Las guerras comerciales, o la continuación de la geopolítica por otros medios

Hay que terminar de contar portaviones, aviones de combate y misiles, escribió hace poco Phillip Stephens en el Financial Times. El fracaso de los Estados Unidos en Afganistán e Iraq ha hecho ver al mundo los límites del poder militar, según Stephens. Desde entonces —prosigue—, la geopolítica clásica se ha separado de la geoeconomía. Estados Unidos, la zigzagueante potencia mundial, apuesta cada vez más a los acuerdos comerciales para ordenar el sistema internacional según sus intereses.

De hecho, el gobierno de Barack Obama sigue una nueva estrategia, que saca enseñanzas de los excesos militares del gobierno de George W. Bush. Apuesta a las relaciones económicas y financieras como instrumentos estratégicos para consolidar su poder. Su expansión pretende asegurar que Estados Unidos seguirá siendo el centro de la economía mundial. Es que esto pone a Estados Unidos, gracias a nuevos métodos sancionatorios, en condiciones de excluir del comercio internacional y, en especial, del intercambio financiero también a países de envergadura. Si este plan tiene éxito, el potencial de amenaza de la fuerza militar sería solo un instrumento lateral de la gobernanza estadounidense y los Estados Unidos seguirían siendo la potencia reguladora de las relaciones internacionales.
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