De buenos deseos, coyunturas y realidades: México 2018, elecciones y fragmentaciones (parte III)
x Ricardo Armando Flores* y Viridiana Alarcón
En las primeras dos entregas de esta serie de artículos hemos analizado los horizontes en los que se mueven las izquierdas en México frente a la pregunta: ¿qué se juega en las elecciones en general? Asimismo, nos enfocamos al análisis de los dos sectores que definimos como antielectoral y electoral y sus posicionamientos frente a la pregunta antes referida. En la presente entrega, intentaremos trazar, sin caer en ejercicios escolásticos, los posibles escenarios a los que se enfrentará el movimiento social y popular después de las elecciones, es decir, las posiciones políticas que enarbolarán, como resultado de su inclusión en alguno de los dos sectores que ya hemos analizado, aunque, de entrada, pondremos un poco más énfasis en las posiciones del sector antielectoral. Comencemos.
¿Retembló algo?
Queremos señalar algunos puntos de lo que significó el intento del Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de figurar, aunque fuese simbólicamente en la boleta electoral de las elecciones presidenciales del próximo 1º de julio. Pues, a pesar de haber llamado a sus simpatizantes e interesados a compartir sus valoraciones al respecto, parece que muy pocos o casi nadie lo hizo (o al menos aún no se hace público).
Después del sonoro, pero silenciado, fracaso de la recolección de firmas para la candidatura independiente de María de Jesús Patricio Martínez “Marichuy”, impulsada por el CNI-EZLN, aderezado por el misterioso silencio de la comandancia zapatista durante por lo menos un mesi, los hechos saltan a la vista. Es decir, nuevamente, el EZLN anunció con bombo y platillo que cimbraría al sistema político mexicano y, nuevamente, no pudo abrir esa ansiada grieta en el muro del sistema, no hizo retemblar en sus centros la tierra: ni tembló ni retembló. Eso sí, la campaña de recolección de firmas vino a comprobar lo que ya habíamos dicho anteriormente: la existencia del poco o nulo trabajo político entre la gente de “abajo y a la izquierda” a la que dicen representar y con la que pretenden organizarse.