El bloqueo del Canal de Suez subraya la fragilidad de la globalización

x Patrick Mazza

La cadena global de suministros es un elaborado ballet coreografiado, como muestra claramente el trasiego de contenedores que transportan el 60 por ciento del comercio marítimo mundial. Calibrar un flujo de más de 800 millones de contenedores al año conlleva un seguimiento sofisticado que asegure que cada contenedor llega a su destino. El sistema abarca hasta el operario que maneja la grúa que apila cada contenedor en una posición determinada dentro del barco y se asegura de que queden a bordo suficientes contenedores vacíos para el siguiente cargamento.

La semana pasada el ballet se convirtió en un baile de locos, cuando uno de los protagonistas, el buque MV Ever Given se salió de su papel coreografiado y alteró la danza al completo. Esto ocurrió al bloquear el cuello de botella más crítico para el comercio mundial, el Canal de Suez, una arteria por la que discurre el 30 por ciento del tráfico de contenedores de todo el mundo. Sus efectos se trasmitieron a todo el planeta. El precio del petróleo subió rápidamente. Se detuvo la salida de buques en los principales puertos, desde Róterdam hasta Newark. Se retrasaron las entregas de las compras vía internet y a mayoristas. Amazon e Ikea tenían incluso contenedores a bordo del Ever Given.

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