Los frutos amargos de la Primavera Árabe

x Guadi Calvo

El resto de la historia es muy conocida, aquel día el sencillo vendedor de frutas, harto de los reiterados abusos policiales, se inmolaría frente a la comisaria, para morir unos días después, sin sospechar que su indignación iba a encender la dignidad de mucho de sus hermanos, que salieron a las calles a protestar por esa muerte y todas las muertes que la injusticia, la desigualdad y la arrogancia del poder, estaba provocando no solo en Túnez, sino a lo largo de todo el Magreb, llegado a modificar, de hecho, la geopolítica internacional.

Es obvio que Bouazizi es inocente de los cientos de miles o millones de muertes que se han sucedido y se suceden todavía detrás de la suya dejando un profundo río de sangre desde San Francisco, California, a las umbrosas selvas de Mindanao, Filipinas.

Desde aquella candente mañana de diciembre todo fue vertiginoso, las protestas que se iniciaron en Sidi Bouzid, no tardaron en abrazar a todo el país y poner en fuga al dictador Zine ben Ali, con veintidós años como presidente de Túnez y tras de él, no solo cayeron tiranos, como el egipcio Hosni Mubarak con treinta años al mando o Ali Abdulá Saleh, con solo veintiuno a cargo del ejecutivo yemení. Tres bajas sustanciales para occidente, que nada pudo hacer para mantener en sus cargos a esos aliados que fungían de virreyes de Washington y Londres, que junto a una importante cantidad de naciones desde Marruecos, pasando por las monarquías del Golfo y Jordania y Turquía funcionaban y siguen haciéndolo de escudo protector de Israel, y dique de contención a las políticas emancipadoras de Irán, por lo que en el marco de gran la operación trazada en realidad con otros fines por lo que la pérdida de esbirros como ben Alí, Mubarak y Saleh, debieron ser registradas como “daños colaterales”.

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‎¿Vuelven las “primaveras árabes”?‎

x Red Voltaire

Israel está sin gobierno y los movimientos de protesta agitan Sudán, Argelia, Líbano, Irak, Kuwait ‎e Irán. ‎

En cada uno de esos países, parecen estar actuando organismos estadounidenses o vinculados a ‎Estados Unidos, como sucedió durante las «primaveras árabes», en 2010-2011. ‎

En aquel momento, numerosos estudios sociológicos explicaban el fenómeno recurriendo a las ‎características de los países afectados. Pero lo cierto es que se trataba de países con ‎características muy diferentes, lo cual implica que la verdadera causa de las «primaveras ‎árabes» no era el «terreno propicio». ‎

En realidad, los documentos internos del ministerio británico de Exteriores dados a conocer por ‎un alto funcionario del Reino Unido, Derek Pasquill, demuestran que las «primaveras árabes» ‎fueron una operación concebida por el MI6 británico en 2005, según el esquema de la «Revuelta ‎Árabe» de Lawrence de Arabia. La diferencia era que ya no se trataba de poner en el poder a los ‎wahabitas y a la familia Saud sino a la Hermandad Musulmana. El primer ministro británico Tony Blair ‎vendió el proyecto a Estados Unidos, que más tarde lo puso en práctica utilizando ‎a los discípulos del profesor estadounidense Gene Sharp [1].‎

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