Desaceleración de economía capitalista mundial, riesgo para trabajadores
Lo que los economistas saben es que el descenso en el precio del gas y del petróleo es una señal de sobreproducción capitalista mundial, que puede conducir a una disminución de las ganancias, reducciones en la producción, una mayor disminución de los salarios y más despidos – y hasta una crisis económica total. Les preocupa que después de millones de millones de dólares de estímulo económico del gobierno, con dinero prácticamente gratis dado a los banqueros y ejecutivos con tasas de interés de casi cero, no hay bonanza económica ni aumento de la inflación. Esto es lo que pasaría si hubiera una recuperación normal.
La caída en los precios del petróleo no se puede aislar de la disminución general de los precios de las mercancías a nivel mundial. Según los Índices del Fondo Monetario Internacional sobre los Precios de los Productos Primarios del 12 de marzo, los precios de las mercancías básicas han caído no sólo del petróleo, sino de una amplia gama de mercancías no combustibles en los últimos cuatro cuatrienios.
Por ejemplo, China tuvo su crecimiento económico más lento en 24 años en año 2014. Sus importaciones de petróleo para enero descendieron un 8 por ciento respecto al mes anterior. El ‘Market Realist’ del 24 de febrero reveló: “Una inesperada caída en la mayor parte de las importaciones de mercancías de China indica que la mayor economía del mundo sigue perdiendo impulso”.
Desaceleración capitalista mundial
Siete años después de que la crisis financiera y económica mundial golpeara al mundo capitalista, y cinco años después de la llamada “recuperación”, el capitalismo se encuentra todavía en un callejón sin salida – atrapados en una situación de desempleo masivo, supresión de salarios y lento o ningún crecimiento. El descenso de los precios de las mercancías se deriva de la desaceleración global capitalista.
Los 19 países de la eurozona y Japón están luchando para mantenerse fuera de la recesión. El capitalismo estadounidense está luchando, sin éxito, para entrar en modo de crecimiento fuerte. Rusia se encuentra en una recesión. Brasil, la séptima economía más grande del mundo y la más grande de América Latina, ha desacelerado a un cuatrienio de casi ningún crecimiento. Sudáfrica creció sólo un 1,5 por ciento en el 2014. El capitalismo indio está luchando para mantenerse en su tasa de crecimiento del 7,5 por ciento, mientras que la pobreza acecha a cientos de millones allá.
No es de extrañar que los precios de las mercancías bajen, mientras la capacidad mundial de producción se expande y la demanda mundial de las/os trabajadores y de la clase media se contrae.
El FMI ha reducido su estimación de crecimiento económico mundial para 2015. El informe de marzo 12 muestra una caída de los precios en los últimos tres o cuatro cuatrienios en cada categoría económica: agricultura, alimentos, aceites vegetales, carne, materias primas agrícolas, metales, etc. Los precios disminuyeron en todo, desde el cobre al mineral de hierro, carbón, madera, cereales, cordero, azúcar y algodón.
Este es un signo seguro de sobreproducción capitalista creciente – disminución de la capacidad de las masas para comprar los productos que crean, presión competitiva sobre los capitalistas para contener los aumentos de precios con el fin de proteger su cuota en el mercado, y crecimiento en la relación de los medios no utilizados de producción y servicios.
Por qué caída de precios son amenaza: la visión marxista
De lo que Wall Street y los ejecutivos están preocupados es que el aumento en la desaceleración de los precios, que significa desaceleración de la inflación, se convierta en una disminución absoluta y desencadene una crisis global.
¿Por qué este declive señala peligro para las/os trabajadores? Porque en el sistema capitalista global, una caída de los precios en condiciones de sobreproducción y bajos salarios señala una disminución de las ganancias. Y una disminución de las ganancias es un presagio de reducciones salariales, despidos y ataques a las/os trabajadores en general.
Si los precios empiezan a bajar, a los patronos se les priva la posibilidad de aumentar los precios a fin de mantener sus márgenes de ganancias. Si no pueden hacerlo subiendo los precios, la única manera que les queda como explotadores capitalistas, es para bajar los salarios, acelerar la producción, reducir las ganancias o deshacerse de las/os trabajadores. En lugar de aumentar los precios, bajan los costos. Y el único costo que controlan y pueden bajar es el costo de la mano de obra. Si tienen pérdidas, cerrarán el negocio.
Para las/os trabajadores, lo mejor es entender el peligro desde el punto de vista de la economía clasista: la teoría marxista del valor del trabajo.
¿Cuáles son los precios y cómo se establecen? El capitalista fija el precio. No hay garantía de que el producto o el servicio serán vendidos a ese precio. Pero así es cómo el precio se marcó.
En condiciones normales, el patrono, o corporación multinacional, fija el precio con el fin de recuperar todos los costos de producción o servicio más una ganancia. La ganancia consiste en el tiempo de trabajo no remunerado de las/os trabajadores.
El trabajo impagado resulta del hecho que el patrono paga a las/os trabajadores lo suficiente para vivir (y tal vez menos) y se queda con los ingresos de todo el valor nuevo que las/os trabajadores crean en el proceso económico. Las/os trabajadores aplican la fuerza de trabajo a los elementos materiales de la producción. (Marx llamó éstos capital constante). Estos elementos de producción representan antiguo valor ya creado por otras/os trabajadores.
Al crear productos nuevos, las/os trabajadores agregan un valor nuevo. El valor que las/os trabajadores necesitan para vivir se crea sólo en una parte de la jornada de trabajo. Pero las/os trabajadores tienen que trabajar todo el día – o toda la semana o el mes entero, dependiendo del arreglo de trabajo.
El dueño entonces vende todo lo creado, paga a las/os trabajadores sus salarios y se queda con el resto del dinero el cual incluye el valor del trabajo no remunerado. Esa plusvalía va al dueño cuando el producto se vende con una ganancia.
El dueño también debe pagar los demás costos de producción, además de los salarios. Estos costos no se pueden evitar: materiales, tecnología, transporte, etc. Los precios de estos productos han sido establecidos por otros capitalistas y no se les pueden cambiar. Así que después de vender toda la mercancía, cuyo valor ha sido creado por el trabajo de las/os obreros, el dueño tiene que pagar a todos los proveedores que le venden cosas. Lo que queda es la ganancia — o el valor, en dinero, del trabajo no remunerado de las/os trabajadores.
Pero supongamos que el precio fijado por el dueño para sacar una buena ganancia sea demasiado alto para encontrar compradores. Supongamos que las/os trabajadores y la clase media no pueden pagar el precio fijado por el dueño. Entonces el dueño tiene que bajar el precio. Pero el dueño todavía tiene que pagar al propietario, los banqueros, los proveedores, etc. Si el precio es tan bajo que impide las ganancias y el dueño tiene que utilizar lo que se supone fueran las ganancias o plusvalía, entonces los costos deben ser bajados. Hay que bajar los salarios y despedir a las/os trabajadores o, en casos drásticos, hay que cerrar la empresa.
Poca necesidad de contratar trabajadoras/es
El ‘Toronto Globe and Mail’ del 23 de enero lo resumió así: “La conclusión dicen los economistas, es que la economía mundial todavía tiene un exceso de capacidad. Si bien muchas economías, especialmente en el mundo desarrollado, se despojaron de una capacidad sustancial durante una profunda corriente descendente de recesión, hay más capacidad de producir que demanda para los productos. El FMI estima que las economías avanzadas del mundo todavía están operando alrededor del 2,5 por ciento por debajo de su capacidad — y el crecimiento mundial crónico por debajo de lo normal significa que la demanda no ha sido suficiente para cerrar la brecha.
“El exceso continuado de capacidad ha significado poca necesidad de contratar a más trabajadoras/es. La Organización Internacional del Trabajo informó esta semana que el mercado de trabajo mundial todavía no se ha recuperado por completo lo que había perdido en la crisis del 2008-09. Dijo que el empleo mundial es de 61 millones de empleos por debajo de su línea de tendencia a largo plazo, lo que refleja la brecha que se abrió durante la crisis y nunca se ha cerrado. La tasa mundial de desempleo de 5,9 por ciento es todavía más alta que los niveles previos a la crisis (5,5 por ciento en 2007), y la tasa global de participación en la fuerza laboral se mantiene por debajo de los niveles previos a la crisis, lo que indica que casi 40 millones de personas más en todo el mundo han abandonado totalmente la búsqueda de empleo”.
El movimiento internacional de trabajadoras/es debe prepararse para resistir una nueva ronda de ataques indicada por la creciente sobreproducción capitalista. La caída de los precios de las mercancías puede ser el presagio de ese ataque.