x Guadi Calvo
El pasado jueves cuatro de febrero, en su primer discurso como presidente de los Estados Unidos, respecto a lineamientos sobre política exterior, Joe Biden, anunció una remodelación, ya veremos cuan profunda, respecto a la relación con las monarquías del Golfo Pérsico, por los que algunas cosas, podrían cambiar en Yemen, el país más pobre de Oriente Medio.
Lo más relevante, fue el anunció de la posibilidad de dar marcha atrás con la decisión de Donald Trump, tomada el último día de su mandato, acerca de la designación como organización terrorista, a la organización chií Ansar-Allah (Partidarios de Dios) más conocido como Houthis, por el nombre de su fundador, asesinado en 2004, Hussein Badreddin al-Houthi. Mike Pompeo, el alucinado, Secretario de Estado de Donald Trump, justificó la medida de su jefe responsabilizando a los Houthis, por los ataques transfronterizos y para disuadir de su actividad “maligna” a la República de Irán, en la dirección de Ansar-Allah. Al tiempo que unas semanas antes, la administración Trump había levantado la designación de grupo terrorista a la milicia integrista china de la etnia uigur, Movimiento Islámico del Turkestán Oriental (MITO), responsable de cientos de ataques terroristas tanto contra las fuerzas de seguridad de Begin como contra ciudadanos comunes, en procura de escindir la región autónoma occidental china de Xinjiang y establecer un estado islámico.
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