Alexandra Kollontai, constructora de los de derechos de la mujer proletaria

x OLEP/Fragua

CUANDO PENSAMOS EN LAS CLASES de historia de la primaria, secundaria o preparatoria, lo que nos viene a la cabeza son fechas, nombres, lugares, y acontecimientos siempre desligados de nosotros. Pero, la historia se encarga de relatarnos, de describirnos y de enseñarnos cómo era la sociedad de antes. Podemos hacerle muchas preguntas, por ejemplo: ¿cómo se vestían en la época de los abuelos o bisabuelos?, ¿cómo era la forma de cortejar cuando eran jóvenes nuestros padres?, ¿cómo se trasladaban de un lugar a otro cuando no había carros?

En fin, ¡todo lo que se te ocurra preguntar! Por eso hace mucho tiempo, los hombres y mujeres que vestían con “telas de forma rectangular que envolvían el cuerpo, sujetas a los hombros con alfileres y atadas a la cintura con un cordón o cinturón, formando una túnica”, o sea los griegos, la llamaban la maestra de la vida, porque les enseñaba lo que había pasado antes y entendían qué era lo que no había de repetirse para no caer en los mismos errores.

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