El derrumbe de Estados Unidos

x Thierry Meyssan

Todo tiene un fin, incluso los imperios. Después de la URSS, hoy estamos viendo ‎el fin de Estados Unidos. Washington ha favorecido escandalosamente a una reducida ‎camarilla de ultra-multimillonarios y ahora se ve ante sus viejos demonios, reducido a ‎prepararse para la secesión y la guerra civil.‎

Cada uno de los dos bandos hoy enfrentados en Estados Unidos –los ‎“jacksonianos”‎ y los ‎‎“neopuritanos” [1]– pretende liquidar al otro. ‎Los jacksonianos hablan de insurrección mientras que los neopuritanos apuestan por la represión, ‎pero ambos bandos se preparan para el enfrentamiento. Dos tercios de la ciudadanía ‎estadounidense viene preparándose para una guerra civil. ‎

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Joe Biden en la Casa Blanca: ninguna ilusión

x Atilio A. Boron

Puede parecer un consejo vano, pero hay que recordar el torrente de ilusorias expectativas que despertó el triunfo de Barack Obama en 2008. Reflejo de la profunda penetración del mensaje neocolonial, los cánticos triunfalistas que destacados intelectuales de la “progresía” europea y latinoamericana entonaran en vísperas de la inauguración de su mandato fueron rápidamente acallados ni bien el afro-americano puso manos a la obra (secundado por Joe Biden) y dedicó ingentes esfuerzos a salvar a los bancos de la “crisis de las hipotecas sub-prime” olvidándose de los millones que fueron estafados por aquellos. Dado que ya se escuchan, si bien con un tono aflautado, algunas letanías parecidas a las del 2008, parece oportuno recordar estos antecedentes para no caer en nuevas –y previsibles- frustraciones.

Biden llega a la Casa Blanca con un equipo étnicamente más heterogéneo que el de Donald Trump, casi en su totalidad conformado por varones blancos. Pero en todos los casos se trata de personas que más allá de su diversidad étnica y cultural están íntimamente ligadas al gran capital norteamericano. El Departamento de Estado será dirigido por Anthony Blinken, un halcón moderado, pero halcón al fin, que cree que su país tendría que haber fortalecido su presencia en Siria para evitar la llegada de Rusia. Blinken apoyó la invasión a Irak en 2003 y la intervención armada en Libia que culminó con la destrucción de ese país y el linchamiento de Muammar El Gadafi. Ha dicho que “la fuerza debe ser un complemento necesario de la diplomacia”, en línea con el pensamiento tradicional del establishment. Por lo tanto, a no confundirse.

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Puede parecer un consejo vano, pero hay que recordar el torrente de ilusorias expectativas que despertó el triunfo de Barack Obama en 2008. Reflejo de la profunda penetración del mensaje neocolonial, los cánticos triunfalistas que destacados intelectuales de la “progresía” europea y latinoamericana entonaran en vísperas de la inauguración de su mandato fueron rápidamente acallados ni bien el afro-americano puso manos a la obra (secundado por Joe Biden) y dedicó ingentes esfuerzos a salvar a los bancos de la “crisis de las hipotecas sub-prime” olvidándose de los millones que fueron estafados por aquellos. Dado que ya se escuchan, si bien con un tono aflautado, algunas letanías parecidas a las del 2008, parece oportuno recordar estos antecedentes para no caer en nuevas –y previsibles- frustraciones.

Biden llega a la Casa Blanca con un equipo étnicamente más heterogéneo que el de Donald Trump, casi en su totalidad conformado por varones blancos. Pero en todos los casos se trata de personas que más allá de su diversidad étnica y cultural están íntimamente ligadas al gran capital norteamericano. El Departamento de Estado será dirigido por Anthony Blinken, un halcón moderado, pero halcón al fin, que cree que su país tendría que haber fortalecido su presencia en Siria para evitar la llegada de Rusia. Blinken apoyó la invasión a Irak en 2003 y la intervención armada en Libia que culminó con la destrucción de ese país y el linchamiento de Muammar El Gadafi. Ha dicho que “la fuerza debe ser un complemento necesario de la diplomacia”, en línea con el pensamiento tradicional del establishment. Por lo tanto, a no confundirse.

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La NED sí tiene quien le escriba

x Cubadebate

El Premio Gabo es un prestigioso galardón otorgado al periodismo iberoamericano. Considerado una de las más altas distinciones al periodismo realizado en lengua española y portuguesa, es entregado cada año por la Fundación Gabo, entidad con sede en Colombia creada en 1995 por Gabriel García Márquez.

La Fundación surgió originalmente con el nombre de Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y desde sus inicios, a partir de la visión del célebre escritor y Premio Nobel colombiano, tuvo como misión elevar el nivel periodístico de la región a través de talleres, premios, coordinación de becas y organización de eventos.  

El Premio tuvo su primera edición en 2014 y desde entonces ha reconocido a más de 40 periodistas de unos 15 países. Se otorga en cuatro categorías: Texto, Imagen, Cobertura e Innovación.  El monto actual del galardón, entregado en pesos colombianos, equivale a unos 10 000 dólares para los ganadores y 2300 a los finalistas. La ceremonia en la que se dan a conocer y se entregan los premios se celebra en la ciudad de Medellín, como parte del Festival Gabo, aunque este año se realizará de forma virtual el próximo 21 de enero.   

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Izquierda y antiimperialismo en EEUU

x Aziz Rana

A pesar de que la izquierda estadounidense ha dado grandes pasos en el último tiempo al comenzar a discutir políticas nacionales como Medicare for All, no ha logrado poner en el centro de su agenda la defensa de una política antimperialista firme cuando se trata de las relaciones exteriores. Aziz Rana, profesor en la Universidad Cornell, ha estado luchando con este dilema durante años, preguntándose por qué la izquierda tiene miedo de hablar de política exterior y por qué no debería tenerlo. Rana conversó con Doug Henwood sobre este tema en su podcast Behind the News.

DH. Hemos presenciado una irrupción sorprendente de políticas socialdemócratas en el discurso estadounidense, pero no parece haber mucho progreso a la hora de pensar el resto del mundo desde EEUU. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué hay tan poco internacionalismo de izquierda?

AR. Son varios problemas, relativamente distintos. En primer lugar, hay que decir que el Partido Demócrata ha aceptado durante años un consenso bipardista acerca de cómo pensar el lugar de EEUU en el mundo, lo cual no es más que una variante del nacionalismo de la Guerra Fría. Básicamente se trata de la idea de que los intereses de EEUU son los intereses del mundo porque EEUU es un país comprometido con la libertad y con la igualdad desde su fundación, y, por este motivo, tiene una responsabilidad especial en la escena global, en la medida en que se concibe como la principal nación igualitaria.

Esto justifica el ejercicio continuo de un poder policial internacional como así también la idea de que las restricciones legales internacionales no son vinculantes para EEUU. EEUU puede entrar y salir de la ley porque en última instancia es un país excepcional, comprometido con la excepcional tarea de apoyar y reforzar el régimen de posguerra. Esta perspectiva fue compartida tanto por Obama como por Bush.

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El trumpismo, la administración Biden, Black Lives Matter y la izquierda radical. Entrevista a Charlie Post

«Los cambios más sustanciales van a venir, creo, en materia de política exterior, donde la administración Biden-Harris hará esfuerzos para reafirmar la hegemonía de EE.UU. y aislar política, militar y económicamente a su rival chino», señala Charlie Post.

-Dado que el total de votos por Donald Trump aumentó en comparación con el año 2016 y que la tan anunciada «ola azul» (demócrata) no tuvo lugar, ¿podemos interpretar el resultado de la elección sólo como una derrota parcial del trumpismo?

Los resultados de las elecciones indican claramente que las políticas nacionalistas y populistas de Trump siguen mereciendo el apoyo de la población estadounidense, especialmente de los sectores de clases medias tradicionales (pequeñas empresas) y nuevas (semi profesionales, gerentes, supervisores), así como también de una minoría de la clase trabajadora.

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El brazo financiero de la CIA apoya proyectos de la organización «Cómo Vamos La Paz»

x Tulio Ortiz Uribe

Con el argumento «altruista» de promover el desarrollo económico, la democracia y la educación cívica, el medio ambiente, los derechos humanos y apoyar la educación, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), otro de los aparatos del Departamento de Estado para realizar operaciones encubiertas, espiar y «desarrollar y consolidar democracias representativas», mediante golpes de estado blandos, ha impulsado la creación y el financiamiento de organizaciones no gubernamentales en múltiples países.

Esto les permite tener injerencia en asuntos que sólo competen a los gobiernos nacionales, pero que se simulan como exigencias o luchas de la sociedad civil. Está bien documentado la forma en que interviene con sus programas para desestabilizar y propiciar cambios de regímenes para volverlos afines a los intereses de EEUU. En el 2016, USAID tenía presencia en 20 países de América Latina, con un presupuesto cercano a mil millones de dólares.

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Los frutos amargos de la Primavera Árabe

x Guadi Calvo

El resto de la historia es muy conocida, aquel día el sencillo vendedor de frutas, harto de los reiterados abusos policiales, se inmolaría frente a la comisaria, para morir unos días después, sin sospechar que su indignación iba a encender la dignidad de mucho de sus hermanos, que salieron a las calles a protestar por esa muerte y todas las muertes que la injusticia, la desigualdad y la arrogancia del poder, estaba provocando no solo en Túnez, sino a lo largo de todo el Magreb, llegado a modificar, de hecho, la geopolítica internacional.

Es obvio que Bouazizi es inocente de los cientos de miles o millones de muertes que se han sucedido y se suceden todavía detrás de la suya dejando un profundo río de sangre desde San Francisco, California, a las umbrosas selvas de Mindanao, Filipinas.

Desde aquella candente mañana de diciembre todo fue vertiginoso, las protestas que se iniciaron en Sidi Bouzid, no tardaron en abrazar a todo el país y poner en fuga al dictador Zine ben Ali, con veintidós años como presidente de Túnez y tras de él, no solo cayeron tiranos, como el egipcio Hosni Mubarak con treinta años al mando o Ali Abdulá Saleh, con solo veintiuno a cargo del ejecutivo yemení. Tres bajas sustanciales para occidente, que nada pudo hacer para mantener en sus cargos a esos aliados que fungían de virreyes de Washington y Londres, que junto a una importante cantidad de naciones desde Marruecos, pasando por las monarquías del Golfo y Jordania y Turquía funcionaban y siguen haciéndolo de escudo protector de Israel, y dique de contención a las políticas emancipadoras de Irán, por lo que en el marco de gran la operación trazada en realidad con otros fines por lo que la pérdida de esbirros como ben Alí, Mubarak y Saleh, debieron ser registradas como “daños colaterales”.

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Joe Biden y los crímenes de guerra

x Mark Aguirre

La guerra de Yemen significó un parteaguas en la estrategia de Estados Unidos en la región después del desastre de Iraq. Joe Biden dijo en campaña que si era elegido acabaría con esta guerra. Tiene en sus manos hacerlo. ¿Cumplirá su promesa?

¿Podrá acabar Joe Biden con la guerra de Yemen como ha prometido?

Yemen está en el umbral de lo que puede ser la peor hambruna conocida en décadas. Estamos hablando de la muerte miserable de millones de personas, la mayoría niños y mujeres, si no se pone fin a la guerra. Joe Biden, el Presidente electo de los Estados Unidos, tiene en sus manos hacerlo. Él mismo ha dicho en campaña que quiere acabar la guerra, pero ¿lo hará? ¿Podrá hacerlo?

En noviembre, durante la última reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en donde se discutió la crisis del Yemen, el jefe de la agencia humanitaria de Naciones Unidas, Mark Lowcock, volvió a quejarse de que los fondos para la ayuda humanitaria para Yemen se habían reducido drásticamente. De los 3.200 millones de dólares esperados solo se habían recogido 1.500, dijo. Puso la mirada en Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, los países que iniciaron la guerra contra Yemen. Hasta entonces habían contribuido como se esperaba, pero este año habían reducido drásticamente su aportación humanitaria mientras seguían comprando armas como en el pasado.

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Erdogan ya no quiere ser emperador otomano sino califa

x Thierry Meyssan

Se equivocan quienes acusan al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de querer restaurar el imperio ‎otomano. Para Erdogan, las conquistas territoriales no son un objetivo sino una ‎manera de propiciar alianzas. Al cabo de largas vacilaciones, Erdogan ya no tiene ‎intenciones de ser sultán sino califa, convirtiéndose en el jefe de los musulmanes ‎sunnitas del mundo entero. ‎

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‎¿Cuál será la política exterior del ‎próximo presidente?‎

x Thierry Meyssan

Los programas de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump y ‎Joe Biden, no se parecen a los programas de los candidatos anteriores. Ya no se trata ‎de adaptar Estados Unidos a los cambios del mundo sino de definir lo que ese país ‎será en adelante. Por tratarse de una cuestión existencial es muy posible que las cosas ‎degeneren y acaben por llegar a la violencia. Uno de los dos bandos estima que su país ‎deber ser una nación al servicio de los ciudadanos, mientras que el otro cree que ‎Estados Unidos tiene que recuperar su estatus imperial.‎

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