La disputa por el litio

Punto Final

En 1998 el precio de la tonelada de litio alcanzaba los 1.770 dólares; en 2009, superaba los 6.000 dólares; hoy, se empina por sobre los 7.600 dólares y sigue subiendo. En 2008, según el Servicio Geológico de Estados Unidos, USGG, se produjeron en el mundo 27.400 toneladas de litio; en 2015, se llegó a las 32.500 toneladas y se espera que en 2020 se alcancen 60.000. El mismo USGG afirma que las reservas mundiales son cerca de 10 millones de toneladas y que más del 80 por ciento están en Chile, Bolivia y Argentina.

El rápido crecimiento de esta industria se sustenta -por ahora- en el auge de los vehículos de propulsión eléctrica que requieren baterías de litio. Tesla, el principal fabricante de automóviles de este tipo, ya está entregando al mercado más de 60 mil unidades al año. En 2016 la producción y comercialización de vehículos eléctricos en el mundo alcanzó los 1,3 millones, casi el doble del nivel registrado en 2014; se espera que para 2025 se llegue a los primeros 30 millones y para 2040 serán 150 millones.

Más allá del mercado de las baterías, el litio se encuentra en la industria farmacéutica, en aleaciones metálicas, en productos para la industria aeronáutica, en los sistemas de aire acondicionado y en algunos tipos de lubricantes. También avanza rápidamente su incorporación a la industria energética, donde se emplean baterías de litio para conservar los elementos activos.

En la actualidad existen nueve elaboradores de productos de litio extraído de salmueras en Argentina, Bolivia, Chile, China y Estados Unidos. Se añaden otros doce productores a partir de minerales en Australia, China, Zimbabwe, Portugal y Brasil.

Al vislumbrarse el término de los combustibles fósiles y empezarse a enfrentar las consecuencias del cambio climático, algunos científicos han afirmado que el posible enfriamiento del hemisferio norte multiplicará el interés industrial por el litio para la construcción de grandes generadores de energía que puedan abastecer a las ciudades y a los medios de transporte. La industria del litio parece tener un futuro próspero. Incluso diversos medios de prensa y analistas ya bautizaron al triángulo de salares ubicados entre Chile, Bolivia y Argentina como la “Arabia Saudita blanca” o el “Triángulo del Oro Blanco”. De allí, entonces, que también se haya iniciado una lucha sin cuartel entre los grandes consorcios mundiales del ramo para adueñarse de esos recursos. Uno de esos consorcios es SQM, la firma minera chileno- canadiense que controla Julio Ponce Lerou, sindicado como uno de los principales financistas de la política a través de pagos irregulares y presuntos sobornos y cohechos.

LA EXTRACCION DE LITIO EN CHILE

SQM extrae el litio desde el Salar de Atacama, por concesiones obtenidas en 1992 en la estatal Corporación de Fomento y bajo óptimas condiciones naturales que le permiten grandes ventajas en relación a los costos de extracción que tienen sus competidores. La empresa Soquimich, origen de SQM, fue privatizada en un 99,99% por la misma Corfo entre 1983 y 1988. Julio Ponce pasó de ejecutivo de la entidad estatal a la presidencia y al control mayoritario de la compañía a través de varias controvertidas operaciones que no se aclaran hasta hoy.

En enero de 2015 la transnacional química estadounidense Albermarle adquirió su símil Rockwood Lithium en 6.200 millones de dólares, entrando de lleno al negocio del litio. Rockwood es en Chile la principal competidora de SQM y mantiene dos sitios de producción: la planta solar de Atacama, donde la compañía pretende invertir en los próximos tres años 75 millones de dólares, y la planta química La Negra, en Antofagasta, donde se le agrega valor al recurso.

A mayo de 2006, Albermarle controlaba el 33% del mercado mundial. Le seguía SQM, con cerca del 25% y la también estadounidense FMC Corporation, con 12%. Tanto Rockwood como SQM son los únicos productores de litio en Chile, mediante los contratos de arrendamiento que mantienen con Corfo en el Salar de Atacama. SQM ya ha ocupado el 55% del contrato que mantiene con la corporación estatal. En enero de 2016 Rockwood selló un acuerdo con Corfo que le permitirá sobrepasar a SQM como el mayor productor local, pasando de producir 24 mil toneladas anuales hasta 80 mil toneladas. El convenio elevará los royalties pagados por Rockwood, equiparándolos -dependiendo del precio del litio- a los de la minería metálica. Rockwood, además, deberá entregar aportes a la investigación y desarrollo -entre 6 y 12,4 millones de dólares al año- y una contribución a los pueblos originarios adyacentes, entre otras condiciones. El gobierno chileno espera recaudar desde la entrada en vigencia del acuerdo hasta la fecha de término, en 2043, unos 2.700 millones de dólares.

Paralelamente, a comienzos de 2016 el gobierno anunció una nueva política nacional sobre el litio y encargó a Codelco la responsabilidad de explotar el litio en los salares de Maricunga y Pedernales, para lo cual está buscando un socio estratégico. Codelco definirá a su socio este año y ya hay más de diez interesados.

Un consorcio de tres empresas chinas -Vision Group, Kanhoo Group y MTL Shenzhen Group- junto a empresarios coreanos radicados en Chile se han reunido con diversas autoridades del gobierno para manifestar su interés por levantar una planta de litio con un aporte inicial de 500 millones de dólares y una inversión final de 2.000 millones de dólares. Mauricio Mora, representante de Nexis Consulting SPA, firma que asesora a los asiáticos, ha dicho que la iniciativa daría trabajo a unas cinco mil personas.

También han sostenido reuniones en el Ministerio de Minería representantes de la firma internacional de ingeniería Worley Parson; de los fabricantes de acero Posco; del equipo económico de la embajada de Francia y de uno de los mayores fondos soberanos del mundo: Abu Dhabi Investment Authority.

Otros interesados en el litio son inversionistas locales como la minera Salar Blanco, de los empresarios salmoneros, forestales y de alimentos Martín Borda Mingo y Cristóbal García Huidobro, que se acaban de asociar con la australiana Lithium Power para extraer el mineral en el Salar de Maricunga, en la alta cordillera de Atacama. La sociedad australiana de Borda surgió tras comprar los activos en Chile de la estadounidense LI3, y el proyecto consiste en invertir 360 millones de dólares. Lithium Power International desarrolla otros proyectos en Argentina.

También la Empresa Nacional de Minería tiene propiedades mineras en el Salar de Aguilar y está recibiendo ofertas de eventuales socios para su explotación.

Ejecutivos de Tianqi, la principal empresa estatal china en el negocio del litio, también han acudido al Ministerio de Minería y visitado el Salar de Atacama. Tianqi es socia de Rockwood en Tallison, un gigantesco yacimiento de litio en Australia. A través de Tallison tiene un proyecto de salmuera de litio ubicado en la Región de Atacama, aún no operativo, que consiste en siete salares, cinco de los cuales están en un radio de unos 30 kilómetros.

Ganfeng Lithium es otra importante productora china que busca crecer fuera del gigante asiático y que ha adquirido participaciones en firmas junior de Australia. Según fuentes del sector, también ha visitado Chile y está interesada en entrar en SQM -con la que ya tiene negocios- a través de la compra de acciones en Pampa Calichera.

EN ARGENTINA

Las mineras del litio activas en el norte argentino han asegurado que respetan las regulaciones ambientales y que su labor ha significado grandes beneficios para la región. Mencionan la creación de cientos de empleos y la inversión de cientos de millones de dólares en una de las zonas más pobres de Argentina. También afirman que han construido escuelas e invertido en proyectos de desarrollo local. Los pueblos originarios, en cambio, están indignados porque consideran que las plantas de litio secarán los escasos recursos de agua que aún les quedan. Se estima que para extraer una tonelada de litio se ocupan alrededor de dos millones de litros de agua.

No obstante, el avance de las mineras parece incontrolable. Reporteros de The Washington Post revelaron que una firma de litio financiada con capitales chilenos y canadienses llamada Minera Exar llegó a acuerdos con seis comunidades aborígenes para crear una nueva mina. Se espera que la operación genere 250 millones de dólares al año en ventas, pero cada comunidad recibirá un pago anual de entre 9.000 y 60 mil dólares. Durante las visitas a las seis comunidades indígenas que se encuentran en un desierto rodeado de montañas, a unos 25 kilómetros de la frontera noroeste entre Argentina y Chile, los periodistas del Post encontraron un sorprendente contraste: las multinacionales se benefician de las riquezas minerales mientras que las comunidades luchan para pagar por los sistemas de saneamiento, el agua potable y la calefacción en las escuelas. Todo ello mientras la sequía perdura en esas comarcas. Allí caen menos de cuatro pulgadas de lluvia al año.

El presidente Mauricio Macri, en tanto, eliminó los controles cambiarios y de capital, así como un impuesto a la exportación de minerales con el propósito de atraer inversionistas extranjeros y afianzarse como exportador mundial de carbonato de litio. En la actualidad el país produce a través de FMC, en el Salar del Hombre Muerto, en Catamarca, y Sales de Jujuy, en el Salar de Olaroz, donde se extraen cerca de 40 mil toneladas. También en Sal de Vida, entre las provincias de Catamarca y Salta, mineral propiedad de la empresa australiana Galaxy Resources.Otro proyecto es Cauchiri-Olaroz, desarrollado entre Lithium Americas y SQM, que comenzará a construirse el primer semestre de 2017 con una inversión de 200 millones de dólares y una meta productiva de 50 mil toneladas de carbonato de litio al año.

Algunas multinacionales en la demanda final de litio, como en el caso de Toyota, se animaron a meterse en el proceso de explotación del mineral, y en el caso particular de Argentina participan desde 2012 en la sociedad Sales de Jujuy, que desde 2014 explota litio en el Salar de Olaroz, junto con la empresa de Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado. También figuran Orocobre, una sociedad entre capitales estadounidenses y australianos, y la firma canadiense Enirgi Group, que inició en el Salar del Rincón, en Salta, a 3.660 metros de altura, lo que consideran será la planta de litio más grande del mundo.

Por su parte, SDIC, de China; Posco, de Corea del Sur; Galaxy y Orocobre, de Australia; Eramet, de Francia; FMC Lithium, de EE.UU; y Mitsubishi, de Japón, informaron al gobierno de Macri su decisión de profundizar su “interés” en los salares de la puna. “Nos parecen excelentes los cambios que están teniendo lugar. Ahora Argentina es mucho más atractiva”, aseguró Patricio de Solminihac, director ejecutivo de SQM, al anunciar el proyecto Caucharí-Olaroz, en Jujuy.

Albermarle Corporation, que ahora controla la mayoría de las exportaciones de litio desde Chile, adquirió también los derechos exclusivos de exploración del Salar de Antofalla en Catamarca, para lo cual invertirá entre 8 y 12 millones de dólares anuales. La empresa firmó un acuerdo con Bolland Minera, para obtener los derechos de exploración y adquisición del salar, que según estimaciones tiene el potencial de ser uno de los más importantes de Argentina. Albemarle ha dicho que su objetivo en el mediano plazo es tener el 50% de la producción mundial de litio, y están en un plan de compras por todo el mundo para conseguirlo.

Las empresas mineras prometieron a Macri más de 20 mil millones de dólares en inversiones dentro de los próximos cinco años.

Para el analista argentino Atilio Boron no hay cabos sueltos y el denominado Plan Belgrano que impulsa el gobierno argentino revela los intereses de las potencias en la región. Anunciado como un programa de desarrollo social, productivo y de infraestructura para Salta, Jujuy, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Misiones, Corrientes, Chaco, Formosa y Santiago del Estero, el Plan Belgrano es discutido por otros especialistas en geopolítica que pretenden saber a cambio de qué llegarán las “ambiciosas inversiones” anunciadas. “Ese plan forma parte de una iniciativa de Estados Unidos para apropiarse de los recursos naturales de Sudamérica y, especialmente, de esta parte del continente. El noroeste es una región muy rica en litio, para los norteamericanos uno de los recursos estratégicos del siglo XXI”. Boron ha insistido en que si este plan se materializa “habrá una fuerte presencia militar y de agencias estadounidenses en la región y, probablemente, se avance en la instalación de una base militar en la Triple Frontera”, donde converge el acuífero guaraní, una de las mayores reservas de agua dulce del planeta.

EN BOLIVIA

Bolivia busca producir para el último trimestre de 2018 alrededor de 50 mil toneladas de carbonato de litio a escala industrial y para ello construyó una planta piloto ubicada en el Salar de Uyuni. Esta instalación demandó una inversión de 19 millones de dólares y las obras registran un avance superior al 20% y se espera producir unas 350 mil toneladas de sales de potasio al año.

A fines de 2016, fuentes gubernamentales informaron que la norteamericana Tesla Motor había manifestado su interés por construir una planta de baterías de litio en el país. También se dijo que otras cinco empresas extranjeras -de Rusia, Australia y Japón- estaban interesadas en instalar plantas. El país que preside Evo Morales concentra la mitad de las reservas mundiales de litio y las empresas extranjeras han visto frustrados sus intentos de instalar el modelo extractivista. Morales puso en marcha un plan de industrialización soberana de los recursos minerales que contempla la producción de carbonato de litio y cloruro de potasio, y la elaboración de baterías de ion-litio. Hasta 2019, el Estado boliviano pretende invertir más de 900 millones de dólares para explotar 400 kilómetros de superficie del Salar de Uyuni. “Con esa explotación e industrialización del litio tenemos para mantenernos cien años”, sostuvo el presidente Morales.

Publicado en “Punto Final”, edición Nº 869, 20 de enero 2017.

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