Nutriendo las filas de la ultraderecha, Los arrogantes de Sahra Wagenknecht y las políticas de la identidad (II)

x Iván Carrasco Andrés

En la primera entrega de este artículo expusimos el diagnóstico que hace Sahra Wagenknecht sobre la izquierda-del-estilo de vida, sus horizontes, orígenes y las consecuencias en el ámbito político electoral que, a su juicio, han engrosado las filas de los partidos de derecha. En esta segunda entrega presentamos y problematizamos las propuestas que esboza la autora.

¿Homogeneidad, identidad nacional y ciudadanía?

¿Quién pertenece a una comunidad y quién no? Con esta pregunta podría formularse el fundamento al que Wagenknecht apela para plantear un programa político enfocado en la defensa del bien común y del sentido de lo común. Pero, precisamente, ¿cómo y quién define quién es miembro de una comunidad y cuáles son, entonces, los criterios? Para responder esta pregunta, la autora apela a la identidad, es decir:

Las identidades comunes se basan en relatos comunes que fijan valores, normas y reglas de comportamiento. Muchas tradiciones y costumbres tienen precisamente su valor en trasmitir un sentimiento de comunidad y de pertenencia, creando recíprocamente, con ello, sentimientos de lealtad.[1]

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Nutriendo las filas de la ultraderecha, Los arrogantes de Sahra Wagenknecht y las políticas de la identidad (I)

x Iván Carrasco Andrés

Hace apenas unas semanas, la política alemana de origen iraní de Die Linke, Sahra Wagenknecht, publicó un libro titulado Die Selbstgerechten: Mein Gegenprogramm-für Gemeinsinn und Zusammenhalt (Los arrogantes: Mi contraprograma- por el sentido común y la unión). El libro, dividido en dos partes, hace un controvertido diagnóstico de la actual situación de la izquierda en Alemania, las causas de su distanciamiento de la clase obrera y en la segunda parte propone alternativas. ¿Por qué la derecha gana adeptos cada día que pasa?, ¿tiene la izquierda alguna responsabilidad al respecto?, ¿qué cambios sociales han tenido que suceder para que se enaltezcan las diferencias particulares frente a las cuestiones de clase? Estas son algunas preguntas que guían la reflexión de la autora en su más reciente libro.

La izquierda que convirtió el ser de izquierda en un estilo de vida

Desde hace algunos años se ha abierto un discreto, casi imperceptible, pero creciente debate en la izquierda y en algunos círculos liberales sobre las políticas de la identidad[1] y su repercusión en los resultados y tendencias electorales, que han sido, en su mayoría, beneficiosos para los partidos de derecha y ultraderecha en EU, Francia, Inglaterra y Alemania, así como la influencia que dichos planteamientos han tenido progresivamente en las praxis de las “nuevas izquierdas”. Sahra Wagenknecht pone sobre la mesa y señala incisivamente una serie de elementos para la discusión urgente y actual sobre los nuevos derroteros que han tomado las izquierdas a nivel mundial. Wagenknecht ha sido atacada por algunos miembros de su mismo partido por considerar que los  planteamientos expresados en su nuevo libro son una “declaración de amor”[2] para con el partido de ultraderecha AfD (Alternative für Deutschland) y una afrenta directa a los votantes de Die Linke que, a juicio de Wagenknecht y como explicaremos en este artículo, construyen su identidad y praxis política a partir de un tipo específico de consumo privilegiado, nombrado por la autora como izquierda-del-estilo de vida (Lifestyle-Linke)[3].

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El golpe de Estado y los escenarios de impotencia critico-práctica

x Miguel Mazzeo

Razones pragmáticas que hacen que les intelectuales-militantes pierdan rigor crítico y que la izquierda se torne “sistémica”

Si se escinden los planos característicos del análisis político (de uno que contenga una perspectiva de clase) y se establecen jerarquías absolutas más que estratégicas, se corre el riesgo de delinear distintos escenarios de impotencia crítico-práctica.

Desde hace ya algunos años, muchos y muchas intelectuales-militantes se anclaron en las condiciones imperantes en el sistema interestatal, revindicaron su especificidad, las absolutizaron y las blandieron como excusa para justificar el bloqueo sistemático de toda práctica emancipatoria radical, auto-afirmativa y no institucionalizada por parte de los Estados administrados por gobiernos dizque progresistas.

Ciertamente, las razones geopolíticas no pocas veces fueron esgrimidas para justificar proyectos neo-desarrollistas (extractivismo incluido) y la integración subordinada de las organizaciones populares y los movimientos sociales a los esquemas ministeriales. Peor todavía: estas razones, desvirtuadas en grado máximo, han servido (y sirven) para justificar alianzas y acuerdos con los futuros verdugos. Son razones pragmáticas que hacen que los y las intelectuales-militantes pierdan rigor crítico y que la izquierda se torne “sistémica”.

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