Joe Biden, Comendador de los ‎‎“verdaderos creyentes”‎

x Thierry Meyssan

Mientras que Estados Unidos se dirige inexorablemente hacia la guerra civil, ‎el presidente Joe Biden se apoya en los creyentes de izquierda de diferentes ‎confesiones. Biden ve a los electores de Trump como pobres gentes que ‎han perdido la fe y a quienes él tiene que volver a meter en el “buen camino”. A fuerza ‎de manipular las religiones, el Partido Demócrata está dividiendo el país, pero no entre ‎confesiones diferentes sino en función de una particular concepción de la fe. ‎El presidente Joe Biden pretende guiar a todos los estadounidenses por el sendero ‎trazado por Barack Obama. Pero en vez de ser un factor de apaciguamiento, está ‎radicalizando el debate político. ‎

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Trump sigue arriba del ring: los senadores demócratas no lograron condenarlo

x Alberto López Girondo

En el juicio político por «incitación a la insurrección», el oficialismo no obtuvo los 67 votos necesarios para sancionarlo y que no pueda volver a candidatearse.

Con la sensación de que los demócratas se metieron en una trampa de la que no sabían cómo salir, el expresidente Donald Trump resultó absuelto en el segundo juicio político en su contra. Luego de una jornada de idas y vueltas, en la que primero se decidió, por 55 a 45, llamar a nuevos testigos y demorar la definición sobre el proceso, finalmente un nuevo acuerdo abrió las puertas al debate final sobre el futuro de Trump. De lo que en realidad se trata, si fuera declarado culpable de “incitación a la insurrección” a raíz del ataque al Congreso del 6 de enero, es de si podría presentarse como candidato nuevamente. En este segundo intento, los demócratas consiguieron el apoyo  de sólo 7 republicanos, cuando necesitaban un total de 67 votos favorables al juicio político, 50 propios y 17 de la oposición.

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Se fue Trump. ¿Y ahora qué?‎

x Constantino Ceoldo

La derrota de Donald Trump al tratar de obtener un segundo mandato presidencial ‎devuelve la política exterior de Estados Unidos a senderos ‎aparentemente ya conocidos. Donald Trump fue el primer presidente de ‎Estados Unidos que no inició una guerra, algo inédito en los últimos 30 años, ‎mientras que el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, fue vicepresidente de un Barack Obama que recibió el premio Nobel de la Paz sin que nadie ‎sepa por qué. De hecho, ya con el Nobel de la Paz en el bolsillo, ese mismo Barack ‎Obama no vaciló en arrasar Libia bajo un diluvio de bombas, como tampoco vaciló en ‎sumir Siria en una guerra impuesta a través de mercenarios yihadistas, guerra que ya ha ‎durado 9 larguísimos años. El Nobel de la Paz Barack Obama también fomentó un ‎golpe de Estado nazi en Ucrania, que encontró –como respuesta defensiva– el regreso ‎de Crimea a la Federación Rusa y la secesión de las poblaciones de rusófonas del ‎Donbass. ‎

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El derrumbe de Estados Unidos

x Thierry Meyssan

Todo tiene un fin, incluso los imperios. Después de la URSS, hoy estamos viendo ‎el fin de Estados Unidos. Washington ha favorecido escandalosamente a una reducida ‎camarilla de ultra-multimillonarios y ahora se ve ante sus viejos demonios, reducido a ‎prepararse para la secesión y la guerra civil.‎

Cada uno de los dos bandos hoy enfrentados en Estados Unidos –los ‎“jacksonianos”‎ y los ‎‎“neopuritanos” [1]– pretende liquidar al otro. ‎Los jacksonianos hablan de insurrección mientras que los neopuritanos apuestan por la represión, ‎pero ambos bandos se preparan para el enfrentamiento. Dos tercios de la ciudadanía ‎estadounidense viene preparándose para una guerra civil. ‎

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Joe Biden en la Casa Blanca: ninguna ilusión

x Atilio A. Boron

Puede parecer un consejo vano, pero hay que recordar el torrente de ilusorias expectativas que despertó el triunfo de Barack Obama en 2008. Reflejo de la profunda penetración del mensaje neocolonial, los cánticos triunfalistas que destacados intelectuales de la “progresía” europea y latinoamericana entonaran en vísperas de la inauguración de su mandato fueron rápidamente acallados ni bien el afro-americano puso manos a la obra (secundado por Joe Biden) y dedicó ingentes esfuerzos a salvar a los bancos de la “crisis de las hipotecas sub-prime” olvidándose de los millones que fueron estafados por aquellos. Dado que ya se escuchan, si bien con un tono aflautado, algunas letanías parecidas a las del 2008, parece oportuno recordar estos antecedentes para no caer en nuevas –y previsibles- frustraciones.

Biden llega a la Casa Blanca con un equipo étnicamente más heterogéneo que el de Donald Trump, casi en su totalidad conformado por varones blancos. Pero en todos los casos se trata de personas que más allá de su diversidad étnica y cultural están íntimamente ligadas al gran capital norteamericano. El Departamento de Estado será dirigido por Anthony Blinken, un halcón moderado, pero halcón al fin, que cree que su país tendría que haber fortalecido su presencia en Siria para evitar la llegada de Rusia. Blinken apoyó la invasión a Irak en 2003 y la intervención armada en Libia que culminó con la destrucción de ese país y el linchamiento de Muammar El Gadafi. Ha dicho que “la fuerza debe ser un complemento necesario de la diplomacia”, en línea con el pensamiento tradicional del establishment. Por lo tanto, a no confundirse.

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Puede parecer un consejo vano, pero hay que recordar el torrente de ilusorias expectativas que despertó el triunfo de Barack Obama en 2008. Reflejo de la profunda penetración del mensaje neocolonial, los cánticos triunfalistas que destacados intelectuales de la “progresía” europea y latinoamericana entonaran en vísperas de la inauguración de su mandato fueron rápidamente acallados ni bien el afro-americano puso manos a la obra (secundado por Joe Biden) y dedicó ingentes esfuerzos a salvar a los bancos de la “crisis de las hipotecas sub-prime” olvidándose de los millones que fueron estafados por aquellos. Dado que ya se escuchan, si bien con un tono aflautado, algunas letanías parecidas a las del 2008, parece oportuno recordar estos antecedentes para no caer en nuevas –y previsibles- frustraciones.

Biden llega a la Casa Blanca con un equipo étnicamente más heterogéneo que el de Donald Trump, casi en su totalidad conformado por varones blancos. Pero en todos los casos se trata de personas que más allá de su diversidad étnica y cultural están íntimamente ligadas al gran capital norteamericano. El Departamento de Estado será dirigido por Anthony Blinken, un halcón moderado, pero halcón al fin, que cree que su país tendría que haber fortalecido su presencia en Siria para evitar la llegada de Rusia. Blinken apoyó la invasión a Irak en 2003 y la intervención armada en Libia que culminó con la destrucción de ese país y el linchamiento de Muammar El Gadafi. Ha dicho que “la fuerza debe ser un complemento necesario de la diplomacia”, en línea con el pensamiento tradicional del establishment. Por lo tanto, a no confundirse.

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El trumpismo, la administración Biden, Black Lives Matter y la izquierda radical. Entrevista a Charlie Post

«Los cambios más sustanciales van a venir, creo, en materia de política exterior, donde la administración Biden-Harris hará esfuerzos para reafirmar la hegemonía de EE.UU. y aislar política, militar y económicamente a su rival chino», señala Charlie Post.

-Dado que el total de votos por Donald Trump aumentó en comparación con el año 2016 y que la tan anunciada «ola azul» (demócrata) no tuvo lugar, ¿podemos interpretar el resultado de la elección sólo como una derrota parcial del trumpismo?

Los resultados de las elecciones indican claramente que las políticas nacionalistas y populistas de Trump siguen mereciendo el apoyo de la población estadounidense, especialmente de los sectores de clases medias tradicionales (pequeñas empresas) y nuevas (semi profesionales, gerentes, supervisores), así como también de una minoría de la clase trabajadora.

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‎¿Cuál será la política exterior del ‎próximo presidente?‎

x Thierry Meyssan

Los programas de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump y ‎Joe Biden, no se parecen a los programas de los candidatos anteriores. Ya no se trata ‎de adaptar Estados Unidos a los cambios del mundo sino de definir lo que ese país ‎será en adelante. Por tratarse de una cuestión existencial es muy posible que las cosas ‎degeneren y acaben por llegar a la violencia. Uno de los dos bandos estima que su país ‎deber ser una nación al servicio de los ciudadanos, mientras que el otro cree que ‎Estados Unidos tiene que recuperar su estatus imperial.‎

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Ya están llegando los barcos a Venezuela

x Antonio Gershenson

Con grandes cantidades de gasolina y tal vez otros combustibles, vienen desde Irán, hacia nuestro continente, cinco buques tanque. Zarparon desde sus costas viajando más de 12 mil 357 kilómetros para abastecer a Venezuela del petróleo que necesita. Cuatro de estas embarcaciones ya llegaron.

Las amenazas del gobierno de Estados Unidos se iniciaron desde que se dio a conocer la ayuda de Irán al gobierno del presidente Nicolás Maduro. Y, también, desde las primeras declaraciones de rechazo, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Mohammad Yavad Zarif, dijo que respondería decididamente. Son más de 12 mil 400 kilómetros los que han viajado y el embarque no va a regresar sin ser entregado.

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Trump adapta la estrategia energética de ‎Estados Unidos‎

x Thierry Meyssan

Mientras la gran mayoría de la gente está ensimismada en las medidas de ‎repartición de la epidemia en el tiempo, la dinastía reinante en Arabia Saudita ‎cuestiona el poderío de su protector estadounidense. Riad y Washington libran una ‎prueba de fuerza que ya estaba desorganizando la economía mundial antes de que se ‎extendiera el coronavirus. El presidente Donald Trump se plantea apoderarse del ‎control del petróleo de Arabia Saudita y de Venezuela, lo cual parece haberlo llevado a ‎establecer nuevas alianzas. ‎

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Coronavirus y Crisis Sistémica del Capitalismo

x Wim Dierckxsens y Walter Formento

Introducción

Con el gobierno de Trump no solo se manifiesta claramente la crisis agónica, turbulenta y conflictiva del capitalismo, sino que se evidencia con la actual Gran Depresión la imposibilidad de salir de la misma.

Expresando un nacionalismo industrialista, anti-oligarquía financiera, Trump está en una confrontación total con las fuerzas del esquema de poder globalista (representadas en EEUU por el establishment financiero-político globalista en la cúpula del Partido Demócrata). En forma secundaria se enfrenta con el esquema continentalista (el establishment financiero-político del Partido Republicano, específicamente el Tea Party con el que no tiene su enfrentamiento principal y pudo acordar una coalición de gobierno para garantizar un mínimo de estabilidad).

Las empresas estrellas del globalismo en inteligencia artificial, informática, internet, robótica, supercomputadoras, telecomunicación, etc. ( Facebook sino también a Twitter, Netflix, Alphabet, Google, Apple, Instagram, Amazon y Microsoft), muy a menudo con fuertes inversiones en China (Hong Kong, Shanghái, Taiwán), son atacadas a su vez por Trump, quien ha comenzado una guerra económica no tanto contra China como país, sino en primer lugar contra dichas empresas trasnacionales angloamericanas con fuertes inversiones fuera de EE. UU., con la finalidad de que se “relocalicen” nuevamente en territorio estadounidense.

La crisis bursátil de 2008 afectó a los ´valores estrella´ de la Bolsa esta manifestación ha hecho bajar las esperanzas de un nuevo ciclo tecnológico productivo dirigido por el capital financiero globalista. Con ello se manifestó en primer lugar que el capitalismo actual no estaba en condiciones de generar un ciclo expansivo en el ámbito de la producción.

Lo que observamos desde entonces es la baja en las tasas de interés de los grandes bancos centrales para que los grandes consorcios obtengan crédito prácticamente gratuito para la recompra de sus propias acciones que no dejaron de subir, generando grandes beneficios para el 1% de la población acentuando una profunda desigualdad en la sociedad.

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