Estados Unidos todavía no acepta que ahora China es su igual

x Martin Jacques

El Diálogo entre Estados Unidos y China en Anchorage, Alaska, ha sido muy revelador. Las fuertes críticas hechas a Estados Unidos por Yang Jiechi y Wang Yi, en presencia de los medios globales, sugieren un nuevo tipo de autoconfianza, en su creciente fuerza, por parte de China. Ciertamente tomó a Blinken y Sullivan por sorpresa. Mientras tanto, el mensaje de EEUU fue que Joe Biden está leyendo el libro de jugadas de Trump sobre China.

Aprendimos dos cosas del diálogo de alto nivel entre China y Estados Unidos celebrado en Alaska la semana pasada.

La primera fue al inicio cuando los medios de comunicación estaban presentes. Estos eventos normalmente se llevan a cabo de una manera educada y algo anodina, cubierta por cierto refinamiento diplomático. En este caso no podría haber sido más diferente.

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Siria: Estados Unidos, de vuelta

x La Jornada

Estados Unidos realizó el jueves ataques aéreos en un punto de control fronterizo entre Siria e Irak. De acuerdo con el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH, opositor al gobierno de Bashar al Assad), los bombardeos dejaron al menos 17 muertos y destruyeron tres camiones de municiones entre milicias que apoyan a Damasco.

El portavoz del Pentágono, John Kirby, emitió un comunicado en el que reivindica el ataque, informa que fue efectuado por órdenes del presidente Joe Biden, y asegura que “esta ofensiva fue autorizada en respuesta a los recientes ataques contra el personal estadunidense y de la coalición en Irak, y a las continuas amenazas a ese personal”, en referencia a la muerte de un contratista civil y las heridas sufridas por un militar estadunidense el 15 de febrero en la ciudad iraquí de Erbil. El ministerio de Relaciones Exteriores sirio calificó los bombardeos como una agresión contra su país, y sostuvo que “constituye un signo de mal augurio sobre las políticas de la nueva administración estadunidense», que amenaza con llevar a una nueva escalada los enfrentamientos en la región.

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Joe Biden, Comendador de los ‎‎“verdaderos creyentes”‎

x Thierry Meyssan

Mientras que Estados Unidos se dirige inexorablemente hacia la guerra civil, ‎el presidente Joe Biden se apoya en los creyentes de izquierda de diferentes ‎confesiones. Biden ve a los electores de Trump como pobres gentes que ‎han perdido la fe y a quienes él tiene que volver a meter en el “buen camino”. A fuerza ‎de manipular las religiones, el Partido Demócrata está dividiendo el país, pero no entre ‎confesiones diferentes sino en función de una particular concepción de la fe. ‎El presidente Joe Biden pretende guiar a todos los estadounidenses por el sendero ‎trazado por Barack Obama. Pero en vez de ser un factor de apaciguamiento, está ‎radicalizando el debate político. ‎

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Trump sigue arriba del ring: los senadores demócratas no lograron condenarlo

x Alberto López Girondo

En el juicio político por «incitación a la insurrección», el oficialismo no obtuvo los 67 votos necesarios para sancionarlo y que no pueda volver a candidatearse.

Con la sensación de que los demócratas se metieron en una trampa de la que no sabían cómo salir, el expresidente Donald Trump resultó absuelto en el segundo juicio político en su contra. Luego de una jornada de idas y vueltas, en la que primero se decidió, por 55 a 45, llamar a nuevos testigos y demorar la definición sobre el proceso, finalmente un nuevo acuerdo abrió las puertas al debate final sobre el futuro de Trump. De lo que en realidad se trata, si fuera declarado culpable de “incitación a la insurrección” a raíz del ataque al Congreso del 6 de enero, es de si podría presentarse como candidato nuevamente. En este segundo intento, los demócratas consiguieron el apoyo  de sólo 7 republicanos, cuando necesitaban un total de 67 votos favorables al juicio político, 50 propios y 17 de la oposición.

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Respaldado por EEUU, el candidato ‘ecosocialista’ de Ecuador, Yaku Pérez, apoya golpes de estado y ayuda a la derecha

x Benjamin Norton

El candidato presidencial ecuatoriano Yaku Pérez ha apoyado golpes en Bolivia, Brasil, Venezuela y Nicaragua. La campaña de su partido Pachakutik, respaldado por Estados Unidos y supuestamente de “izquierda” ambientalista, es promovida por lobistas corporativos de la derecha.

La elección presidencial del Ecuador del 7 de febrero concluyó con una sorpresa: el conteo rápido publicado por el Consejo Nacional Electoral del país pareció enseñar a un candidato poco conocido, llamado Yaku Pérez Guartambel, en segundo lugar, asegurando una victoria estrecha sobre el candidato de derecha Guillermo Lasso, un banquero con una influencia importante en el país.

La mayoría de las encuestas habían predicho una carrera presidencial que se reduciría a dos candidatos, que difícilmente podían ser más diferentes: por un lado el banquero conservador Lasso, quien tenía el apoyo de las élites ecuatorianas y los Estados Unidos, que ya se había lanzado, sin éxito, a la presidencia dos veces previas a esta; mientras que en el otro estaba un joven economista de izquierda, Andrés Arauz, quien sigue los pasos del ex presidente socialista Rafael Correa y quiere traer de vuelta a su Revolución Ciudadana.

Pero mientras las encuestas consistentemente lo tenían llegando en tercer lugar, Yaku Pérez se mantuvo en la carrera hasta el final. Y, a diferencia de Lasso, Pérez nunca le demostró lealtad a la derecha; se lanzaba como candidato con lo que había sido mercadeado como una campaña progresista y ambientalista.

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Estrategias de recolonización imperial y variante de golpe suave para Cuba. Desafíos para la política revolucionaria: Apuntes para el debate

x Gilberto Valdés Gutiérrez

Luego de la sorpresa del llamado progresismo latinoamericano —a partir de la revolución bolivariana en Venezuela, la revolución ciudadana en Ecuador y la revolución política y cultural liderada por Evo Morales en Bolivia— el imperialismo impulsó una estrategia regional, y a la vez ajustada a las características de cada proceso para subvertir y destruir esas alternativas liberadoras, y continuar impulsando la recolonización de los recursos y subjetividades de nuestra América.

Sin embargo, las fuerzas populares y revolucionarias han sabido enfrentar esas políticas agresivas desplegadas por el Gobierno de los Estados Unidos en alianza con las oligarquías nativas y los emporios mediáticos de la derecha conservadora regional y mundial. El triunfo del MAS en Bolivia, las movilizaciones populares realizadas en Chile y en Colombia, para solo citar dos casos emblemáticos, así como el reciente triunfo del chavismo en las elecciones parlamentarias en Venezuela dan cuenta del avance de las fuerzas populares en la región. A lo anterior habría que sumar la voluntad política de la Revolución cubana de diseñar e implementar un proceso de actualización del modelo de desarrollo económico y social, con el propósito de avanzar hacia un socialismo próspero y sostenible. Cuba seguía siendo el “mal ejemplo” que el imperialismo estaba en la obligación de destruir.

En los últimos años el Gobierno de los Estados Unidos recrudeció la política de bloqueo con la implementación de nuevas medidas genocidas de guerra económica con el fin de intentar frenar el avance del proceso de actualización. Conocedor de que esa política no había tenido ni tendría éxito para provocar el cambio de régimen en Cuba, el bloqueo se intensifica como un factor externo para motivar factores de malestar en la población cubana, tales como el desabastecimiento y la persecución de piratería para impedir la llegada de barcos con petróleo y otros insumos a Cuba; a la vez que profundizaba la extraterritorialidad de las leyes y medidas del bloqueo.

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Se fue Trump. ¿Y ahora qué?‎

x Constantino Ceoldo

La derrota de Donald Trump al tratar de obtener un segundo mandato presidencial ‎devuelve la política exterior de Estados Unidos a senderos ‎aparentemente ya conocidos. Donald Trump fue el primer presidente de ‎Estados Unidos que no inició una guerra, algo inédito en los últimos 30 años, ‎mientras que el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, fue vicepresidente de un Barack Obama que recibió el premio Nobel de la Paz sin que nadie ‎sepa por qué. De hecho, ya con el Nobel de la Paz en el bolsillo, ese mismo Barack ‎Obama no vaciló en arrasar Libia bajo un diluvio de bombas, como tampoco vaciló en ‎sumir Siria en una guerra impuesta a través de mercenarios yihadistas, guerra que ya ha ‎durado 9 larguísimos años. El Nobel de la Paz Barack Obama también fomentó un ‎golpe de Estado nazi en Ucrania, que encontró –como respuesta defensiva– el regreso ‎de Crimea a la Federación Rusa y la secesión de las poblaciones de rusófonas del ‎Donbass. ‎

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Joe Biden: el sionismo enquistado en su gabinete

x Pablo Jofre Leal

La derrota del ex mandatario Donald Trump, en las elecciones presidenciales estadounidenses, del pasado 3 de noviembre del año 2020 generó en el mundo sionista un revuelo mayúsculo, presagiando que los cuatro años de apoyo incondicional de la administración Trump al régimen israelí, podría tener algunas dificultades bajo el nuevo gobierno demócrata.

Las voces agoreras se templaron, cuando comenzaron a aparecer los primeros nombramientos en los cargos gubernamentales de hombres y mujeres, del que sería el gabinete del nuevo mandatario estadounidense y reconocer en ellos a aliados políticos, dotados de la misma visión mesiánica y supremacista que vislumbra que el sostén financiero, político, diplomático, militar y cual padre putativo seguir protegiendo  al que considera su portaaviones  terrestre. Esto, como parte de su estrategia de dominio hegemónico cada día más a la baja en Asia Occidental. Biden se ha dotado de nombres surgidos del establishment, nadie que pueda generar escozor en el conservador mundo demócrata ni rasgar las vestiduras en los republicanos. Negros, latinos, creyentes judíos, sionistas a secas, representantes del mundo LGBT. No hay musulmanes, ni dirigentes del mundo político cercano a Bernie Sanders o a la parlamentaria Ocasio-Cortez. Nadie que pueda ser acusado de “socialistas o radicales” en la peculiar nomenclatura estadounidense. Pero destaca la presencia de numerosos estadounidenses de creencia judía y de ideología sionista.

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Biden Imperator

x Thierry Meyssan

El estado de salud del presidente Biden no le permitirá gobernar. Ya en este momento, ‎un grupo de partidarios prepara sus decisiones. Bastante alejado de su programa ‎electoral, Biden inicia su mandato con una serie de decretos representativos de la ‎cultura «woke» que lo alejan de la mayoría de sus conciudadanos. A pesar de ello, ‎los grupúsculos de extrema izquierda ya han realizado manifestaciones contra el nuevo ‎presidente. Estados Unidos se hunde en la división. 

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Izquierda y antiimperialismo en EEUU

x Aziz Rana

A pesar de que la izquierda estadounidense ha dado grandes pasos en el último tiempo al comenzar a discutir políticas nacionales como Medicare for All, no ha logrado poner en el centro de su agenda la defensa de una política antimperialista firme cuando se trata de las relaciones exteriores. Aziz Rana, profesor en la Universidad Cornell, ha estado luchando con este dilema durante años, preguntándose por qué la izquierda tiene miedo de hablar de política exterior y por qué no debería tenerlo. Rana conversó con Doug Henwood sobre este tema en su podcast Behind the News.

DH. Hemos presenciado una irrupción sorprendente de políticas socialdemócratas en el discurso estadounidense, pero no parece haber mucho progreso a la hora de pensar el resto del mundo desde EEUU. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué hay tan poco internacionalismo de izquierda?

AR. Son varios problemas, relativamente distintos. En primer lugar, hay que decir que el Partido Demócrata ha aceptado durante años un consenso bipardista acerca de cómo pensar el lugar de EEUU en el mundo, lo cual no es más que una variante del nacionalismo de la Guerra Fría. Básicamente se trata de la idea de que los intereses de EEUU son los intereses del mundo porque EEUU es un país comprometido con la libertad y con la igualdad desde su fundación, y, por este motivo, tiene una responsabilidad especial en la escena global, en la medida en que se concibe como la principal nación igualitaria.

Esto justifica el ejercicio continuo de un poder policial internacional como así también la idea de que las restricciones legales internacionales no son vinculantes para EEUU. EEUU puede entrar y salir de la ley porque en última instancia es un país excepcional, comprometido con la excepcional tarea de apoyar y reforzar el régimen de posguerra. Esta perspectiva fue compartida tanto por Obama como por Bush.

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