Propaganda occidental contra Turquía
x Thierry Meyssan
Aunque Occidente finge proteger a Turquía, su propaganda en realidad escamotea los pedidos de auxilio provenientes de Ankara. El problema es mucho más grave que los encontronazos de los soldados turcos con las fuerzas rusas en la región siria de Idlib, tampoco se trata de qué va a suceder con las familias de los yihadistas. El mundo es cruel y no será tratando de no ver la realidad que se logre prestar ayuda a las poblaciones en peligro.
egún la prensa occidental, la tensión va en aumento entre las fuerzas de Turquía y de Rusia, lo cual hace temer una «peligrosa escalada alrededor de Idlib». El tratamiento que la prensa occidental da a este tema contradice totalmente lo que dicen los actores.
Esta contradicción nos da la oportunidad de exponer nuestro método de análisis. En aras de facilitar la comprensión, tomaremos como ejemplo el diario Le Monde, considerado el «cotidiano francés de referencia».
El punto de vista franco-alemán
En su edición del 29 de febrero de 2020, el diario francés Le Monde resalta 3 elementos:
«los soldados de Bachar al-Assad», con apoyo de la aviación rusa, mataron 33 soldados turcos;
«como represalia», Turquía bombardeó las posiciones sirias y amenaza a los europeos;
900 000 personas han huido de los combates en los últimos 3 meses.
En su editorial, Le Monde resalta un llamado de 14 ministros de Exteriores europeos, los de Francia y Alemania entre ellos, que piden «al gobierno sirio y a sus aliados, rusos e iraníes, poner fin a su ofensiva y volver a los términos del alto al fuego de 2018, pactado en Sochi».
Una operación de desinformación
Se imponen aquí varias precisiones:
Los soldados sirios no son los «soldados de Bachar al-Assad» sino de la República Árabe Siria. Por supuesto, el presidente Assad es su comandante en jefe, pero no lo es a título personal sino por ser el presidente de la República democráticamente electo por una aplastante mayoría de sus conciudadanos. A ningún periodista occidental se le ocurriría referirse al ejército de Francia como «el ejército de Emmanuel Macron».
La crisis no comenzó con la muerte de los 33 soldados turcos mencionados en las páginas de Le Monde. Su comienzo fue el 1º de febrero con el asesinato de 4 oficiales rusos, miembros del FSB, que cayeron en un emboscada de Turquía cerca de la ciudad siria de Alepo, hecho que Le Monde no ha creído conveniente informar a sus lectores, a pesar de haber sido tema de titulares en la prensa rusa. Desde entonces, Turquía ha venido multiplicando las provocaciones hacia Rusia.
La cifra de 900 000 personas que huyen de los combates es una fábula. Desde el inicio de la guerra contra Siria (a mediados de 2012, después de la fase de desestabilización de la llamada «primavera árabe»), la prensa occidental bombardea al público con cifras estremecedoras que siempre acaban siendo desmentidas por los hechos. Durante la crisis de la Ghouta (el cinturón verde de la capital siria), la prensa occidental afirmaba tranquilamente que la cantidad de personas atrapadas allí era 10 veces superior al número de pobladores que finalmente pudo contabilizarse después de la derrota de los yihadistas. El hecho es que resulta imposible llevar ese tipo de “contabilidad” en medio de una guerra. Hoy nadie puede decir cuántas personas hay en la gobernación de Idlib.
Como si esa propaganda no fuese suficiente, el editorial de Le Monde resalta el llamado de un grupo de ministros europeos [1]. Lo primero que habría que resaltar es que los firmantes no son 27 (número total de los países miembros de la Unión Europea) sino sólo 14. Los otros 13 ministros de Exteriores de la UE se negaron a firmar ese llamado. Además, la mayoría de los firmantes, descontentos por las presiones de las que fueron objeto, se abstuvieron de traducir el texto a sus idiomas y no lo han hecho publicar en sus respectivos países.
Los ministros europeos firmantes llaman a Siria, Rusia e Irán a poner fin a su ofensiva.
En primer lugar, Irán no participa en esos combates, pero estos ministros le atribuyen una responsabilidad y emplazan a ese país.
En segundo lugar, estos ministros europeos instan a Siria a no liberar su territorio nacional de los yihadistas extranjeros que los gobiernos de estos ministros –precisamente ellos– respaldaron militarmente hasta hace poco, llamándolos «islamistas moderados».
Y, finalmente, estos ministros mencionan el alto al fuego de Sochi, alto al fuego que Turquía nunca aplicó. Según ese alto al fuego, Turquía tenía que separar a la «oposición siria» de los yihadistas para que fuese posible proteger a unos y combatir a los otros. Pero, como ya ha sucedido en otros lugares, en Idlib no parece existir la tal «oposición democrática siria» sino sólo yihadistas.
El resto del editorial del diario francés Le Monde es una toma de posición que permite entender mejor el pensamiento simplista de la publicación. Se habla de la «determinación de las democracias occidentales, [de] sus valores y [de] su capacidad para traducir sus ambiciones en actos militares»; se habla también de Estados Unidos, diciendo que «se ha lavado las manos en cuanto al problema sirio», y de la parálisis del Consejo de Seguridad donde «Rusia, a menudo con el apoyo de China» opone «sistemáticamente» su veto. O sea, los europeos son santos, Estados Unidos es Poncio Pilato, Rusia y China son el Mal.
De paso, Le Monde acusa a Turquía de amenazar «con no seguir reteniendo a los refugiados de Siria, de los que ya abriga a 3,5 millones», lo cual es falso. Turquía amenazó con no seguir reteniendo a los refugiados en general que se hallan en suelo turco, lo cual incluye las 800 000 personas de diferentes nacionalidades que huyen de la destrucción sembrada por las potencias occidentales en Afganistán y en Irak.
Le Monde termina su editorial con una apología sobre la posición de Francia, que «comienza al fin a poner palabras al comportamiento de las fuerzas rusas», descritas en el texto como «culpables de reiterados crímenes de guerra y que cubren con sus mentiras los crímenes del ejército sirio». Los pobladores que han sufrido durante 8 años el yugo de los yihadistas, antropófagos pero «moderados», además de cortadores de cabezas, seguramente apreciarán el contenido del editorial de este diario francés.
El método
El periodismo no es decir sólo decir lo que vemos –en ese sentido, mucho de lo que dice Le Monde es real, exceptuando las cifras y las responsabilidades– sino hacerlo comprensible para el público, exactamente lo contrario de lo que hace la redacción del «diario francés de referencia». Desde hace décadas, Le Monde –siguiendo los pasos de la clase dirigente a cuyo servicio está– esconde deliberadamente informaciones fundamentales y presenta otras de manera sesgada.
Es imposible comprender algo sin estudio previo, sin estudiar constantemente el contexto regional de los acontecimientos y la historia de cada actor. Como en otras ciencias, hay que cuestionar constantemente lo que creemos haber entendido y volver atrás para corregir nuestros errores. Y, finalmente, es evidente que mientras realizamos ese trabajo tenemos que dejar de lado nuestras simpatías o antipatías hacia uno u otro de los protagonistas.
Lo que Le Monde oculta a sus lectores
Vamos a pasar por alto, por ahora, 2 décadas de incompetencia… o de mala fe. Desde los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos libra una «guerra sin fin», según los términos del entonces presidente George W. Bush, pero no es una guerra contra enemigos sino contra un modo de lucha: el terrorismo. En Afganistán (2001), en Irak (2003), en Libia (2011), en Siria 2015, Estados Unidos halló excelentes razones para enviar dinero, armas, mercenarios y a veces soldados a derrocar fuerzas que Washington describía como ilegítimas. Sin embargo, todos podemos comprobar que, lejos de desaparecer, el terrorismo sigue expandiéndose y que, en todos los lugares donde Estados Unidos logró derrocar al adversario, la situación ha empeorado.
El mapa del “rediseño” del Medio Oriente, trazado por el Pentágono en 2001, pero publicado sólo en 2006.
Desde que se publicó el mapa del «rediseño» del Medio Oriente, trazado por el Pentágono, todos los Estados de esa región –con excepción de Israel y Jordania– saben que su «mejor aliado» quiere descuartizarlos vivos. Turquía, país miembro de la OTAN, no es la excepción.
Desde su creación, el actual Estado turco dispone de una administración poderosa y eficaz, heredada del Imperio Otomano. La población de Turquía desciende de las hordas mongolas que invadieron la región y el fundador de la Turquía actual, Mustafá Kemal Ataturk, fue un jefe militar victorioso, de manera que el ejército dispone aún de un prestigio y de un poder superiores a los de los civiles. Es por eso que todos los cambios que se han producido en la política exterior de Turquía, desde que Ankara conoce los planes de Estados Unidos, tienen como objetivo proteger el país de la voracidad de su «mejor aliado» [2].
Hoy en día, el estado mayor turco está convencido –con razón o sin ella, lo cual no es el centro del problema– de que, después de destruir Siria, el Pentágono arremeterá contra Turquía. Empujado por el sentimiento de urgencia, el pánico y la desesperación, el estado mayor turco ha concebido una respuesta que consiste en amenazar a todos sus aliados de la OTAN con una catástrofe inminente, si permiten que Turquía sea destruida, y en ofrecerles otro campo de batalla, lo mas lejos posible… en Libia [3].
Turquía sigue sin hallar su propia identidad. No acepta sus propias fronteras y sigue empeñada en concretar el Juramento Nacional de Ataturk; no acepta su propia historia ya que sigue negando el genocidio que perpetró contra los no musulmanes; pero no quiere morir. Llena de miedo, llora, lanza alaridos y se debate como un niño acorralado.
Los ataques deliberados de Turquía contra Rusia –el asesinato de 4 oficiales del FSB perpetrado en Siria el 1º de febrero; el encuentro del presidente turco Erdogan con el jefe de la milicia tártara; la reunión de Erdogan con los herederos de los colaboradores ucranianos del III Reich, hoy agrupados en la Guardia Nacional antirrusa de la Ucrania actual, los enfrentamientos con las fuerzas rusas en la región siria de Idlib; los intentos de derribar aviones rusos de reconocimiento en Siria, los ataques con drones contra la base aérea rusa en Siria; la detención de los periodistas de la agencia rusa de prensa en Turquía [4]– no están dirigidos precisamente contra Moscú. Son recursos que Turquía utiliza para amenazar a Estados Unidos agitando la posibilidad de desatar el peor cataclismo imaginable –una Tercera Guerra Mundial– si Washington no retrocede en la aplicación de sus planes.
Las amenazas turcas de lanzar a los caminos columnas de refugiados para que invadan los países de la Unión Europea no apunta a desestabilizar la UE. Son en realidad gritos de auxilio que anuncian a las potencias europeas que, si Turquía es destruida, las oleadas de migrantes serán inevitables, es una manera de decirles: ¡Actúen ahora, antes de que sea demasiado tarde!
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se reunió con los diputados en el Palacio de Dolmabahce, el 29 de febrero de 2020.
Si el presidente turco Erdogan quisiera entrar en guerra contra Rusia, no habría tomado la iniciativa de llamar telefónicamente al presidente Putin –el 4, el 12, el 21 y el 28 de febrero– ni estaría tratando frenéticamente de reunirse con él.
El propio Erdogan –que no es militar sino un simple civil que pasó por una milicia islamista– dijo exactamente lo que formulamos más arriba, cuando reunió a los diputados, el 29 de febrero, en el Palacio de Dolmabahce, la antigua residencia del sultán:
«El verdadero objetivo del escenario al que estamos confrontados no es Siria sino Turquía. Los que obtengan lo que quieren en Siria, volverán de inmediato su mirada hacia Turquía. Es más que imprudente pensar que quienes dividieron efectivamente Siria en 3 partes respetarán la integridad territorial de Turquía.»
Por supuesto, no será en las páginas del diario francés Le Monde, que siempre ha respaldado las ambiciones coloniales de cierta élite francesa y que sigue empeñado en hacer creer que en Siria hay una revolución, donde llegaremos a leer el texto de esta denuncia directa de la estrategia estadounidense.
Las opciones de Occidente
Aunque la redacción de Le Monde se empeñe en ocultarlo, la cuestión no es en lo absoluto la «escalada alrededor de Idlib», que puede cesar de forma instantánea. La cuestión es saber si los Estados miembros de la OTAN van a permitir o no la destrucción de Turquía.
Ya es hora de parar de lloriquear sobre las desdichadas familias de los yihadistas y de que los miembros de la Unión Europea asuman por fin sus responsabilidades, antes de que sea destruido otro país.
NOTAS
[1] «Tribune conjointe de quatorze ministres des Affaires étrangères européens», Le Monde (Francia), Réseau Voltaire, 27 de febrero de 2020.
[2] «Turquía en busca de poder», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 11 de febrero de 2020.
[3] «Preparación de una nueva guerra», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 7 de enero de 2020.
[4] «Grupos armados por Turquía asesinan 4 oficiales rusos del FSB en Siria»; «Turquía alterna silencios y amenazas ante Rusia»; «Turquía amenaza a Siria e indirectamente también a Rusia»; «Turquía en plan de batalla contra Rusia en Siria», Red Voltaire, 4, 5 y 29 février de 2020.