El procés catalán y la lucha por el derecho a la autodeterminación
x Iván Carrasco[1] y José V. Bolaños[2]
[…] si queremos entender lo que significa la autodeterminación de las naciones, sin jugar a definiciones jurídicas ni “inventar” definiciones abstractas, sino examinando las condiciones históricas y económicas de los movimientos nacionales, llegaremos inevitablemente a la conclusión siguiente: por autodeterminación de las naciones se entiende su separación estatal de las colectividades de otra nación, se entiende la formación de un Estado nacional independiente
I. Lenin, “El derecho de las naciones a la autodeterminación”, 1914
Algo que llama la atención es que en pleno siglo XXI todavía existan monarquías en el mundo, aún más, que hayan permanecido en el viejo continente donde la Ilustración guillotinó algunas cabezas de ciertos monarcas hace ya unos siglos. Sin embargo, aún hay países en donde se sigue rindiendo tributo a reyes, uno de ellos es España. En dicho país, además, la monarquía constitucional se cimenta no sólo sobre la base de un neocolonialismo externo e interno, sino también de un nacionalismo de ultraderecha emanado de la victoria franquista sobre los republicanos en 1939.[3]
España vive una situación política convulsa a raíz del proceso independentista catalán que comenzó en 2012, así como por la irrupción de una “nueva” izquierda en el escenario político y en las instituciones estatales y autonómicas.[4] El 1 de octubre de 2017 (1-O), entre condiciones excepcionales de militarización de las calles y los golpes propinados por la Guardia Civil y la Policía Nacional española contra miles de personas que se concentraron en los colegios electorales,[5] se llevó a cabo un referéndum de autodeterminación en Catalunya, pese a que previamente había sido declarado ilegal por el Tribunal Constitucional español (TC).
El 1-O casi 2.5 millones de catalanes acudieron a las urnas instaladas en colegios para responder a la pregunta: “¿Quiere que Cataluña sea un estado independiente en forma de república?”. De los participantes, 90.18 % (arriba de 2 millones) votó a favor, mientras que 7.83 % votó en contra. El pasado 27 de octubre, con la mayoría absoluta en el Parlament de Catalunya, el bloque independentista, conformado por 10 diputados de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) y 62 de la coalición Junts pel Sí[6], logró poner a votación y aprobar la proclamación de la República de Catalunya. Al mismo tiempo, en Madrid se reunía el Senado español para votar y aprobar (dada la mayoría absoluta de la que en ese órgano goza el PP[7], con el apoyo del PSOE[8] y C’s[9]) la aplicación del artículo 155 de la Constitución española con la finalidad de “meter en cintura” a las autoridades catalanas por la vía de destituir al Govern de la Generalitat, disolver el Parlament, encarcelar a los ministros del Govern y convocar a elecciones autonómicas el 21 de diciembre de 2017. En pocas palabras, se suspendió oficialmente la autonomía catalana.[10]
El proceso independentista
Catalunya ha tenido un movimiento antiborbónico que se remonta al siglo XVIII, a esto ha de sumarse el movimiento independentista que adquiere consistencia a partir de la segunda década del siglo XX con la figura de Francesc Macià quien, además de haber fundado el primer partido independentista de Catalunya, intentó, ante el anticatalanismo de la dictadura de Primo de Rivera, conseguir la independencia por la vía insurreccionalista. A lo largo del siglo XX, pero, sobre todo, durante la dictadura franquista, la mayoría de las naciones que conforman el Estado español[11] fueron sistemáticamente forzadas, a través de la represión, a abandonar sus tradiciones y lenguas a favor del nacionalismo castellano impuesto por la dictadura fascista.
Fue hasta la promulgación de la Constitución de 1978[12] y la creación de los Estatutos de Autonomía que las diferentes naciones y regiones adquirieron algunas libertades de gestión sobre sus instituciones históricas, educativas, de finanzas y culturales. Sin embargo, Catalunya, una de las comunidades autónomas que más aporta al PIB del Estado español (cercano a 19 %), es hoy en día, a juicio de los independentistas, tratada como una colonia desde la que se extrae riqueza y a la que se castiga financieramente.
En un contexto de crisis económica, originada por la crisis mundial iniciada en 2008, los sectores populares y la clase obrera de Catalunya se han visto inmersos en una dinámica de creciente precarización (recortes en los gastos sociales, desahucios y la derechización política de la sociedad). Esto, junto a la decisión del PP, a través del TC, de anular y declarar inconstitucionales algunos artículos del Estatuto de Autonomía de Catalunya (sobre todo aquellos que otorgaban mayor libertad de gestión financiera) emanado de una votación democrática en el año 2006, dio como resultado el rápido crecimiento de los sectores soberanistas. Ejemplo de ello es el partido socialista anticapitalista, Candidatura d’Unitat Popular, que cuadriplicó su número de votantes del año 2012 al 2015.
Independencia de las naciones o “cambio” en España
Frente al Estado reaccionario, posfranquista y monárquico español, la proclamación de la República catalana es altamente progresista, a pesar de lo difícil que resulta su comprensión por parte de la izquierda española y miles de demócratas y progresistas alrededor del mundo. Incluso, nos atrevemos a afirmar que la independencia catalana traería más y mejores vientos de cambio a las luchas del pueblo español y a los pueblos de Europa.
Mencionamos esto último porque, desde la aparición en escena de Podemos y sus confluencias, la necesidad de “cambio” se inscribe también en la agenda política española, aunque nunca ha quedado claro hacia dónde apunta y quiénes, además de Podemos y sus confluencias, serán los partidos y organizaciones que lo dirigirán. Podemos y sus confluencias llevan desde 2015 rogándole al PSOE para que conforme gobierno con ellos y, así, puedan “sacar” al PP del gobierno de España. El PSOE ha contestado a cada uno de estos llamados con ambigüedad, cuando no con el franco desprecio, y se ha alineado una y otra vez al lado del PP, C’s y los monarcas borbones. La más reciente prueba de esto es el apoyo brindado por el PSOE y su marca catalana, el PSC[13], a la aplicación del artículo 155.
La izquierda española: unidad nacional y lógica electoral
Podemos ya debería haberlo entendido: al Estado español no le gusta la democracia, le gustan los referéndums… cuando son en Venezuela; el Estado español es altamente represivo, al PP y C’s no les gustan los presos políticos… sólo cuando son venezolanos. En este momento, la vía posible para reventar desde las más antiguas grietas el régimen monárquico y reaccionario del Estado español está en la puesta en marcha de procesos constituyentes en las naciones sin Estado, es decir, la conformación de repúblicas independientes en Catalunya y Euskal Herria, al menos por ahora y pese a que, momentáneamente, el proceso esté dirigido por la burguesía y la pequeña burguesía catalanas.
Es lamentable que Podemos y la izquierda “socialista” se estén convirtiendo poco a poco en el último baluarte de la “unidad” de España por medio de la repetición, casi como un mantra, de frases como “No queremos que Catalunya se vaya de España” y, de manera más reciente y descarada, “Queremos derrotar a los independentistas”. Lejanos quedaron los tiempos en que Podemos pretendía derrotar al PP.
C’s, PP y PSOE han empezado, por ejemplo, a reforzar sus posicionamientos en torno a la “unidad nacional” como siempre ha hecho la derecha más rancia y antidemocrática. Insistir desde la izquierda en la unidad de España es una necedad y lleva a un callejón sin salida, Pablo Iglesias y Alberto Garzón[14] lo saben, pero el cálculo electoral sigue marcando su agenda, si Catalunya se separa de España, Unidos Podemos se quedaría sin poco más del 15% de su electorado.[15] Los procesos electorales y las particularidades de los territorios en disputa definen estrategias en los partidos políticos y Podemos, pese a su rápido crecimiento y su creatividad política, no es ajeno a dicha lógica.
Tal parece, y es lamentable, que para Podemos hablar del “derecho a decidir” es muy fácil y hasta un buen eslogan para la campaña electoral, lo que se percibe complicado es el ejercicio y, sobre todo, el respeto de ese derecho. La desautorización del secretario general de Podem, Albano Dante Fachín, por parte de la dirección estatal de Podemos, ya comienza a ser conocida como “el 155 de Iglesias en Catalunya”.[16] Los hechos son más duros que los discursos.
El procés sólo es un vehículo, el motor es el pueblo
El proceso independentista catalán sigue su camino a marchas forzadas. A juicio de algunos, la crisis política que abrieron los independentistas podría decantar en la fractura irremediable del régimen emanado de 1978 y, con ello, la caída del PP y de la monarquía española. Esto, no obstante, se antoja difícil, sobre todo cuando observamos que la izquierda española pareciera moverse en el horizonte de la unidad nacional forjada desde el siglo XVI y reafirmada por el triunfo fascista en 1939. Por ello, nos preguntamos, ¿será cierto que para que haya una España roja primero debe estar rota?
Mientras escribimos estas líneas, más de 2000 empresas han confirmado el retiro de sus sedes de Catalunya[17] y, además, algunas de ellas han anunciado que no volverán. Todo parece indicar que al capital no le agradan los procesos soberanistas defendidos por los sectores progresistas de la sociedad. Al mismo tiempo, ocho consejeros del Govern de la Generalitat han sido llevados a prisión por órdenes de la Audiencia Nacional española, acusados de los delitos de sedición, rebelión y malversación; asimismo, se habla de la ejecución de órdenes internacionales de captura en contra de los miembros restantes del Govern, entre ellos el president Carles Puigdemont.
Masivas movilizaciones por la libertad de los presos políticos, así como esporádicos cortes carreteros y de vías férreas ya han tenido lugar en Catalunya. Los partidos políticos se alistan ya para concurrir a las elecciones el 21 de diciembre, otras elecciones plebiscitarias, pero ahora bajo las condiciones que la aplicación del 155 ha impuesto. La batalla se vislumbra larga y difícil, pero los catalanes ya lo han dicho: Els carrers serán sempre nostres.
Notas
[1] stychack@gmail.com
[2] boalkantara@gmail.com
[3] La Guerra Civil española (GCE) aconteció de 1936 a 1939 es conocida alrededor del mundo por jugar el papel de “antesala” o “ensayo” de la Segunda Guerra Mundial y culminó con el triunfo de los generales sublevados (comandados por Francisco Franco) sobre el gobierno democráticamente elegido de la República española.
[4] Nos referimos aquí al partido Podemos (cuyo secretario general es Pablo Iglesias) y a sus diferentes confluencias territoriales (Catalunya en Comú, En Marea, Elkarrekin Podemos, etcétera), así como a la coalición electoral Unidos Podemos, en la que participan, además de los ya referidos, otros partidos y coaliciones de la vieja izquierda española como, por ejemplo, Izquierda Unida (IU), coalición en la que se encuentra integrado el Partido Comunista de España (PCE).
[5] Según un comunicado del Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya, la cifra total de personas atendidas por parte del Sistema d’Emergències Mèdiques fue de 893 personas, entre ellos una persona que perdió un ojo por impacto de bala de goma (prohibidas en Catalunya) y una persona de edad avanzada que sufrió un infarto como producto de una carga policial.
[6] Coalición conformada por el Partit Demòcrata Europeu Català (PDECAT), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Demòcrates de Catalunya (DC), además de diputados independientes provenientes de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural (OC), entre otras agrupaciones civiles independentistas.
[7] Partido Popular, partido tradicional de la derecha española.
[8] Partido Socialista Obrero Español.
[9] Ciudadanos, partido político que se hace pasar por “liberal”, pero que en realidad representa y asume posturas de ultraderecha. Versión española del Frente Nacional francés de Marine Le Pen.
[10] Decimos “oficialmente” porque, por la vía de los hechos, la autonomía de Catalunya llevaba tiempo suspendida, al menos en materia de seguridad y finanzas.
[11] Nos referimos aquí a vascos, gallegos, catalanes, valencianos, baleares y andaluces.
[12] Producto de un pacto entre las élites franquistas, los partidos nacionalistas burgueses de las naciones sin Estado (Partido Nacionalista Vasco, en el caso de Euskal Herria, y Convergència i Uniò, en Catalunya) y la izquierda ya para ese entonces domesticada (PCE y PSOE).
[13] Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC).
[14] Coordinador general de IU y secretario general del PCE.
[15] Según los datos publicados por el diario El País, en las elecciones generales del 26 de junio del 2016, Unidos Podemos obtuvo un total de 5,049,734 votos, de este total 848,526 votos los obtuvo En Comú Podem (la marca catalana de Unidos Podemos) lo que representa el 16.8% del total de votos obtenidos por dicha fuerza política en el conjunto del Estado español.
[16] Para más información al respecto recomendamos la lectura de Martxelo Díaz, “Pablo Iglesias aplica su propio 155 a Podem”, GARA, edición en línea, 31 de octubre de 2017, en el cual se señala: “Pablo Iglesias ha aplicado su propio artículo 155 a Podem, su marca catalana, imponiéndole una consulta entre la militancia para desactivar el acuerdo del Consell Ciutadà Català [órgano de dirección de Podem] que reclamaba una respuesta unitaria ante las elecciones del 21-D y el 155”. Véase también Oriol Solé Altamira, “Dante Fachin acusa a Pablo Iglesias de actuar como Rajoy con el 155 y de someter a Podem a una ‘intervención inaceptable’”, El diario, edición en línea, 31 de octubre de 2017.
[17] Poco más de 400 en lo que va del mes de noviembre, según el diario español Público.