México defiende la soberanía energética

x Hedelberto López Blanch

Sin excitarse y con plena confianza en sus deberes para defender la independencia energética y petrolera de la nación, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha declarado en varias ocasiones que su Gobierno no cederá la soberanía del país aunque signifique salir del Tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

AMLO desde que llegó a la presidencia el primero de diciembre de 2018, inició acciones para recuperar el sistema eléctrico nacional que está bajo explotación de compañías extranjeras y garantizar una mayor participación del Estado en los recursos petrolíferos.

Por su accionar nacionalista y planteamientos progresistas en temas de agendas internacionales se ha ganado el odio de los centros de poder en Occidente que le han lanzado constantes ataques desinformativos, sobre todo por parte de la ultraderecha asentada en Miami.

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El litio y la soberanía, México y Bolivia

x Gerardo Villagrán del Corral

Acompañado por el presidente boliviano Luis Arce, el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador destacó en rueda de prensa el interés de su gobierno en explotar los yacimientos de litio con los que cuenta el país y que analiza la posibilidad de tener una mayor participación en la extracción del metal cuyas reservas se concentran en Sonora.

Bolivia, cabe recordar, dispone de mayores reservas del llamado petróleo del futuro, hoy tan codiciado en el mundo. Arce recordó que el control de los recursos naturales es un tema estratégico y afirmó que el dominio sobre el litio fue el objetivo económico detrás del golpe de Estado que en noviembre de 2019 obligó al ex presidente Evo Morales y miembros de su gabinete –incluido el propio Arcea– a exiliarse en México.

López Obrador reconoció que el papel gubernamental en el sector se verá acotado de manera inevitable por el entreguismo desenfrenado de sus antecesores, quienes concesionaron vastas extensiones del territorio nacional no para producir oro, plata, cobre, litio, sino fundamentalmente para especular en el mercado financiero.

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Electricidad: la batalla que viene

x Eduardo Nava Hernández

Con la iniciativa preferente enviada el lunes 1 de febrero al Congreso, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha planteado su, hasta ahora, política más trascendente en materia energética, un sector que, como es sabido le interesa particularmente por sus implicaciones para la nación y el Estado.

Sin echar abajo la reforma constitucional peñanietista de 2013, y dentro del marco de apertura a la inversión privada que ésta implicó, esta pejerreforma busca dar preferencia en la distribución a la energía generada en las plantas de diversos tipos de la Comisión Federal de Electricidad, a contramano de los contratos con los productores privados que otorgaron a éstos ventajas ostensibles.

La reforma de 2013 abrió un gran campo de inversión en el sector eléctrico a las empresas privadas (Enel Green Power, Grupo México, la española Ibedrola, AES Corporación, ILIOSS, Acciona, Minera Autlán y Mexichem, entre muchas otras), que en pocos años han llegado a producir más del 45 % de la electricidad del país y a abastecer a más de mil grandes plantas y empresas de sectores como la minería, altos hornos, cementeras o la panificadora Bimbo (El Universal, 28 jun. 2020). Sin embargo, las líneas de transmisión y distribución siguen siendo exclusivas de la CFE. Los contratos de autoabastecimiento con los generadores privados, que fueron firmados conforme a la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, ya abrogada, y que en algunos casos datan del periodo de Carlos Salinas de Gortari, obligaron a esta agencia estatal a comprar toda la energía producida por aquéllos, saturando sus redes y obligando a postergar el despacho de la electricidad producida por la empresa estatal.

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