Las guerras comerciales, o la continuación de la geopolítica por otros medios

Hay que terminar de contar portaviones, aviones de combate y misiles, escribió hace poco Phillip Stephens en el Financial Times. El fracaso de los Estados Unidos en Afganistán e Iraq ha hecho ver al mundo los límites del poder militar, según Stephens. Desde entonces —prosigue—, la geopolítica clásica se ha separado de la geoeconomía. Estados Unidos, la zigzagueante potencia mundial, apuesta cada vez más a los acuerdos comerciales para ordenar el sistema internacional según sus intereses.

De hecho, el gobierno de Barack Obama sigue una nueva estrategia, que saca enseñanzas de los excesos militares del gobierno de George W. Bush. Apuesta a las relaciones económicas y financieras como instrumentos estratégicos para consolidar su poder. Su expansión pretende asegurar que Estados Unidos seguirá siendo el centro de la economía mundial. Es que esto pone a Estados Unidos, gracias a nuevos métodos sancionatorios, en condiciones de excluir del comercio internacional y, en especial, del intercambio financiero también a países de envergadura. Si este plan tiene éxito, el potencial de amenaza de la fuerza militar sería solo un instrumento lateral de la gobernanza estadounidense y los Estados Unidos seguirían siendo la potencia reguladora de las relaciones internacionales.
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Ayotzinapa: ¿Quién debe estar avergonzado?

La doble moral de la prensa burguesa

Cuando una mujer maltratada denuncia al marido que la golpea, la humilla o la viola, nadie en sus cabales se atrevería a decir que no debió denunciar; nadie debería atreverse a acusarla por “desprestigiar la institución del matrimonio” con su denuncia; sin embargo, existen personas que culpan a la víctima de la agresión sufrida, porque “algo malo hizo”, “seguramente se lo buscó”; en fin, hay gente sin escrúpulos que utiliza su opinión para dañar a los demás. Utilizando argumentos parecidos, los portavoces del gobierno en la prensa nacional, quiere hacernos pensar que son las víctimas de la violencia estatal quienes desprestigian al Estado mexicano en el extranjero.
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Eduardo Medina Mora, nuevo ministro peñista de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

Eduardo Medina Mora, nuevo ministro peñista de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

Gerardo Peláez Ramos

Con la elección de Eduardo Medina Mora como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hecha por el Senado, queda de manifiesto una de las expresiones más obvias de la descomposición política del régimen neoliberal en México: la inexistencia del estado de derecho. Las instancias del Poder Judicial, mayoritariamente, no respetan la Constitución General de la República y las leyes y reglamentos emanados de ella, y los dictámenes, sentencias y “resolutivos” de los organismos de administración y procuración de justicia son violatorios de los mismos ordenamientos. Las autoridades judiciales avalan fraudes electorales, direcciones espurias de sindicatos, saqueos de recursos naturales de la nación, reformas constitucionales pro gringas, modificaciones legales contra los trabajadores asalariados, reformas que abaten conquistas del magisterio, utilización permanente del Ejército y la Marina Armada en funciones policiales y prohibición a la ciudadanía para intervenir en asuntos de su incumbencia, entre otros atropellos a la vigencia de la Ley Fundamental.

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