logrado poner en el centro de su agenda la defensa de una política antimperialista firme cuando se trata de las relaciones exteriores. Aziz Rana, profesor en la Universidad Cornell, ha estado luchando con este dilema durante años, preguntándose por qué la izquierda tiene miedo de hablar de política exterior y por qué no debería tenerlo. Rana conversó con Doug Henwood sobre este tema en su podcast Behind the News.

DH. Hemos presenciado una irrupción sorprendente de políticas socialdemócratas en el discurso estadounidense, pero no parece haber mucho progreso a la hora de pensar el resto del mundo desde EEUU. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué hay tan poco internacionalismo de izquierda?

AR. Son varios problemas, relativamente distintos. En primer lugar, hay que decir que el Partido Demócrata ha aceptado durante años un consenso bipardista acerca de cómo pensar el lugar de EEUU en el mundo, lo cual no es más que una variante del nacionalismo de la Guerra Fría. Básicamente se trata de la idea de que los intereses de EEUU son los intereses del mundo porque EEUU es un país comprometido con la libertad y con la igualdad desde su fundación, y, por este motivo, tiene una responsabilidad especial en la escena global, en la medida en que se concibe como la principal nación igualitaria.

Esto justifica el ejercicio continuo de un poder policial internacional como así también la idea de que las restricciones legales internacionales no son vinculantes para EEUU. EEUU puede entrar y salir de la ley porque en última instancia es un país excepcional, comprometido con la excepcional tarea de apoyar y reforzar el régimen de posguerra. Esta perspectiva fue compartida tanto por Obama como por Bush.

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El trumpismo, la administración Biden, Black Lives Matter y la izquierda radical. Entrevista a Charlie Post

«Los cambios más sustanciales van a venir, creo, en materia de política exterior, donde la administración Biden-Harris hará esfuerzos para reafirmar la hegemonía de EE.UU. y aislar política, militar y económicamente a su rival chino», señala Charlie Post.

-Dado que el total de votos por Donald Trump aumentó en comparación con el año 2016 y que la tan anunciada «ola azul» (demócrata) no tuvo lugar, ¿podemos interpretar el resultado de la elección sólo como una derrota parcial del trumpismo?

Los resultados de las elecciones indican claramente que las políticas nacionalistas y populistas de Trump siguen mereciendo el apoyo de la población estadounidense, especialmente de los sectores de clases medias tradicionales (pequeñas empresas) y nuevas (semi profesionales, gerentes, supervisores), así como también de una minoría de la clase trabajadora.

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