Detienen a Jesús Santrich: advertencia de lo que se viene
x José Antonio Gutiérrez D.
Sin embargo, esa es sólo parte del problema. La otra parte del problema, quizás la más importante, es que la oligarquía colombiana tiene demasiada memoria. Es una oligarquía rencorosa y vengativa que no olvida y que no perdona a quienes osen cuestionar sus privilegios o siquiera perturbar su digestión. Como los déspotas de antaño, ellos pueden matar, desaparecer, violar, reprimir, mutilar y no pasa nada… ¡pero ay de quien ponga en entredicho la legitimidad de sus riquezas acumuladas mediante el fraude y la violencia desnuda! Así pasen décadas, apenas tengan la oportunidad de cobrarse en sangre algún susto que les hayan hecho pasar, se la cobran. La insistencia de las FARC en la reconciliación cae en oídos sordos, porque no hay con quien reconciliarse. A esta oligarquía -de médula terrateniente- no le interesa otra cosa que la más cochina venganza en contra de quienes participaron de un movimiento insurgente de fuerte raigambre campesina, un movimiento que buscó la justicia para los del campo y una transformación del país, pero terminó entrampada en un acuerdo de paz hecho a la medida del gobierno de Santos en el cual las estructuras opresivas contra las que alguna vez se alzaron en armas, quedaron intactas. Ahora que están sin armas y aisladas, tanto de sus bases sociales después de su salida de los territorios en que hacían presencia, como de una izquierda que no ha sabido construir procesos de unidad, la oligarquía tiene la oportunidad para hacer leña del árbol caído.