Reventando el polvorín ucraniano

x Rafael Poch de Feliu

La OTAN justifica su vigencia en la necesidad de afrontar problemas por ella creados. Un repaso a una crisis de treinta años.

I) Pueblos hermanos

Se dice que rusos y ucranianos son “pueblos hermanos”, y es verdad. Siglos de vida en común, dos lenguas bien parecidas y una geografía sin obstáculos físicos, de llanuras surcadas por ríos mansos, que complica y difumina todo concepto de frontera. Al mismo tiempo, el parentesco fraternal no es incompatible con fuertes diferencias de carácter. Cuando una abuela dice sobre sus nietos, “¡Qué diferentes son, parece mentira que sean hermanos!” está formulando un tópico familiar de los más recurrentes. Veamos algunas de esas diferencias.

Como tantos otros países, Ucrania contiene una considerable diversidad regional entre el Oeste y el Este. Simplificando: cuanto más hacia Rusia, más ruso se habla, mayor influencia del cristianismo oriental adscrito al Patriarcado (ortodoxo) de Moscú y menos perceptible se hacen las diferencias fraternales. Cuanto más al Oeste mas fuerte es la identidad nacional ucraniana, el carácter mixto (oriental-occidental) del cristianismo, etc., etc.

A lo largo de su historia, Ucrania vivió varios procesos de integración, bien en la órbita rusa, bien en la polaca. Al colisionar con el poder superior ruso, el nacionalismo burgués ucraniano se vio condenado a colocarse bajo patronazgo extranjero. En el siglo XX sus efímeros gobiernos se afirmaron bajo la protección militar alemana (el del atamán Skoropadski) o polaca (Petliura). El nacionalismo popular ucraniano fue más anti polaco y anti judío que anti ruso. Políticamente fue frecuentemente socialista o social-revolucionario y al final, en un contexto de grandes convulsiones como los de la guerra civil rusa, tuvo que decantarse entre blancos y rojos en beneficio de los segundos.

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Blackwater está en Donbass con el batallón Azov

x Manlio Dinucci

La CIA y el MI6 están reorganizando las redes stay-behind de la OTAN en el este ‎de Europa. Al final de la Segunda Guerra Mundial, los servicios secretos de ‎Washington y Londres “reciclaron” individuos provenientes de las filas nazis para ‎usarlos contra los soviéticos. Hoy en día, la CIA y el MI6 siguen apoyando grupos ‎neonazis para lanzarlos contra Rusia. La diferencia es que en los años 1940 había ‎muchos nazis, mientras que los neonazis de hoy no son numerosos y sólo subsisten ‎gracias a la ayuda de los anglosajones. ‎

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