La mano que mece la cuna en la UNAM, la propaganda y sus ayudantes

x Andrea Noriega Méndez

No fue sino hasta que el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró en su conferencia matutina, el 5 de febrero del presente año, que en la situación prevaleciente en la UNAM, de paros ilegítimos e impuestos, “había mano negra”, que muchos comentaristas comenzaron a hacer conjeturas y a elaborar especulaciones, muchas de ellas sumamente contradictorias entre sí, sobre quiénes serían aquellos personajes o grupos que estarían detrás de los grupos feministas radicales moviendo los hilos. Si bien, un día antes, el 4 de febrero, José Blanco publicaba en La Jornada el primer artículo[1] en un medio impreso a escala nacional, siguiendo a pie juntillas las ideas de mis dos primeros artículos, en donde señalaba la manipulación de las paristas por parte de grupos de poder que buscan desestabilizar a la UNAM, no fue hasta el día siguiente que comenzaron las variopintas especulaciones, justamente después de que fueran atacadas violentamente las instalaciones de Rectoría al culminar una marcha proveniente del parque de La Bombilla.

Las plumas mercenarias de los gobiernos anteriores, que aún siguen tergiversando la realidad, como la del periodista Salvador García Soto, comenzaron inmediatamente a señalar a MORENA como el responsable detrás de las paristas y de los grupos que, de manera violenta, ilegítima y autoritaria comenzaron a cerrar otros planteles educativos de la UNAM. Tomando como fuente el rumor “que corre entre académicos y profesores universitarios”, afirma que, “están las facciones más radicales de la izquierda universitaria que tiene vínculos políticos con personajes de Morena y de la 4T. [2] […] que se acercaron a Enrique Graue en su campaña por la reelección y le ofrecieron “un pacto” para apoyarlo a cambio de posiciones y de darle públicamente su respaldo, [quienes] estarían detrás de la movilización e infiltración de los “anarcos” y serían los autores intelectuales de la desestabilización.”[3]

Otro periodista, que también pertenece a las plumas mercenarias de los gobiernos anteriores, Raymundo Riva Palacio, intenta vincular a personajes como el Mosh o, al alcalde de MORENA de la alcaldía Gustavo A. Madero, Francisco Chíguil, con los grupos porriles, anarquistas y feministas que tienen tomadas las facultades y escuelas de la UNAM, sin embargo, concluye, “El Presidente no necesita un conflicto en una institución que, por su magnitud y diversidad, puede ser explosiva e incontrolable, por lo que pudiera descartarse, en principio, que cercanos a él estén buscando alterar la vida universitaria y lograr el descarrilamiento de Graue.”[4]

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El paro indefinido en la FFyL de la UNAM y sus tristes actores interesados

x Andrea Noriega Méndez

A casi tres meses del paro en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (FFyL), el futuro y las condiciones para que se libere la facultad son inciertas. Si a esto se suma que, en los últimos días, el conflicto ha escalado a raíz de algunos conatos de violencia en otros planteles que también están en paro por semejante razones, entonces, lo que se perfila es la reedición de una situación política crítica que, posiblemente, culmine en la reactivación y recrudecimiento de paros en otras facultades de la UNAM.

Como señalé en mi artículo anterior, las formas de operar del grupo que mantiene tomada la FFyL se han alejado de las formas históricas del activismo político estudiantil, caracterizado por su apertura y democracia en la toma de decisiones y en la exigencia de demandas puntuales a través del diálogo incluyente, y se aproximan más a las formas que usan ciertos grupos políticos de poder (como, por ejemplo y sin ir más lejos, el PRI) que buscan generar un conflicto institucional, en donde la correlación de fuerzas los ayude a negociar con el grupo de poder que actualmente controla la institución, para recuperar cotos de poder o defender intereses que han perdido o están por perder.

Si se hace un análisis de los tiempos, respuestas y propuestas que se han vertido durante la toma de la FFyL, por parte de las autoridades y las respuestas correspondientes de las paristas, puede observarse que se han cumplido casi cabalmente todas las demandas y las que aún quedan en el aire son demandas que apelan a otros tiempos y normas institucionales que no responden al capricho de unos cuantos. Sin embargo, en cuanto al tiempo, puede observarse que las paristas han buscado, en todo momento, dilatarse en la entrega de sus respuestas y han tardado, en promedio, 10 días entre respuesta y respuesta, al tiempo que se han negado a la posibilidad de llevar a cabo diálogos con mayor celeridad. Por ejemplo, cuando se negaron rotundamente, en el diálogo del día 15 de enero, a la propuesta por parte de la mesa negociadora de realizar un próximo encuentro el día 16 de enero. Voluntad de diálogo, por parte de las feministas paristas, hay poca, pero de monólogo hay muchísima.

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