Se fue Trump. ¿Y ahora qué?‎

x Constantino Ceoldo

La derrota de Donald Trump al tratar de obtener un segundo mandato presidencial ‎devuelve la política exterior de Estados Unidos a senderos ‎aparentemente ya conocidos. Donald Trump fue el primer presidente de ‎Estados Unidos que no inició una guerra, algo inédito en los últimos 30 años, ‎mientras que el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, fue vicepresidente de un Barack Obama que recibió el premio Nobel de la Paz sin que nadie ‎sepa por qué. De hecho, ya con el Nobel de la Paz en el bolsillo, ese mismo Barack ‎Obama no vaciló en arrasar Libia bajo un diluvio de bombas, como tampoco vaciló en ‎sumir Siria en una guerra impuesta a través de mercenarios yihadistas, guerra que ya ha ‎durado 9 larguísimos años. El Nobel de la Paz Barack Obama también fomentó un ‎golpe de Estado nazi en Ucrania, que encontró –como respuesta defensiva– el regreso ‎de Crimea a la Federación Rusa y la secesión de las poblaciones de rusófonas del ‎Donbass. ‎

La evaluación global de la política exterior de la administración Trump muestra como elementos ‎particularmente negativos el ataque con misiles contra Siria –más superficial que otra cosa– y el ‎absurdo asesinato del importante general iraní Kassem Suleimani, cuya eliminación no ayudó a ‎que Trump lograra mantenerse en la Casa Blanca. La retirada de Estados Unidos del Tratado INF ‎y del «Tratado de Cielos Abiertos» nos retrotrae a las relaciones entre dos realidades geopolíticas que ‎parecían haber quedado atrás: los Estados Unidos de los años 1970 y la Unión ‎Soviética. En cambio, la retirada unilateral de Estados Unidos del JCPoA dejó a la República ‎Islámica de Irán con las manos libres para reorganizar su defensa nacional, aunque ello implique ‎la renuncia a ciertos acuerdos entre Teherán y las demás potencias occidentales. ‎

‎¿Qué fue la presidencia de Donald Trump? ¿El capricho de un multimillonario que imponía su ‎voluntad? ¿Quizás la última satisfacción de un magnate capaz de comprarse un juguete que ‎le agrada? ¿O hay algo más profundo tras la incuestionable orgía del dólar que caracteriza la ‎política estadounidense?‎

Thierry Meyssan, fundador de la Red Voltaire propone un original análisis del conflicto político ‎interno estadounidense, diferente de lo que divulgan los grandes medios de difusión. ‎

Según Meyssan, el enfrentamiento entre las diferentes “almas” del Estado Profundo ‎estadounidense es histórico, irreparable y llevará al derrumbe de la entidad que hoy conocemos ‎como los «Estados Unidos de América». ‎

Pravda¿Podría usted explicar a nuestros lectores a qué se refiere cuando habla de ‎‎“jacksonianos” y de “neopuritanos sin Dios”? ‎

Thierry Meyssan: Los “jacksonianos” son los herederos de un presidente estadounidense ‎anterior a la Guerra de Secesión, Andrew Jackson. Los jacksonianos se caracterizan por su ‎resuelta defensa de las libertades y por su animosidad hacia los banqueros. Esta escuela política ‎no estaba representada en Washington desde la Segunda Guerra Mundial. ‎

Los “puritanos sin Dios” son aquellos que se presentan como herederos de los peregrinos ‎fundadores celebrados durante la festividad estadounidense conocida como «Thanksgiving» (el ‎‎«Día de Acción de Gracias»). Son calvinistas secularizados y han inventado la cultura «woke». ‎Según ellos, para tener acceso a la felicidad, el hombre tiene primero que expiar las faltas de ‎sus padres. ‎

Estos dos grupos libran una batalla a muerte que tiene sus orígenes en la historia británica. ‎

Pravda¿Quién pertenece a cada una de esas dos facciones y qué nivel de penetración tienen ‎estas en los círculos del poder en Washington? ‎

Thierry Meyssan: Los jacksonianos son un movimiento popular, poco representado ‎en Washington. La elección de uno de ellos, Donald Trump, fue un shock para toda la clase ‎política, tanto para el Partido Republicano como para el Partido Demócrata. ‎

Es erróneo interpretar los acontecimientos registrados en Estados Unidos desde la crisis ‎financiera de 2008 en función de etiquetas políticas. Se trata ante todo de una revuelta popular ‎contra los planes destinados a salvar los bancos en detrimento de la gente común, planes ‎concebidos e implementados por los presidentes George Bush hijo (republicano) y Barack Obama ‎‎(demócrata). ‎

Pravda¿Hay otras facciones de la sociedad estadounidense que no estén, al menos por el ‎momento, completamente marginalizadas en la lucha por el poder? ‎

Thierry Meyssan: La sociedad se ha radicalizado. La gente se ha visto obligada a escoger ‎su bando. De un lado están la clase política, los banqueros y los multimillonarios globales. Del ‎otro están el llamado Tea Party (republicano) y el senador Bernie Sanders, quien aspiró a la ‎nominación como candidato del Partido Demócrata a la presidencia. Por el momento, no hay ‎más espacio para otras ideas. ‎

PravdaLa facción representada por el binomio Biden-Harris es entonces el gran vencedor del ‎conflicto político estadounidense y tiene por consiguiente las manos libres para manejar el ‎Estado? ‎

Thierry Meyssan: Yo no creo que el binomio Biden-Harris haya ganado absolutamente nada. ‎El conteo de los sufragios de la elección presidencial se hizo en muchos ‎lugares a puertas cerradas, como en una dictadura. Haber logrado ocupar la Casa Blanca es ciertamente una ‎victoria, pero es un triunfo “envenenado”. Una tercera parte de los estadounidenses considera ‎que se trata de un poder ilegítimo. La población está perdiendo el respeto que sentía por las ‎autoridades. Este gobierno no logrará hacer gran cosa en el plano interno pero puede actuar en ‎lo exterior. Estados Unidos se divide cada día más y se dirige hacia una guerra civil. ‎

PravdaEstas ideas son muy originales. ¿Hay otros investigadores que las comparten, quizás ‎incluso a nivel gubernamental? ‎

Thierry Meyssan: El consejero electoral del presidente Nixon, Kevin Philips, hacía un análisis ‎muy preciso de esa división. El propio Nixon estaba convencido que esa división era el mayor ‎peligro para Estados Unidos.‎

Como historiador, Kevin Philips había estudiado la oposición que los puritanos habían despertado ‎a todo lo largo de la historia. Philips mostró que la revolución de Oliver Cromwell –‎en Inglaterra–, la guerra de independencia de Estados Unidos y la Guerra Civil (Guerra de ‎Secesión) en Estados Unidos eran la continuación del mismo conflicto. ‎

Por otra parte, en el momento de la disolución de la Unión Soviética, el profesor Panarin –a quien ‎conocí en Moscú– predecía que Estados Unidos no tardaría en desintegrarse también. Él preveía ‎que Estados Unidos iba a dividirse en varios países separados, según criterios étnicos. Los acontecimientos del 11 ‎de septiembre [de 2001] modificaron el contexto y permitieron a Washington volver a ‎convertirse en amo del mundo. ‎

Durante todos estos años, los estadounidenses se han desplazado dentro de su propio país y han ‎ido reagrupándose en comunidades culturales. El paso de la visión del profesor Panarin a la ‎situación actual no deja espacio a una zona para la población negra. Esta población se reparte ‎entre zonas culturales diferentes asociadas a la identidad de los antiguos amos de los antepasados ‎de los estadounidenses negros, la identidad a través de la cual los antepasados esclavos entraron ‎en contacto con las culturas que encontraron del otro lado del Atlántico. ‎

Pravda¿Piensa usted que las hostilidades contra Siria puedan reiniciarse abiertamente en ‎poco tiempo? ‎

Thierry Meyssan: No lo sé. Lo que sí es seguro es que Irán efectuará un viraje de 180 grados. ‎El presidente Rohani quiere restaurar el imperio safávida, una entidad basada en el islam chiita. ‎Por su parte, los Guardianes de la Revolución quieren continuar la obra del ayatola Khomeini y ‎liberar el Medio Oriente del imperialismo anglosajón. ‎

Rohani fue el primer contacto de los israelíes y los estadounidenses en la operación Irán-Contras, ‎hace más de 30 años. La llegada de Rohani al poder fue resultado de negociaciones entre ‎el Guía, el ayatola Khamenei, y la administración Obama. Los 3 negociadores estadounidenses de ‎aquella época ocupan hoy importantes posiciones en la administración Biden –como director de ‎la CIA, consejero del presidente para la seguridad nacional y secretaria de Estado adjunta. Juntos ‎van a tratar de convertir el Irán moderno en lo que fue Irán en tiempos del shah, o sea el ‎gendarme de la región. Por consiguiente, el Irán que hoy es aliado de Siria puede convertirse en ‎su enemigo. ‎

Pravda¿Cuál será, en su opinión, la posición más probable de Rusia sobre el tema sirio? ‎

Thierry Meyssan: La burguesía siria muestra una ridícula arrogancia al creerse indispensable. ‎Pero Rusia no necesita a Siria. Rusia salvó la República Árabe Siria como continuación de la ‎política de Catalina la Grande, sólo porque el cristianismo nació en Damasco. ‎

Siendo eso lo esencial, Rusia va a rentabilizar su inversión. Se apoyará en el presidente Assad ‎para reorganizar el país. El hecho es que Bachar al-Assad y Vladimir Putin se estiman mutuamente. ‎

Pravda¿Y cuál será la posición de la Turquía de Erdogan? El activismo político-militar del ‎presidente turco es particularmente evidente en el Medio Oriente ampliado.

Thierry Meyssan: Turquía es un país que sigue sin hallar su identidad propia, desde su ‎creación al final de la Primera Guerra Mundial. A veces quiere restaurar el imperio otomano, ‎otras veces aspira a integrarse a la Unión Europea y por momentos se vuelve hacia los países ‎turcoparlantes de Asia central. El propio presidente Erdogan ya ha asumido una tras otra esas ‎‎3 posiciones y hasta 2 posiciones nuevas: ser el punto medio entre Estados Unidos y Rusia o ‎convertirse en el nuevo califa de los musulmanes sunnitas. Hoy está pagando el precio por esos ‎constantes cambios de postura.‎

Rusia pospone el momento de la ruptura pero sabe muy bien que Turquía es para ella un enemigo ‎histórico. ‎

PravdaComo última interrogante, ¿puedo preguntarle cuál es la situación sanitaria en Siria? ‎‎¿Cuál es la situación allí en relación con la pandemia de Covid-19? ¿Qué decisiones ha tomado ‎el gobierno para contenerla? ¿Cómo está el ánimo de la población? ‎

Thierry Meyssan: Damasco y Alepo son las dos ciudades más antiguas del mundo. La Siria ‎histórica es una región cultural hoy dividida en varios países: Líbano, Israel, Jordania, Chipre y una ‎parte de Turquía. Al cabo de una década de guerra, la República Árabe Siria está en gran parte ‎destruida. Sus habitantes, aunque recuerdan los sufrimientos de sus antepasados, están ‎agotados. ‎

Ante las pruebas que han vivido en los últimos años, el Covid-19 no es gran cosa. Luego de ‎algunas semanas de histeria colectiva, como en Europa, los sirios volvieron al sentido común. ‎Ellos aceptan que esta enfermedad puede ser mortal, pero mata mucho menos que la guerra. ‎

Fuente:
Pravda.ru (Rusia)

Red Voltaire

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