Funcionarios, empresarios y terroristas de Estado
x OLEP/Fragua
LA RECIENTE DETENCIÓN de Genaro García Luna, funcionario policiaco en diferentes gobiernos panistas, ha puesto sobre la mesa cómo diferentes funcionarios se han vuelto grandes empresarios a partir de su participación en el gobierno y cómo estos exfuncionarios y flamantes empresarios son, al mismo tiempo, grandes delincuentes que merecen ser juzgados.
Pero el actual gabinete nos muestra cómo grandes empresarios, cuya riqueza han acumulado en gobiernos priistas, panistas y del Morena, son actualmente funcionarios. Caso ejemplar es Alfonso Romo, jefe de la oficina de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
¿Por qué los burgueses pueden pasar fácilmente a ser funcionarios y los altos funcionarios convertirse en empresarios?
Porque el Estado no surge como el conjunto de instituciones por encima de las clases sociales que conforman la sociedad, porque no es neutral, sino que el Estado surge como resultado de la dominación económica de una clase sobre el resto de la sociedad, en este sentido el Estado responde a los intereses económicos y políticos de una clase social y al interés de mantener por la fuerza, en última instancia, esa dominación.
El mismo Andrés Manuel López Obrador explicaba en su campaña que el Estado en México había sido secuestrado por una mafia, por la oligarquía financiera, que “no tenía llenadera”. Ante ese hecho, lo que él proponía era liberar al Estado de esa oligarquía financiera; su propuesta es separar el poder político del poder económico: que éste último (representado por la oligarquía financiera) no se sirviera del gobierno y así poder gobernar para todos.
¿Es posible separar a esos dos poderes si un empresario es jefe de la oficina de la presidencia?
Evidentemente no. Porque, además, el Estado actual surgió de la dominación de la clase burguesa sobre el resto del pueblo trabajador. El Estado surgido después de la Revolución se construyó sobre el asesinato de Emiliano Zapata, Ricardo Flores Magón y Francisco Villa, representantes de las fuerzas populares que lucharon contra la burguesía porfirista y la nueva burguesía representada por Carranza y Obregón.
El Estado creado después de la Revolución fue resultado de la derrota de las fuerzas populares y encumbró a una nueva burguesía conformada por “revolucionarios”. Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, entre otros, acabaron siendo grandes propietarios de medios de producción, pasaron a conformar esa nueva clase que dominaba al resto de la sociedad gracias al poder político y militar organizado en el Estado.
Tomemos el ejemplo reciente del exministro de la Suprema Corte de la Nación, Eduardo Medina Mora: gracias a sus cargos en el gobierno acrecentó la fuerza económica de sus empresas y fue el descarado representante de los burgueses dentro del Poder Judicial de la Federación. Así como este burgués disfrazado de juez, hay burgueses disfrazados de senadores, como el caso de Ricardo Monreal, quien es el defensor de los empresarios que se oponen a prohibir el outsourcing.
¿Cómo separar el poder económico del poder político si los dueños de los medios de producción se representan a sí mismos en todas las estructuras del Estado?
Es como pretender que un burgués puede ser representante de sus intereses de día y de los trabajadores de noche.
Cierto, AMLO no es un burgués, él no ha utilizado el poder político para acrecentar su riqueza personal; pero eso no quiere decir que no esté rodeado de burgueses que imponen sus intereses y a los cuales él también representa, pues, como lo ha dicho claramente, él gobierna para todos, incluso para quienes conformaron la mafia en el poder y le impidieron llegar a la presidencia en 2006.
Y como muestra el Consejo Asesor Empresarial está conformado por algunos de los grandes burgueses responsables y beneficiarios de la política económica neoliberal. Sus nombres: Ricardo Salinas Pliego, Carlos Hank González, Miguel Alemán Magnani y Olegario Vázquez Aldir.
Los burgueses no han dejado de ser burgueses en este nuevo gobierno, es decir, no han perdido la propiedad sobre los grandes medios de producción, y es por ello que son fuertes, porque la base material de su poder se mantiene intacta y ése es el límite material de la posibilidad de acabar con el neoliberalismo de raíz en nuestro país.
El poder material sobre los medios de producción de la clase burguesa se expresa en el poder material de las fuerzas armadas, policiacas y paramilitares, en el poder material de las cárceles contra quienes luchan contra el capitalismo; en el poder de las leyes que no son hechas en beneficio del explotado o que son hechas a medias porque los explotadores se enojan y luchan para no ceder nada.
Si Alfonso Romo construyó su riqueza durante los gobiernos priistas fue porque eran sus gobiernos, si aumentó su riqueza con los gobiernos panistas fue porque eran sus gobiernos y si hoy se mantiene como burgués en el gobierno de Morena es porque es su gobierno, pero éste es sólo un ejemplo que nos ayuda a comprender que el Estado tiene un origen de clase y que existe para esa clase, aunque pueda en cierto momento, como sucede hoy, otorgar ciertos beneficios materiales al pueblo trabajador.
Si de verdad queremos terminar el neoliberalismo de raíz, si de verdad queremos superar la explotación, la opresión y la violencia de todo tipo contra el pueblo no hay otra alternativa que arrojar el Estado burgués al basurero de la historia y crear la base material del poder del pueblo: el pueblo debe ser dueño de los grandes medios de producción. No basta con limitar el poder económico de los grandes empresarios; hay que quitarles la base material de su poder económico, pero mientras logramos hacerlo debemos ampliar los marcos democráticos en esta sociedad y hacer una amplia labor de educación política entre las clases explotadas para convencer sobre la necesidad de que podemos dirigir nuestro presente y nuestro futuro, de que el pueblo organizado puede administrar y hacer producir los grandes medios de producción sin los burgueses parásitos, funcionarios y terroristas de Estado.
¡Contra el despojo, la explotación, y la represión; resistencia, organización y lucha por el socialismo!
NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la Editorial del No. 50 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Febrero, 2020.
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