La lógica del caos
x Mónica Peralta Ramos
Estados Unidos se juega el dominio hegemónico del mundo
“El periodo posterior a la Guerra Fría ha llegado a su fin… el desafío no podría ser mayor. Las acciones que nosotros tomemos definirán de ahora en más si esta será una era de conflictos o el comienzo de un futuro más próspero y estable”. Con estas palabras, Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional del gobierno norteamericano, sintetizó la semana el rol de Estados Unidos en defensa del actual orden global amenazado por el avance de potencias “autoritarias”. Según él, China y Rusia creen que la democracia está en decadencia e intentan imponer un orden multipolar acorde con sus intereses. Esto no ocurrirá, afirmó: las democracias y los países aliados a Estados Unidos “saben que somos la mejor apuesta para defender” la libertad en el mundo [1]. Lo que está en juego, pues, es el dominio hegemónico de los Estados Unidos. En este contexto, la política exterior del gobierno de Joe Biden excluye toda negociación y el reconocimiento de errores. El eje de su estrategia es escalar los conflictos sin límites hasta imponer los intereses norteamericanos.
Esta estrategia ignora hechos básicos del pasado. Entre ellos, la crisis de los misiles rusos colocados en Cuba en 1962 cuando el Presidente John Fitzgerald Kennedy negoció un acuerdo con el gobierno ruso, aceptando retirar los misiles que Estados Unidos habían colocado en Turquía e Italia y que llevaron a los rusos a colocar misiles en Cuba [2]. La actual política exterior también omite que el reclamo ruso de fronteras seguras fue reconocido por distintos gobiernos norteamericanos, incluso en plena desintegración de la Unión Soviética. Hoy este reclamo es ignorado y se impulsa abiertamente un “cambio de régimen” político en Rusia para garantizar la seguridad de “Occidente”. Esto implica escalar la guerra en Ucrania, aun a riesgo de un enfrentamiento nuclear. Para la política norteamericana, negociar la paz en Ucrania potencia los riesgos de una catástrofe nuclear porque es sinónimo de “debilidad” [3].
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