Entrevista a Sergi Cutillas, integrante del Comité de la Verdad de la Deuda Griega “El establishment ha pedido la cabeza de Tsipras como mensaje de disciplina”

En las negociaciones entre el gobierno heleno y el Eurogrupo, Tsipras aceptó finalmente un acuerdo que ponía el énfasis en las medidas de austeridad, pero con algún margen para poder presentarse ante la población griega. “Un mal acuerdo, pero que también rechazó el FMI dos días después”, afirma Sergi Cutillas, integrante del Comité de la Verdad de la Deuda Griega y miembro de la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD). En el fondo, “han pedido la cabeza de Tsipras como mensaje de disciplina, para evitar que cunda el ejemplo de que se le puede doblar el brazo a la Troika”. ¿Qué han supuesto los dos “rescates” (en los años 2010 y 2012) para Grecia? La deuda pública pasó del 130% del PIB en 2010 a cerca de un 180% en la actualidad. Además, “han destruido el país y lo han llevado a una situación de crisis humanitaria”, concluye el economista. El 5 de julio los ciudadanos griegos decidirán en referéndum si aceptan la extensión del programa de rescate (15.000 millones de euros) y las medidas de austeridad y recorte que implica.

-Los medios de comunicación propagan la idea de que el pueblo griego disfruta de buenas prejubilaciones, pensiones privilegiadas y paga escasos impuestos por la negligencia de la Administración Pública. ¿Es esto real o se trata de una manera de justificar la austeridad y los recortes?

Es verdad que el estado griego es en buena medida corrupto, y tiene dificultades para funcionar democráticamente. Hay además problemas recaudatorios, pero esto no es culpa del pueblo griego. Hemos de tener en cuenta que la transición de la dictadura a la democracia en Grecia fue tutelada por Estados Unidos y las clases capitalistas occidentales, al igual que en España. En Grecia hay actualmente una tasa de paro del 27% y una caída del PIB desde que empezó la crisis de aproximadamente el 25% (equivalente a la experimentada durante la segunda guerra mundial). Los economistas medianamente serios coinciden en que las medidas impuestas por la Troika han terminado con la economía griega. Ayer lo decía por ejemplo Krugman. Cuando comenzó la crisis en 2007, la deuda pública griega era algo superior al 100% del PIB. No era un problema irresoluble, pues se situaba en términos parecidos a los de España o Italia en la actualidad. La deuda pública en Grecia representa hoy el 180% del PIB, es decir, son las medidas de austeridad la que se han cargado la demanda (en muchos casos los salarios han caído a la mitad y las pensiones en un 40%), a lo que se añade el cierre de miles de empresas. A ello hay que añadir que las clases privilegiadas, por ejemplo la iglesia ortodoxa, no pagan impuestos, y las grandes empresas practican mecanismos de elusión fiscal.

-¿Han servido los planes de rescate y las medidas de austeridad para aliviar la deuda griega?

Desde 1981 hasta 1993 hay una explosión de la deuda pública, que pasa del 25% al 91% del PIB, por razones como el gasto excesivo en defensa y sobre todo por los intereses muy altos que se pagaron a los bancos griegos por la deuda (muy por encima del crecimiento de la economía y de la inflación). Esto respondía a los intereses de la oligarquía. Entre 1993 y 2007 la deuda pública pasa del 91% al 103%, lo que supone en la práctica un periodo de “estabilización”. Cuando llega la crisis financiera iniciada en el sector privado, en muy poco tiempo la deuda pública se eleva del 103% al 127%. Después se establecen los planes de rescate (el primero en 2010 y el segundo en 2012), con los que pasamos de una deuda pública de aproximadamente el 130% del PIB (2010) a la actual (2015), en torno al 180%.

-¿A qué obedecen, por tanto, los planes de rescate?

El objetivo es rescatar a la banca privada europea. En el año 2010 los bancos europeos tenían el 80% de la deuda griega (sobre todo los bancos alemanes y franceses, que controlaban el 50%). Esos títulos de deuda hoy la tienen fundamentalmente (en un 80%) acreedores públicos: FMI, BCE, Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y los países socios de la Unión Europea. Por otro lado, el FMI establecía en sus estatutos que no podía emitir préstamos sin que la deuda fuera sostenible. En el caso de Grecia, la deuda tenía se tenía que haber hecho sostenible con una quita. Esto hizo que posteriormente el FMI modificara sus estatutos. Además, la deuda pública griega en los términos actuales es absolutamente impagable.

-Con independencia del ruido mediático, ¿qué punto explica la ruptura de las negociaciones entre las instituciones europeas (más el FMI) y el gobierno de Grecia?

No hay un motivo único. Desde que inició su andadura el gobierno de Tsipras, ha tenido que ir renunciando a todo. A la reestructuración de la deuda; a poder ligar el pago a los acreedores al crecimiento de la economía; a la vuelta a un salario mínimo interprofesional de 751 euros; a frenar las privatizaciones y la austeridad… En la última propuesta del gobierno griego se renunció a todo esto. Hubo también concesiones en la edad de jubilación, que se pretendía aumentar a los 67 años, subidas del IVA… La última oferta de Tsipras suponía aceptar casi todo, pero dejando algún margen para poder decirle a su gente que había tenido algún logro. Pero el “mensaje” del FMI el pasado miércoles fue muy claro: “Queremos destrozar a este gobierno”. Las medidas del lunes de Tsipras (prácticamente había llegado a un acuerdo con el Eurogrupo) eran realmente medidas de austeridad, un mal acuerdo. Suponía el punto máximo de renuncias, no podía ir más allá pues esto supondría un suicidio político. Sin embargo dos días después el FMI rechazó estas medidas. Parece que querían la cabeza del gobierno.

-El referéndum convocado el 5 de julio plantea la extensión del programa de rescate (15.000 millones de euros), al que seguirían medidas de austeridad fiscal y recortes. ¿Qué escenarios podrían darse, a tu juicio, tras la consulta?

En mi opinión, el “sí” implicaría una derrota para el gobierno griego y para la democracia en Europa. Caería el ejecutivo, iríamos a unas nuevas elecciones y, tal como veo las cosas, se establecería un gobierno “tecnocrático” con las manos atadas a corto plazo por la austeridad. Observaríamos en ese escenario un tutelaje por parte de la Eurozona. Pedir, por tanto, la cabeza de Tsipras implica un “mensaje” de disciplina. Entre la salida del euro y el “motín”, el “establishment” ha decidido que no quiere perder una parte de la Eurozona, Grecia, una parte pequeña que representa sólo el 2% del PIB de la UE, en absoluto comparable con países como España o Italia, cuyo abandono implicaría la ruptura de la zona euro. Lo que realmente les preocupa es que Grecia sirva como ejemplo para partidos como el Bloco de Esquerda, el Movimiento Cinco Estrellas, Alternativa Por Alemania, Finlandeses Auténticos, Podemos o el Sinn Féin. No se trata tanto de un conflicto izquierda/derecha como de lógicas imperiales, neoliberales y globalizadas.

-¿Y en cuanto al “no”?

En mi opinión, el “no” llevaría de forma casi segura a una salida del euro, y sobre todo daría el ejemplo de que sí se puede doblar el brazo a la Troika. Creo que la Troika no se sentaría a negociar de nuevo. A mi juicio habría una expulsión de Grecia de la zona euro; se le cortarían a los bancos griegos, actualmente en quiebra, las líneas de financiación del BCE. Por otro lado está habiendo acuerdos, como el firmado en San Petersburgo para ampliar a Grecia el gasoducto Turkish Stream con gas ruso. También hay una oferta para que Grecia se sume al Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS. Son recursos posibles, pero hay que ser prudentes.

-¿A qué conclusiones ha llegado el Comité de la Verdad de la Deuda Griega, del que formas parte?

Una de las principales es que las condicionalidades de los rescates de 2010 y 2012 han destruido la economía griega y han llevado al país a una crisis humanitaria. Hay además claras ilegalidades en los rescates. Por ejemplo, se han transgredido los tratados de la Unión Europea. El FMI también ha vulnerado sus propios estatutos; y el BCE, sus principios de no intervención política. El Banco Central Europeo ha utilizado determinados programas para beneficiar a los bancos. Toda la deuda griega es ilegítima, ilegal, odiosa e insostenible. En 1980 la deuda pública helena representaba el 80% del PIB, hoy se sitúa en torno al 180%. Todo este crecimiento de la deuda lo ha pagado el pueblo griego, con paro, pobreza, sufrimiento y privatizaciones. Además, si aceptamos que la deuda existe, está más que pagada.

-Al final, ¿la batalla es económica o política?

Que nadie se engañe, han querido separar ciertos campos de conocimiento de los que son las relaciones de poder. Eso es una ilusión. Plantear la economía de manera tecnocrática es algo irreal. Esto no pasa siquiera con la física cuántica, donde la realidad no existe al margen del observador. La Economía es por tanto una ciencia que estudia el comportamiento humano, político y social, y en la que se juegan relaciones de poder. Decir que eso es inexorable y no se puede cambiar, es falso. Es una cuestión de voluntad, de cómo se entiende el futuro del ser humano y de la sociedad.

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