Votar masivamente por AMLO; desbordar a AMLO
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En semanas recientes, dentro del panorama electoral que México vive, el tema del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) se convirtió en un eje recurrente de polémica. Desde las esferas de la “alta” política nacional, la discusión ha girado en torno a la corrupción del proyecto ya echado a andar. Enrique Peña Nieto (EPN) definió la construcción del aeropuerto como el “más ambicioso” de su sexenio. Con singular intensidad, desde el 2014 la maquinaria política, empresarial y mediática del golden boy de Atlacomulco no ha cesado en su afán por hacer realidad su ambición. Para ello, se ha valido de todos los recursos posibles: la calumnia, la represión constante, la compra ilegal de terrenos. Sin embargo, las declaraciones de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en cuanto a la cancelación del NAICM si arriba a la presidencia del país despertaron, con una rapidez sorprendente, un alud de críticas proveniente de los empresarios involucrados, de diversas maneras, en el proyecto aeroportuario. De las críticas a AMLO la que más sobresalió fue, por el peso del magnate, la de Carlos Slim. El empresario señaló que frenar el NAICM tendría un efecto negativo porque se suspendería “un detonador de desarrollo fantástico” pues, desde su perspectiva, esos beneficios no llegarían a cerca de 5 millones de personas. [1] Más allá del debate entre ambos personajes, hay algunos aspectos dignos de análisis desde otra perspectiva.
Por increíble que pueda parecer el gobierno federal de México afina la llegada de inversiones multimillonarias a un puerto que no existía cuatro décadas atrás, proyectándolo como estratégico en la dinámica de saqueo de materias primas, explotación de recursos naturales, el impulso de la agro-hidro-minería y la dominación de mercados tanto en Chiapas como en Guatemala, El Salvador y Honduras, principalmente.
Con la entrega de más de 8 mil hectáreas al capital trasnacional y el diseño de obras de infraestructura entre las que destacan la rehabilitación del ferrocarril Chiapas-Mayab operado por una empresa extranjera, la ampliación del puerto entregada a sectores privados para su administración, la construcción de un gasoducto de Salina Cruz a Puerto Chiapas por parte de la empresa española Enagas, el establecimiento de parque eólicos solares de Iberdrola y Grupo Azteca fundamentalmente, y de industrias extractoras y procesadores de Palma Africana, entre las principales acciones; comienza en esa región frontera entre México y Guatemala, la conformación de un clúster económico y social donde coinciden las actividades portuarias, una Zona Económica Especial la de Puerto Chiapas, una zona turística y la conformación de una Parque Agrologístico dedicado al proceso y exportación de productos frutales básicos de la región como el plátano, el café , la palma africana y el mango. A ello suma la visualización de la construcción de un complejo minero-industrial que impulse más fuertemente el extractivismo minero en toda la región y las demandas de minerales por parte de Estados Unidos y China principalmente.
x OLEP/Fragua
La lucha por el socialismo no está separada de la lucha por resolver las necesidades inmediatas del pueblo; la lucha política del pueblo por superar el capitalismo no está divorciada de la lucha económica, esta verdad probada por años de práctica del movimiento proletario en México y el mundo y por el desarrollo teórico del marxismo-leninismo ha regido nuestra estrategia, nuestra táctica y nuestra metodología durante los ya cinco años de existencia como Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP) y de 34 números de nuestro querido y entrañable periódico FRAGUA.
Pero aunque esta verdad del vínculo entre lucha política y lucha económica nos ha regido, debemos decir que no siempre lo hemos sabido aplicar en nuestra práctica.
x Cristóbal León Campos
I
Al ser construidas las metrópolis latinoamericanas durante la época colonial, una de sus características fue la presencia de espacios físicos de marginación y segregación, que de origen tuvieron como pretexto, las concepciones raciales y étnicas que sirvieron como justificantes de la dominación y fijaron en el imaginario social las diferencias como razones político-económicas y socio-culturales, hoy, a más de quinientos años del inicio de la edificación de las ciudades en nuestra América, y en muchos casos, doscientos años después de las guerras de independencia y la conformación de los Estados-Nación, la marca del racismo continua visible, los partidarios de la nostalgia colonial han conseguido que se preserven espacios físicos segregados, y los reafirman con las acciones cotidianas de gobierno que establece el llamado “orden social”. En México, este hecho es reconocible en las capitales, y en particular, en Yucatán la ciudad de Mérida mantiene esa división como una constante en el quehacer diario, sin importar, que las leyes y el discurso oficial, hablen en otro sentido, la realidad es, que el aire que aún se respira, está cargado de la segregación como orden urbano y la viejas concepciones de superioridad entre clases y sectores sociales. Mérida es aunque duela reconocerlo; una ciudad donde el racismo persiste y se reproduce todos los días.
x Eduardo Pérez Otaño
El próximo 1 de julio se definirá el nuevo presidente de México en sustitución de Enrique Peña Nieto. Con el arranque oficial de las campañas electorales el pasado 30 de marzo, se confirma el fin de las ideologías políticas en esta contienda en particular: las alianzas y componendas para hacerse de las candidaturas pone en evidencia al sistema político mismo.
Cuatro candidatos se discutirán la primera magistratura, y de paso tratarán de concentrar los favores del electorado durante estos tres meses: el oficialista José Antonio Meade Kuribreña, Ricardo Anaya Cortés, Andrés Manuel López Obrador y la independiente Margarita Zavala Gómez. Entre estas opciones deberán elegir cerca de 90 millones de votantes según datos oficiales del Instituto Nacional Electoral.
x OLEP/Fragua
Este año estará marcado por la nueva elección presidencial en nuestro país. Una vez más el pueblo mirará y escuchará hasta el hartazgo discurso tras discurso y promesa tras promesa en la radio, la televisión y hasta el cine “para variar”.
Sin embargo, esta elección tiene cosas nuevas no vistas en nuestro país desde hace muchos años: nos referimos a la aprobación y expedición de la Ley de Seguridad Interior (LSI). A finales del 2017 el poder legislativo con el PRI y el PAN a la cabeza y el representante del poder ejecutivo aprobaron y expidieron una ley para garantizar el fraude electoral.
x Ricardo Armando Flores y Viridiana Alarcón
Las coyunturas electorales despiertan fantasías y desempolvan proyectos añejos. Aunque, quizás, y con mayor exactitud, también nos permiten tomar el pulso de la conciencia política de una sociedad. En todas partes en donde impera la “democracia”, las coyunturas electorales revelan el conflicto entre los diversos proyectos políticos que disputan los espacios estatales para su realización.
En México, patio trasero y fosa común del capital trasnacional (legal e ilegal), las coyunturas electorales destapan y crean viejas disputas, nuevas alianzas, sorpresas surreales y, además, ejecuciones extrajudiciales o desapariciones forzadas. Basta con hacer un recuento de las últimas tres elecciones en México para percatarse cómo la izquierda, tanto institucional como aquella “revolucionaria”, se define a partir de dichas coyunturas. No hay grupo, colectivo, “partido”, liga, organización o grupo armado que defina sus estrategias, a corto o mediano plazo, sin considerar que aproximadamente 83 millones de mexicanos están llamados a votar cada seis años en las elecciones presidenciales.
Pero ¿qué se juega en las elecciones en general? Frente a esta pregunta se definen los horizontes en los que se mueven las izquierdas en México. Veamos.
x OLEP/Fragua
El pasado 19 de septiembre la tierra sacudió sus entrañas. Son miles de personas damnificadas y cientos de muertos. Personas que perdieron sus casas o trabajos, niños que quedaron sin escuela, familias que acabaron separadas para siempre. No se puede desde luego culpar a nadie por el temblor, vivimos en una zona sísmica y deberíamos estar preparados siempre para el siguiente desastre. Sin embargo, es responsabilidad del Estado mexicano estar listo para el siguiente desastre así como el que la población tenga una mínima preparación para afrontar estos eventos; es su responsabilidad que los equipos de rescate (no los de seguridad pública) estén listos y preparados ante cualquier eventualidad y que las nuevas construcciones se hagan de acuerdo con las normas adecuadas al tipo de suelo en el que vivimos así como también erogar los recursos necesarios para las labores de atención a los damnificados y de reconstrucción de las zonas afectadas.
Chambita en chambita, pesito a pesito
De los mexicanos se dicen muchas cosas, unas buenas y otras no tanto, pero una que sí es la mera verdad es que sabemos trabajar, somos gente chambeadora y no tememos ensuciarnos las manos. Y bueno, con lo difícil que está la situación, uno ya tiene que entrarle a todo; a todo lo bueno, no piense mal.