La presidencia del Parlament que intranquiliza a la CUP y Puigdemont
x Sato Díaz
Sin sorpresas. Roger Torrent, de ERC, será el presidente de la cámara catalana esta legislatura. Y la Mesa del Parlament tiene mayoría independentista, dos integrantes de JxCat y dos de ERC de un total de siete. El presidente ha sido elegido con los votos de los tres partidos independentistas, los dos anteriores y la CUP, 65 votos, pues los cinco electos en Bélgica no han votado. Sí lo han hecho los tres en prisión, que han delegado el voto. La mesa de edad presidida por Ernest Maragall lo permitía, lo que le ha valido las críticas de Ciudadanos y PP. No así del PSC, que lo ha visto en consonancia con el auto del juez Llarena.
Sin embargo, la mayoría independentista en la Mesa no aclara la duda mayor: qué pasará con la investidura del próximo president de la Generalitat. El secretismo catalán, una constante en la política de este lado del Ebro. JxCat y ERC pactaron que quien presidirá la Mesa sería de la segunda candidatura y quien hará lo propio en el Govern, de JxCat, cuyo candidato es Puigdemont que se encuentra en Bruselas, sorteando a los tribunales españoles. Para investir a Puigdemont haría falta una investidura a distancia, o bien telemática o bien delegada, algo que desde el Gobierno español ya han asegurado que no van a permitir.
Un discurso ambiguoEl discurso de Torrent se ha mostrado ambiguo en ese sentido y el silencio de después de ERC en la sala de prensa, donde han comparecido todos los demás grupos parlamentarios, aumenta una sensación que viene creciendo durante los últimos días: el partido republicano no tiene un plan definido sobre qué hacer cuando llegue el momento. ¿Facilitará desde la Mesa, forzando el reglamento, una investidura de Puigdemont desde su exilio? ¿Cómo puede afectar eso al proceso judicial de Oriol Junqueras? En ERC hay dos almas, la que aprieta para seguir por la unilateralidad y la que pide un giro y pactos hacia la izquierda.
“Conjurémonos para recuperar las instituciones del país y volverlas a poner al servicio de la ciudadanía lo más pronto posible”. Esta es la esencia del discurso del nuevo president del Parlament una vez ha subido a su asiento.
Recuperar las instituciones, poner fin a la aplicación del artículo 155. Rajoy aseguraba esta semana que este artículo se dejará de aplicar una vez que haya Govern y president del mismo. Y no permitirá la investidura imaginativa de Puigdemont. Por lo tanto, el compromiso de Torrent de regresar a la normalidad institucional catalana es muy difícil de conjugar con que Puigdemont pueda presentarse como candidato ante el Pleno.
Si ERC no ha comparecido ante los medios de comunicación, tal vez para evitar que la prensa indagara en la cuestión de la investidura y de qué papel jugará la Presidencia del Parlament, las valoraciones del resto de grupos también han sido curiosas. El PSC ha valorado el discurso positivamente, pues “ha hablado de respeto, diversidad y convivencia y, según tal, no se podrá producir una investidura de Puigdemont”.
A Xavier Domènech le han gustado las palabras del nuevo president del Parlament: “Ha hablado mantener el autogobierno, de respeto a la institución, convivencia, derechos sociales y de trabajar contra la violencia machista. Esperemos que sea más que un discurso”. Un president de la Mesa “feminista”, pero una Mesa en la que sólo hay una mujer de sus siete representantes. Hasta el PP ha reconocido el “tono conciliador” del discurso.
Por el contrario, la portavoz de JxCat, Elsa Artady, se ha mostrado fría con respecto a las primeras palabras Torrent. Se ha limitado a recordar que tienen un acuerdo con ERC por el cual JxCat ha apoyado la candidatura de ERC a la Mesa y la fuerza republicana hará lo propio con la Presidencia del Govern, para JxCat. “Estamos trabajando la fórmula de la investidura. Trabajamos con el compromiso de ERC para dar investidura al president”, ha declarado.
La CUP, por su parte, ha criticado duramente el compromiso de Torrent. “El primer discurso ha quedado muy lejos de cualquier referencia a una legalidad republicana, se ha encuadrado en el marco estatuario sin hacer ninguna referencia al 1-O ni al 27-O”, día en el que se proclamó la independencia. “No vamos por el buen camino”, ha reiterado Carles Riera, para quien no tiene sentido seguir en el marco constitucional, por lo que apuesta por profundizar en la unilateralidad para materializar la independencia. La formación anticapitalista advierte: “Lo principal es el programa, no la persona”.
Empieza a correr el tiempo. Los grupos políticos negociarán apoyos para posibles investiduras. La mesa recibirá la presión de JxCat de facilitar una investidura a Puigdemont desde Bruselas, por videoconferencia o delegada, algo que parece que ERC no está por la labor. Suena la opción de que algún diputado de JxCat se presente a la investidura asegurando que compartirá la Presidencia con Puigdemont desde Bruselas. Imaginación al poder. Otra posibilidad que no hay que perder de vista es que no se consiga investir a nadie para la Presidencia de la Generalitat, lo que desembocaría en nuevas elecciones. Desde algunos sectores del PDeCat no ven mal esta idea. Nuevo candidato, aceptar el marco autonómico y cerrar el proceso unilateral. Creen, además, que le robarían votos a ERC. Para la CUP, sería una traición al electorado independentista y al mandato del 1-O, pero podrían recuperar apoyos electoralmente hablando. ERC podría quedar debilitada, al no haber facilitado desde la Mesa un debate de investidura a Puigdemont.
El escenario está muy abierto. La política catalana, en los últimos tiempos, nos ha enseñado a guardar cautela. Se muestra impredecible para analistas y periodistas. El ritmo de los acontecimientos es elevado y los giros de guion inesperados están a la orden del día. La improvisación es un elemento a tener en cuenta. La judicialización del proceso también puede hacer que las decisiones cambien, en virtud de lo mejor para las defensas de los encausados.
Pero, una repetición de elecciones, habiendo una mayoría independentista en el Parlament, sería un fracaso del independentismo. La ruptura del bloque, la incapacidad de llegar a un acuerdo. ¿Lo pagaría en las urnas? Y Ciudadanos, ya en diciembre, fue la fuerza política más votada. Arrimadas se siente eufórica y con ansias de poder.