Irak, la Revolución de Octubre de 2019 y el conflicto entre Irán y Estados Unidos
x Dirk Adriaensens/ Global Research
Aumenta la rivalidad entre Estados Unidos e Irán
El 29 de agosto de 2019 International Crisis Group publicó un informe en el que pedía que no se resolviera en Irak el conflicto entre Estados Unidos e Irán:
“En junio se dispararon varios proyectiles contra unas instalaciones estadounidenses en Irak y en julio-agosto varias explosiones destruyeron los centros de almacenamiento de armamento y un convoy de grupos paramilitares iraquí vinculados a Irán. Esos incidentes contribuyeron a llevar las tensiones entre Estados Unidos e Irán al borde de la confrontación y pusieron de relieve lo peligrosa que era la situación en Irak y el Golfo.
Aunque hasta ahora Estados Unidos e Irán no han tenido un enfrentamiento directo entre ambos, están forzando al gobierno iraquí a tomar partido. Los dirigentes iraquíes se esfuerzan denodadamente para mantener la neutralidad del país. Pero las cada vez mayores presiones externas y polarización interna amenazan la supervivencia del gobierno.
¿Qué hay que hacer? Estados Unidos e Irán deben evitar involucrar a Irak en su rivalidad ya que ello minaría la frágil estabilidad de Irak después de su lucha contra el ISIS. Con ayuda de actores internacionales Irak debe continuar con sus esfuerzos políticos diplomáticos e internos para mantenerse neutral”.
Irak está en el ojo del huracán por motivos geográficos e históricos. La campaña de Washington para ejercer la “presión máxima” sobre Irán y la respuesta de Teherán suponen una enorme presión para el gobierno iraquí, que es socio de ambos. Estados Unidos espera que Bagdad se resista a Irán e Irán espera que Bagdad se resista a Estados Unidos, una postura casi imposible.
Las relaciones entre Estados Unidos e Irán siempre han tenido un carácter doble en Irak. Desde la invasión [estadounidense] de Irak en 2003 ambos países han cooperado para pacificar Irak y, al mismo tiempo, las relaciones entre ambos son muy conflictivas. Luchan entre sí por la influencia en Oriente Próximo. La retirada del gobierno Trump del acuerdo nuclear [con Irán] en mayo de 2018 y las nuevas sanciones económicas estadounidenses contra Irán en noviembre de 2018 crearon una situación explosiva. A mediados de 2019 una serie de incidentes tras la decisión de Washington de endurecer las sanciones abrió la puerta a una nueva guerra que puede afectar a todo Oriente Próximo.
Irán ha utilizado el vacío de poder después de [la invasión estadounidense de] 2003 para invertir fuertemente en el sistema político, la economía y el sistema de seguridad de Irak. Varias milicias chiíes y tristemente célebres escuadrones de la muerte aliados de Irán, como las Brigadas Badr, se integraron en la brutal y sectaria Policía Nacional, creada por Estados Unidos. Junto con este país lucharon contra el movimiento de resistencia nacional al tiempo que también resistían a la presencia estadounidense. Estados Unidos e Irán también trabajaron hombro con hombro durante la batalla de cuatro años para derrotar al ISIS (2014-2017). Las milicias chiíes iraquíes afiliadas a Irán eran el integrante principal de Hashd al-Shaabi (Fuerzas de Movilización Popular, PMF, por sus siglas en inglés), una amalgama de fuerzas paramilitares que respondió al llamamiento de 2014 del Gran Ayatolá Ali al-Sistani a luchar contra el ISIS.
Después de la invasión estadounidense de 2003 y la subsiguiente lucha contra ISIS Bagdad cuenta con la mayor embajada estadounidense en Oriente Próximo y con la mayor cantidad de tropas estadounidenses (más de 5.000) en seis bases militares operativas actualmente:
- La Base de Operaciones Avanzada de Abu Ghraib, una de las primeras bases que Estados Unidos estableció en Irak. La base está situada en Abu Ghraib, en la provincia de Anbar, a solo 32 kilómetros del centro de Bagdad y a solo 15 del Aeropuerto Internacional de Bagdad.
- El Campo Base Justice en Kadhimiya, Irak, antes conocido como Campo Banzai.
- La Base de Operaciones Avanzadas Sykes situada en la provincia de Ninive, al norte del país, a las afueras de Tal Afar. La base se utilizó como un puesto de avanzada establecido para operaciones de combate y tácticas de Estados Unidos durante la Operación Libertad Iraquí.
- El Campo Taji, Irak (también conocido como Campo Cooke) está en las inmediaciones, a sólo 30 kilómetros de Bagdad. Esta base la utilizan las fuerzas de la coalición en Irak y no sólo Estados Unidos .
- La Base Conjunta de Balad fue una de las muchas instalaciones militares que mantiene y utiliza Estados Unidos en Irak. Era conocida con diferentes nombres, como Base Aérea Balad, Base Aérea Al Bakr, Campo Anaconda o LSA Anaconda [Área de Apoyo Logístico Anaconda]. Esta base es una de las más grandes de Estados Unidos.
- El Complejo de Base Victoria (también llamado VBC, por sus siglas en inglés) es una combinación de instalaciones militares en torno al Aeropuerto Internacional de Bagdad. El complejo incluye 10 bases (Victory Fuel Point, Slayer, Striker, Cropper, Liberty, Radwaniyah Palace, Dublin, Sather Air Base, Logistics Base Seitz y Victory), la principal de las cuales es Campo Victoria, que alberga el cuartel general de todas las operaciones estadounidenses en Irak, además del palacio de Al Faw.
El fin de la distensión entre Estados Unidos e Irán
La derrota del ISIS y la toma de posesión del presidente Donald Trump han puesto fin a la silenciosa distensión entre Estados Unidos e Irán, y eso ha llevado a un periodo de rivalidad cada vez mayor. Esta rivalidad fue muy evidente tras las elecciones parlamentarias iraquíes de mayo de 2018. Tanto Washington como Teherán trataron de influir a través de sus actores favoritos. Sus disputas acerca de la formación del gobierno duraron trece meses y dieron paso a una lista de figuras aceptables aunque débiles que carecen de apoyos firmes incluso dentro de sus propios partidos. En octubre de 2018 fueron nombrados el primer ministro Adel Abdul-Mahdi y el presidente Barham Salih, dos políticos un tanto aislados.
Adel Abdul-Mahdi (imagen superior) es la personificación del régimen político fallido y corrupto impuesto por el imperialismo estadounidense. Empezó su carrera como miembro del Partido Baath, después se convirtió en un miembro destacado del Partido Comunista Iraquí y a continuación se exilió a Irán debido a su lealtad al ayatolá Jomeini. Volvió a Irak tras los tanques estadounidenses y en 2004 formó parte del gobierno títere como ministro de Finanzas. El Council on Foreign Relations estadounidense lo describía como “un tecnócrata moderado que es útil a los intereses estadounidenses”. Como sus predecesores desde 2004 contribuyó a organizar el saqueo de la riqueza del petróleo de Irak para enriquecer a las empresas extranjeras, a la oligarquía gobernante local y a políticos corruptos y a quienes los apoyan.
Los cargos de ministro del Interior, de Defensa y de Justicia permanecieron vacantes durante ocho meses en gran parte a consecuencia de la continua rivalidad entre Irán y Estados Unidos. Desde 2003 ha habido un continuo tira y afloja entre ambos países debido a que tanto Estados Unidos como Irán deben aprobar la composición del gobierno después de cada una de las elecciones, lo que demuestra que la soberanía de Irak sigue siendo un sueño lejano.
La política estadounidense respecto a Irán ejerce una fuerte presión sobre el gobierno Abdul-Mahdi. Cuando en noviembre de 2018 Washington reactivó las sanciones contra Irán, Estados Unidos pidió al gobierno iraquí que dejará de pagar a Teherán el gas natural y la electricidad, y que diversificara sus importaciones de energía, incluso por medio de contratos con empresas estadounidenses. Bagdad pidió más tiempo a Washington para buscar alternativas por temor a represalias de Irán y a cortes de electricidad. El gobierno Trump permitió a Bagdad seguir importando temporalmente gas y electricidad de Irán, pero Estados Unidos siguió pidiendo con insistencia a Bagdad que firmara contratos de infraestructura energética con empresas estadounidenses.
Sin embargo, Abdel Mahdi cerró un contrato eléctrico por valor de 284 millones de dólares con una empresa alemana en vez de con una estadounidense. El primer ministro iraquí se niega a acatar las sanciones estadounidenses y sigue comprando electricidad a Irán además de permitir un intenso comercio entre ambos países. Este comercio genera grandes cantidades de divisas que estimulan la economía iraní. Abdel Mahdi está dispuesto a comprar a Rusia el S-400 y otros equipamientos militares. Ha firmado un acuerdo con China para reconstruir infraestructuras esenciales a cambio de petróleo. Y, por último, intentó mediar entre Irán y Arabia Saudí, y mostró su intención de distanciarse de las políticas estadounidenses en Oriente Próximo. Todas estas decisiones hicieron a Abdul Mahdi muy impopular en Estados Unidos.
Israel también se inmiscuye abiertamente en Irak. En julio y agosto utilizó sus aviones de combate indetectables F-35i para atacar objetivos iraníes en Irak y dañó gravemente cuatro bases iraquíes utilizadas por tropas y agentes iraníes como supuestos depósitos de misiles balísticos iraníes. El gobierno iraquí minimizó el problema; trató primero de ignorarlo y después incluso intentó que Israel saliera indemne. No fue sino varias semanas después cuando Abdul Mahdi anunció en una entrevista en televisión que había “referencias” a la responsabilidad israelí.
Esta postura reticente del régimen iraquí es un aprueba de su lealtad a Estados Unidos. No hubo siquiera el menor signo de indignación por parte del gobierno iraquí cuando Netanyahu se jactó durante su campaña electoral de bombardear Irak. Estados Unidos negó toda implicación en esos ataques, pero es muy dudoso que Israel atacara objetivos iraquíes sin al menos el consentimiento de Washington. A consecuencia de ello, el ejército estadounidense y las fuerzas de la coalición en Irak deben solicitar ahora la aprobación oficial antes de emprender operaciones aéreas, incluso en la campaña contra ISIS.
Otra exigencia del gobierno Trump es que el gobierno iraquí disuelva las milicias relacionadas con Irán (PMF). Desde la derrota del ISIS estas milicias se han hecho con el control de varias regiones en Irak e incluso han participado en las últimas elecciones. No se ha disuelto ni una unidad de las milicias públicas, al contrario: en 2016 el gobierno integró formalmente a las PMF en las fuerzas de seguridad y no tiene control efectivo sobre sus actos. El frente Fatah, un conjunto de varias milicias de las PMF, se convirtió en la segunda mayor formación tras las últimas elecciones.
Una corrupción endémica
A pesar de la inmensa riqueza en petróleo de Irak el 32,9 % de la población de Irak, o 13 millones de personas, vive por debajo del umbral de pobreza y según cifras recientes del FMI el paro juvenil llega al 40 % mientras que la población iraquí menor de 25 años supone el 60 % de los 40 millones de personas que habitan en Irak, la mitad de las cuales es menor de 18 años. Según la Oficina Central de Estadísticas de Bagdad, se calcula que la tasa total de paro es de aproximadamente el 23 %. La organización iraquí Al-Nama calcula que la tasa de paro entre las mujeres es superior al 80 %. En 2018 la tasa de paro en Irak bajó al 28,20 % respecto al 43,20 % que había en 2016. El suministro de electricidad funciona entre 5 y 8 horas al día, el agua está contaminada, el sistema de atención sanitaria no funciona, el nivel de la educación es muy bajo y la corrupción es endémica. Estos no son sino unos pocos de los problemas que frustran a la población iraquí. Los políticos nunca cumplen sus promesas. Se prometen proyectos de restauración y mejora, pero se abandonan antes de que la tinta se seque y el dinero asignado desaparezca en los bolsillos corruptos. El petróleo, que supone más del 90 % de los ingresos del gobierno, también es el principal artículo del mercado negro. En la corrupción están supuestamente implicadas redes criminales, incluido el personal del Ministerio de Petróleo y altos cargos políticos y religiosos, en colaboración de redes mafiosas y bandas criminales que hacen contrabando de petróleo y obtienen enormes beneficios. Los tres problemas que más preocupan a la población iraquí son la corrupción (47 %), el paro (32 %) y la seguridad (21 %).
Según los informes de Transparency International, Irak es uno de los países más corruptos del mundo árabe. En el índice de corrupción el país ocupa el puesto 168 de un total de 180 países. La muy arraigada corrupción en Irak es uno de los factores que han obstaculizado la reconstrucción del país durante más de una década. Según el Comité de Integridad Iraquí (CPI, por sus siglas en inglés), el exprimer ministro Nouri al-Maliki “perdió” 500.000 de dólares mientras permaneció en el cargo (2006-2014). “Casi la mitad de los ingresos del gobierno durante un periodo de ocho años fueron “robados” o “desaparecieron””, afirmó en octubre de 2015 Adil Nouri, portavoz del CPI, y lo consideró “el mayor escándalo de corrupción política de la historia”. Entre 2006 y 2014 los ingresos del petróleo de Irak ascendieron a 800.000 millones de dólares y durante ese periodo de tiempo el gobierno Maliki recibió además la ayuda de 250.000 millones de dólares de diferentes países, incluido Estados Unidos.
El Banco Mundial considera a Irak uno de los Estados peor gobernados del mundo y el gobierno iraquí sigue siendo uno de los regímenes más corruptos del mundo. Hasta la fecha el gobierno iraquí ha hecho muy poco para que la población, en su gran mayoría de sunní, vuelva a sus ciudades después de la lucha contra el ISIS. Ha hecho muy poco para crear algún tipo de reconciliación sectaria o étnica y gran parte de la “riqueza del petróleo” acaba en manos de políticos, altos cargos y un sector del gobierno que es uno de los mejores pagados y menos productivo de los países en desarrollo.
La corrupción, el despilfarro de los recursos del gobierno y la compra de equipamiento militar han aumentado el déficit presupuestario de Irak de 16.700 millones de dólares en 2013 y 20.000 millones de dólares en 2016 a 23.000 millones de dólares para el año fiscal 2019. Middle East Monitor citaba las palabras del presidente del Comité de Finanzas del parlamento Haitham Al-Jubouri el pasado 18 de diciembre: “La deuda externa de Irak ascendía a más de 50.000 millones de dólares. En el último período se devolvieron más de 20.000 millones de dólares”. Según este funcionario, Irak debe todavía 27.000 millones de dólares a países extranjeros, además de deber a Arabia Saudí 41.000 millones de dólares entregados como subvención al difunto presidente iraquí Sadam Husséin. La legisladora iraquí Majida Al-Tamimi confirmó que el Banco Mundial y otros organismos prestaron a Irak 1.200 millones de dólares en 2005 y 1.400 millones de dólares en 2006 para apoyar las inversiones y reducir el déficit presupuestario. El FMI también acudió al rescate con préstamos de miles de millones de dólares que hacen al país más dependiente todavía de Estados Unidos y otros acreedores extranjeros. No es de extrañar que el 78 % de la población iraquí considere la situación de la economía iraquí “mala” o “muy mala”, según la empresa de encuestas IIACSS.
La Constitución permite a la población iraquí tener dos nacionalidades, pero estipula que toda persona que ocupe un cargo superior o de seguridad debe renunciar a la segunda nacionalidad (Artículo 18, 4). Con todo, ningún alto cargo iraquí lo cumple. Muchos altos cargos iraquíes tienen doble nacionalidad, incluidos el primer ministro Adel Abdul Mahdi (Francia), el exprimer ministro Haider al-Abadi y exministro de Exteriores iraquí Ibrahim al-Jaafari (Reino Unido), y el presidente del parlamento Saleem al-Jibouri (Qatar). De los 66 embajadores iraquíes 32 tiene doble nacionalidad, y también se calcula que 70 de los 100 diputados. Además, varios ministros del actual gobierno iraquí han tenido un formación occidental: el ministro de Exteriores Mohamed Ali Al Hakim (Reino Unido y Estados Unidos), el ministro de Finanzas y viceprimer ministro Fuad Hussein (Países Bajos y Francia), y el ministro del Petróleo y viceprimer ministro Thamir Ghadhban (Reino Unido).
Muchos altos cargos acusados de corrupción por las autoridades iraquíes han huido del país para librase de procesos judiciales gracias a su pasaporte extranjero, incluidos los exministros Abdul Falah al-Sudani (Comercio), Hazim Shaalan (Defensa Nacional) y Ayham al-Samarrai (Electricidad).
Desde 2019 Najah al-Shammari es el actual ministro de Defensa del gobierno de Adel Abdul Mahdi. Es ciudadano sueco y forma parte del gabinete de gobierno de Mahdi. Según la página web Nyheter Idag y el periódico sueco Expressen, el ministro está siendo investigado por haberse beneficiado fraudulentamente por solicitar subsidios de vivienda y familiares en Suecia. En Suecia se le acusa de “crímenes contra la humanidad”.
El presidente Barham Salih es ciudadano británico. Unos “abogados de árabes cristianos” presentaron una denuncia y pidieron al Abogado General en Escocia que abriera una investigación contra él por “crímenes contra la humanidad al dar permiso o ser cómplice de los ataques generalizados contra las manifestaciones civiles en Irak que provocaron asesinatos masivos, lesiones, detenciones ilegales y secuestros de personas”.
Es sabido que los funcionarios exigen sobornos de decenas de miles de dólares para conceder contratos del gobierno o incluso únicamente para estampar una firma en un documento público y también que consiguen puestos lucrativos a amigos o a miembros de su familia. “Los partidos políticos se niegan a abandonar el gobierno porque ya no podrán apoderarse del Tesoro”, declaró a AFP un alto cargo de la coalición en el gobierno.
Muchos miembros del gobierno, directores generales en los ministerios y personal de las embajadas son miembros de la familia de Moqtada Sadr y Hadi Al-Ameri, el jefe de la organización Badr, el ala militar del Consejo Supremo Islámico Iraquí, los dos partidos mayoritarios del parlamento iraquí.
Según un alto cargo iraquí, cuando se espera que haya una remodelación del gobierno los cargos ya están “comprados”: “Se asigna un ministerio a un partido político y entonces lo vende al mejor postor”. Afirmó que esta transacción costaba 20 millones de dólares. El procedimiento es conocido: el candidato paga al partido por el puesto y luego trata de apoderase de todo el dinero público que pueda con el que podrá pagar la deuda. Los observadores afirman que el sistema está tan arraigado que Abdel Mahdi puede hacer muy poco para acabar con él.
El primer ministro iraquí recibe muchas visitas
Donald Trump afirmó en febrero de 2019 que los soldados estadounidenses deben permanecer en Irak “para vigilar a Irán”. Dos meses después, el 17 de abril, el líder supremo de Irán Ali Jamenei (imagen superior) pidió a los dirigentes iraquíes que garantizaran que los militares estadounidenses se iban “lo antes posible”. Mientras tanto, una procesión de altos cargos estadounidenses e iraníes desfiló por Irak para defender los respectivos intereses, incluido el propio Trump en una visita no anunciada en diciembre de 2018 y cuatro meses después el presidente de Irán Hassan Rouhani.
El Secretario General de la OTAN Jens Stoltenberg se reunió con el primer ministro iraquí el 17 de septiembre para hablar acerca de una nueva misión de adiestramiento militar a Irak. En pleno levantamiento actual el ministro de Exteriores ruso Sergey Lavrov también llegó a Bagdad el 8 de octubre para hablar de las cada vez mayores tensiones entre Estados Unidos e Irán en la región del Golfo.
El Secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo advirtió a Irán el 13 de diciembre que Estados Unidos reaccionaría de forma “decisiva” si peligraban los intereses estadounidenses en Irak tras una serie de ataques con proyectiles a bases donde se alojan fuerzas estadounidenses. El 12 de diciembre la base militar [estadounidense] del Aeropuerto Internacional de Bagdad fue atacada con dos proyectiles. Era el décimo ataque contra esta base desde octubre. “Aprovechamos esta oportunidad para recordar a los dirigentes iraníes que cualquier ataque por su parte o por parte de agentes suyos que dañe a estadounidenses, a nuestros aliados o nuestros intereses recibirá una respuesta decisiva de Estados Unidos”, afirmaba Pompeo en su declaración.
Los dirigentes militares estadounidenses también han dejado claro que matar o herir a un ciudadano estadounidense supone una línea roja que provocará una represalia. “Lo que temo es que el gobierno iraquí no quiera tomar medidas y si no hay voluntad de detener esto se llegará a un punto en el que estemos arrinconados”, afirmó un oficial estadounidense. “No vamos a comer proyectiles todo el día y quedarnos mirando tranquilamente cuando maten a algunos de nosotros”. Estados Unidos ha enviado entre 5.00 y 7.000 soldados más a Irak.
El ISIS ya no es un gran problema para Irak
Irak ha cambiado tanto debido al movimiento de protesta que puede que el ISIS ya no sea un reto importante. Se ha debilitado la polarización sectaria de la que se benefició el ISIS. Por otra parte, ahora que muchas personas sunníes ha sufrido el doble trauma del control draconiano del ISIS y la subsiguiente campaña militar para recuperar sus territorios, la mayoría de ellas ya no quiere tener nada que ver con este grupo terrorista. Las fuerzas de seguridad iraquíes, por su parte, han frenado un tanto sus excesos sectarios y establecido una relación mejor con las personas sunníes.
A pesar de estas razones para ser optimistas, sigue siendo necesario garantizar la seguridad de las zonas periféricas en las que el ISIS continúa activo, pero es una tarea que se debería confiar a las fuerzas armadas iraquíes. El gobierno todavía tiene que reconstruir la economía y los servicios públicos de las zonas devastadas por la guerra contra el ISIS para que las personas desplazadas puedan regresar. Sigue siendo difícil curar las heridas de este conflicto. El enfoque judicial del gobierno iraquí tras el ISIS amenaza con ahondar las contradicciones del país. Las personas que tiene supuestos lazos familiares con los militantes de ISIS y que han sido expulsadas de sus hogares corren el peligro de convertirse en una clase marginada permanentemente estigmatizada.
Y por si no hubiera ya suficientes problemas, el gobierno iraquí también tiene que dar una respuesta a los informes que predicen unas malas perspectivas económicas y una crisis financiera en 2020. La lucha militar contra el ISIS fue cara y ha agotado el Tesoro del Estado. Más caro todavía será la reconstrucción de las zonas afectadas, como Nínive, Anbar y Salahaddin, y el alojamiento de los cientos de miles de personas iraquíes que continúan desplazadas debido a los combates.
La “juventud perdida” de Irak toma el futuro en sus manos
El 1 de octubre aparecieron en la plaza Tahrir de Bagada jóvenes manifestantes para expresar su descontento con la insoportable situación de su país. “No hay futuro”, “Irak está acabado”, “Se terminó Irak” eran las consignas de los jóvenes iraquíes, que huyeron en masa del país en busca de un lugar seguro donde poder forjarse un futuro. Según una encuesta reciente, la cantidad de personas jóvenes que desean a toda costa irse del país había aumentado del 17 % al 33 % entre 2012 y 2019. Desde la retirada de las tropas estadounidenses de Irak en 2011 ha habido continuas protestas pacíficas contra lo que el movimiento iraquí contra la ocupación denomina “la segunda cara de la ocupación”: las estructuras económicas neoliberales y las estructuraras políticas corruptas y sectarias, un país que sigue estando bajo control del imperialismo. Por ahora estas acciones de protesta no han tenido efecto, aunque eso puede cambiar pronto.
En los meses previos a las manifestaciones masivas de octubre los licenciados universitarios organizaron sentadas ante varios ministerios de Bagdad, a menudo junto con personas licenciadas de otras ciudades. Las fuerzas de seguridad utilizaron cañones de agua caliente contra las sentadas que hubo de junio a septiembre.
En vez de acceder a las demandas de la juventud las autoridades emprendieron una campaña de demolición de las casas y tiendas de personas desempleadas y trabajadoras pobres construidas en propiedades estatales en ciudades del sur de Irak. Cientos de miles de personas perdieron sus casas, incluidas algunas que habían comprado las tierras a milicias o a funcionarios corruptos. La mayoría de ellas habían empleado todo sus ahorros, contraído deudas o contado con la ayuda de su red social.
El 22 de septiembre un pequeño grupo de personas activistas civiles en Irak convocó la manifestación del 1 de octubre. No tenían la menor idea de que su llamamiento fuera a provocar un levantamiento general. El llamamiento, que insistía en la necesidad de salir a la calle contra “el mal funcionamiento del gobierno”, se difundió por las redes sociales y recibió el apoyo de la Corriente Islámica Al-Hikma, una organización política islámica chií.
Los partidos políticos oficiales respondieron de diferentes maneras al llamamiento. Los baathistas anunciaron que iban a aprovechar la oportunidad de recuperar el poder. Muqtada al-Sadr indicó que estaba cerca el final del actual gobierno. El Partido Comunista de los Trabajadores de Irak (WCPI, por sus siglas en inglés) aconsejó a las masas no asistir a lo que consideraba unas protestas organizadas por partidos islámicos. La víspera del 1 de octubre había mucha confusión acerca de quién exactamente estaba detrás del llamamiento.
La protesta iba a tener lugar el martes a las 10 de la mañana, un momento elegido deliberadamente para diferenciar este acto de los encuentros de los viernes organizados por los sadristas y también para interrumpir un día laboral (los viernes son festivos en Irak). Las primeras horas de la manifestación en la plaza Tahrir de Bagdad solo había unos cientos de personas manifestándose, la mayoría de ellas partidarias del popular excomandante de las fuerzas antiterroristas, el general Abdul-Wahab al-Saadi, enfadadas por la decisión del gobierno de degradarlo.
Rápidamente otras personas que se manifestaban llenaron la plaza. Cerca del mediodía el gobierno empezó a utilizar la fuerza contra ellas, primero con cañones de agua y gases lacrimógenos, y después con munición real. Cuando al menos diez personas fueron asesinadas tras el primer día de protestas el levantamiento se extendió a todas las provincias chiíes del sur, incluido el importante puerto petrolero de Umm Qasr cerca de Basora, lo que redujo a menos de la mitad la actividad económica. Desde el levantamiento de octubre las personas que protestan han bloqueado el acceso a los yacimientos de petróleo de las ciudades de Nasiriyah y Missan al sur de Basora, y cerrado las carreteras principales a los puertos para paralizar el comercio del petróleo. El 2 de noviembre el bloqueo del puerto de Umm Qasr, el principal acceso a Irak, ya había costado al gobierno casi 6.000 millones de dólares.
Las milicias chiíes árabes auspiciadas por Irán se unieron a las fuerzas de seguridad del gobierno y dispararon al azar contra quienes se manifestaban. Los escuadrones de la muerte se enfrentaron a manifestantes desarmados, contra quienes se disparó a diario. El gobierno bloqueó las redes sociales, cerró internet y decretó el toque de queda en varias ciudades. Los manifestantes levantaron barricadas y quemaron neumáticos para impedir que la milicia y las fuerzas del gobierno entraran en sus barrios. La lucha continuó. Una milicia auspiciada por Irán, Asaib Ahl al-Haq, controló el principal acceso a la plaza Tahrir, la más importante del Bagdad, y disparó contra los manifestantes que trataban de llegar a la plaza. Otra milicia apoyada por Irán, Saraya al-Khorasani, atacó el distrito al-Ghazaliya de Bagdad, bombardeó un hospital y mató a personas que estaban en sus casas. El 6 de octubre decenas de mujeres y niños fueron asesinados en Sadr City, el distrito más pobre de Bagdad. Otras ciudades también se convirtieron en un campo de batalla. Quienes se manifestaban quemaron las oficinas de los partidos islámicos chiíes en Nasiriyah y Missan, y declararon Nasiriyah ciudad libre de partidos del gobierno. Ni el efecto disuasorio de la violenta represión del gobierno ni las acusaciones de este de que había injerencias extranjeras pudieron detener las protestas, al contrario, cada vez más personas salieron a las calles. El 25 de octubre las personas manifestantes decidieron emprender una nueva oleada de manifestaciones para honrar a las víctimas.
En un principio la movilización en Bagdad estaba motivada por razones socioeconómicas. Las primeras personas que se manifestaron eran personas jóvenes en paro de parte este de la ciudad, predominantemente chií. Muchas personas han hecho una huelga general para apoyar a los manifestantes y los sindicatos iraquíes están organizando actos en la plaza Tahrir para apoyar a quienes protestan. En el sur de Irak, mayoritariamente chií, los sindicatos de profesores han encabezado un movimiento de huelga general en escuelas y universidades. Estudiantes y organizaciones de la sociedad civil también se han unido a la segunda oleada de protestas iniciada el 25 de octubre. Todas las clases sociales participan en la resistencia a la élite política. Se ha convertido en el mayor movimiento popular de la historia moderna de Irak. Millones de personas participan en los actos y manifestaciones diarios.
El 25 de octubre las personas que se manifestaban y las fuerzas del gobierno se enfrentaron en el puente Al-Jumhuriya de Bagdad y en otros dos puentes sobre el río Tigris que conducen a la Zona Verde. Los manifestantes lograron ocupar esos puentes estratégicos [en una zona] donde están situados edificios gubernamentales, villas de altos cargos, embajadas y oficinas de mercenarios militares y agencias extranjeras. Se empeló una violencia extrema contra las personas que se manifestaban y trataban de ir desde la plaza Tahrir a la Zona Verde: las fuerzas gubernamentales utilizaron botes de gases lacrimógenos que pueden destrozar cabezas, bombas sónicas y munición real. La Zona Verde abarca un área de 142 hectáreas y alberga la embajada de Estados Unidos que costó 750 millones de dólares, abrió formalmente en enero de 2009 con un personal de más de 16.000 personas, en su mayoría contratistas, aunque también se incluyen 2.000 diplomáticos.
Es notable el valor y la creatividad de quienes se manifiestan en masa. Los conductores de tuk-tuks (rickshaws motorizados de tres ruedas) han transportado a las personas heridas desde la plaza Tahrir a hospitales cercanos. Las organizaciones de la sociedad civil, los sindicatos y los grupos políticos han instalado tiendas de campaña en la plaza para proporcionar apoyo logístico, atención médica, alimentos y agua, distribuir cascos, hacer sesiones educativas, etc. Personal médico y de enfermería, y estudiantes de medicina ofrecen día y noche en la plaza tratamiento a las personas heridas y enfermas. Cuando los manifestantes pidieron que se llevara comida a la plaza, familias, propietarios de restaurantes, comerciantes y otras personas que estaban fuera del campamento les llevaron grandes cantidades de comida. En las manifestaciones masivas están implicadas personas paradas, discapacitadas, miembros de las tribus de Bagdad y de las zonas de los alrededores, académicos, el Partido Comunista de los Trabajadores de Irak, el actual Partido al-Sadr, organizaciones de mujeres, miembros de la oposición del parlamento, el Partido Comunista Iraquí, etc.
La mayoría de quienes asisten a las manifestaciones creció durante la invasión y ocupación estadounidense de Irak, y la posterior violencia continua. Un joven manifestante llevaba el siguiente cartel: “Somos una generación nacida en vuestras guerras, pasamos nuestra juventud en vuestro terrorismo, nuestra adolescencia en vuestro sectarismo y nuestra juventud en vuestra corrupción. Somos la generación de los sueños robados y envejecida prematuramente”. A la pregunta de una encuesta de 2019 “¿Cuantas veces se ha sentido tan deprimido en los últimos seis meses que nada le animara?” un 43.7 % de las personas iraquíes respondió “a menudo” y un 39.9 % respondió “a veces”, lo cual dice mucho de la desesperación de la juventud iraquí.
Los partidos políticos oficiales están ausentes de las actuales protestas. Les han sorprendido estas protestas de las personas jóvenes. Ha disminuido considerablemente la influencia en las protestas de clérigos conocidos, como el Gran Ayatolá al Sistani y Moqtada al Sadr. No cambió mucho esta situación el intento de este último de tratar de calmar a las personas que protestaban anunciando que sus seguidores iban a abandonar el parlamento en solidaridad con ellas. Las personas que protestaban criticaron la falta de solidaridad de las dos instituciones religiosas más importantes de Irak y preguntaron: “¿Dónde está vuestro deber con el pueblo iraquí, vuestra dedicación a la piedad y la fe? ¿El himno que una mujer toca al violín es peor que matar a cientos de iraquíes?”. Se referían a un acto realizado hace unos meses y por el que tanto las instituciones sunníes como las chiíes protestaron debido a que una mujer tocó el violín en la inauguración de un acontecimiento deportivo en Najaf porque consideraban que iba contra de la “verdadera fe”.
Represión
Las protestas se intensificaron en pocos días y hubo cientos de personas muertas y miles de heridas. En varias ciudades se quemaron oficias de partidos y del gobierno.
El general Qasem Soleimani* (imagen superior), comandante de las fuerzas de la Guardia de la Revolución Iraní y artífice de la política regional iraní, visitó varias veces Bagdad desde el 1 de octubre para hablar acerca de la estrategia contra el levantamiento con varios dirigentes iraquíes, incluido Haidi Al Amiri, que preside unos de los principales grupos parlamentarios en Irak y la organización Badr apoyada por Irán.
La mayoría de las muertes ha sido provocadas por disparos de ametralladoras y de francotiradores disparados al azar tanto sobre la multitud como contra líderes identificados de las protestas. Amnistía Internacional (AI) afirmó que las fuerzas de seguridad de Bagdad habían utilizado proyectiles de gases lacrimógenos de tipo militar “para matar a los manifestantes en vez de dispersarlos”. Según el análisis de AI, estos proyectiles de 40 milímetros son botes Serbian Sloboda Ĉaĉak M99, pero también botes de gases lacrimógenos M651 y botes de humo M713 producidos la Organización de Industrias de Defensa (DIO, por sus siglas en inglés) de Irán. La parlamentaria Yousra Rajab, miembro de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento iraquí, afirmó que las fuerzas del gobierno habían utilizado bombas de gas CG que contienen venenos que provocan ceguera, abortos a mujeres embarazadas, derrames cerebrales y quemaduras que pueden provocar la muerte.
El lunes 7 de octubre el ejército iraquí admitió haber disparado contra los manifestantes en Bagdad. “Se ha utilizado una violencia excesiva y hemos empezado a exigir responsabilidades a los oficiales que estaban al mando y cometieron esos crímenes”, afirmaba la declaración. Desde que empezaron las protestas era la primera vez que las fuerzas de seguridad reconocían haber utilizado una fuerza excesiva.
El gobierno envió las tropas militares antiterroristas a Nasiriyah y en un principio la situación se resolvió sin más violencia. Pero luego llegó el 28 de noviembre. Por la noche las fuerzas de seguridad hicieron una redada en Nasiriyah de las personas que se habían manifestado, mataron al menos a 46 personas e hirieron a muchas.
Un testigo declaró:
“Dispararon sin parar. En cinco minutos recuperaron el puente […] porque no dejaban de disparar y la gente huyó. Delante de mi vi morir al menos a cinco personas. Dejaban en la calle a todas las personas a las que habían disparado y matado, y los soldados pegaban a todas las que capturaban. Les vi pegar a la gente como si quisieran matarla. Fue una catástrofe.
Corrimos hacia las casas para escondernos. Las fuerzas armadas dijeron por los altavoces: “si alguien está escondido en una casa, salga o volaremos las casas”. Tuvimos que salir. Seguían disparando. Detuvieron y llevaron a los manifestantes que quedaba a la plaza al-Habboobi, lugar tradicional de las protestas. Pero muchas personas que residen en el barrio se habían reunido ahí para proteger a los manifestantes: hombres mujeres y niños. Los disparos continuaron hasta las 7 de la mañana”.
“Las escenas de Nasiriyah de esta mañana parecen más una zona de guerra que una ciudad con calles y puentes. Este brutal ataque no es sino el último de una larga serie de acontecimientos mortales en los que las fuerzas de seguridad iraquíes han actuado de forma extremadamente violenta contra personas que en su mayoría se manifestaba pacíficamente”, declaró Lynn Maalouf, directora de Oriente Próximo de AI.
Las fuerzas de seguridad han emprendido una campaña generalizada de redadas nocturnas para detener a quienes se manifiestan. Mientras que algunas de estas personas han desaparecido sin dejar rastro, otras fueron torturadas y sólo quedaron en libertad tras ser obligadas a firmar declaraciones en las que prometían dejar de participar en las protestas.
Las fuerzas de seguridad también utilizan las desapariciones forzadas para crear una atmósfera de miedo y paranoia entre los manifestantes. Su objetivo son, en particular, médicos, abogados y periodistas. Además, se ha advertido a las personas activistas y periodistas de que sus nombres se iban a incluir en las listas negras si no dejaban de criticar a las autoridades. Las fuerzas de seguridad también se han infiltrado en las manifestaciones para incitar deliberadamente a la violencia y vigilar a activistas.
Las autoridades han impedido sistemáticamente difundir información sobre las violaciones de derechos humanos en el contexto de las protestas, incluso mediante cortes continuos de internet y silenciado a las instituciones del gobierno. Grupos paramilitares enviaron a sus militantes a los canales de televisión que informaban sobre las protestas para destruir sus equipos y estudios. Atacaron a manifestantes heridos en los hospitales y secuestraron y amenazaron a periodistas, médicos y a cualquier persona que apoyara las manifestaciones. La Comisión de Comunicaciones y Medios de Comunicación del Irak advirtió a cinco canales de televisión y decidió cerrar otros nueve debido a su cobertura de las manifestaciones. A pesar de los constantes informes de secuestros, detenciones y asesinatos, no se dispone de cifras definitivas ni de información exacta.
El profesor iraquí Kamel Abdul Rahim afirmó:
“Nunca he estado convencido de que el general iraní Qasim Soleimani haya desempeñado un papel importante en la política iraquí, pero la matanza cometida ayer [28 de noviembre] en al-Nasiriya y Najaf [donde murieron al menos 69 personas], una masacre que sin duda se extenderá a la plaza Tahrir de Bagdad, es una prueba evidente de que Soleimani considera Irak una provincia iraní. El gobierno iraní nunca aceptará perder Irak. Es posible que acepte perder Yemen o Líbano, incluso Siria […] pero Irak es una línea roja”.
Adel Abdul Mahdi, los generales y otros señores de la guerra, toda la clase política […] todos ellos eligieron la receta mortífera de Soleimani. Estamos a las puertas de una fase sangrienta. El gobierno Trump optó por el silencio y quizá aprobaba el plan de Soleimani. A fin de cuentas entre los dos “enemigos”, Estados Unidos e Irán, hay un fuerte consenso. Irak es el escenario de su conflicto.
La ciudadanía iraquí es la nueva amenaza para su agenda común porque se opone a este sistema impuesto. La ciudadanía iraquí se ha convertido en una carga y el pueblo iraquí solo puede contar con él mismo para provocar el cambio”.
El silencio de Washington
Resulta irónico que tanto Washington como Teherán se opongan a la reivindicación de los manifestantes de abolir el régimen. Estados Unidos apoya claramente al régimen, como dejó clara la conversación telefónica que mantuvieron el ministro de Exteriores estadounidense Pompeo y el primer ministro iraquí Abdul Mahdi el sexto día de las protestas en la que hablaron de “la firmeza y profundidad de las relaciones estratégicas entre ambos países” mientras aún estaba fresca la sangre de los manifestantes asesinados.
El Departamento de Asuntos Exteriores estadounidense, al que compete la seguridad de las bases estadounidenses, no hizo en un principio comentario alguno sobre la sangrienta represión de los manifestantes. Sin embargo, a finales de octubre, después de que se informara que Irán había llegado a un acuerdo con los principales partidos políticos iraquíes para mantener a Mahdi en el poder y reprimir todavía más duramente las protestas, Washington empezó a hablar de “respetar las reivindicaciones de los manifestantes”.
El think tank proestadounidese sobre relaciones internacionales Atlantic Council explica minuciosamente por qué Estados Unidos está tan silencioso respecto a los levantamientos en Irak: “Si el gobierno decidiera emprender una verdadera reforma, necesitará el apoyo de la comunidad internacional. Estados Unidos tiene que se cuidadoso al respecto. Aunque es indudable que son apropiados los llamamientos de la embajada estadounidense a evitar la violencia, es importante recordar que la población iraquí no solo está cansada de la intromisión iraní, sino de cualquiera. A pesar de que hasta ahora Estados Unidos no parece ser el objeto de las protestas, una encuesta iraquí reciente mostraba un índice favorable a Estados Unidos del 22 % que al menos era mayor que el de personas favorables Irán, del 16 %. Con todo, la encuesta también indicaba que casi el 43 % de la población iraquí cree que Estados Unidos tiene una influencia importante en Irak y que el 53 % cree que el objetivo de la invasión estadounidense de 2003 fue “ocupar Irak y saquear su riqueza”. Estas cifras sugieren que una respuesta firme y visible de Estados Unidos solo podría empeorar las cosas”.
Un levantamiento iraquí que inició la población chií
Las protestas contra el gobierno encabezado por chiíes empezó en las provincias del centro y sur de Irak, que tradicionalmente han sido la columna vertebral de la influencia iraní en el país, aunque no es un levantamiento chií, sino un levantamiento iraquí. Los árabes sunníes de Irak trataron de acabar con este sistema, pero fracasaron. Sus protestas en 2013 provocaron la emergencia del ISIS y la destrucción de sus ciudades.
En la capital las sentadas y huelgas de estudiantes simbolizan las esperanzas de la generación joven que anhela una política no sectaria. Pero en el sur, donde las milicias apoyadas por las milicias son más fuertes que el Estado o son el propio Estado, y donde un partido o una milicia pueden dominar el aparato de seguridad, la ira del pueblo es aún mayor.
En Amara, por ejemplo, la multitud quemó el cuartel general de una poderosa milicia respaldada por Irán. Los guardias abrieron fuego y durante los enfrentamientos posteriores los manifestantes sacaron de una ambulancia al comandante de la milicia que estaba herido y lo mataron.
Los manifestantes asaltaron el consulado iraní en Najaf, sede del poderoso clero chií de Irak. Acusaron a las autoridades iraquíes de volverse contra su propio pueblo para defender a Irán.
El 29 de noviembre [de 2019] The Guardian informaba de las declaraciones de un manifestante de 22 años: “Al principio solo se manifestaba unas pocas decenas de personas. Pero cuando los lugareños oyeron las balas y vieron cómo se asesinaba a sus muchachos, salieron de sus casas. Se convirtió en una cuestión de honor. Decidimos liberar nuestras ciudades de esos partidos”.
Muchos de los más poderosos políticos iraquíes y comandantes de las milicias provienen del sur. La juventud de la región conformaba el grueso de las milicias chiíes que lucharon contra el ISIS. Los activistas afirman que la ira contra las milicias y los partidos empezó cuando tras la derrota del ISIS los hombres jóvenes volvieron del frente y descubrieron que sus comandantes se habían convertido en señores de la guerra y acumulado riquezas y contratos de negocios.
“Muchos políticos y altos cargos provienen de esta región y, aun así, esta es una provincia muy pobre”, afirmó Mohamed, activista de derechos humanos y contra la corrupción. “Durante las elecciones los políticos repartieron a la gente mantas y unas cuantas tarjetas telefónicas, dieron a unos cuantos hombres un trabajo con la policía, repararon una carretera… así es como consiguen votos. Tras de 16 años de dominio chií hasta los niños dicen ahora que era mejor bajo Saddam”. “¿Quienes son las Hashd al Shaabi [las PMF]?”, continuó Mohamed, “nuestros hijos eran los Hashd. Esos políticos y comandantes pasaron por encima de ellos para lograr sus objetivos y obtener poder y riqueza”. En opinión de Mohamed, “el estatus del clero chií se ha venido abajo. Si un comandante de la milicia viniera ahora a la plaza, lo golpearían con zapatos”. Desde que empezó el levantamiento algunos de los incidentes más sangrientos han ocurrido en el sur.
Irak se gobierna por medio de un reparto de poder entre partidos religiosos y étnicos. Cada partido tiene sus propias milicias, que también tienen divisiones internas y desean obtener el mayor poder económico y político posible. Los líderes de la milicia que pertenecen a esos grupos tienen puestos administrativos y controlan puertos, fronteras, yacimientos de petróleo, el comercio, etc.
Buen ejemplo de ello es la ciudad de Basora en la que el partido musulmán chií Al-Dawa controla el yacimiento de petróleo de Al-Burjisiya, los de gas de Sheeba y Al-Muthanna, el Aeropuerto Internacional de Basora y el puerto de Umm Qasr. Otro grupo, formado [el grupo paramilitar chií] Asaib Ahl al-Haq y la milicia Badr, controla el puerto de Abu Flous y la línea de ferrocarril. La milicia sadrista controla el estadio de la ciudad y el paso fronterizo de Al-Shalamcheh con Irán. El bloque islámico chií Al-Hikma controla el yacimiento de petróleo Al-Rumaila Norte, el puerto de Al-Maqal y el paso fronterizo de Safwan con Kuwait. Otras zonas, como el puerto de Khor Al-Zubair y el rectorado de la Universidad de Basora, están controladas por clanes como Al-Battat.
Solo aquellas personas o empresas que está afiliadas a los partidos gobernantes y sus milicias consiguen contratos de negocios. La corrupción es generalizada y la ley no se aplica en absoluto. Los partidos políticos y sus milicias prosperan al utilizar los ingresos del Estado para enriquecerse, desde las fábricas y la agricultura hasta el turismo, la banca islámica y las escuelas privadas. Los partidos y las milicias que controlan los ministerios canalizan los sobornos para conseguir contratos estatales con empresas extranjeras.
En las provincias del norte predominantemente sunníes, como Anbar y Mosul, que fueron bombardeadas durante la guerra contra el ISIS, la gente todavía no ha salido en masa a las calles, no por falta de apoyo sino debido a la represión contra cualquier indicio de oposición. Las fuerzas de seguridad detienen incluso a quienes habían expresado su solidaridad en Facebook, al tiempo que las autoridades dejan claro que cualquier persona que se oponga al gobierno será tratada de “terrorista” y simpatizante del ISIS.
Por lo que se refiere a la postura de los dirigentes kurdos, temen quedarse en el bando perdedor si se produce algún cambio en el actual sistema político porque cualquier enmienda de la Constitución iraquí afectará a sus derechos garantizados. Por consiguiente, no se oponen al gobierno iraquí ni al primer ministro Mahdi.
Un levantamiento de la juventud iraquí
En un principio el levantamiento actual estuvo dominado por jóvenes de entre 17 y 23 años. Las generaciones más jóvenes ya no creen en los partidos políticos ni en los dirigentes del país. El 26 de noviembre Reuters informó de que los manifestantes habían instalado un “Muro de los deseos” en la plaza Tahrir de Bagdad. “Antes del 25 de octubre odiaba a Irak, ahora estoy orgullosa de él”, afirmó Fatima Awad, de 16 años. “No teníamos futuro y nadie protestaba porque todo el mundo tenía miedo. Ahora nos reunimos todos en la plaza Tahrir”, añadió.
El paro es particularmente alto entre las personas licenciadas, la inmensa mayoría de las cuales busca un empleo en el sector público debido a lo débil que es el privado. Están aumentando los factores patógenos asociados al paro, como el suicidio, la adición a las drogas y la depresión. El paro ha fomentado el crimen organizado y provocado que muchos jóvenes se unan a las milicias.
Además de la crisis económica, el tejido social iraquí está destrozado desde la invasión encabezada por Estados Unidos en 2003. La ocupación exacerbó la destrucción que ya había sufrido Irak a consecuencia de la guerra del Golfo en 1991, las campañas de bombardeos de Estados Unidos y Reino Unido en la década de 1990, y el criminal embargo establecido desde 1990. A pesar de esta realidad sombría la juventud de Irak es el motor de las actuales protestas.
No solo dentro de Irak hay esperanza en un futuro mejor, sino también entre las personas iraquíes de la diáspora. Desde Sydney a Toronto y también en Bélgica se están organizando campañas de solidaridad con las revueltas. Sundus Abdul Hadi, una artista y escritora iraquí-canadiense escribió en Medium.com el 1 de noviembre [de 2019]: “Yo diría que la mayoría de quienes estamos en la diáspora hemos estado completamente absortos o incluso obsesionados con lo que sucede en nuestra madre patria. Estamos en cuerpo y alma con el pueblo en Irak. No sé que habría hecho sin las redes sociales. Nos dan la oportunidad de contactar directamente con el pueblo en Irak, de compartir sus ideas y experiencias. Supone un contraste enorme con las imágenes unidimensionales y sesgadas que llegaban de la guerra de Irak en 2003 de los periodistas empotrados […] Esta revolución también es para quienes estamos fuera de Irak, que estamos desplazados o en el exilio, siempre deseando volver, que vivimos en nuestras nostalgia y traumas. Es para los iraquíes a los que se ha robado una tierra a la que volver, un futuro unido al hogar que reivindicar. Es para las iraquíes que como yo han alumbrado hijos en países lejanos y les susurran al oído que son iraquíes a pesar del hecho de que Irak es un lugar ilusorio y mítico asolado por la guerra y la inestabilidad”.
En la parte delantera de la plaza, junto al puente Jumhuriya, está el “Edificio de Restaurantes Turcos” de 14 plantas que da a la plaza Tahrir y al puente Jumhuriya (que lleva a la Zona Verde) y es el corazón de la revolución. Lo han ocupado jóvenes manifestantes que prometieron no dejar edificio. En todas las entradas del edificio y en la Plaza Tahrir hay checkpoints en los que los jóvenes voluntarios comprueban si se llevan armas, prohibidas en todo momento en la plaza. Cada piso tiene una función diferente: uno para artistas y pintores, otro para músicos, otro de biblioteca, otro para la seguridad, etc. El edificio se abandonó en 2003 después de haber sido bombardeado y nunca ha sido reconstruido. En todos los pisos hay sitios para dormir, se han construido baños y hay un servicio de limpieza.
Una exigencia de cambio social y de restaurar la identidad nacional
Irak sufre bajo el proceso de privatización capitalista que el procónsul Bremer introdujo después de 2003 y que los sucesivos gobiernos iraquíes no abolieron. Los manifestantes piden (quizá sin saberlo) volver al estado de bienestar creado por el régimen baathista, en el que la población iraquí tenía un nivel de vida mucho mejor que el actual. La política económica neoliberal (privatización, falta de trabajo, etc) y la militarización de la economía provocan la polarización entre la élite y el pueblo.
La reivindicación más radical en la plaza Tahrir es el desmantelamiento de todo este sistema sectario, político e islámico y acabar con el control extranjero del país. Esta es la primera y más importante reivindicación. El pueblo quiere cambiar la Constitución, echar a los partidos políticos en el gobierno, abolir las normas electorales sectarias, cancelar todos los acuerdos con el Banco Mundial. El pueblo quiere recuperar su soberanía, echar al ejército estadounidense y sus bases, echar a la presencia iraní, echar al ejército turco, internacionalizar el problema de los ríos Tigris y Eúfrates. Los manifestantes quieren la separación entre religión y política. La juventud iraquí utiliza palabras como ciudadanía y justicia social en oposición a la identidad religiosa o étnica que clérigos y gobernantes influyentes han impuesto al pueblo iraquí. La ocupación estadounidense ha hecho todo lo posible por borrar la identidad nacional iraquí y mantener al país dividido étnica y religiosamente, lo que ha provocado sangrientos conflictos sectarios. Pero esa táctica ya no funciona.
Ansar Jasim y Schluwa Sama informaban desde la plaza Tahrir en un artículo publicado en alemán por la Fundación Rosa Luxemburg: “Este es un movimiento de todos nosotros, el origen no importa aquí, todos estamos oprimidos por una clase política”, explica un activista. Por todas partes se ven carteles que prohíben todo lenguaje sectario. La gente, en cambio, hace referencias a elementos que han desempeñado un papel unificador en la historia y la plaza Tahrir está adornada con símbolos y dibujos cristianos e islámicos.
También se ven letras cuneiformes y figuras de la herencia mesopotámica de la zona. Los manifestantes no tienen exclusivamente una identidad árabo-islámica como antes, sino que quieren una identidad que refleje la diversidad del país. Hablan una y otra vez de todos los diferentes grupos sociales, étnicos y religiosos presentes en la plaza.
Todos los grupo religiosos y étnicos apoyan las manifestaciones. Los mandeos apoyan las reivindicaciones de los manifestantes y reparten comida, el patriarca de la Iglesia Católica Caldea de Babilonia, Louis Raphael I Sako, canceló una entrevista que tenía programada en Hungría y decidió “quedarse en Bagdad en este difícil momento”. En una declaración conjunta Sako y otros dirigentes de las comunidades cristianas dieron las gracias “a los hombres y mujeres jóvenes, el futuro de Irak, por sus protestas pacíficas y por romper las barreras sectarias del país e insistir en la identidad nacional iraquí”.
Por toda la plaza hay consignas árabes junto a las kurdas. En una carpa kurdo-árabe se invita a los manifestantes a tomar té gratis. También ha dado muestras de una gran solidaridad la comunidad yezidi, que envía dinero, pero también lleva comida y agua a la plaza. Aunque no tengan una presencia directa y visible en la plaza expresan su apoyo a un cambio que podría llevara renovar la identidad iraquí.
Los líderes religiosos que dirigen el país, en cambio, no son bienvenidos en la plaza y algunas personas incluso denuncian que Moqtada al Sadr y otros son responsables del saqueo del país. Así, una de las consignas populares es “¡No subas a la ola, Moqtada!”, lo mismo que “¡Los políticos actúan como ladrones en nombre de la religión!”.
La dimisión del primer ministro Adil Abdul-Mahdi, al parecer una concesión a los manifestantes, no ha parado el movimiento. Afirman que era demasiado poco y demasiado tarde. Lo que exigen es un sistema político completamente nuevo, no la destitución de una persona.
No a la “muhasasa”
Desde 2005 la Constitución iraquí ha provocado la ira del pueblo iraquí y protestas continuas. “No a la muhasasa, no al sectarismo político”, coreaban los manifestantes en la plaza Tahrir después de la dimisión del primer ministro Adel Abdul Mahdi a finales de noviembre de 2019. Esta Constitución que provoca divisiones ha afianzado la “muhasasa” en la sociedad iraquí. La “muhasasa” es el sistema de distribución del cargos los públicos, las posiciones políticas y los recursos el Estados según criterios étnicos y sectarios entre los partidos que forman la élite dirigente el país.
Según manifestantes y expertos iraquíes, uno de los mayores problemas de la muhasasa es que ha provocado tensiones sectarias y destruido el tejido social al anteponer las identidades étnicas y sectarias.
Aunque Estados Unidos introdujo la muhasasa después de la invasión de 2003, las bases del sistema las establecieron a principios de la década de 1990 los grupos de oposición iraquíes, que elaboraron un sistema de representación proporcional de sunníes, chiíes, kurdos y otros grupos étnicos y sectarios de Irak.
[Para las siguientes palabras sobre la Constitución iraquí] Me baso en el análisis del profesor Saad Naji Jawad, que ha escrito por extenso sobre la catastrófica Constitución iraquí. Cuando el procónsul estadounidense Paul Bremer llegó a Bagdad en mayo 2003 no conocía en absoluto la política iraquí, pero empezó emitiendo sus cien órdenes, muchas de las cuales siguen vigentes todavía hoy. Bremer también creó un órgano de gobierno, el Consejo de Gobierno Iraquí (IGC, por sus siglas en inglés), formado por personas seleccionadas en base a su secta, su origen étnico y, lo más importante, su lealtad a Estados Unidos. Era la primera vez en la historia de Irak que se llegaba a acuerdos sobre bases sectarias y étnicas. Un 65% de los miembros del IGC tenía doble nacionalidad.
El IGC nombró un comité para revisar el borrador de una nueva Constitución. Este borrador estaba muy influido por los intereses políticos estadounidenses y lo elaboró un grupo de asesores estadounidenses, en particular el profesor judío Noah Feldman y Peter Galbraith, asistidos por iraquíes exiliados de nacionalidad estadounidense o británica, y que no habían vivido en Irak desde su infancia. Ninguno de los autores era experto en derecho constitucional. El propio documento se escribió en inglés y se hizo una mala traducción al árabe.
En el comité no había representantes de organizaciones de la sociedad civil y sus discusiones no fueron públicas. Nombró asesores, en su mayoría extranjeros, cuyos nombres nunca se hicieron públicos. Pocos días después de ser nombrados fueron asesinados dos miembros sunníes del comité redactor y un asesor que se oponían al borrador propuesto. Unos días después fue secuestrado y asesinado otro miembro sunní del comité. A consecuencia de ello los representantes sunníes dejaron de participar y exigieron una investigación sobre el asesinato de sus colegas.
Los puntos importantes del documento ni siquiera se discutieron. Sin embargo, los miembros kurdos tenían muy claro lo que querían y estaban asesorados por un equipo de expertos estadounidenses y europeos.
Se pidió al IGC que aprobara la Constitución y lo hizo con solo cambios menores. Su principal objeción era que el documento no mencionaba el islam como la religión oficial del Estado, de modo que a petición suya se introdujo el Artículo 7.
La palabra “secta” se menciona varias veces en la Constitución (por ejemplo, en los Artículos 12 y 20). Este término que provoca divisiones nunca se había utilizado en anteriores constituciones iraquíes y muchos iraquíes rechazaron su uso. Los únicos iraquíes que aceptaron utilizar el término fueron quienes habían participado en el proceso político.
El pueblo iraquí no conocía los detalles del documento porque no se disponía de una versión pública. Basándose en los escasos comunicados de prensa, algunos expertos y académicos iraquíes de derecho constitucional señalaron los peligros de las cláusulas divisivas, pero fueron amenazados por la policía y milicias no identificadas.
La Constitución estipula que en caso de contradicción entre las leyes centrales y las leyes de un gobierno regional se dé prioridad a las leyes del gobierno regional. Quizá sea la única vez en la historia constitucional moderna que se establece esta jerarquía. Inmediatamente después de adoptarse la Constitución la región federal kurda promulgó su propia constitución local, que contenía muchas cláusulas que contradecían las del gobierno central, especialmente en lo referente a la explotación de la riqueza nacional y regional, como el petróleo.
Las mujeres iraquíes tampoco estaban contentas con la Constitución porque derogó el progresista Estatuto Personal de 1959 con todas sus avanzadas enmiendas (Artículo 41).
En octubre de 2005 la población iraquí votó sobre una Constitución permanente que no había visto, leído, estudiado, discutido ni redactado. Peor aún es que votaron sobre un documento incompleto. Siguieron las instrucciones de sus líderes políticos y religiosos, y la mayoría no se dio cuenta de que este documento se iba a convertir en una importante fuente de miseria.
La disposición de la Constitución de mantener el gobierno central más débil que las autoridades regionales ha causado un problema crónico al Estado. El discurso político iraquí se ha centrado en la etnia y religión en vez de en la ciudadanía iraquí. Los diferentes componentes de Irak tienen una gran autonomía y llevan a cabo una política exterior independiente. Por ejemplo, no hay objeción alguna a la política declarada de alianza entre los líderes de las tribus Barzani e Israel. Un político iraquí, como Al-Alusi, puede visitar la Palestina ocupada (invitado por el gobierno de ocupación) y pedir abiertamente una alianza con Israel. El propio Al-Alusi fue uno de los responsables de la desbaazificación, una decisión que destruyó el Estado iraquí.
No es de extrañar que esta Constitución siga siendo controvertida para la población iraquí. Se sigue debatiendo acerca de la ambigüedad de la mayoría de los artículos. La Constitución ha minado la unidad y supervivencia del Estado iraquí.
El papel de los sindicatos en el levantamiento
Los sindicatos están presentes en las protestas, pero no en primera línea. Unos meses antes de que estallara el levantamiento los empleados del sector público en el centro y el sur de Irak, incluidos los trabajadores textiles en Diwaniyah, los trabajadores municipales en Muthanna y los trabajadores del cuero en Bagdad, reivindicaron mejores salarios y unas condiciones laborales seguras, viviendas decentes y puestos de trabajo permanentes. Pero estas demandas han pasado a un segundo plano desde que comenzaron las protestas.
En una reunión celebrada en Basora el 28 de octubre [de 2019] sindicatos de abogados, docentes y empleados crearon un comité que instó a otros sindicatos a apoyar las reivindicaciones de los manifestantes en vez de sus propias reivindicaciones sectoriales. Según ellos, los sindicatos serían más eficaces si mostraban su solidaridad con los manifestantes en vez de desempeñar un papel dirigente en ese levantamiento histórico.
La mayoría de los sindicatos, si no todos, han emitido comunicados de prensa en apoyo de los movimientos de protesta. La Federación General de Sindicatos Iraquíes (GFITU, por sus siglas en inglés, la única federación oficial en el Irak actual, dominada por los sadristas) pidió “solidaridad” con la insurrección sin pedir a los trabajadores que participaran en las manifestaciones. La GFITU aconsejó a los manifestantes “proteger la propiedad pública y mantener una buena relación con las fuerzas de seguridad”. La Federación General de Sindicatos de Trabajadores de Irak (GFWUI, por sus siglas en inglés) condenó la violencia del gobierno y organizó piquetes ante las empresas petroleras y las refinerías en Basora, Nasiriyah y Misan, y también realizó manifestaciones en Bagdad y Babel, además de instalar tiendas de campaña en Nasiriyah y sus militantes llevaron comida y bebida a los manifestantes.
En una multitudinaria reunión en la Empresa Petrolera de Basora los sindicatos exigieron el fin de la represión No obstante, la sección local prometió seguir con la producción y echar a los manifestantes que bloqueaban la entrada. Los desempleados y los trabajadores pobres son quienes llevan a cabo las acciones más militantes, no los trabajadores del petróleo, que son severamente castigados cuando hacen huelga.
Por el momento son los trabajadores más precarios quienes han recibido los golpes más duros. Las personas pobres, paradas y que no tienen nada que perder son quienes ocupan las primeras filas y desafían a la policía antidisturbios, a las milicias e incluso a las fuerzas paramilitares iraníes. Pero para provocar un cambio real la clase trabajadora organizada tendrá que desempeñar un papel más importante en el movimiento si el pueblo iraquí quiere un Estado que verdaderamente defienda sus intereses.
Todas las clases sociales participan en las manifestaciones
En la plaza Tahrir panaderos, restauradores, médicos y enfermeros, peluqueros, etc., ofrecen gratis sus servicios. Familias de todas las clases sociales y de todos los barrios se manifiestan juntas bajo el hashtag نازل_اخذ_حقي# [Me manifiesto para reivindicar mis derechos]. Multitud de estudiantes dejan los institutos y universidades para participar en las protestas. Los sindicatos se han unido al levantamiento. Según una encuesta del año pasado, un 77 % del pueblo iraquí apoyaba el levantamiento en 2018 (en el Kurdistán iraquí era un 53 %). Probablemente sea mayor el apoyo a la revolución actual.
Pero quienes se han convertido en un símbolo por excelencia de la revolución son los conductores de tuk tuk. Los tuk tuk son vehículos de tres ruedas que funcionan como taxis para las personas pobres, pero ahora son un símbolo de la revolución. No sólo hay dibujos de tuk tuk en los muros alrededor de la plaza, sino que se escriben canciones sobre ellos e incluso dan su nombre al periódico de la revolución, Tuktuk, que informa sobre todas las actividades en la plaza. Antes los conductores de tuk tuk estaban marginados y discriminados socialmente. La mayoría son jóvenes, menores, que no tiene más opción que hacer este trabajo debido a la alta tasa de paro y a la pobreza generalizada. Ahora transportan a manifestantes heridos y también desempeñan una función logística. Son los únicos vehículos permitidos en la plaza Tahrir. Su cada vez mayor reconocimiento social se refleja en las donaciones cada vez más frecuentes que reciben de los manifestantes, sobre todo de otras clases sociales, unas donaciones necesarias puesto que estos jóvenes conductores suelen ofrecer gratis sus servicios.
Otro grupo sobre el que los iraquíes han cambiado de opinión desde el 1 de octubre son los residentes de la provincia meridional de Dhi Qar, donde han tenido lugar algunas de las protestas más agresivas en las que los manifestantes han quemado las oficinas de partidos políticos y han logrado un cierto control de la capital provincial, Nasiriyah. Los manifestantes de Dhi Qar se han ganado un estatus heroico entre sus compatriotas, a pesar de que durante décadas los habitantes de la ciudad han tenido mala reputación, se les calificaba de “malas” frutas caídas de “árboles malditos”. Si alguien hacía algo mal en alguna aparte se solía decir que esa persona “probablemente venía de Nasiriyah”. Pero desde que empezaron las manifestaciones se ha elogiado a los habitantes de Nasiriyah por su valor. “Los manifestantes de Bagdad llevamos semanas intentado cruzar el puente hacia la Zona Verde. Ahora pedimos a nuestros compañeros los manifestantes de Nasiriyah que nos ayuden a hacerlo más rápido”, se corea en la plaza Tahrir.
Las mujeres tienen una presencia destacada en la Revolución
Las mujeres llevan mucho tiempo marginadas y silenciadas por los islamistas conservadores, pero ahora han decidido hacerse oír y se han unido en masa al movimiento de protesta. En una sociedad en la que hombres y mujeres no se suelen mezclar, el hecho de que las mujeres se manifiesten al lado de los hombres significa que se ha roto un tabú. Esta es también una revolución contra tradiciones y normas anticuadas. Hombres y mujeres caminan de la mano, se abrazan e incluso se besan, algo nunca visto. Sin lugar a dudas el levantamiento es un momento crucial para las mujeres, pero el camino a su libertad y sus derechos continúa lleno de obstáculos. Romper las barreras artificiales entre hombres y mujeres es uno de los frutos más hermosos y significativos de este levantamiento histórico. Las mujeres provienen de todos los sectores de la sociedad, con o sin pañuelos cubriéndoles la cabeza, musulmanas, cristianas, jóvenes, maduras, de la clase media y de la clase trabajadora, amas de casa, etc., todas ellas participan, en las primeras filas o aportando apoyo logístico. Es una evolución esperanzadora y ningún poder podrá revertirla a pesar de todos los esfuerzos y el dinero que el islam político ha gastado para imponer su cultura feudal.
Las mujeres que se manifiestan, ofrecen su ayuda e incluso duermen en la plaza Tahrir se sienten completamente seguras. El 6 de noviembre [de 2019] la oficina del Comisionado de Derechos Humanos afirmó que “desde el inicio de las manifestaciones en diferentes provincias iraquíes no ha habido ningún caso de acoso a mujeres a pesar de que han participado miles de mujeres”.
¿Es Irán el gran enemigo?
Aunque el propio Irán está amenazado por Estados Unidos e Israel, y sufre un criminal régimen de sanciones, desde 2003 ha colaborado con Estados Unidos para pacificar el país y configurar el sistema sectario. Los embajadores iraníes y estadounidenses han tratado muy activamente de detener cualquier intento de independencia iraquí. Tanto Estados Unidos como Irán deben aprobar la composición del gobierno después de todas las elecciones en la segura Zona Verde. Al mismo tiempo, las relaciones son muy conflictivas. Washington y Teherán luchan por el control total de Irak.
También ha quedado claro que la misión estadounidense en Irak, crear un modelo proestadounidense para la región y un bastión contra el militancia antiestadounidense, ha logrado exactamente lo contrario. El objetivo de la derrota de Irak era ilustrar hasta qué punto el poderío militar estadounidense podía intimidar a la zona y espantar a los llamados “Estados canallas”. En cambio, la política trazada por los neoconservadores, Israel y las empresas de petróleo ha fortalecido, irónicamente, el poder de Irán, la única potencia regional que soporta toda esa presión y que ahora se ha convertido en un nuevo “Estado canalla”. El estatus regional de Irán ha aumentado de una manera que sería imposible sin este trasfondo de política imperialista fallida. Durante la Conferencia “El Golfo y futuros desafíos”, organizada en Abu Dhabi en enero de 2004 por el Centro de Investigación y Estudios Estratégicos del Emirato Mohammad Ali Abtahi, vicepresidente iraní de Asuntos Legales y Parlamentarios, explicó claramente el papel de Irán en la ocupación de Irak: “La caída de Kabul y Bagdad no habría sido fácil sin la ayuda de Irán”, dijo Abtahi refiriéndose al papel de las milicias y la inteligencia iraníes en Irak y Afganistán. La amenaza iraní es ahora inminente y los regímenes autoritarios proestadounidenses de Egipto, Arabia Saudí y Jordania han contribuido a ello.
A principios de marzo de 2015 varios periódicos árabes informaron de que Ali Younesi, un importante asesor del presidente iraní Hassan Rouhani, había declarado que Bagdad es la capital de “un nuevo Imperio persa”: “Irán se ha convertido hoy en un imperio como lo ha sido a lo largo de toda su historia y la capital es ahora Bagdad en Irak, que refleja el centro de nuestra civilización y de nuestra cultura e identidad hoy como lo fue en el pasado”.
La agencia de noticias ISNA informó de su intervención en un foro celebrado en Teherán titulado “La identidad iraní”. Younesi afirmó que “Irán e Irak son indivisibles geográficamente”. Younesi, que fue ministro de Información del gobierno “reformista” del presidente Mohammad Khatami, denunció a cualquiera que se oponga a la influencia iraní en Oriente Próximo: “Defenderemos a todos los pueblos de la zona porque los consideramos parte de Irán. Lucharemos contra el extremismo islámico, contra el takfirismo, los ateos, neootomanos, wahhabistas, Occidente y el sionismo”.
Insistió en que Teherán iba a seguir apoyando al gobierno iraquí y envió un mensaje claro a Turquía: “A nuestros rivales, los herederos históricos del Imperio Romano de Oriente, los otomanos, les molesta por nuestro apoyo a Irak”. Younesi también afirmó en su discurso que su país planea establecer una “Federación Iraní” en la zona: “Al hablar de Federación Iraní no queremos decir eliminar las fronteras, sino que todas las naciones vecinas de la meseta iraní deben estar cerca. No quiero decir que queramos conquistar de nuevo el mundo, sino que debemos recuperar nuestra posición histórica para pensar y actuar globalmente como iraníes”.
Para entender la postura ambigua de Irán debemos remontarnos a la Revolución islámica en Irán en los años 1978 y 1979, bien recibida en un principio por el gobierno iraquí debido a que el sah era un enemigo común para ambos países. Sin embargo, el ayatolá Ruhollah Jomeini consideraba que el régimen baathista laico y nacionalista árabe de Sadam Huséin era no islámico y que era “un enviado de Satán”. Por consiguiente, en Bagdad se recibió mal el llamamiento que Jomeini hizo en junio de 1979 a los chiíes iraquíes a derrocar el régimen baathista. En 1979-1980 hubo disturbios contra el Partido Baath en las zonas chiíes de Irak y el gobierno iraní proporcionó un amplio apoyo a los militantes chiíes iraquíes para emprendieran una revolución islámica. En Bagdad se consideraban cada vez más una amenaza existencial los constantes llamamientos a derrocar el régimen baathista y el apoyo a los grupos chiíes iraquíes por parte del nuevo régimen de Irán. Por consiguiente, en el conflicto entre ambos países fueron fundamentales el panislamismo iraní y el islamismo revolucionario chií enfrentados al nacionalismo árabe iraquí laico. Muchos de los actuales dirigentes iraquíes, incluido el exprimer ministro al-Maliki, volvieron a Irak desde Irán tras los tanques estadounidenses. Los motivos revanchistas desempeñaron un papel importante. Se asesinó sistemáticamente a oficiales del antiguo ejército iraquí siguiendo listas de muerte. Algunos milicias, como las Brigadas Badr, apoyadas por Irán, trabajaron hombro con hombro con Estados Unidos para luchar contra la resistencia armada de forma particularmente brutal. Otras veces se volvieron contra Estados Unidos, que no tuvo más remedio que aceptar esta opción para no hundirse más en el atolladero iraquí.
El discurso iraní refleja su ignorancia acerca de la realidad de la identidad nacional árabe, que para los chiíes iraquíes es más importante que su identidad religiosa. Por ejemplo, en 1980 [año en que empezó la guerra irano-iraquí que duraría hasta 1988] Jomeini se equivocó al pensar que los chiíes del ejército iraquí no iban a luchar contra Irán y que se pasarían al bando iraní debido a su afiliación religiosa. Pero no ocurrió. Irán no parece darse cuenta de que las normas socio-religiosas en Irán son incompatibles con el comportamiento religioso menos estricto de los chiíes árabes. Para los árabes chiíes es un elemento de alienación. Los diferentes estamentos iraníes también han enfurecido a los chiíes. 24 “batallones” formados por 7.500 unidades de policía especial acompañaron a más de tres millones de iraníes que acudieron a la provincia de Karbala en Irak para participar en la peregrinación de Arbaeen, lo que tampoco gustó a la mayoría de los chiíes iraquíes.
Pero la alternativa saudí tampoco puede atraer a los chiíes iraquíes. La expresión de la identidad árabe o la identidad iraquí es lo contrario de la reaccionaria definición del wahabismo saudí.
Los habitantes de las provincias chiíes no sufrieron demasiado la campaña [militar] anglo-estadounidense que padecieron las provincias sunníes. Ninguna ciudad chií ha sufrido la destrucción que padecieron Faluya, Ramadi, Mosul, Tikrit y otras ciudades.
El ayatolá Jamenei, Líder Supremo de Irán, afirmó en octubre de 2019 que potencias extranjeras alimentaban los levantamientos y manifestaciones en Irak y Líbano, una idea que compartieron el gobierno iraquí e Hizbolá en Líbano. En un tweet Jamenei describía las manifestaciones como “una conspiración que no tendrá efecto”. Según él, esta “conspiración” estaba liderada por Estados Unidos, Israel, Arabia Saudí y lo que quedaba del Partido Baath para derrocar al gobierno e instalar un régimen bajo control de Washington. Hasta la mayor autoridad chií, el Grand Ayatolá Ali al-Sistani, habló en una declaración de una posible conspiración, aunque condenó la violencia empleada contra los manifestantes.
Durante meses ha habido rumores de un golpe de Estado iniciado por Estados Unidos en Irak. Más de dos meses antes del levantamiento Qays Khaz’ali, líder de Asaib Ahl al-Haq (AAH), una milicia chií auspiciada por Irán y un partido político que actúa en Irak, afirmó: “Hay planes de cambiar el gobierno de Bagdad en noviembre con unas protestas que estallarán en octubre. Las protestas no serán espontáneas, sino organizadas por facciones en Irak. Presten atención a mis palabras”.
[La comentarista] Sharmine Narwani afirmó el 5 de octubre de 2019: “El diario Al Akhbar afirma que el gobierno iraquí se enteró hace tres meses de un golpe de Estado por par parte de oficiales del ejército respaldado por Estados Unidos al que seguirían acciones callejeras. ¿Es el momento de ser escéptico respecto a los acontecimientos en Irak?”. “Los manifestantes confirman el uso de francotiradores en los edificios que disparan contra los manifestantes que se acercan a la plaza Tahrir. Durante el golpe de Estado estadounidense en Ucrania en 2014 se utilizó el mismo método para provocar el cambio de régimen”. De modo que se insinuó que los francotiradores que disparaban a los manifestantes eran aliados de Estados Unidos aunque la propia dirección del ejército iraquí admitió que sus fuerzas armadas son responsables de la muerte de los manifestantes.
No se ha demostrado la afirmación de que algunos oficiales iraquíes planificaron el golpe. Igualmente se afirma que Irán planea una toma de poder por medio de sus milicias, una afirmación que tampoco se puede demostrar.
Se rumorea que el general Abdul Wahab al-Saadi, comandante de las fuerzas antiterroristas, visitó varias embajadas para obtener apoyo a manifestaciones a gran escala que iba a llevar a un golpe militar. Fue destituido en base a esos rumores, a pesar de que la historia carece de credibilidad.
El general Al-Saadi, que se convirtió en un símbolo nacional iraquí en 2015 después de llevar a sus tropas a las decisivas victorias de la lucha contra el ISIS, se ganó el respeto del pueblo iraquí por su imparcialidad en la guerra entre Irán y Estados Unidos durante la campaña militar contra el ISIS. Aunque Irán armaba, financiaba y adiestraba a muchas de las milicias que formaban las Fuerzas de Movilización Popular (PMF), al-Saadi no tuvo ningún problema en rechazar el apoyo iraní durante su exitoso intento de recuperar territorios ocupados por el ISIS. Al mismo tiempo el general no dudó en expresar su frustración respecto a los patronos estadounidenses de Irak y declaró abiertamente en los medios de comunicación: “A veces llevaron a cabo ataques aéreos que yo nunca había pedido y otras veces les pedí ataques aéreos que nunca se llevaron a cabo”. En un país en el que la lealtad a las potencias extranjeras podría hacer o deshacer carreras militares y políticas, el hecho de que al-Saadi se negara a tomar partido lo hizo único a ojos de los iraquíes. Su dimisión fue una de las razones de las actuales protestas.
Por otra parte, al-Saadi era solo el número dos en la estructura de mando del Servicio Iraquí de Lucha contra el Terrorismo (CTS, por sus siglas en inglés) que dirige el general Talib Shaghati. Organizaciones como el CTS son fundamentales para las estrategias estadounidenses en Oriente Medio destinadas a mantener la región bajo control. Las fuerzas estadounidenses crearon, adiestraron y armaron las CTS en los primeros años de la ocupación y el general Talib Shaghati ha estado al mando desde 2007. Toda la familia de Shagati está alojada en Estados Unidos “por razones de seguridad”. La única posible explicación de la destitución de al-Saadi no es que planeara un golpe de Estado sino que situó los intereses iraquíes por encima de los extranjeros.
Según algunos comentaristas, Arabia Saudí y los Emiratos financian las protestas en Irak, porque de no ser así, ¿de dónde iban a venir los fondos para repartir diariamente comida y bebida gratis a los miles de hombres y mujeres que ocupan permanentemente la plaza Tahrir? Esta afirmación ignora el apoyo masivo del pueblo iraquí a las revueltas y la enorme solidaridad que genera esta revolución.
Las milicias PMF de Irak se crearon después de la fatwa del importante clérigo chií Ali al-Sistani de combatir a los terroristas de ISIS, pero cuando terminó la lucha se dedicaron a la política y controlan varias instituciones del gobierno y gran parte del país. Después de las elecciones de 2018 se convirtieron en la segunda mayor formación del gobierno iraquí, después de el partido de Moqtada al Sadr.
Estas “milicias populares” han impuesto violentamente su autoridad en las zonas que controlan por todo Irak. Se enriquecen de todas las formas posibles. Exigen sobornos en los checkpoints, sobre todo en las zona conquistadas por el ISIS. Según un informe de London School of Economics, se calcula que solo en una ciudad las milicias generaron 300.000 dólares al día en impuestos ilegales. Según varios informes, algunas milicias organizan un comercio de chatarra alrededor de Mosul y se llevan material para venderlo en vez de apoyar la reconstrucción de la ciudad.
Las milicias controlan el puerto marítimo de Umm Qasr y la industria del petróleo tampoco se ha librado. En 2015 las milicias saquearon la refinería de petróleo de Baiji, que había sido la más grande de Irak. Más recientemente se les ha acusado de contrabando organizado de los yacimientos en torno a Mosul y Kirkuk. Durante mucho tiempo las milicias han hecho contrabando con el petróleo de Basora y algunas han firmado contratos lucrativos con empresas de petróleo internacionales.
En una encuesta de 2019 en la que se preguntaba si se tenía una opinión positiva o negativa de determinados países, solo el 38 % de la población chií tenía una percepción positiva de Irán frente al 86 % en 2014. No se puede culpar a la propaganda estadounidense de este fuerte deterioro de la percepción que se tiene de Irán. La misma encuesta menciona las tres razones principales de esta percepción negativa: 1) Inundar el mercado iraquí con productos iraníes baratos; 2) Llenar Irak de drogas; 3) Apoyar a varios gobiernos corruptos e ineficientes.
Estados Unidos es, por supuesto, el principal culpable del caos que existe actualmente en Irak, pero Teherán también tiene una gran responsabilidad debido el daño causado a las relaciones entre los pueblos iraquí e iraní. La actual hostilidad hacia Irán no cae del cielo, sino que es el resultado de años de descontento a causa de la cooperación de Irán con las fuerzas de ocupación estadounidenses que ayudaron a proteger a líderes del gobierno y a proteger el sistema de cuotas sectarias, e intervinieron directamente en varias ocasiones para anular decisiones parlamentarias. Ahora que se ha derrotado al ISIS los chiíes se dan cuenta de que su recompensa es un país donde la población ha caído aún más en la pobreza, mientras que las élites políticas y religiosas se miman con deslumbrantes mansiones y espaciosas casas de campo en el extranjero, un país donde algunas milicias participan en el lucrativo contrabando de petróleo, drogas y tráfico de personas, donde se aplican a la fuerza los códigos de vestimenta y las fatwas religiosas, una población que vive en la pobreza mientras el país flota en un mar de petróleo.
Adel Abdul Mahdi dimitió el 29 de noviembre después de la masacre de Nassiriyah, Najaf y Bagdad.
Los medios de comunicación occidentales contra las redes sociales
Naturalmente Estados Unidos y Arabia Saudí querrán utilizar el actual levantamiento para tratar de impulsar sus propios planes e insistir en el cambio de régimen. Estados Unidos e Israel están envueltos en una guerra total en la región contra todas aquellas zonas que están bajo influencia iraní. Estados Unidos no controla realmente a los miles de manifestantes, pero explota cada acto y cada acontecimiento político cuando sirve a sus intereses. En los medios de comunicación occidentales solo leemos retórica antiiraní. No obstante, lo que no leemos en los medios de comunicación occidentales es que las protestas también se dirigen contra la presencia estadounidense y también contra las injerencias de Arabia Saudí, Turquía e Israel.
Afortunadamente están las redes sociales, que frecen relatos llenos de fuerza y la cara humana de la lucha de una manera nunca vista hasta ahora. El gobierno ha intentado desesperadamente detener los relatos de los testigos en las redes sociales cerrando internet, aunque no funcionó.
En las pancartas en la plaza Tahrir se lee: “No a Estados Unidos, No a Erdogan, No a Irán, No a Barzani, No a las ONG Israelíes”.
El poeta, novelista, traductor y académico iraquí Sinan Antoon nació y se formó en Bagdad. Su novela más reciente se titula The Book of Collateral Damage [El libro del daño colateral]”. El 26 de noviembre afirmó:
“Lo realmente importante es restaurar la identidad iraquí y un nuevo sentido de nacionalismo iraquí que trascienda el discurso sectario institucionalizado por Estados Unidos en 2003.
Irán tiene una enorme influencia en Irak, se ha infiltrado en todas sus instituciones y ha apoyado a muchas de las milicias iraquíes, pero todo esto es producto de la invasión y ocupación estadounidense de Irak. Aunque Irán es uno de los blancos de esos manifestantes, es importante recordar que muchas de las pancartas y carteles de la plaza Tahrir dicen “no” a toda intervención extranjera, de modo que dicen no a Irán, no a Turquía, no a Israel, no a Estados Unidos.
Pero, por supuesto, los medios de comunicación de Estados Unidos, debido a sus intereses geopolíticos y a sus continuas intromisiones en la zona, solo escriben acerca de Irán y nadie niega que Irán apoya a muchos de los partidos en Irak financieramente y de otros modos, y que se infiltra en la sociedad iraquí de muchas maneras. Pero hay todas esas otras dimensiones y, por desgracia, los medios de comunicación regulares en Estados Unidos y también en Europa son muy miopes y sólo se centran en la influencia que Irán ejerce sobre el régimen iraquí.
Y es correcto. Pero los iraquíes quieren recuperar su país y quieren soberanía, y están en contra de todo tipo de intervención. Y desde 2003 el Estado iraquí es muy débil. Tenemos tropas turcas en Irak, en el norte; tenemos tropas estadounidenses. Los manifestantes son verdaderamente conscientes de todo esto y entienden muy bien (al menos por lo que dicen cuando aparecen en los medios de comunicación) que los intereses de Irak y de los iraquíes son lo primero y que la soberanía es muy importante. Por supuesto que no se van a retirar en un día, pero se dan cuenta de que el régimen iraní no es la única amenaza ni el único patrocinador de ciertas fuerzas en Irak”.
El periodista iraquí Muntadhar al-Zaidi, que se hizo famoso tras lanzar dos zapatos a Bush mientras gritaba “¡Este es un beso de despedida del pueblo iraquí, perro!”, declaró a Euronews que los manifestantes piden la caída del régimen político. También afirmó que no quiere que otros países se inmiscuyan en Irak: “Se rechaza el gobierno de la ocupación estadounidense. Este gobierno ha traído el desastre al país […] hoy queremos que caiga este régimen político y el fin de este gobierno”, explicó. “No odiamos a Irán, no odiamos a Arabia Saudí, no odiamos a Turquía. Pero nuestra mensaje es sencillo: deben dejar de entrometerse en nuestro país. El pueblo iraquí es un pueblo libre”, afirmó.
“Todas estas pérdidas humanas, el robo, los crímenes del gobierno de la Zona Verde son responsabilidad total del gobierno de Estados Unidos. Desde 2003 protege a esa banda de ladrones con sus mercenarios y bases militares, únicamente para dejar que las empresas multinacionales controlen el petróleo y otros recursos de Irak”, escribió Souad al-Azzawi, un científico ambientalista iraquí.
Otro comentario: “Queridas hermanas y hermanos iraquíes, los estadounidenses están trabajando muy duro para secuestrar vuestras manifestaciones y usarlas como excusa para instalar un régimen títere estadounidense en lugar del actual. Por favor, estad atentos y no dejéis que Irak se convierta en un campo de batalla de las potencias mundiales y regionales”.
Algunas preguntas
Después de las revelaciones del New York Times y The intercept el 18 de noviembre [de 2019], [sobre] el “control” de Irán sobre Irak, un autorizado comentarista iraquí escribió:
“¿Cuáles son esos secretos importantes que Estados Unidos ha revelado y publicado en el New York Times y que desconocen los iraquíes?
- ¿No es Estados Unidos quien ocupó Irak y destruyó sus instituciones nacionales, mató, detuvo y desplazó a millones de personas?
- ¿No es Estados Unidos quien creó el corrupto proceso político sectario, quiere protegerlo y que continúe?
- ¿No es Estados Unidos quien ha trabajado durante años con Irán y sus milicias terroristas criminales? Estados Unidos sabe exactamente cómo llegaron al poder estas bandas; a fin de cuentas, robaron juntos miles de millones de dólares, saquearon la riqueza del país, secuestraron a personas inocentes y las mataron.
- ¿No es Estados Unidos quien controla el espacio, la tierra, el aire, la seguridad y la comunicación con sus espías y sabe exactamente lo que ocurre, incluso en las salas de estar [de los hogares]?
- Sí, Estados Unidos conoce todos los pequeños y grandes crímenes que Irán y sus agentes han cometido contra el pueblo de Irak desde 2003 hasta ahora. Después de todo, estaba profundamente implicado y arrastró a Irán al lodazal iraquí.
El rebelde pueblo de Irak no necesita esas “revelaciones” porque se levantó por sí mismo, por su patria y por la humanidad cuando se agotó su paciencia y no vio luz alguna al final del oscuro túnel creado por Estados Unidos con su brutal ocupación de este país..
Tal vez estos documentos provoquen un escándalo en Estados Unidos y así pueden guardar silencio sobre su propio papel en la matanza de un pueblo y la violación del país a lo largo de los años. De modo que estos documentos no deben ser sólo una condena a Irán, porque Irán no es sino un socio en los crímenes contra la humanidad cometidos por Estados Unidos”.
Estos son solo algunos ejemplos para refutar el relato de los medios de comunicación según el cual el levantamiento es principalmente contra Irán, quod non. A Estados Unidos, pero también a los dirigentes iraníes, les aterra una escalada de este conflicto y un posible derrocamiento del régimen existente, del que ambos se benefician.
Conclusión
Una revuelta contra el gobierno no necesita de una conspiración externa: están presentes todos los factores internos para la protesta, la revuelta y la revolución. El pueblo iraquí tiene mil razones para rebelarse contra el régimen existente. Estigmatizar los levantamientos en Irak como conspiración sionista-estadounidese o levantamiento baathista no hace justicia a los cientos de miles de personas que quieren tomar su futuro en sus propias manos y quieren deshacerse del sistema político.
El pueblo iraquí sigue siendo un peón en el juego de la política de poder geopolítico, víctima del ansia de lucro de las empresas de petróleo y de los políticos corruptos en un país ocupado. La población iraquí sigue soportando todo el peso de 29 años de sanciones, guerras, miseria, muerte, destrucción, caos y neoliberalismo extremo. Con todo, el pueblo siempre ha permanecido alerta, se ha opuesto constantemente a la situación inhumana a la que se le obligó a estar y quiere una redistribución más justa de los recursos disponibles. Las protestas pasadas y presentes también se han opuesto reiteradamente a la división del país, a la intromisión extranjera y a las estructuras sectarias que se les han impuesto.
Desde 2003 hay una continuidad en la resistencia popular iraquí. Irak no es Ucrania, no es Hong Kong. Este es otro levantamiento contra la Zona Verde, la fortaleza fortificada donde Estados Unidos, pero también Irán, determinan las reglas del juego por medio del gobierno títere que ellos han nombrado. Hay que hacer frente a cualquier intento de convertir Irak en el escenario de una guerra de Estados Unidos contra Irán. El pueblo de Irak no puede hacer frente a otra guerra.
Puede que esté naciendo un nuevo Irak, que no sea bienvenido ni por el ocupante estadounidense ni por Israel, Arabia Saudí, la autoridades iraquíes, Europa ni Irán. El pueblo iraquí seguirá oponiéndose a toda ocupación extranjera, a toda intromisión extranjera y seguirá luchando por un Irak soberano. La primera condición es que se vayan de Irak todas las tropas extranjeras y todos mercenarios y consejeros extranjeros.
Una nota personal: hay una fuerte actitud “antiorganización”, un rechazo general de las estructuras políticas y un interés por la espontaneidad. Es una actitud comprensible dado el temor de los manifestantes a ser cooptados por los partidos políticos dominantes. La consigna “no a los partidos políticos” es muy popular. La izquierda y los sindicalistas del movimiento deben insistir en que los trabajadores se deben organizar políticamente con un programa claro para resistir la presión del Estado neoliberal, las élites económicas y los partidos políticos dominantes, y mantenerse independientes. La falta de organización, la falta de alternativas claras y la división política entre los manifestantes han hecho que los movimientos de protesta desde 2011 no hayan llevado a resultados tangibles. Un punto absolutamente bajo fue el apoyo que algunos grupos sunníes dieron al grupo terrorista ISIS. Muchos manifestantes son jóvenes e inexpertos, rechazan todo, incluso las elecciones anticipadas. Creen que la clase política renunciará fácilmente al poder y que después los iraquíes podrán gobernarse a sí mismos libremente. Irak no es un estado soberano, sino que está dominado por potencias extranjeras bien organizadas, de modo que los manifestantes deben organizarse aún mejor si quieren que esta revolución tenga éxito.
La victoria de los manifestantes no es inevitable, puede que ni siquiera probable. Pero sería el único resultado justo. Lo que ocurre después de un levantamiento popular nunca es una certeza, pero eso no debe impedir al movimiento [internacional] por la paz apoyar a las justas reivindicaciones del pueblo iraquí. Si esta rebelión no tiene los resultados deseados habrá otras rebeliones. El pueblo iraquí quiere acabar con las intromisiones extranjeras y el sistema corrupto que ha sumido a millones de personas en la pobreza. Estas protestas son la única garantía de una paz muy anhelada en Irak. Por consiguiente, nuestra solidaridad con las justas reivindicaciones de los manifestantes iraquíes es más que necesaria.
“Permaneced en las calles, no os vayáis nunca a casa porque ese es el secreto de vuestro éxito”.
* El general iraní Qasem Soleimani murió asesinado el 3 de enero de 2020 en un ataque estadounidense contra el Aeropuerto Internacional de Bagdad (N. de la t.).
Dirk Adriaensens: Miembro del comité ejecutivo del Tribunal BRussells. Entre 1992 y 2003 encabezó varias delegaciones a Irak para observar los devastadores efectos de las sanciones impuestas por la ONU. Fue miembro del Comité Organizador Internacional del Tribunal Mundial sobre Irak (2003-2005). También es co-coordinador de la Campaña Global contra el Asesinato de Académicos Iraquíes. Es coautor de Rendez-Vous in Baghdad, EPO (1994), Cultural Cleansing in Iraq, Pluto Press, London (2010), Beyond Educide, Academia Press, Gante (2012), el ebook interactivo on line de Global Research The Iraq War Reader, Global Research (2012), Het Midden Oosten, The Times They are a-changin, EPO (2013) y es colaborador habitual de Global Research, Truthout, Al Araby, The International Journal of Contemporary Iraqi Studies y otros medios.
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Artículo original en inglés: https://www.globalresearch.ca/iraq-october-revolution-2019/5698521