Leyes para la dictadura, dictadura en beneficio del Capital

x OLEP/Fragua

Este año estará marcado por la nueva elección presidencial en nuestro país. Una vez más el pueblo mirará y escuchará hasta el hartazgo discurso tras discurso y promesa tras promesa en la radio, la televisión y hasta el cine “para variar”.

Sin embargo, esta elección tiene cosas nuevas no vistas en nuestro país desde hace muchos años: nos referimos a la aprobación y expedición de la Ley de Seguridad Interior (LSI). A finales del 2017 el poder legislativo con el PRI y el PAN a la cabeza y el representante del poder ejecutivo aprobaron y expidieron una ley para garantizar el fraude electoral.

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Estado de México 2017: Otro fraude electoral

x Ramón Magaña
Uno más. El primero a Morena, el tercero contra la figura de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Un grano de arena más en las playas fraudulentas de la historia nacional. Procedimiento por el cual las clases oligárquicas se han perpetuado en el poder casi desde la fundación de la República, desde aquellos tiempos en que don Porfirio Díaz se proclamaba presidente con el 99% de la votación a favor o, por ejemplo, a mediados del siglo XX, cuando el PRI financiaba a los partidos opositores para que durante las jornadas electorales diera la impresión de que había distintas opciones para el electorado mexicano, hasta los días que corren, en que se echa a andar la maquinaria de compra de votos, intimidación violenta a la oposición, se coloca como funcionarios electorales a miembros de bajo perfil del mismo grupo en el poder y se controlan los principales medios de comunicación convencionales para mojar la brocha con la que se pinte un nuevo atentado a la democracia mexicana.

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Plebiscitos a modo: la triple alianza ataca de nuevo en la UACh

x Brisa Vázquez

Guardemos las bellas palabras, que son pocas,

para las cosas grandes, que son más pocas todavía.”

Julio Antonio Mella

(militante revolucionario cubano)

Imaginemos por un momento, sólo por un momento, que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) gana las elecciones presidenciales del 2018. Imaginemos que esta vez no le hacen fraude o, bien, que su victoria es tan amplia que el fraude no alcanza para ocultarla; imaginemos que gana por una mínima diferencia de votos, pero que sus adversarios respetan su triunfo porque no hacerlo llevaría al país a un enfrentamiento que, en ese momento, no desean. Por fin, después de 40 años de neoliberalismo, habría un presidente que cuestiona las “maldades” del neoliberalismo y con pretensiones nacionalistas como inquilino de Los Pinos. Claro, eso sí, le entregarían el país hecho trizas; con 300,000 muertos y 35,000 desaparecidos como saldo de la “guerra contra el narco”, con una educación pública en decadencia, petróleo privatizado, sistema de salud en proceso de privatización y una larga lista de etcéteras.

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