Crítica al feminismo liberal, “radical” y posmoderno en Occidente

x Anuradha Ghandy

Feminismo liberal.

El feminismo liberal ha disfrutado de una larga historia en los siglos XVIII y XIX con pensadoras como Mary Wollstonecraft (1759-1797), Harriet Taylor Mill (1807-1858), Elizabeth Cady Stanton (1815-1902) argumentando a favor de los derechos de la mujer en la base de la comprensión filosófica liberal. El movimiento por la igualdad de derechos a las mujeres, especialmente la lucha por el derecho al voto, se basó principalmente en el pensamiento liberal.

Los primeros filósofos políticos liberales, como John Locke, Jean Jacques Rousseau, que habían defendido la regla de la razón, la igualdad de todos, no incluyeron a las mujeres en su comprensión de los merecedores de la igualdad, en particular la igualdad política. No aplicaron su teoría liberal a la posición de la mujer en la sociedad. Los valores del liberalismo incluyendo la creencia fundamental en la importancia y la autonomía del individuo desarrollado en el siglo XVII.

Surgió con el desarrollo del capitalismo en Europa en oposición a los valores patriarcales feudales basados en la desigualdad. Era la filosofía de la burguesía en ascenso. Los valores feudales se basan en la creencia de la superioridad inherente de la élite – los monarcas. El resto eran sujetos, los subordinados. Defendieron la jerarquía, junto a la desigualdad de derechos y el poder. En oposición a estos valores feudales la filosofía liberal desarrolló la creencia en la igualdad natural y la libertad de los seres humanos. “Defendían una estructura social y política que reconoce la igualdad de todas las personas y que proporciona igualdad de oportunidades. Esta filosofía fue rigurosamente racional y secular y, a su vez, la potencia plena y progresiva formulación de la mayor parte del período de la Ilustración. Se caracterizó por un intenso individualismo. Sin embargo, los famosos filósofos liberales del siglo XVIII como Rousseau y Locke no aplican los mismos principios a la familia patriarcal y a la posición de las mujeres en ella. Este fue el sesgo patriarcal residual del liberalismo que se aplica sólo a los hombres en el mercado ”. – Zillah Eisenstein.

Mary Wollstonecraft pertenecía a la sección radical de la aristocracia intelectual en Inglaterra que apoyaba la revolución francesa y la americana. Escribió “Vindicación de los Derechos de la Mujer” en 1791 en respuesta a la interpretación conservadora de Edmund Burke de la significación de la Revolución Francesa. En el folleto se manifestó en contra de las nociones patriarcales feudales sobre la dependencia natural de las mujeres sobre los hombres, que las mujeres fueran creadas para agradar a los hombres, que no pudieran ser independientes. Wollstonecraft lo escribió antes del surgimiento de los movimientos de mujeres y sus argumentos se basan en la lógica y la racionalidad. El análisis subyacente de Wollstonecraft son los principios básicos de la Ilustración: la creencia en la capacidad humana de razonar y en los conceptos de libertad e igualdad que precedieron y acompañaron la revolución americana y la francesa. Ella reconoció la razón como única autoridad y argumentó que a menos que se alentara a las mujeres a desarrollar su potencial racional y confiar en su propio juicio, el progreso de toda la humanidad sería retrasado. Argumentó sobre todo a favor de las mujeres que consiguieron la misma educación que los hombres, para que ellas también pudieran asimilar las cualidades del pensamiento racional y contar con oportunidades para ganar y llevar una vida independiente. Criticó fuertemente las ideas de Rousseau sobre la educación de las mujeres.

Según ella, los argumentos de Rousseau de que la educación de las mujeres debe ser diferente de la de los hombres, ha contribuido a hacer que los personajes femeninos sean más débiles artificialmente. La lógica de Rousseau fue que las mujeres deben ser educadas de una manera a fin de inculcarles que la obediencia es la virtud más alta. Sus argumentos reflejan las limitaciones de la clase de su pensamiento. Mientras que ella escribe que las mujeres de las clases “comunes” poseen virtud porque trabajaban y eran en cierta medida independientes, también cree que “las mujeres más respetables son los más oprimidas.”

En ese momento, su libro fue influyente incluso en Estados Unidos. Harriet Taylor, también forma parte de los círculos de intelectuales burgueses de Londres y era esposa del conocido filósofo utilitarista James Stuart Mill. Escribió “en la emancipación de la mujer” en 1851 en apoyo del movimiento de mujeres que surgió en los Estados Unidos. Dando duros argumentos liberales contra los oponentes de los derechos de la mujer y, a favor de que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres, escribió: “Negamos el derecho de cualquier porción de la especie a decidir sobre la otra porción, o el de otro individuo sobre otro, así cómo explicamos lo que no es su ‘esfera correcta’. La esfera adecuada para todos los seres humanos es la mayor y más alta que ellos sean capaces de alcanzar…”. “Teniendo en cuenta la importancia del hecho de que ella escribiera ‘El mundo es muy joven, y no ha hecho más que empezar a deshacerse de la injusticia. Es ahora cuando se está deshaciendo de esclavitud de los negros, ¿por qué no se está haciendo lo mismo con las mujeres?”.  De hecho los fundamentos liberales del movimiento de las mujeres tal y como emergió en el siglo XIX en los Estados Unidos se hallan en la Declaración de Seneca Falls (1848). La declaración en esta primera convención nacional comenzaba así:”Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres y mujeres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.”.

En la siguiente fase del movimiento de mujeres a finales de 1960, entre las principales defensoras de las ideas liberales se encuentran Betty Friedan, Bella Abzzug, Pat Schroeder. Friedan fundó la Organización Nacional de Mujeres (“NOW”, sus siglas en inglés: National Organisation of Women) en 1966. Las feministas liberales surgieron de entre las que estaban trabajando en los grupos de derechos de la mujer, las agencias gubernamentales, comisiones, etc. Su preocupación inicial era conseguir modificar las leyes que niegan la igualdad de las mujeres en el ámbito de la educación, el empleo, etc. También hicieron campaña contra las convenciones sociales que limitan las oportunidades de las mujeres sobre la base del género. Pero a medida que estas barreras legales y educativas comenzaron a caer, se hizo evidente que la estrategia liberal de cambiar las leyes dentro del sistema existente no era suficiente para lograr la justicia y la libertad de las mujeres. Entonces ellas cambiaron su énfasis a la lucha por la igualdad de condiciones en lugar de limitarse a la igualdad de oportunidades.

Esto significaba que la exigencia de que el Estado desempeñe un papel más activo en la creación de las condiciones en las que las mujeres 22 en realidad puede aprovechar las oportunidades. Las demandas del cuidado de los niños, el bienestar, la salud, el salario de desempleo, los regímenes especiales de la madre soltera, etc, han sido retomadas por las feministas liberales. La lucha por la Enmienda de los Derechos de Igualdad (“ERA”: Equal Rights Amendment) también ha sido llevada por estas feministas. El trabajo de la sección liberal entre las feministas ha sido a través de organizaciones a nivel nacional y por lo tanto también han tenido voz en los medios de comunicación Una sección entre las feministas liberales como Zillah Eisenstein, argumenta que el liberalismo tiene potencial como ideología liberadora, porque las mujeres que trabajan pueden, a través de sus experiencias de la vida, ver la contradicción entre la democracia liberal y la ideología liberal, y ver el patriarcado capitalista que les niega la igualdad prometida por la ideología. Pero el liberalismo no era la ideología influyente dentro del movimiento en esta fase.

Crítica al feminismo liberal.

El liberalismo, como filosofía, surgió en el seno de la sociedad feudal occidental cuando la burguesía estaba luchando para llegar al poder. Por lo tanto, incluye un ataque a los valores feudales, divinamente ordenados, y a la jerarquía (la desigualdad social). Se puso de pie para la razón y la igualdad de derechos para todos los individuos. Sin embargo, esta filosofía se basa en el individualismo extremo en lugar del esfuerzo colectivo. Por lo tanto, promueve el enfoque de que si la igualdad formal y legal se le dio a todos, luego los individuos podrían tomar ventajas de las oportunidades disponibles para tener éxito en la vida.

La cuestión de la contradicción de clases y el efecto de las diferencias de clases sobre las oportunidades disponibles para las personas no se tuvo en consideración. Inicialmente, el liberalismo jugó un papel progresista en la ruptura de las instituciones sociales y políticas feudales. Pero en el siglo XIX, después de que la clase obrera creciera y con ella sus movimientos, las limitaciones del pensamiento liberal pasaron a primer plano. Para la burguesía que había llegado al poder, este no se extendía a los derechos que profesaban los sectores pobres y demás oprimidos (como las mujeres o los negros en Estados Unidos). Tuvieron que luchar por sus derechos. El movimiento de mujeres y el movimiento negro, en esa fase, fueron capaces de exigir sus derechos utilizando argumentos liberales. Las mujeres de la clase burguesa estaban en la vanguardia de este movimiento y no extendieron los derechos a las clases trabajadoras, incluidas a las mujeres de la clase trabajadora.

Pero a medida que surgían las ideologías de la clase obrera, las diversas tendencias del socialismo encontraron apoyo entre las secciones activas de la clase obrera. Comenzaron a cuestionar el sistema socio-económico y político, muy burgués, y las limitaciones de la ideología liberal, con su énfasis en la igualdad formal y la libertad individual. En esta fase, el liberalismo perdió su papel progresista y, vemos que las organizaciones de las principales mujeres, tanto en la lucha de EEUU y de Inglaterra por el sufragio tenían un objetivo muy estrecho, y se convirtieron en pro-imperialistas y anti-obreros. En la presente fase, las feministas liberales han tenido que ir más allá de los estrechos confines de la igualdad formal, a la campaña por los derechos colectivos como medidas positivas de bienestar para las madres solteras, prisioneras, etc, y exigir un Estado de Bienestar.

El liberalismo tiene las siguientes deficiencias:

  1. Se centra en los derechos individuales en lugar de los derechos colectivos.
  2. Es ahistórico. No tiene una compresión global del papel de la mujer en la historia ni tiene un análisis de la subordinación de las mujeres.
  3. Tiende a ser mecánico en su apoyo a la igualdad formal sin un entendimiento concreto de la condición de las diferentes clases sociales de las mujeres y sus problemas específicos. Por ello, era capaz de expresar las demandas de las clases medias (mujeres blancas de clase media en EEUU y de clase alta, mujeres de casta alta en la India), pero no de las mujeres de diversos grupos étnicos oprimidos, castas y clases trabajadoras.
  4. Se limita a los cambios en la ley, las oportunidades de educación y empleo, las medidas de bienestar, etc. Y no cuestiona las estructuras económicas y políticas de la sociedad que dan lugar a la discriminación patriarcal. Por lo tanto es reformista en su orientación, tanto en la teoría como en la práctica.
  5. Considera que el Estado es neutral y que puede intervenir a favor de las mujeres, cuando en realidad, el Estado burgués en los países capitalistas y en el estado Indio semicolonial y semifeudal, es patriarcal y no apoya la lucha de las mujeres por la emancipación. El Estado burgués es la defensa de los intereses de las clases dominantes que se benefician de la subordinación y de la posición devaluada de la mujer.
  6. Dado que se centra en los cambios en la ley y en los esquemas estatales de la mujer, ha hecho hincapié en el cabildeo y peticiona medios para conseguir sus demandas. La tendencia liberal, con mayor frecuencia, ha restringido su actividad a las reuniones, convenciones y peticiones de movilización que pedían cambios. Rara vez ha movilizado a las masas de mujeres y, de hecho, tiene miedo de la movilización combativa en grandes cantidades de las mujeres pobres.

El feminismo radical.

Dentro del feminismo burgués, en la primera fase del movimiento de mujeres en los siglos XIX y principios del liberalismo en el siglo XX, el feminismo radical fue la ideología dominante: en la fase contemporánea del feminismo radical, el movimiento de mujeres ha tenido un fuerte impacto y de muchas maneras, aunque de forma difusa, muchas ideas y posiciones se pueden remontar a la discusión feminista radical. En contraste con el enfoque pragmático adoptado por el feminismo liberal, el feminismo radical destina a la sociedad a ser remodelada y a reestructurar sus instituciones, que las vieron como inherentemente patriarcales. Proporcionando la teoría fundamental para el feminismo moderno, las radicales argumentaron que el papel subordinado de la mujer en la sociedad estaba estrechamente tejido en el telar social que puede ser desenredado sin una transformación revolucionaria de la sociedad misma. Se esforzaron para suplantar las relaciones de poder jerárquicas y tradicionales (que veían como el reflejo de un sesgo masculino), con enfoques no jerárquicos y antiautoritarios a la política y a la organización.

En la segunda fase del feminismo, en los Estados Unidos, las feministas radicales surgieron de los movimientos sociales de la década de 1960 (el movimiento por los derechos civiles, el nuevo movimiento de izquierda y el movimiento por la paz contra la guerra de Vietnam). Eran mujeres que no estaban satisfechas con el papel asignado a las mujeres en estos movimientos, y la forma en la que la nueva izquierda abordó la cuestión de la mujer en sus escritos, teóricos y populares. Al mismo tiempo, ninguna de ellas quería preservar el sistema existente. De ahí que en su fase inicial, los escritos eran un debate con el marxismo, un intento de modificar o de reescribir el marxismo. Más tarde, cuando el movimiento feminista radical se hizo fuerte, el marxismo fue echado a un lado y toda la atención se desplazó a un análisis del sistema sexo/género y del patriarcado como sistema desligado del sistema capitalista. En esta fase contemporánea de atención, el feminismo se centró en los orígenes de la opresión de las mujeres y muchos libros fueron escritos teóricos para tratar de analizar las formas de opresión de la mujer y el rastreo de las raíces de esta opresión. Sin embargo, una cosa que hay que tener en cuenta, es que en toda su escritura se mantiene sólo su propia sociedad en mente.

De ahí toda su crítica, descripción y análisis de los acuerdos con las sociedad capitalistas avanzadas (específicamente EEUU). En 1970, Kate Millet publicó el libro ‘La política sexual’, en la que se desafió la noción formal de la política y en la que se presentó una visión más amplia de las relaciones de poder entre los hombres y las mujeres en la sociedad. De ahí que el libro se titule Política Sexual. Aquí se hizo la afirmación de que lo personal es lo político, que se convirtió en el lema popular del movimiento feminista. ‘Lo persona es lo político’ lo que quería decir era que el descontento que sienta cada mujer en su vida no se debe a algo individual, sino debido al sistema social, que ha mantenido a las mujeres en la subordinación y las oprime de muchas maneras. Sus sentimientos personales son, por lo tanto, cuestión política.

De hecho, se modificó la visión materialista histórica afirmando que la relación hombre-mujer es un marco para todas las relaciones de poder en la sociedad. Según el feminismo radical, estas “clases sociales” (los hombres la clase social opresora, las mujeres la clase social oprimida y subordinada) reemplazan todas las otras formas de desigualdad, ya sea radical, política o económica. Esta es la primaria situación humana. Estas otras maneras de opresión continuarán porque consiguen la legitimidad lógica y emocional de la opresión en esta situación primaria. El patriarcado, según ellas, es el control masculino sobre el mundo público y privado. Según ellas, para eliminar el patriarcado, hay que eliminar el género, es decir, la condición sexual, el papel y el temperamento, ya que se han construido bajo el patriarcado. La ideología patriarcal exagera las diferencias biológicas entre hombres y mujeres y subordina a las mujeres. Millett abogó por una nueva sociedad, que no se basará en el sistema sexo/género y en el que los hombres y las mujeres sean iguales. Al mismo tiempo, sostuvo que hay que proceder lentamente a ello, eliminando los rasgos indeseables como la obediencia de las mujeres y la arrogancia de los hombres. El libro de Kate Millet fue muy influyente durante mucho tiempo. Otra escritora temprana e influyente fue Shulamith Firestone, quien argumentó en su libro ‘Dialéctica del sexo’(1970) que los orígenes de la subordinación de las mujeres y la dominación de los hombres yacían en las funciones reproductivas de hombres y mujeres. En este libro se reescribe a Marx y a Engels.

Engels había escrito sobre el materialismo histórico de la siguiente manera: “es la visión del curso de la historia que busca la causa última y la gran movilización de todos los eventos históricos en el desarrollo económico de la sociedad, en los cambios del modo de producción e intercambio, en la división de la sociedad en distintas clases y en la lucha de estas clases entre ellas”.

Firestone lo volvió a escribir de la manera siguiente: ” el materialismo histórico es la visión del curso de la historia que busca la causa última y la gran movilización de todos los eventos históricos en la dialéctica del sexo: la división de la sociedad en dos clases claramente biológicas para la procreación y la reproducción, y las luchas de estas clases entre sí; en los cambios en el modo de matrimonio, la reproducción y el cuidado de los niños, creados por estas luchas; en el desarrollo de otras clases conectadas físicamente y diferenciadas (castas); Y en la división del trabajo basado en el sexo que se desarrolló en el (económico-cultural) sistema de clases”.

Firestone se centró en la reproducción en lugar de la producción como la fuerza motriz de la historia. Además, en lugar de identificar las causas sociales de la condición de la mujer hizo hincapié en razones biológicas para su condición y las convirtió en las fuerzas motrices de la historia. Pensaba que el hecho biológico de que las mujeres puedan tener hijos es la base material para la posición de las mujeres en la sociedad y que se necesitaba una revolución biológica y social para efectuar la liberación humana. También opinaba que la diferencia sexo/género debe ser eliminada y que los seres humanos deben ser andróginos. Pero fue más allá que Kate Millet en la solución, abogó por poner fin a la opresión de las mujeres. Decía que a menos que las mujeres renunciaran a su rol reproductivo y ya no tuvieran hijos y, que por lo tanto la base de la familia existente se cambiara, no sería posible liberar completamente a la mujer.

Por lo tanto, según ella, a menos que la reproducción natural fuese reemplazada por la reproducción artificial, y que la familia biológica tradicional fuera sustituida por la familia intencional, las divisiones biológicas entre los sexos no podrían eliminarse. La familia biológica es la familia en la que los miembros están conectados genéticamente (padres e hijos), mientras que la familia intencional dignifica una familia elegida por amistad o conveniencia. Cree que si se produce este cambio ya no existirán los diversos complejos de personalidad que se desarrollan en la sociedad actual. Otras escribieron acerca de cómo históricamente fue el primer conflicto social entre hombres y mujeres. El hombre cazador era propenso a la violencia y subyugaba a las mujeres a través de la violación (Susan Brownmiller).

Estos escritos reflejan el tono del movimiento femenino, su sector más radical, que no se contentó con los esfuerzos de las feministas liberales de cambiar las leyes y hacer campaña de dichas cuestiones. Exigieron que se insistiera en la posición tradicional de la mujer en cuanto al rol reproductivo, en la cuestión de diferencias de género/sexuales y en la cuestión de en la propia estructura de la sociedad como patriarcal, jerárquica y opresiva. Querían una transformación total de la sociedad. De ahí que las feministas radicales se vean así mismas como revolucionarias en lugar de reformistas. El punto fundamental que defienden es que el sistema sexo/género es la causa de la opresión de las mujeres. Consideraron la relación hombre-mujer de forma aislada del resto del sistema social, como una contradicción fundamental. Como resultado de toda su orientación, dirección de análisis y acción, se ocupa fundamentalmente de esta contradicción y esto les ha dado hacia el separatismo. Al centrarse en el rol reproductivo de la mujer hacen las relaciones sexuales y familiares los objetivos centrales en su ataque para transformar la sociedad.

Sistema Sexo-Género y el patriarcado.

El punto central en la compresión feminista radical es el sistema sexo/género. De acuerdo con una definición popular dada por Gayle Rubin, el sistema sexo/género es un “conjunto de disposiciones mediante las cuales una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana”. Esto significa que la sociedad patriarcal utiliza ciertos hechos acerca de la fisiología masculina y femenina (sexo) como base para la construcción de un conjunto de identidades masculinas y femeninas y el comportamiento (de género) que sirven para capacitar a los hombres y las mujeres, es decir, cómo debe ser un hombre y cómo debe ser una mujer. Esto, según ellas, es la base ideológica de la subordinación de las mujeres. La sociedad es de alguna manera convencida de que estos rasgos de conductas determinadas culturalmente son “naturales”. Por lo tanto dijeron que el comportamiento “normal” depende de la habilidad de cada individuo de mostrar la identidad de género y el comportamiento que la sociedad relaciona con el sexo biológico de cada persona.

Inicialmente, las feministas radicales, por ejemplo el grupo de Boston o el grupo radical de Nueva York, confirmaron visiones de Kate Millet y de Firestone, y se centraron en que las formas en que el concepto de feminidad, las funciones y las responsabilidades reproductivas y sexuales (crianza de los hijos, etc.) sirven para limitar el desarrollo de las mujeres como personas completas. Por lo que abogaron por la androginia. Androginia significa ser tanto hombres como mujeres, que se tienen rasgos tanto de hombre como de mujer, por lo que los roles de sexo, no permanecen. Esto significa que las mujeres deben adoptar algunos rasgos masculinos (y los hombres algunos rasgos femeninos). Pero más tarde, a finales de los años 70, una sección de feministas radicales rechazaron el objetivo de la androginia, pues pensaban que eso significaba que las mujeres debían aprender algunas de las peores características de la masculinidad. En su lugar, proponen que la mujer debe afirmar su “feminidad”. Las mujeres deben tratar de ser más como mujeres, es decir, hacer hincapié en las virtudes de la mujer, tales como la independencia, la comunidad, la conexión, el compartir, la emoción, el cuerpo, la confianza, la ausencia de jerarquía, la naturaleza, la inmanencia, el proceso, la alegría, la paz y la vida. De aquí en adelante, toda su atención se hizo separatista; las mujeres sólo deberían relacionarse con mujeres, construir una cultura e instituciones de mujeres.

Con esto cambia incluso su comprensión acerca de la sexualidad y cree que las mujeres deben convertirse en lesbianas, y apoyan las relaciones lésbicas y monógamas como lo mejor para las mujeres. Políticamente se convirtieron en pacifistas. La violencia y la agresión son rasgos masculinos según ellas, que deben ser rechazados. Dicen que las mujeres son naturalmente amantes de la paz y del dador de la vida. Con la construcción de instituciones alternativas que creían que estaban creando, comenzaron a construir clubes de mujeres, realizaban películas de mujeres y otras formas de cultura de mujeres separadas. En su comprensión, la transformación revolucionaria de la sociedad se llevará a cabo de forma gradual. Esta corriente es llamada feminismo cultural porque se centra por completo en el aspecto cultural de la sociedad. Ellas no relacionan la cultura a la estructura político-económica de la sociedad. Sin embargo, esto se convirtió en la principal tendencia del feminismo radical y se entrelaza con el ecofeminismo y con el posmodernismo. Entre las feministas culturales destacan Marilyn French y Mary Daly.

La sexualidad: la heterosexualidad y el lesbianismo.

Dado que las relaciones hombre-mujer son la contradicción fundamental para las feministas radicales, dado que han invertido una gran cantidad de atención a las relaciones sexuales entre hombres y mujeres, la sexualidad se ha convertido en el escenario de la mayoría de discusiones y debates que se concentran en el feminismo radical. La postura de las iglesias cristianas en occidente, en relación con diversos temas como el sexo, la postura con el aborto ha sido extremadamente conservadora. Esto es más aún más en países como los de EEUU, Francia e Italia. La moral cristiana defiende que sólo pueden mantenerse relaciones sexuales después del matrimonio y que no se puede abortar. Las teóricas feministas radicales, al mismo tiempo que se enfrentaban a eso, expusieron como en una sociedad patriarcal dentro de las relaciones sexuales (incluso en el matrimonio) las mujeres suelen sentir un sentimiento de dominación.

Es en este contexto que las cuestiones de la represión sexual, la heterosexualidad obligatoria, la homosexualidad o la elección sexual, se convirtieron en temas de discusión y debate. Las feministas radicales defienden que en una sociedad patriarcal, en las relaciones  y las prácticas sexuales, la dominación masculina prevalece. Esto ha sido calificado como represión por la primera corriente e ideología de objetivación sexual por las feministas culturales. Según ellos, el sexo es visto como algo malo, peligroso y negativo. El único sexo permitido y considerado aceptable, es la práctica heterosexual civil. Hay presión en la sociedad patriarcal para ser heterosexual y, las minorías sexuales como las lesbianas, el travestismo, la transexualidad son consideradas intolerables. El placer sexual, una poderosa fuerza natural, es controlado por la sociedad patriarcal separando las prácticas sexuales sanas de prácticas ilegítimas.

Pero las dos corrientes tienen compresiones muy diferentes de la sexualidad, lo que afecta a las demandas que hacen y a las soluciones que ofrecen. Según feministas radicales, la represión sexual es una de las maneras más crudas y más irracionales de las fuerzas de la civilización para controlar el comportamiento humano. La permisividad es lo mejor para los hombres y las mujeres. Por el contrario, las feministas culturales consideran que las relaciones sexuales heterosexuales se caracterizan por una ideología de objetivación en el que los hombres son los jefes/sujetos y las mujeres son las esclavas/objetos. “La heterosexualidad tiene ciertas similitudes con el colonialismo, en particular en su mantenimiento a través de la fuerza cuando el paternalismo es rechazado, y en la representación de la dominación como algo natural y en la descualificación de las mujeres” (Sarah Hoagland Lucía).

Es una forma de violencia sexual masculina contra las mujeres. De ahí que las feministas deben oponerse a cualquier práctica sexual que normaliza la violencia sexual masculina. Según ellas, las mujeres deben recuperar el control sobre su sexualidad mediante el desarrollo de una preocupación sobre sus propias prioridades sexuales que difieren de las prioridades de los hombres. Las mujeres, dicen, desean la intimidad y el cuidado en lugar de la actuación. De ahí que defendieran que las mujeres deben rechazar mujeres heterosexuales y convertirse en lesbianas.

Por otra parte, las radicales creían que las mujeres debían buscar su placer acuerdo con Gayle Rubin, no hacer reglas. Para las feministas culturales, la heterosexualidad se trata de la dominación masculina y la subordinación femenina y, por ello es que existe la pornografía, la prostitución, el acoso sexual y los malos tratos a la mujer. De ahí que defendiera que las mujeres deben renunciar a las relaciones heterosexuales y entrar en relaciones lésbicas en las que existe la implicación emocional.

Las feministas culturales hicieron hincapié en la necesidad de desarrollar la “feminidad” esencial de la mujer. El lesbianismo fue impulsado en el movimiento femenino en Occidente a principios de los ochenta, pero comenzó a retroceder unos años después. La solución ofrecida por las feministas culturales es romper la subordinación de las mujeres rompiendo la relación sexual entre hombres y mujeres, con las mujeres formando una clase separada. La primera tendencia aboga por las relaciones sexuales libres, desvincularse de cualquier implicación emocional ya sea con hombres o con mujeres.

De hecho la solución que proponen es transformar las relaciones personales íntimas en un tipo de comodidad basada en la relación impersonal. De aquí a apoyar la pornografía a la prostitución hay un paso. Mientras que las feministas culturales se opusieron fuertemente a la pornografía, las radicales no estaban de acuerdo con que la pornografía tuviera un impacto negativo en la forma en la que los hombres ven a la mujer. En su lugar, defienden que la pornografía podría utilizarse para superar la represión sexual. Incluso en cuestiones de tecnología de la reproducción, las dos partes diferentes. Mientras que las radicales apoyaban la tecnología reproductiva, las culturales se oponían a ella. Las feministas culturales defendían que las mujeres no deben renunciar a la maternidad, ya que este es el único poder que tienen. Estuvieron activas en los debates éticos planteados sobre tecnología reproductiva, al igual que los derechos de la madre de alquiler o biológica.

Crítica.
Desde la perspectiva dada es obvio que las feministas radicales han pisoteado el marxismo, por decirlo de algún modo. Vamos a tratar los argumentos de Firestone en la sección de las feministas socialistas, pero algunos puntos deben ser mencionados. En su entendimiento de las condiciones materiales, han tomado el aspecto físico y biológico de la mujer como lo fundamental de su análisis, concluyendo que esta es la razón de la opresión a las mujeres. Marx escribió que la producción y reproducción de la vida son las dos condiciones básicas para la existencia humana.  La reproducción comprende tanto la reproducción de la persona en el día a día como la reproducción de la especie humana. La reproducción de las especies es algo que el ser humano comparte con el reino animal. Así que eso no puede ser la base de la opresión de las mujeres. Porque en todos los miles de años que las personas vivieron en las primeras etapas de su existencia, las mujeres no estaban subordinadas a los hombres. De hecho, su papel en la reproducción se celebra y se le da importancia, debido a la supervivencia de la especie y la dependencia del grupo a la reproducción. La importancia dada a la fertilidad y los rituales de fertilidad que sobreviven en la mayoría de las sociedades tribales, son el testimonio de este hecho.

El marxismo entiende que las condiciones materiales se adaptan, por lo que la posición de las mujeres cambia. Este cambio significativo en las condiciones materiales vino con la generación de un exceso de sobreproducción. Esta sobreproducción es la cuestión de la aparición de las clases; dicha sobreproducción pasa a pertenecer a un pequeño grupo de gente en la comunidad. Su rol (el de la mujer) en la reproducción explica la causa de que en un principio tuviera un estado más elevado y terminará esclavizada. El clan/familia a la que pertenecían sus hijos se hizo importante, encontrando restricciones y el surgimiento de la familia patriarcal en la que la mujer quedó subordinada al cuidado de los hijos.

Las feministas radicales han tratado muy a la ligera el desarrollo histórico y los hechos históricos, y han impuesto su propia comprensión de la contradicción entre hombre-mujer como la contradicción original y principal que ha determinado el curso de la historia real. A partir de este punto, el análisis feminista radical abandona por completo la historia, hace caso omiso de la estructura político-económica y se concentra sólo en los aspectos sociales y culturales de la sociedad capitalista avanzada, y proyecta la situación en ese país como la condición humana universal. Esta es otra gran debilidad en sus análisis y enfoques. Ya que han tomado la relación hombre-mujer (relación género/sexual) como la contradicción central en la sociedad, según su análisis, el hombres se convierten en los principales enemigos de las mujer. Ya que no tienen ninguna estrategia concreta para derribar esta sociedad, cambian todo su análisis a una crítica de los aspectos súper estructurales – la cultura, el lenguaje, los conceptos, la ética… Sin preocuparse del capitalismo y el papel del capitalismo en el mantenimiento de las relaciones de género y, por tanto, tampoco piensan en la necesidad de incluir el derrocamiento del capitalismo  para su estrategia para la liberación de la mujer.

Aunque sus críticas a la estructura patriarcal son extremadamente fuertes, las soluciones que dan son, de hecho, reformistas. Sus soluciones se basan en el cambio de roles, rasgos, actitudes, valores morales, y en la creación de una cultura alternativa. Prácticamente eso significa que la gente puede, en cierta medida, renunciar a ciertos valores, los hombres pueden renunciar a rasgos agresivos por ser reconocidos como rasgos patriarcales, las mujeres pueden tratar de ser más audaces y menos dependientes. Pero cuando toda la estructura de la sociedad es patriarcal, hasta dónde pueden llegar estos cambios sin un derrocamiento de todo el sistema capitalista, es una pregunta que no abordan en absoluto. Por lo que terminan convirtiéndose en pequeños grupos que tratan de cambiar su estilo de vida, sus relaciones interpersonales… Un enfoque en lo interpersonales en lugar de en todo el sistema. A pesar de que empezaron mediante un análisis de todo el sistema y con ganas de cambiarlo, la línea de su análisis las ha llevado a los canales reformistas. La liberación de la mujer no es posible de esta manera.

La culpa es de su propio análisis. Las feministas culturales han ido un paso más allá, haciendo hincapié en las diferencias esenciales entre los hombres y las mujeres y afirmando que los rasgos y valores característicos de mujer (no femeninos) son deseables. Este argumento da más importancia a la base biológica de las diferencias entre masculino y femenino que a la educación social. Este argumento es de hecho contraproducente, porque las fuerzas conservadoras de la sociedad siempre han  utilizado este tipo de argumentos (llamados determinismo biológico) para justificar la dominación de un sector de la población. Los esclavos eran esclavos porque tenían esas características, y se descartaba que pudieran cuidar de sí mismos. Las mujeres son mujeres y los hombres son hombres porque básicamente son diferentes, por lo que los papeles sociales de las mujeres y de los hombres también son diferentes. Este es el argumento que usan las fuerzas conservadoras, los reaccionarios, para oponerse a la liberación de la mujer.

Este argumento básico tiene peligrosas implicaciones y puede rebotar en la lucha de las mujeres. La masculinidad y la feminidad son construcciones realizadas en una sociedad patriarcal y tenemos que luchar para cambiar estas rígidas construcciones. Pero para ello hay que hacer caer toda la sociedad explotadora. En una sociedad donde la dominación patriarcal deja de existir, es imposible para nosotros decir cómo serán los hombres y las mujeres. Los rasgos que los seres humanos adoptarán entonces, estarán en consonancia con el tipo de sociedad que existe, ya que no puede haber una personalidad humana fuera del marco social. Buscar esta femineidad es como perseguir un espejismo y auto-engañarse.

Al hacer de la heterosexualidad el punto central de sus críticas al actual sistema que alienta al separatismo lésbico, conducen al movimiento de mujeres a un callejón sin salida. Aparte de que no han sido capaces de formar las pequeñas comunidades de lesbianas ni construir la cultura alternativa. Tampoco han sido capaces de dar un paso hacia delante para liberar a las masas de mujeres de la explotación y de la opresión que sufren. Es poco práctico u poco natural pensar que las mujeres pueden tener una existencia completamente separada de los hombres. Con eso han abandonado completamente el objetivo de construir una mejor sociedad humana. Esta estrategia no le sirve a la gran masa de mujeres.

Objetivamente, se convirtió en una distracción de la construcción de un amplio movimiento por la liberación de la mujer. La tendencia radical, mediante el apoyo a la pornografía y dando el argumento abstracto de la libre elección, ha dado un giro reaccionario que justifica el apoyo a la industria del turismo sexual promovida por los imperialistas y que están sometiendo a las mujeres de comunidades étnicas oprimidas y del Tercer Mundo a la explotación sexual y sufrimiento sin precedentes. Al criticar las hipócritas costumbres sexuales y represivas de la burguesía reaccionaria y de la iglesia, la tendencia radical ha promovido una alternativa única que aleja más a los seres humanos entre sí y degrada la más íntima de las relaciones humanas. Separar el sexo de la intimidad y del amor, las relaciones humanas se vuelven más mecánicas e inhumanas.

Además, sus argumentos están aislados absolutamente de las circunstancias reales de la vida de las mujeres y de sus amargas experiencias. Maria Mies hizo una crítica de toda esta tendencia que resume la debilidad del enfoque: “La creencia en la educación, la acción cultural, o incluso la revolución cultural como agentes de cambio es una creencia típica de la clase media urbana. Con respecto a la cuestión de la mujer, se basa en la suposición de que la opresión de la mujer no tiene nada que ver con las relaciones básicas occidentales, en particular Estados Unidos, que por lo general, no hablan del capitalismo. Para muchas feministas occidentales, la opresión de la mujer tiene sus raíces en la cultura de la civilización patriarcal. Para ellas, por lo tanto, el feminismo es en gran parte un movimiento cultural, una nueva ideología, una nueva conciencia…” (1986).

Este feminismo cultural, dominado feminismo occidental, influyó en el pensamiento feminista en los países del tercer mundo también. Se une así a la tendencia posmoderna y desvía toda la orientación del movimiento de mujeres de ser una lucha para cambiar las condiciones materiales de la vida de las mujeres a un análisis de “representaciones” y símbolos. Se oponen a la idea de que la mujer se convierta en una fuerza militante, porque enfatizan en que la naturaleza de la mujer no es violenta. Ellas entonces están ignorando el papel que han tenido las mujeres en las guerras contra la tiranía a lo largo de la historia. Las mujeres deben seguir desempeñando un papel activo en las guerras justas destinadas a acabar con la opresión y la explotación. Por lo tanto, ser participantes en la lucha por el cambio.

Resumiendo, podemos ver que la tendencia feminista radical ha llevado al movimiento de mujeres a un callejón sin salida por propugnar el separatismo de las mujeres.

Los principales puntos débiles de la teoría y el enfoque son:

1    . Toman una posición filosóficamente idealista, dando gran importancia a los rasgos de personalidad y los valores culturales más que a las condiciones materiales. Hacen caso omiso de la situación materiales en el mundo y se centran únicamente en los aspectos culturales.

2   . Realizan la contradicción entre el hombre y la mujer como la contradicción principal que justifica el separatismo.

3    .  Hacen un hecho natural de la reproducción como la razón de la subordinación de las mujeres, y rechazan las razones socioeconómicas de la condición social de la opresión, reforzando de esta manera la perspectiva conservadora, el argumento de que los hombres y las mujeres son diferentes por naturaleza.

4    .  Hacen la naturaleza del hombre y la mujer inmutable.

5    .  Hacen caso omiso de las diferencias de clase entre las mujeres, y de las necesidades y de los problemas de las mujeres pobres.

6  . Al propagar la naturaleza de la mujer como no violenta, desaniman a las mujeres a convertirse en combatientes en la lucha por su emancipación y por la emancipación de la sociedad.

7    .  A pesar de que las feministas radicales afirman que tienen soluciones, son completamente reformistas y no pueden sacar la liberación de las mujeres hacia adelante.

Anarco-feminismo.

El movimiento feminista ha sido influenciado por el anarquismo, por lo que los anarquistas han considerado a las feministas radicales cercanas a sus ideas. De ahí que el cuerpo de trabajo llamado anarquismo feminista, pueda ser considerado como una parte muy importante del movimiento feminista radical.

Las anarquistas consideran todas las formas de Estado como la propiedad privada autoritaria y tiránica. Se prevé la creación de una sociedad que no tendría ningún gobierno, ninguna jerarquía y sin propiedad privada. Mientras que las ideas anarquistas de Bakunin, Kropotkin y otros anarquistas clásicos han sido una influencia, la famosa anarquista estadounidense Emma Goldman ha sido particularmente influyente en el movimiento feminista. Emma Goldman, lituana de nacimiento, emigró a los Estados Unidos en 1885 y trabajó en varias fábricas de ropa, entró entonces en contacto con las ideas anarquistas y socialistas. Se convirtió en una agitadora activa, oradora y defensora de las ideas anarquistas. En el movimiento feminismo contemporáneo, las anarquistas circulan alrededor de los escritos de Goldman y sus ideas han sido influyentes.

Las anarco-feministas están de acuerdo en que no hay una versión del anarquismo, pero dentro de la tradición anarquista comparten un entendimiento común. Primero: Una crítica de las sociedades existentes, centrándose en las relaciones de poder y dominación. Segundo: Una visión suplente, igualitarista, una sociedad no autoritaria, así como las afirmaciones acerca en la forma en que podría organizarse. Y tercero: una estrategia para pasar de una a la otra.

Se prevé una sociedad en la que se garantiza la libertad humana, pero creen que la libertad humana y la comunidad van de la mano. Sin embargo, las comunidades deben estar estructuradas de tal manera que hagan posible la libertad. No debe haber jerarquías ni autoridad. Su visión difiere de la del marxismo y el liberalismo, pero se acerca a la razón por la que luchan las feministas radicales, su praxis. Pues dado que los anarquistas creen que los medios deben ser consecuentes con los fines, el proceso revolucionario y sus estructuras deben reflejar la nueva sociedad y relaciones a crear.

De ahí que el proceso y la forma de organización sean muy importantes. Según los anarquistas la dominación y la subordinación dependen de las estructuras sociales jerárquicas que son impuestas por el estado y la coacción económica (a través del control de la propiedad, etc). Su crítica de la sociedad no se basa en las clases y en la explotación, o en la naturaleza de clase del Estado, etc. Pero se centra en la jerarquía y la dominación. El Estado defiende y apoya estas estructuras jerárquicas y las decisiones a nivel central se imponen a los subordinados en la jerarquía. Así que para ellas, las estructuras sociales jerárquicas son las raíces de la dominación y subordinación de la sociedad.

Así esto conduce a la dominación ideológica, porque la visión que promueve y se propaga es la visión oficial, la visión de los que dominan la estructura y sus procesos. Las anarquistas son críticas con el marxismo porque según ellas los revolucionarios crean organizaciones jerárquicas (el partido) a través de las cuales traen el cambio. De acuerdo con ellas una vez que se crea una jerarquía, es imposible que la gente en posición superior renuncie a su poder. Por eso creen que el proceso de cambio es igualmente importante. “En una organización jerárquica no podemos aprender a actuar en formas no autoritarias”. Los anarquistas le dan importancia a la “propaganda por el hecho”, consistente en dar ejemplo positivo a través de acciones ejemplares que puedan motivar a otros a unirse. Las anarco-feministas dan ejemplos de grupos que ha creado diversas actividades basadas en la comunidad, como el funcionamiento de una estación de radio o una cooperativa de alimentos en los Estados Unidos, en la que se han desarrollado formas no autoritarios de funcionamiento en la organización. Han dado énfasis central en pequeños grupos sin jerarquía y sin dominación.

Sin embargo, el funcionamiento de estos grupos en la práctica, el liderazgo tiránico oculto que se crea, ha dado lugar a muchas críticas a ellas. Los problemas encontrados incluyen el liderazgo oculto, que tiene encabezados impuestos por los medios de comunicación,  la sobrerrepresentación de mujeres de clase media con una gran cantidad de tiempo en sus manos, de la falta de grupos de tareas en los que las mujeres puedan unirse, la hostilidad hacia las mujeres que mostraron iniciativa o liderazgo. Cuando los comunistas plantean la cuestión de que el Estado centralizado controlado por el imperialismo necesita ser derrocado, admiten que sus esfuerzos son naturalmente pequeños y que hay una necesidad de coordinarse y vincularse con los demás. Pero ellas no están dispuestas a considerar la necesidad de una organización revolucionaria centralizada para derrocar al Estado.

Básicamente, su teoría dice que el Estado capitalista no ha de ser derrocado, pero sí superado. “Nuestra forma de proceder en contra de la estructura del estado patológico, tal vez, la mejor palabra es superarlo en lugar de hacerlo caer” – de un manifiesto anarco-feminista”. 1971.

Es evidente que su análisis se diferencia fuertemente de la perspectiva revolucionaria. Ellas no creen en la destrucción del Estado burgués/imperialista como la cuestión central, y prefieren gastar su energía en la formación de pequeños grupos que participan en actividades de cooperación.

En la era del capitalismo monopolista, es una ilusión pensar que tales actividades pueden expandirse, crecer gradualmente y afectar a toda la sociedad. Sólo serán tolerados en una sociedad con exceso de excedentes como los Estados Unidos, como una rareza, una planta exótica. Tales grupos tienden a ser cooptados por el sistema de este modo.

Las feministas radicales han encontrado estas ideas adecuadas para su visión y han sido influenciadas por las ideas anarquistas sobre la organización, del mismo modo que se ha producido una convergencia de visiones anarquistas sobre la organización y la visión de las feministas radicales sobre lo mismo. Otro aspecto de las ideas anarco-feministas es su preocupación por la ecología, y encontramos que el eco-feminismo también a crecido a partir de la visión anarco-feminista. Las anarquistas en occidente están activas en la cuestión del medio ambiente.

Eco-feminismo.

El eco-feminismo también tiene estrechos vínculos con el feminismo cultural, aunque las eco-feministas se distinguen de ellas. Feministas culturales como Mary Daly han adoptado un enfoque en su escritura que se acerca a una compresión eco-feminista. Ynestra Rey, Vandana Shiva y Maria Mies se encuentran entre las más conocidas eco-feministas.

Las feministas culturales han celebrado la identificación de las mujeres con la naturaleza en el arte, la poesía, la música y las comunas. Identifican a las mujeres y la naturaleza contra la cultura (masculina). Así, por ejemplo, son activas antimilitaristas. Culpan a los hombres de la guerra y señalan que la preocupación masculina consiste en desafiar a la muerte. Las eco-feministas reconocen que las feministas socialistas han hecho hincapié en los aspectos económicos y de clase de la opresión de las mujeres, y las han criticado por ignorar la cuestión de la naturaleza. El feminismo y la ecología son la revuelta de la naturaleza contra la dominación humana. Exigen que nos replanteemos la dinámica entre la humanidad y la naturaleza, incluyendo nuestros propio ‘yo’ natural.

En el eco-feminismo la naturaleza es la categoría central del análisis – la interrelación con la naturaleza – psíquico y de sexualidad, de la opresión humana y no humana así como la posición social histórica de las mujeres. Esta es la visión de partida para el eco-feminismo de acuerdo con Ynestra Rey. Y en la práctica se ha visto, según ella, que las mujeres han estado de vanguardia en la lucha para proteger la naturaleza – el ejemplo de Chipko Andolan, en el que las mujeres del pueblo se aferraban a los árboles para evitar que los contratistas los cortaran.

Hay muchas corrientes dentro del eco-feminismo. Hay eco-feministas espirituales, que consideran su espiritualismo como lo principal, mientras que las mundanas creen en la intervención activa para detener las prácticas destructivas. Dicen que la dicotomía naturaleza-cultura debe ser disuelta y disolverla mediante nuestra unidad con la naturaleza. A menos que todos vivamos más sencillamente, algunas de nosotras no será capaz de vivir en absoluto. Según ellas, en este movimiento para salvar a la tierra hay espacio para los hombres. Hay una corriente entre las eco-feministas que está en contra del énfasis en la relación naturaleza-mujeres. Las mujeres deben, según ellas, minimizar su conexión especial reforzada con la naturaleza, construida socialmente e ideológicamente. La actual división del mundo es en masculino y femenino (la cultura y la naturaleza), los hombres construyen la cultura y las mujeres crean la naturaleza (crianza de los niños y procrear), y tal división ha de ser eliminada. Los hombres deben llevar la cultura a la naturaleza y las mujeres deben tomar la naturaleza en la cultura. Esta visión ha sido llamado ecofeminismo socialconstructivista. Pensadoras como Warren creen que es erróneo vincular a las mujeres a la naturaleza, ya que tanto los hombres como las mujeres son igualmente naturales e igualmente culturales. Mies y Shiva combinaron perspectivas del feminismo socialista (el rol del patriarcado capitalista), con puntos de vista de las feministas globalistas que creen que las mujeres tienen más que ver con la naturaleza en su trabajo alrededor del mundo, y desde el posmodernismo que critica la tendencia del capitalismo a homogeneizar la cultura por todo el mundo.

Creen que las mujeres de todo el mundo tenían una similitud suficiente para luchar contra el patriarcado, el capitalismo y la destrucción que generan. Tomando ejemplo de las luchas de mujeres contra la destrucción ecológica por intereses industriales o militares para preservar la base de la vida, llegan a la conclusión de que las mujeres estarán en la vanguardia de la lucha por preservar la ecología. Abogan por una perspectiva de subsistencia en la que la gente no debe producir más que la cantidad necesaria para satisfacer las necesidades humanas, y la gente debe utilizar la naturaleza sólo tanto como sea necesario, no para hacer dinero, sino para satisfacer las necesidades de la comunidad. Los hombres y las mujeres deben cultivar las virtudes femeninas tradicionales (los cuidados, la compasión) y participar en la producción de subsistencia, ya que sólo una sociedad de este tipo puede “permitirse el lujo de vivir en paz con la naturaleza y mantener la paz entre las naciones, las generaciones, los hombres y las mujeres”. Apoyan que las mujeres no son violentas por naturaleza. Se consideran como eco-feministas transformadoras.

Sin embargo, la base teórica del argumento de Vandana Shiva a favor de la agricultura de subsistencia, es en realidad reaccionaria. Hace una crítica mordaz de la revolución verde y su impacto, argumentando que es una forma de “violenta patriarcal occidental” contra las mujeres y la naturaleza. Opone la occidentalización patriarcal y la ciencia /razón a la sabiduría no occidental. Los imperialistas utilizan los avances de la ciencia agroindustrial para obligar a los campesinos a aumentar su producción (para evitar una revolución roja) y llegar a atarlos al mercado para insumos agrícolas como semillas, fertilizantes, pesticidas.

Pero Shiva rechaza la adro-ciencia en su conjunto y defiende acríticamente las prácticas tradicionales. Afirma que la cultura india tradicional con su unidad dialéctica de Purusha y Prakriti es superior al dualismo filosófico del hombre y la naturaleza, el hombre y la cultura, etc etc.

Por lo tanto, se afirma que en esta civilización donde la producción era de subsistencia para satisfacer las necesidades básicas vitales de la gente. Las mujeres tenían una estrecha relación con la naturaleza. En realidad, lo que Shiva está glorificando, es la pequeña economía pre-capitalista con sus estructuras feudales y desigualdades extremas. En esta economía, las mujeres trabajan durante largas horas de trabajo agotador, sin reconocimiento de su trabajo. No tiene en cuenta la condición de las mujeres de castas inferiores que trabajan en los campos y en las casas de los señores feudales de la época, abusadas, explotadas sexualmente y no recibiendo el salario de la mayor parte del tiempo.

Además, la vida de subsistencia no se basa en lo suficiente para todos, de hecho, a las mujeres se las privó incluso de los artículos de primera necesidad en este periodo pre-capitalista glorificado, no tenían ningún derecho sobre los medios de producción y tampoco eran independientes. Esta falta de independencia es interpretada por ella y Mies como la negación de las mujeres del Tercer mundo de la autodeterminación y la autonomía pues valoran la conexión con la comunidad. Según Shiva, lo que las mujeres valoran como estructuras de apoyo cuando no tienen ninguna alternativa delante de ellas, es el rechazo consciente a la autodeterminación. En efecto, están defendiendo la economía de subsistencia pre-capitalista en nombre del eco-feminismo y en nombre de oponerse a la ciencia y a la tecnología occidental. Una falsa dicotomía se crea entre la ciencia y la tradición.

Esto es una forma de culturalismo o postmodernismo que involucra el defender las estructuras patriarcales tradicionales de sociedades tercermundistas, oponiéndose al desarrollo de las masas en nombre de atacar el desarrollo del capitalismo. Nos oponemos al golpe destructivo e indiscriminado dado por los imperialistas hambrientos con sus negocios agrarios y de tecnología agraria (incluyendo cultivos modificados genéticamente etc), no estamos en contra de la aplicación de la ciencia y de la agro-tecnología para mejorar la producción agrícola. En las actuales relaciones de clase, incluso la ciencia es criada por los imperialistas, pero bajo el sistema socialista esto no es así.

De ahí que estos aspectos pueden convertirse, y se han convertido, en puntos de reunión para la movilización en las luchas. Según el eco-feminismo, las mujeres, al contrario que los hombres, tienen una tendencia natural a preservar la naturaleza. La lucha contra el capitalismo monopolista, que destruye la naturaleza, es una lucha política en la que el pueblo en su conjunto debe participar, hombres y mujeres. Y aunque el eco-feminismo cite la lucha chipko (movimiento ecológico y pacifista formado campesinos y pequeños artesanos de la India y especialmente por mujeres), hay tantas otras luchas en nuestro país en la que tanto los hombres y las mujeres han agitado lo que puede considerarse como cuestiones ecológicas y sus derechos.

La agitación armada, agitación de los aldeanos en Orissa contra los principales proyectos mineros y, en contra del proyecto de los misiles nucleares o la lucha de las tribus en Bastar y Jharkhand contra la destrucción de los bosques y de los principales proyectos de acero, son ejemplos de esto.

Feminismo socialista.

Las mujeres socialistas o marxistas que estaban activas en la nueva izquierda y el movimiento estudiantil contra la guerra de Vietnam en la década de 1960, se unieron al movimiento de liberación de las mujeres, ya que surgió de manera espontánea. Influenciadas por los argumentos feministas planteados dentro del movimiento, formularon preguntas sobre su propio papel dentro del amplio movimiento democrático, y el análisis de la cuestión de la mujer empezó a ser tratada por la Nueva Izquierda (especialmente una corriente revisionista trotskista crítica con la Unión Soviética y con China), de las que eran parte. A pesar de que eran críticas de los socialistas y comunistas, ignoraron la cuestión de la mujer, a diferencia de la tendencia feminista radical, que no quebraron con el movimiento socialista sino que concentraron sus esfuerzos en combinar el marxismo con las ideas feministas radicales. Hay un amplio espectro entre ambas cosas.

En un extremo del espectro se encuentra una sección llamada feminismo marxista, que se diferencia del feminismo socialista en que adhieren más estrechamente a Marx, Engels y los escritos de Lenin, y han centrado su análisis en la explotación de las mujeres dentro de la economía política capitalista. En el otro extremo están las que se han centrado en cómo se crea la identidad de género a través de la crianza de los niños. Se han centrado en los procesos psicológicos y están influenciadas por Freud. También se llaman feministas psicoanalíticas. El término feminista es utilizado por todas ellas.

Algunas feministas que están involucradas en un estudio serio y, la actividad política que hacen desde la perspectiva marxista se llaman feministas marxistas para designar tanto su diferencia respecto a las feministas socialistas como en su pregunta a la cuestión de la mujer. Las feministas marxistas, como Mariarosa Dalla Costa y otros grupos feministas de Italia, hicieron un análisis teórico de las tareas domésticas en el capitalismo. Dalla Costa argumentó en detalle que a través de las mujeres, el trabajo doméstico reproduce trabajadores, como mercancía.

Según ellas es un error considerar que los valores de uso sólo se crean a través del trabajo doméstico. El trabajo doméstico también produce valores de cambio – la fuerza de trabajo. Cuando surgió la demanda de salario para el trabajo doméstico, Dalla Costa surgió tal reivindicación porque según ella era un movimiento táctico para que la sociedad reconociera el valor del trabajo doméstico. Aunque la mayoría no estaba de acuerdo con su conclusión de que el trabajo doméstico crea plusvalía, apoyaron la demanda de salarios para el trabajo doméstico, sin embargo, su análisis creó una gran cantidad de discusiones en los círculos feministas y marxistas de todo el mundo, y dio lugar a una mayor conciencia de cómo las tareas del hogar le sirven al capital. La mayoría de las feministas socialistas fueron críticas con la demanda, la debatieron largo y tendido. Inicialmente, la cuestión de las tareas domésticas (principios de los 70) era una parte importante de la discusión, allá por la década de 1980 se hizo evidente que una gran proporción de mujeres estaban trabajando fuera de la casa o en algún momento de sus vidas trabajaban fuera de casa.

A principios de 1980, el 45% de la fuerza de trabajo total de los Estados Unidos eran mujeres. Entonces tras este estudio se hizo la situación de las mujeres como fuerza de trabajo en sus países. Las feministas socialistas analizaron cómo las mujeres de los Estados Unidos han sido objeto de discriminación en los empleos y en los trabajos. La segregación de género en puestos de trabajo (concentración de mujeres en determinados puestos de trabajo que tienen bajos salarios) también ha sido documentada por ellas. Estos estudios han sido útiles para exponer la naturaleza patriarcal del capitalismo. Sin embargo, para el propósito de este artículo, sólo la posición teórica sobre la opresión de las mujeres en el capitalismo es considerada por nosotros. Vamos a presentar la posición presentada por Heidi Hartmann en un artículo difundido y muy debatido: “El matrimonio infeliz del marxismo y feminismo: hacia una unión más progresiva”, para entender la base del feminismo socialista.

Según Heidi Hartmann, el marxismo y el feminismo son dos conjuntos de sistemas de análisis que se han casado pero el matrimonio es infeliz, porque el marxismo es el dominador del matrimonio por su poder analítico de analizar el capital. Pero de acuerdo con ella, mientras que el marxismo ofrece un análisis del desarrollo histórico y del capital, no ha analizado las relaciones de los hombres y las mujeres. Dice que las relaciones entre hombres y mujeres están determinadas por un sistema que es patriarcal, que las feministas han analizado.

Tanto el análisis materialista histórico del marxismo y el análisis del patriarcado como una estructura histórica y social son necesarios para comprender el desarrollo de la sociedad capitalista occidental y la posición de las mujeres dentro de ella, para entender cómo se han desarrollado las relaciones entre los hombres y las mujeres y cómo el patriarcado ha marcado el curso del capitalismo. Ella es crítica con el marxismo en la cuestión de la mujer. Dice que el marxismo se ha ocupado de la cuestión de la mujer sólo en relación con el sistema económico. Dice que las mujeres son vistas como trabajadoras, y también dice que Engels decía que la división sexual del trabajo sería destruida si las mujeres entraran en la producción, y que se estudian todos los aspectos de la vida de las mujeres sólo en relación con la forma en la que se perpetúa el sistema capitalista. Incluso el estudio sobre el trabajo doméstico se fue ocupó de la relación de las mujeres y el capital, pero no así con los hombres. Aunque los marxistas son conscientes de los sufrimientos de las mujeres, se han centrado en la propiedad privada y en el capital como la fuente de la opresión de las mujeres. Pero según ella, los primeros marxistas no tuvieron en cuenta la diferencia de la experiencia de los hombres y de las mujeres del capitalismo y del patriarcado. Dice que el capital y la propiedad privada no oprimen a las mujeres como mujeres; de ahí que su abolición no acabará con la opresión de las mujeres. Engels y otros marxistas no analizan el trabajo de las mujeres en la familia adecuadamente. ¿Quién se beneficia de su trabajo en casa? – No sólo el capitalista, sino que los hombres también. Un enfoque materialista no debería haber ignorado este punto crucial. De ello, se deduce que los hombres tienen un interés material en la perpetuación de la subordinación de las mujeres.

Su análisis sostenía que aunque el marxismo nos ayuda a comprender la estructura del modo de producción capitalista, concibe como ejército de reserva su estructura ocupacional e ideología dominante. Conceptos como trabajador asalariado o clase hacen ojos ciegos al género, porque no tienen en cuenta quién llena estos conceptos vacíos, es decir, quién va a ser el trabajador asalariado, quien será parte del ejército de reserva, etc etc. Para el capitalismo es cualquiera, independientemente del género, raza, y nacionalidad, quien pueda llenar esos conceptos de contenido. Aquí es, según ella, donde falta la pregunta a cómo sufre la cuestión de la mujer.

Algunas feministas han analizado el trabajo de las mujeres utilizando la metodología marxista, pero adaptándola. Juliet Mitchell, por ejemplo, analiza el trabajo de la mujer en el mercado, su trabajo en la reproducción, y el resto en la ideología. Para Mitchell, el patriarcado opera en el ámbito de la reproducción, la sexualidad, la crianza de los niños. Hizo un estudio psicoanalítico de cómo se forman las personalidades basadas en el género en hombres y mujeres. Según Mitchell, “estamos tratando con dos autonomías: el modo económico del capitalista y el modo ideológico del patriarcado”. Hartmann no está de acuerdo con Mitchell porque identifica al patriarcado sólo como ente ideológico y no le da una base material.

Según ella, a base material del patriarcado es el control de los hombres sobre la fuerza de trabajo de las mujeres. Controlan que les nieguen el acceso a las mujeres a los recursos productivos de la sociedad (que se les deniega un trabajo y un salario digno) y restringen su sexualidad. Este control no sólo en la familia sino también fuera del hogar, en un lugar de trabajo. Aquí es importante tener en cuenta que Hartmann no hace distinción entre los hombres de clases dominantes y otros hombres. Hartmann llegó a la conclusión de que no hay patriarcado puro ni capitalismo puro. La producción y la reproducción se combinan en toda una sociedad  en una forma organizada, y por lo tanto, tenemos lo que ella llama el capitalismo patriarcal.

Según ella, hay una fuerte asociación entre el patriarcado y el capitalismo. Dice que el marxismo subestimó la fuerza y la flexibilidad del patriarcado y sobreestimó la fuerza del capital. El patriarcado se ha adaptado al capital y es flexible cuando se encuentra con los modos anteriores de producción, y los ha adaptado a sus necesidades para la acumulación de capital. El papel de la mujer en el mercado laboral y en su trabajo en casa está determinado por la división sexual del trabajo, y el capitalismo los ha utilizado para tratar a las mujeres como trabajadoras secundarias y para dividir a la clase obrera. Algunas feministas socialistas no están de acuerdo con la posición de Hartmann de que hay dos sistemas autónomos que operan, uno, el capitalismo en el ámbito de la producción, y dos, el patriarcado en el ámbito de la reproducción y de la ideología, y llaman a esto la teoría de los sistemas duales. Iris Young, por ejemplo, cree que el sistema dual de Hartmann sustenta que el patriarcado, como fenómeno universal, es existente antes del capitalismo, y que en todas las sociedades es ahistórico y propenso al sesgo cultural y racial. Iris Young y algunas otras feministas socialistas, argumentan que solo hay un sistema, que es el patriarcado capitalista.

De acuerdo con Young el concepto que nos ayuda a analizar esto con claridad no es la clase, porque no tiene en cuenta el género y la división del trabajo. Argumenta que el hecho de que el género esté basado en la división del trabajo es lo central, lo fundamental en la estructura de las relaciones de producción.

Entre las feministas sociales se encuentra Maria Mies (que también es eco-feminista) también se centra en la división del trabajo – “La división jerárquica del trabajo entre hombres y mujeres y su dinámica para el hombre, parte integralmente de las relaciones de producción dominantes, es decir, las relaciones de clase de una época y de la sociedad, y de las divisiones nacionales e internacionales más amplios de la mano de obra en particular.”

Según ella, una explicación materialista nos obliga a analizar la naturaleza de la interacción de las mujeres y de los hombres con la naturaleza, y a través de ella, se acumule su naturaleza humana o social. En este contexto, critica a Engels por no tener en cuenta ese aspecto. Lo femenino y lo masculino e definen en cada época histórica diferente. Así, en lo que ella llama principios de sociedades, las mujeres matriarcales fueron significativas porque eran productivas – que eran productoras activas de la vida. En las condiciones capitalistas esto ha cambiado y son amas de casa, vacías de todas las cualidades creativas y productivas. Las mujeres como productoras de niños y de leche, y como recolectoras y agricultoras, tenían una relación con la naturaleza diferente a la de los hombres. Los hombres se relacionan con la naturaleza a través de las herramientas.  Según ella entonces, la supremacía de los hombres no viene de la contribución económica superior, sino del hecho de que ellos inventaron las herramientas destructivas a través del cual controlan a las mujeres. Además, añade que en  la economía del pastoreo se establecieron las relaciones patriarcales. Los hombres aprendieron el papel de macho en la impregnación. EL monopolio de las armas y, este conocimiento, el papel masculino en la producción condujeron a cambios en la división del trabajo. Las mujeres ya no eran importantes como recolectoras de alimentos o como productoras, su papel fue la crianza de los niños. De este modo, llega a la conclusión de que “podemos atribuir la división simétrica del trabajo entre hombres y mujeres a un modo depredador de producción, o más bien, de apropiación, que se basa en el monopolio masculino sobre medios de coerción, es decir, en los brazos y en la violencia directa por medio de la cual las relaciones permanentes de la explotación y la dominación entre los sexos se crean y se mantienen”.

La familia, el Estado y la religión han tenido un papel importante para sostener esto. Aunque Mies dice que debemos rechazar el determinismo biológico, ella misma se desvía hacia él. Varias de sus propuestas para el cambio social, como las de las feministas radicales, se dirigen hacia la transformación de las relaciones hombre-mujer y la responsabilidad de la crianza de los niños. La preocupación central de las feministas socialistas, según ellas, es la libertad reproductiva. Esto significa que las mujeres deben tener el control sobre cuándo tener hijos y sobre tenerlos o no.

La libertad reproductiva, incluye el derecho a las medidas de control de natalidad, el derecho al aborto seguro, los centros de día, un salario decente que permita cuidar a los niños, atención médica y vivienda. También incluye la libertad de elección sexual: el derecho a tener hijos fuera de la norma sociocultural, que dicta que los niños tienen que ser criados en una familia formada por un hombre y una mujer. Lo que quiere decir que las mujeres que están fuera de tal posición también deben tener permitido tener niños y criarlos. La crianza de los hijos debe dejar de ser, a largo plazo, tareas exclusivas de las mujeres y de los padres en general. Las mujeres no deben sufrir por no tener hijos o por la maternidad obligatoria. Pero todo lo anteriormente citado, cambiar la estructura salarial, el papel de la mujer, la heterosexualidad obligatoria, el cuidado de los niños cambiar para convertirse en una empresa colectiva…  Reconocen que no es posible cambiarlo dentro del sistema capitalista. El modo de producción capitalista debe ser transformado, pero no solo, sino que tiene que transformarse junto al modo de procreación.

Más tarde, entre las escritoras, llega Gerda Lerner con una importante contribución. En su libro, “La creación del patriarcado”, explica detalladamente los orígenes del patriarcado. Sostiene que se trata de un proceso histórico que no debido a un solo momento de la historia, sino a un proceso que precedió a más de 2500 años alrededor del 3100 a.C. hasta, más o menos, el 600 a.C. Afirma que Engels, en su trabajo pionero, hizo importantes contribuciones a nuestra comprensión de la posición de la mujer en la sociedad y en la historia. Lerner define las principales cuestiones teóricas para los próximos cien años. Hizo proposiciones con respecto a la historicidad de la subordinación de las mujeres, pero no fue capaz de fundamentar sus proposiciones. A partir de su estudio de las sociedades antiguas, llega a la conclusión de que la apropiación de la capacidad sexual y reproductiva de la mujer por el hombre, se encuentra en la base de la propiedad privada; que precedió a la propiedad privada.

Los primeros estados que se organizaron de forma patriarcal eran el de Mesopotamia y Egipto. Las antiguas leyes institucionalizadas fueron ejecutadas mediante el poder del Estado: la subordinación sexual de las mujeres (los hombres al control de la familia) y la esclavitud. Se hizo mediante la fuerza, a través de los privilegios de clase de las mujeres de las clases altas y de la dependencia económica de las mujeres. A través de su estudio sobre Mesopotamia y otros antiguos Estados, traza cómo se desarrollan estas ideas, símbolos y metáforas, a través de las cuales las relaciones patriarcales de sexo/género se incorporaron a la civilización occidental. Los hombres aprendieron a dominar a otras sociedades mediante el dominio de sus mujeres. Pero las mujeres siguieron desempeñando un importante papel como sacerdotisas, enfermeras, etc., como se ve en el culto a la diosa. Y fue sólo después de que la devaluación de la mujer en la religión también se llevará a cabo.

Las feministas socialistas utilizan términos como “marxismo mecanicista”, “marxismo tradicional” o “marxismo economicista”, en referencia a aquellos que defienden la teoría marxista concentrándose únicamente en el estudio y análisis de la economía y política capitalista, y se diferencian ellas mismas de éstos. Critican al marxismo por no considerar la lucha contra la opresión de la mujer como el aspecto central de la lucha contra el capitalismo. Según ellas, organizar a las mujeres (proyectos de organización feministas) debe de ser considerado como trabajo político socialista y toda actividad política socialista debe tener una sección feminista.

La estrategia del feminismo socialista para la liberación de la mujer.

Después de trazar la historia de la relación entre el movimiento de izquierda y el movimiento feminista en los Estados Unidos, una historia donde han caminado por separado. Hartmann está convencida de que la lucha contra el capitalismo no puede tener éxito a no ser que las feministas participen en ella. Se propone una estrategia en la que se dice que la lucha por el socialismo debe aliarse con grupos de diferentes intereses (por ejemplo, los intereses de las mujeres, dicen, son intereses distintos a las clases) y, en segundo lugar, dicen que las mujeres no deben confiar en que los hombres las liberen después de la revolución. Las mujeres deben tener su propia formación, separada y con su propia base de poder. Young es otra que da motivos para la formación autónoma de mujeres, pero piensa que hay cuestiones relativas a la mujer que tampoco implican un ataque contra el capitalismo.

Según la estrategia que proponen, no hay necesidad de un partido de vanguardia para hacer exitosa la revolución y, también expresa que los grupos de mujeres deben ser independientes a la organización socialista. Jagger expone esto claramente cuando escribe que “el objetivo del feminismo socialista es derribar todo el orden social que algunos llaman el patriarcado capitalista, en el que las mujeres sufren la alienación en todos los aspectos de sus vidas. La estrategia feminista socialista no es solo apoyar varias organizaciones mixtas y socialistas, sino también formar grupos independientes de mujeres y, en última instancia, un movimiento independiente de mujeres comprometido con la misma dedicación a la destrucción del capitalismo y a la destrucción de la dominación masculina. El movimiento de mujeres se unirá en coaliciones con otros movimientos revolucionarios, pero no renunciará a su independencia organizativa”.

Se han abordado agitaciones y propaganda de temática anticapitalista y contra la dominación masculina. Ya que identifican el modo de reproducción como la base de la opresión de las mujeres, incluyen el concepto marxista de la base de la sociedad. Así que ellas creen que muchas de las cuestiones que se recogen, como la lucha contra la violación, el acoso sexual y el aborto libre, son un desafío a la dominación masculina y a la vez anticapitalista. También apoyan los esfuerzos por crear instituciones alternativas, como centros de salud, alentar la vida en comunidad o alguna otra forma de solución a medio camino. En esto son cercanas a las feministas radicales. Pero a diferencia de las radicales, cuyo objetivo es que estas instalaciones  permitan a las mujeres alejarse de la cultura patriarcal, para crear su propio paraíso, las feministas socialistas no creen posible un retiro de este tipo dentro del marco del capitalismo. En resumen, las feministas socialistas tienen como objetivo organizar y ayudar a las mujeres, mientras que las feministas radicales tienen como objetivo separarse completamente de los hombres. Las feministas socialistas, al igual que las feministas radicales, dicen que los esfuerzos para cambiar la estructura de la familia, a la cual ellas llaman la piedra angular de la opresión de la mujer, deben comenzarse desde ya. Por lo que han sido alentadoras de la vida en comunidad, o algún tipo de arreglo a mitad de camino, donde la gente trata de superar la división de género en el reparto del trabajo, el cuidado de los niños, donde lesbianas y heterosexuales puedan vivir juntos.

A pesar de que son conscientes de que esto es sólo parcial y de que el éxito no puede lograrse dentro de la sociedad capitalista, dicen que es importante hacer el esfuerzo. Las feministas radicales afirman que dichos acuerdos “se viven en la revolución”. Lo que significa que, según ellas, este acto es la revolución misma. Las feministas socialistas son conscientes de que la transformación vendrá lentamente, que habrá períodos de agitación, pero que estos son preparaciones.

Así que esta es su prioridad. Ambas feministas, socialistas y radicales, han sido objeto de fuertes ataques por parte de las mujeres negras por ignorar esencialmente la situación de las mujeres negras, concentrando todo su análisis sobre la situación de las mujeres blancas de clase media, y teorizando sobre ellas. Por ejemplo, Joseph, señala la condición de las esclavas negras que nunca fueron consideradas “femeninas”. En los campos y plantaciones, en el trabajo y en el castigo, fueron tratadas iguales a los hombres. La familia negra nunca podía estabilizarse en las condiciones de esclavitud, y los hombres negros, a pesar de ser también esclavos, dominaban a las mujeres esclavas. También, más adelante, las mujeres negras han tenido que trabajar para ganarse la vida y muchas de ellas han sido empleadas como trabajadoras domésticas las casas de los burgueses blancos. El acoso al que se enfrentaban allí, las largas horas de trabajo, hacían su experiencia muy diferente a la de las mujeres blancas. De ahí que no estén de acuerdo en que la familia sea la fuente de la opresión (para las negras era una fuente de resistencia al racismo). Respecto a la dependencia de las mujeres sobre los hombres, las mujeres negras en muchas ocasiones difícilmente pueden depender de los hombres negros, dada la alta tasa de desempleo que sufren. Y respecto a la función reproductiva de las mujeres, reproducen de esta manera mano de obra para los burgueses blancos. El racismo es una situación generalizada para todos ellas y esto les lleva en alianza con los hombres negros en lugar de con las mujeres blancas. A continuación, las mismas mujeres blancas han estado implicadas en la perpetuación del racismo, de la que las feministas, según argumentan, deben de reflexionar. Inicialmente, las mujeres negras casi no participaron en el movimiento feminista, aunque en la década de 1980 lentamente se ha desarrollado un movimiento feminista negro que está tratando de combinar la lucha contra la dominación masculina con la lucha contra el racismo y el capitalismo. Estas y otras críticas por parte de las mujeres de otros países del tercer mundo, han dado lugar a una tendencia dentro del feminismo llamado feminismo global. En este contexto, el posmodernismo también ganó seguidores entre las feministas.

Crítica.

Básicamente, si vemos los principios teóricos del feminismo socialista, podemos ver que están tratando de combinar la teoría marxista con la teoría feminista, y su énfasis trata de demostrar que la opresión de la mujer es la fuerza central y se mueve en la lucha dentro de la sociedad. Los escritos teóricos han sido predominantes en Europa y en los Estados Unidos, y se centran en la situación en la sociedad capitalista avanzada. Todo su análisis se relaciona con el capitalismo en sus países. Incluso su comprensión del marxismo se limita al estudio de la dialéctica de la economía capitalista.

Hay tendencia a universalizar la experiencia y la estructura de los países capitalistas avanzados a todo el mundo. Por ejemplo, en el sur de Asia y China, que han tenido una larga época feudal, vemos que la opresión de las mujeres en ese período fue mucho más severa. La perspectiva maoísta en la cuestión de la mujer en la India también identifica el patriarcado como una institución que ha sido la causa de la opresión de las mujeres en la sociedad de clases. Pero no se identifica como un sistema independiente con sus propias leyes del movimiento. El entendimiento es que el patriarcado toma el contenido y las formas en las diferentes sociedades, en función de su nivel de desarrollo, de la historia y el Estado de esa sociedad en particular, específica diferente; que ha sido y está siendo utilizado por las clases dominantes para servir a sus intereses. Por lo tanto, no hay enemigo separado para el patriarcado.

Las mismas clases dominantes, ya sean imperialistas, capitalistas o feudales, el Estado que controlan, son los enemigos de la mujer, ya que sostienen y perpetúan la familia, la discriminación de género patriarcal y la ideología  patriarcal dentro de esa sociedad. Reciben el apoyo de hombres ordinarios, que sin duda, embeben las ideas patriarcales, que son las ideas de las clases dominantes que oprimen a las mujeres. Sin embargo, la posición de los hombres ordinarios y los de las clases dominantes no se puede comparar. Las feministas socialistas, haciendo hincapié en la reproducción, infravaloran la importancia del papel de la mujer en la producción social. Entonces, partiendo de ahí, la cuestión crucial es, que sin las mujeres que tienen el control de los medios de producción y sobre los medios de producción de artículos de primera necesidad y de la riqueza, ¿cómo es que no terminó la subordinación de las mujeres? Esto no es sólo una cuestión económica, sino una cuestión de poder, una pregunta política.

Aunque esto pueda ser considerado en el contexto de la división sexual del trabajo pasado en la práctica, su énfasis está en las relaciones dentro de la familia heterosexual y en la ideología del patriarcado. Por otro lado, la perspectiva marxista destaca el papel de la mujer en la producción social, y la retirada de jugar un papel importante en la producción social ha sido la base de su subordinación en la sociedad de clases. Así que estamos interesados en la forma de la división del trabajo, las relaciones con los medios de producción y en cómo está organizado el trabajo en la sociedad de clases donde las clases dominantes explotan a las mujeres y las obligan a subordinarse. Las normas y las reglas patriarcales ayudan a intensificar la explotación de las mujeres y reducir el valor de su trabajo.

Apoyando el argumento dado por Firestone, las feministas socialistas están haciendo hincapié sobre el papel de las mujeres en la reproducción para construir todo su argumento. Toman la cita de Engels: “De acuerdo con la concepción materialista, el factor determinante de la historia es, en última instancia, la producción y la reproducción de la vida inmediata. Esto, de nuevo, es de un carácter doble: por un lado, la producción de los medios de existencia, de comida, ropa, techo y las herramientas necesarias para su producción; en el otro lado, la producción de los mismos seres humanos, la propagación de la especie. La organización social en virtual del cual la gente de una época determinada en vivo está determinada por ambos tipos de producción.” (Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado).

Sobre la base de esta cita que hacen, el punto de su análisis y estudio solo se concentra en la reproducción ignorando por completo la producción. La cita de Engels da el marco básico de una formación social. El materialismo histórico, nuestro estudio de la historia, deja claro que cualquiera de los aspectos no puede ser aislado o incluso entenderse sin tener en cuenta al otro.  El hecho es que a lo largo de la historia, las mujeres han jugado un papel importante en la producción social, y hacer caso omiso de esto y, afirmar que el papel de la mujer en la esfera de la reproducción es el aspecto central y que debe ser el foco principal, cae en el hecho de aceptar el argumento burgués de que el papel social de la mujer está en la reproducción, que esto es lo más importante y no hay otra cosa.

Las feministas socialistas también distorsionan y vacían de contenido al concepto de base y la superestructura en su análisis. Firestone dice que (y también las feministas socialistas como Hartmann) la reproducción es parte de la base. De esto, se deduce que todas las relaciones sociales relacionadas con la mujer, debe ser considerada como parte de la base de la familia, otras relaciones hombre-mujer, etc. Si todas las relaciones económicas y reproductivas son parte de la base, y esta se vuelve tan amplia que pierde su significado completo, puede ser entonces una herramienta analítica para analizar el sesgo patriarcal en la estructura económica en las sociedades particulares. Pero las feministas socialistas que están poniendo adelante el concepto de la división del trabajo por género por ser más útil que la propiedad privada, están confundiendo el pinto, historia y analíticamente. Y el papel de la mujer en dar a luz a hijos es debido a causas naturales y biológicas. Pero esto no significa la desigualdad entre los sexos – la dominación de un sexo sobre otro.

La proporción de mujeres en la supervivencia del grupo fue muy importante – recolectaban alimentos, comenzaron a cultivar plantas, domesticaron animales… Actos que eran esenciales para la supervivencia y el avance del grupo. Al mismo tiempo se llevó a cabo una división de trabajo que no se basaba en el sexo. La intervención de nuevas herramientas, la domesticación de animales, el descubrimiento de la cerámica, del trabajo del metal, de la agricultura, todo esto y más contribuyó a hacer una división más compleja del trabajo. Esto tiene que ser visto en el contexto de la sociedad global y de la estructura – el desarrollo de las estructuras familiares y de clanes, la interacción y los enfrentamientos con otros grupos y el control sobre los medios de producción que estaban desarrollando. Con la generación de excedentes, con guerras y sometimiento de otros grupos que podrían introducirse al trabajo, el proceso de retirada de las mujeres de la producción social comenzó.

Esto llevó a la concentración de los medios de producción y el excedente en manos de los jefes del clan/tribu, comenzando así lo que se manifestaría como dominación masculina. Si este control de los medios de producción se mantuvo en forma comunal, o si se desarrolló en la forma de propiedad privada o si más adelante la formación de clases se llevó a cabo totalmente o no, es diferente en cada sociedad. Tenemos que estudiar los hechos particulares de sociedades específicas. Sobre la base de la información disponible en su tiempo, Engels siguió el proceso en Europa Occidental, en los tiempos antiguos, para realizar la trazabilidad de este proceso en nuestras respectivas sociedades. La plena institucionalización del patriarcado sólo podría venir después, es decir, la defensa o la justificación ideológica de la retirada de las mujeres de la producción social y, su papel limitado a la reproducción en una relación monógama. Sólo podía venir después del pleno desarrollo de la sociedad de clases y del surgimiento del Estado.

De ahí que el mero hecho de la división sexual del trabajo no explique la desigualdad. Afirmar que la división del trabajo basada en el género es la base de la opresión de las mujeres, en lugar de la clase, aparecen preguntas. Si no encontramos algunos materiales o razones sociales para llegar al origen de la desigualdad, os vemos obligados a aceptar el argumento de que los hombres tienen una tendencia innata de poder y dominación. Tal argumento es contraproducente, ya que significa que no tiene sentido la lucha por la igualdad. Nunca podría realizarse. El hecho de tener hijos por sí mismo no puede ser la razón de esta desigualdad, ya que como hemos dicho, anteriormente fue era un papel que fue alabado y dio la bienvenida a la sociedad primitiva. Otras razones materiales tenían que presentarse como la causa, razones que las feministas radicales y socialistas no investigan. En el ámbito ideológico, las feministas socialistas han hecho análisis detallados que exponen la cultura patriarcal en la sociedad, por ejemplo, el mito de la maternidad.

Pero el énfasis unilateral por parte de alguna de ellas, se centra sólo en los factores ideológicos y psicológicos y, se pierde de vista la estructura socio-económico más amplia en la que se basa esta ideología y psicología. En las cuestiones de organización, las feministas socialistas están imitando a las feministas radicales y las anarco-feministas. Han definido claramente su estrategia, pero ésta no es una estrategia para la revolución socialista. Es una estrategia completamente reformista porque no aborda la cuestión de cómo el socialismo puede llevarse a cabo. Si, como creen, los partidos socialistas/comunistas no deben hacerlo, entonces los grupos de mujeres deben llevar una estrategia de cómo van a derrocar al macho de la burguesía monopolista. Ellas están restringiendo sus actividades prácticas a pequeñas organizaciones en grupos,  construcción de comunidades alternativas, la propaganda general y la movilización en torno a demandas específicas. Esta es una forma de práctica economicista. Estas actividades en sí mismas son útiles para organizar a la gente en el nivel más básico, pero no son suficientes para derrocar el capitalismo y llevar el proceso de liberación de la mujer por delante. Esto supone un importante trabajo de organización que implica la confrontación con el Estado, su inteligencia y poder armado.

Las feministas socialistas han dejado de lado esta cuestión, en cierto sentido la dejó en manos de los partidos revisionistas. Por lo tanto, para llevar a cabo la organización y la propaganda limitada dentro del sistema actual, toda su orientación es reformista. Un gran número de teóricas feministas radicales y feministas socialistas, han sido contratadas en empleos bien remunerados, característicos de la clase media. En  las universidades y en las escuelas superiores, esto se refleja en el elitismo que han colado en sus escritos y en su distancia al movimiento de masas. También se refleja en el campo de la teoría de un Estado feminista marxista, “por la década de 1980, sin embargo, muchas feministas socialistas y marxistas que trabajan en las universidades y en los colegios, o cerca de ellos, no sólo se habían integrado completamente en la clase media, sino que también habían abandonado el análisis de clases del materialismo histórico…”

El feminismo y el posmodernismo.

La crítica a las feministas por parte de mujeres no blancas, condujeron a una sección feminista a moverse en dirección de la multiculturalidad y del posmodernismo. Despegando desde la escritora existencialista, Simone de Beauvoir, consideran que la mujer es la “otra” (Dalits, en oposición a la cultura dominante que prevalece, por ejemplo Adivavis, mujeres, etc.). Las feministas posmodernas glorifican la posición de “la otra”, ya que se supone que deben tener una visión en la que no sean parte de la cultura dominante. Por lo tanto, las mujeres pueden ser críticas con las normas, los valores y las prácticas impuestas a todo el mundo por la cultura dominante. Dicen que los estudios deben estar orientados a partir de los valores de las que están siendo estudiadas, las subalternas dominadas. El posmodernismo es popular entre los académicos. Dicen que no existe una categoría fija, en este caso, la mujer. Automáticamente están fragmentadas por divertidas identidades – sexo, clase, casta, comunidad étnica, raza. Estas diversas identidades tienen un valor en sí mismas. Por lo tanto, esto se convierte en una forma de relativismo cultural.

Por lo tanto y por ejemplo, en la realidad no existe ninguna categoría de mujer única. La mujer puede ser una de las identidades del yo, que hay otras también. Habrá una mujer dalit, una mujer dalit prostituta, una mujer de casta superior, y cosas semejantes. Dado que cada identidad tiene un valor en sí misma,  no se da ninguna importancia a los valores hacia los cuales todo deben esforzarse. Visto de esta manera, no existe ninguna posibilidad de encontrar un terreno común para la actividad colectiva. El concepto mujer ayudó a reunir a las mujeres y a actuar colectivamente. Pero este tipo de política divide más que une. La unidad está en la base más estrecha.

Las posmodernas celebran la diferencia y la identidad y critican al marxismo por centrarse en una “totalidad” – clase. Además, el posmodernismo no cree que el lenguaje (al menos las lenguas occidentales) refleje la realidad. Creen que las identidades son “construidas” a través del “discurso”. Por lo tanto, muchas de ellas se han centrado en la “deconstrucción” del lenguaje, efecto que deja a una persona en nada – no hay ninguna realidad material de la que podamos estar seguros. Esta es una forma de subjetivismo extremo. Las feministas posmodernas se han centrado en la psicología y en el lenguaje. El posmodernismo, de acuerdo con el famoso filósofo francés Foucault, está en contra de lo que ellos llaman “relaciones de poder”. Pero este concepto es difuso y no está claramente definido.

¿Quién tiene el poder? De acuerdo con Foucault, es sólo a nivel local, por lo que la resistencia al poder sólo puede ser local. ¿No es esto la base del funcionamiento de las  ONG que unen a las personas contra un poder corrupto local y hacen ajustes con el poder anterior, los Gobiernos central y estatal? En efecto, el posmodernismo es extremadamente divisivo, ya que promueve la fragmentación entre las personas y, da importancia relativa a las identidades sin un marco teórico para comprender las razones históricas de la formación de la identidad y de vincular las diversas necesidades. Podemos entonces tener un grupo similar a una ONG, donde todo el mundo celebre su identidad – mujeres, prostitutas, homosexuales, lesbianas, tribals, dalits, etc, etc., pero no hay una teoría que mantenga una comprensión global, una estrategia común. Cada grupo se resistirá a sus propios opresores. Con este argumento, lógicamente, no puede haber ninguna organización, máximo solo una organización espontánea a nivel local y con coaliciones temporales. Abogar por una organización de acuerdo con su compresión, significa reproducir la fuerza – la jerarquía, la opresión. Esencialmente, dejan al individuo que resista por sí mismo, y están en contra de la resistencia organizada consistente y de la resistencia armada.

Carole Stabile, una feminista marxista, tiene razón cuando dice: “el sesgo anti-organizativo es parte integrante del pack post-modernista. Organizar cualquiera de las más provisionales y espontáneas de las coaliciones son, para los teóricos sociales post-modernistas y feministas por igual, reproducir la opresión, las jerarquías y las formas intratables de dominación. El hecho de que el capitalismo esté muy organizado no crea mucha diferencia, porque uno resiste contra una forma difusa y multivalente de poder. Tampoco, como Joreen señaló hace más de dos décadas, no parece importar que la falta de estructura produzca sus propias formas de tiranía. Por lo tanto, en lugar de cualquier política organizada, la teoría social posmoderna nos ofrece variaciones sobre el pluralismo, el individualismo, la agencia individualizada, y en última instancia, soluciones individualistas que no son – y nunca serán – capaces de resolver problemas estructurales.” (1997).

No es de extrañar que para las posmodernas, el capitalismo y el imperialismo no signifique nada más que una forma más de poder. A pesar que el posmodernismo en su forma desarrollada puede que no se halle en una sociedad semi-colonial como es la India, muchas feministas burguesas han sido influenciadas por él. La crítica de las feministas a las organizaciones revolucionarias y revisionistas en el terreno de la burocracia y la jerarquía refleja la influencia del posmodernismo en los últimos tiempos.

Resumiendo.

Hemos presentado brevemente las principales corrientes teóricas en los movimientos feministas que se han desarrollado en Occidentes en la época contemporánea. Mientras el debate con el marxismo dentro del marxismo dominó la década de 1970, en la década de 1980 el feminismo cultural, con su agenda separatista, se centró en los aspectos culturales de la opresión de la mujer y puso estos como primer plano. Las cuestiones de la elección sexual y de la función reproductiva de las mujeres, llegaron a dominar el debate y las discusiones en los círculos feministas. Muchas feministas socialistas también han dado importancia a estas cuestiones, aunque no de la forma extrema que las feministas culturales tienen. La transformación de la familia heterosexual se convirtió en la principal consigna del movimiento feminista burgués y las secciones más activas entre ellas trataron de llevarlo a la práctica también. Aunque muchas de ellas pudieron haber previsto un cambio en todo el sistema social de esta manera, en los hechos, se convirtió en una perspectiva reformista, que han tratado de teorizar.

El posmodernismo hizo sentir su influencia en la década de 1990. Sin embargo, a finales de 1990 el marxismo se está convirtiendo de nuevo en una teoría importante dentro del análisis feminista. Tras esta visión crítica de la manera en la que el movimiento feminista (en particular las tendencias radical feministas y socialistas radicales) analiza la opresión de la mujer, las soluciones que ha ofrecido y las estrategias que ha desarrollado para llevar el movimiento hacia adelante, podemos decir que los defectos en su teoría han llevado a abogar por soluciones que han llevado el movimiento a un callejón sin salida. A pesar del enorme interés generado por el movimiento y el apoyo amplio de mujeres que estaban tratando de comprender sus propias insatisfacciones y problemas, el movimiento no pudo convertirse en un movimiento de amplia base consistente incluyendo no sólo a las clases medias, sino también a las mujeres de la clase trabajadora y de sectores étnicamente oprimidos.

Las principales debilidades en su teoría y estrategias fueron:

Buscando las raíces de la opresión de la mujer en su función reproductiva. Dado que el papel de las mujeres en la reproducción está determinado por la biología, es algo que no puede cambiarse. En lugar de determinar  lo material, las causas sociales del origen de la opresión femenina se concentraron en un factor biológico, cayendo así en la trampa del determinismo biológico.

En relación con su rol biológico, se centra en la familia nuclear patriarcal como la estructura básica de la sociedad en la que está arraigada su opresión. Así, su énfasis estaba en la oposición a la familia heterosexual como la base principal de la opresión de las mujeres. Como resultado, la estructura socio-económica más amplia en la que existe la familia y que da forma a la ésta fue ignorada.

Defendiendo que la contradicción entre hombres y mujeres sea la contradicción principal. Concentrado su atención en el sistema sexo/género – los roles de género que los hombres y las mujeres a los que están capacitados para jugar. Esto significa concentrarse en los aspectos culturales y aspectos psicológicos de la vida social, haciendo caso omiso de las fuerzas políticas y económicas más amplias que dan origen a la cultura patriarcal.

Hacen hincapié en las diferencias psicológicas/de personalidad entre hombres y mujeres en lo biológico y propugnan el separatismo para las mujeres. Un énfasis excesivo en la liberación sexual de la mujer mediante la creación de grupos separados, arreglos de convivencia separada y el lesbianismo. Esto significa básicamente que esta sección del movimiento de mujeres se limitó a grupos pequeños y no apelaba a la movilización de la masa de mujeres.

Caer en la trampa del imperialismo y promover la pornografía, el turismo sexual, etc., haciendo hincapié en la necesidad de liberar a las mujeres de la represión sexual. O en nombre de la igualdad de oportunidades, apoyar la contratación de mujeres en el Ejército de Estados Unidos antes de la guerra de Irak (2003).

El énfasis organizacional en oposición a la jerarquía y a la dominación se centran en pequeños grupos de toma de conciencia y en la actividad alternativa, que es auto-determinada. Oponiéndose a la movilización y la organización de la gran masa de mujeres oprimidas.

Ignoran las contribuciones hechas por los movimientos socialistas y por las revoluciones socialistas en Rusia, China, etc., en el logro de cambiar la condición de grandes sectores de mujeres, o son parciales ante ellas.

Un incorrecto análisis teórico y una estrategia equivocada puede afectar negativamente a un movimiento, y esto puede verse claramente en el caso del movimiento feminista. Al no entender la opresión de las mujeres está vinculada a la estructura socio-económica y política más amplia de explotación, al imperialismo, han buscado soluciones dentro del propio sistema imperialista. Estas soluciones han beneficiado como mucho a una sección de las mujeres de clase media, pero dejando a la gran masa de mujeres oprimidas y explotadas lejos de la liberación. La lucha por la liberación de la mujer no puede tener éxito si se la aísla de la lucha para derrocar al mismo sistema imperialista.

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