Soberanía alimentaria, para el pueblo necesaria. Demanda impostergable

x OLEP/Fragua

MAÍZ, FRIJOL, TRIGO panificable y arroz forman parte de los granos básicos de la alimentación del mexicano. El primero de ellos también forma parte importante de nuestra cultura. Siendo México su centro de origen, el maíz con sus 64 razas, ha sido sembrado y cosechado por el campesino e indígena a lo largo de país, desde su domesticación hace más de 8000 años. Este grano es consumido en forma de tortilla, bebida, pozole u otras maneras; incluso después de la Conquista este grano se siguió produciendo en el país como base de la alimentación del mexicano. Fue hasta el capitalismo con sus políticas neoliberales que lograron arrancarnos hasta nuestra alimentación básica, pues hoy día los granos básicos que consumimos en el país no los producimos nosotros.

En este artículo analizaremos el tema de la soberanía alimentaria, que incluimos dentro de los puntos 3 y 8 de nuestro Programa Mínimo de Lucha.

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Bolivia, golpe de Estado y la irresuelta guerra entre la Biblia y la Wiphala

x Ollantay Itzamná

El reciente golpe de Estado que defenestró al Presidente constitucional del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, a simple vista, es una disputa política “resuelta” por la vía de la fuerza, entre blancos (Camacho y Mesa) y aborígenes (Evo Morales y los movimientos indígena campesinos). Pero no lo es del todo.

Cuando Camacho y sus seguidores, con toda una ritualidad medieval, sembraron la Biblia (sobre la bandera criolla boliviana) en el centro del viejo Palacio de Gobierno, en la ciudad de La Paz, bajo la arenga religiosa: “Bolivia para Cristo, la Pachamama nunca más volverá a entra a este Palacio”. Y casi simultáneamente otros citadinos mestizos descendieron la Wiphala (bandera quechua aymara) del frontis de dicho edificio y la quemaron públicamente. Esos actos, además de otros, evidencian que la “guerra” irresuelta entre q’aras (blancoides) y aborígenes es, ante todo, una contienda cultural simbólico.

Si durante la Colonia europea la simbología político cultural de los aborígenes había sido “extirpada” casi por completo, mediante métodos inquisitoriales inimaginables. Sin embargo, dichos símbolos (Wiphala, Chakana, wuakas, apus, etc.) subsistieron bajo las cenizas del dolor colonial, en territorios indígenas no controlados por la Corona.

Durante la República, este conflicto sobre lo simbólico cultural se resolvió mediante la tácita coexistencia entre las dos bolivias (la oficial y la clandestina/aborigen). Medianamente cada quien vivía bajo su propia simbología. Después de todo, algunos indígenas eran bolivianos, pero en los hechos NO eran ciudadanos. Y, la gran mayoría, ni eran bolivianos nominales (sin documento de identidad), ni eran ciudadanos bolivianos (no sujetos políticos)

De ese modo, los símbolos políticos oficiales y clandestinos convivieron en el mismo territorio (boliviano) sin encontrarse, ni conflictuarse, entre sí, durante la República.

En la creación del Estado Plurinacional también se tuvo que consensuar la simbología del nuevo Estado. Así fue cómo la Wiphala ingresó en la Constitución Política como una bandera oficial, junto a la tricolor criolla. Lo mismo ocurrió con la Chakana, y las ritualidades constitutivas de las espiritualidades indígenas.

Proceso de cambio y la simbología boliviana

Durante los 14 años del proceso de cambio boliviano, bajo un Estado Plurinacional con presencia casi en todo el territorio boliviano, indígenas y mestizos convivieron sin mayor “guerra” por símbolos políticos, ni identitarios.

Las y los indígenas se sentían representados en la Wiphala que ondeaba junto a la bandera tricolor, y de igual forma los mestizos por lo suyo. De ese modo se pudo hablar de la “ciudadanía intercultural” en la Bolivia plurinacional.

Pero, el fatídico 10 de noviembre reciente, no sólo “restauró” la Biblia prepotente en el Palacio, sino también la bandera del Departamento de Santa Cruz, cuyo escudo contiene una Cruz de la cristiandad y una Corona Ducal medieval. Esta prepotencia simbólica, más el descenso y quema de la Wiphala, más las arengas de la “expulsión de la Pachamama del Palacio”, dibujan a brocha gorda la intencionalidad político cultural de los golpistas.

Destituir a Evo, pero sobre todo la Wiphala

Los golpistas no apostaron, ni apuestan, únicamente a destituir al gobernante indígena, escarmentar con públicos castigos físicos a los indígenas insumisos, y restaurar el sistema neoliberal en Bolivia. NO. Ellos van, ante todo, por la restauración del panteón simbólico del Estado criollo republicano, y hacer escarnio de la simbología política indígena. Porque allí, en esa simbología está, según ellos, la esencia de la insubordinación política de los y las indígenas.

En otros términos, van a destruir lo poco o mucho que se había avanzado en la construcción del Estado Plurinacional y de la ciudadanía intercultural.  Para ellos, destruir la bandera indígena, es anular simbólicamente los derechos indígenas consignados en las leyes. Y, anular derechos indígenas, es devolver al indígena a la condición de NO ciudadano, No sujeto.

Pero, estos predadores de indígenas, en sus planes golpistas premeditados, jamás previeron las reacciones que podrían activar en los indígenas el “sacrilegio” contra la Wiphala.

Horas después de aquel sacrilegio, un ejército de ponchos rojos (aymaras), flameando centenares de whipalas, descendieron desde la ciudad de El Alto hacia la ciudad cede del Palacio de Gobierno, a trote, rugiendo a todo pulmón: “Ahora sí, guerra civil. Ahora sí, guerra civil”. Era un escenario apoteósico que hizo llorar, de susto y/o de emoción, a muchos espectadores reales y virtuales. Los entrevistados concluían: “la Whipala es nosotros”. “Si queman la Wiphala, a nosotros nos queman”…

La Policía Nacional golpista que reprimía, hasta ese entonces, a los manifestantes contra el Golpe de Estado tuvo que replegarse y huir. En la ciudad cede del Palacio, las pocas autoridades políticas remanentes del Golpe tuvieron que ser evacuadas. Por unas horas, la “sensación del acabose final” se expandió y apoderó de las y los citadinos paceños. Hasta que las Fuerzas Armadas golpistas, “decretaron Estado de Sitio” y en conjunto con la Policía Nacional ocuparon la ciudad bajo aplausos y arengas de gratitud de la citadinidad asustada.

Minutos después, la golpista Policía Nacional, en un acto protocolar improvisado, volvió a colocar la Wiphala en su lugar. Pidió disculpas públicas a los indígenas. El golpista Camacho, en mensaje improvisado, intentó argumentar su respeto a la “simbología indígena…”

Nadie sabe a ciencia cierta cual será el epílogo del caos e incertidumbre política actual de Bolivia. Lo único cierto es que los “seguidores”/comerciantes del Dios desconocido y de su Biblia son más miedosos/cobardes que las y los curtidos en las luchas subalternas bajo la “sagrada” Wiphala.

AMLO y el general Gaytán

x Carlos Fazio

En una primera minimización del discurso de Gaytán, el 2 de noviembre AMLO aludió a la (im)posibilidad, en México, de un golpe de Estado

AMLO, Gaytán Ochoa y la disciplina militar

El 22 de octubre, durante un desayuno con altos mandos del Ejército y la Fuerza Aérea, y en presencia del general secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, el divisionario Carlos Demetrio Gaytán Ochoa cuestionó las decisiones estratégicas del comandante supremo de las fuerzas armadas, el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, y atribuyó a la jerarquía castrense la muy alta responsabilidad de mantener cohesionado al país, coadyuvar a su pacificación a la brevedad posible y de hacerlo todo con el menor costo social y la mayor eficacia.

Ante medio millar de generales de división, de brigada, brigadieres y de ala en funciones y en situación de retiro, reunidos en el salón República del estadio de la Unidad Habitacional Militar de Lomas de Sotelo, en la Ciudad de México, Gaytán Ochoa utilizó un lenguaje genérico cuando, sin mencionar ningún hecho concreto y asumiendo de facto que todos los presentes compartían sus preocupaciones, dijo: Nos sentimos agraviados como mexicanos y ofendidos como soldados.

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Oleada de lucha obrera en Matamoros

x OLEP/Fragua
Tiemblan ante el despertar proletario

Como Sabemos, iniciamos el año 2019 con un aumento al salario mínimo del 16%, con lo que pasó de 88.36 a 102.68 pesos. Sin embargo, para 43 municipios de la frontera con Estados Unidos el aumento se dio en un 100%, es decir, en esa zona fronteriza el salario mínimo ahora es de 176.17 pesos.

La frontera del país fue el lugar que se volvió un paraíso para los empresarios desde hace tres décadas, justo desde la imposición del neoliberalismo. Fue ahí donde los patrones encontraron el lugar perfecto para ejercer la explotación de miles de trabajadores que se encontraban en la pobreza y de muchos migrantes que ya no pudieron cruzar la frontera. Fue por esto que los trabajadores de las maquilas se han enfrentando a bajos salarios, a la nula sindicalización libre, al chantaje de los patrones y a la falta de servicios básicos.

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Un Cancerbero de catorce cabezas, llamado Grupo de Lima

x Ollantay Itzamná

En la mitología griega, se narra de la existencia de un perro fiero con tres cabezas y cola de serpiente, mascota fiel de Hades (dios del inframundo). La función de Cancerbero era preservar la hegemonía del Imperio de la muerte, y castigar letalmente a todo aquel que se atreviese a desafiar la voluntad de Hades en el inframundo, y liberar a sus prisioneros.

América Latina y el resto del mundo padecen una cruenta guerra desigual entre el Imperio de la Muerte (EEUU) y la civilización de la Vida (emergente desde los pueblos plebeyos insurgentes del Sur). En la actualidad, dicha contienda descomunal se concentra en Venezuela, y cobra ribetes mitológicos por la gallardía y la vocación de Libertad de este pueblo, frente a un herido Imperio desesperado por la riqueza ajena.

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El triunfo del Morena, resultado de la lucha de clases

x OLEP/Fragua

En los últimos meses hemos escuchado distintas explicaciones acerca del triunfo del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Para algunos fue un “gravísimo error” por parte de un pueblo “inculto y torpe”, que se deja llevar por cualquier “engañabobos” que ofrece “mejoras”, pero que en realidad sólo impondrá una dictadura y autoritarismo. Para este grupo de analistas el país no necesitaba mejorar, pues todos vivían felices, cada uno cumpliendo su papel en este mundo: el rico siendo más rico y el pobre muriendo en la miseria.

En otro extremo están quienes dicen que, al contrario, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) llegó a la grande porque era “el mero preciso”, de los grandes grupos oligarcas, los que al parecer se reunieron en lo oscurito y decidieron por su cuenta que necesitaban alguien que bajara el descontento social para profundizar el neoliberalismo. De esta deducción se sigue entonces que tanto AMLO como el Morena son más de lo mismo, nada cambia y todas las ligeras mejoras únicamente serán para desmovilizar al pueblo.

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¿Es probable la unidad electoral de las izquierdas en Guatemala?

x Ollantay Itzamná

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Guatemala, convocó recientemente a alecciones generales para el día 16 de junio del 2019. Para dicha contienda electoral, están habilitados 26 partidos políticos para elegir President@-Vicepresindet@, 160 diputad@s, 340 alcaldes/as, y 20 diputad@s al Parlamento Centroamericano.

La izquierda participará con cuatro partidos. Tres partidos tradicionales (URNG, WINAQ y CONVERGENCIA), y el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP) creado recientemente por comunidades indígenas y campesinas en resistencia frente al despojo neoliberal.

Apatía política, luego de la derrota anticorrupción

En 2015, cuando el gobierno norteamericano ensayaba su “teatro anticorrupción” en Guatemala, para fulminar/anular a los gobiernos progresistas de Latinoamérica, la guatemalticidad indignada creyó en la benignidad de dicho teatro. Y, aceptó ir a las urnas para elegir un Presidente, como el antídoto de la corrupción. Pero, el cómico, Jimmy Morales, resultó ser más corrupto y déspota que su antecesor encarcelado, Otto Pérez Molina.

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Terminar con el neoliberalismo, el camino más corto al socialismo

x OLEP/Fragua

El neoliberalismo no se acabará por decreto, sólo por declarar que éste será el último sexenio de una política económica que nos ha desangrado y saqueado como pueblo trabajador y explotado en la ciudad y en el campo. Para terminar definitivamente con el neoliberalismo tendríamos que destruir o barrer con sus pilares fundamentales:

1. La política de privatización, despojo y sobreexplotación que impulsa la burguesía.
2. El terrorismo de Estado, cuya ejecución es realizada por las fuerzas armadas, policiacas y paramilitares, verdugos del pueblo.
3. La alta burocracia que como parásito ha vivido del dinero que se le arranca al pueblo vía impuestos y que trabaja entre altos puestos en el gobierno y en las empresas privadas.
4. Los integrantes del Poder Judicial, principalmente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), quienes nunca cuestionaron todas las reformas neoliberales que violaban la Constitución y que legalizaron la privatización, la sobreexplotación, la represión y la impunidad para los autores de esa política neoliberal tan dañina.

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¿Indígenas en defensa de la democracia criolla y el Estado etnofágico?

x Ollantay Itzamná

En la casi bicentenaria República criolla de Guatemala, subsisten cuatro pueblos (dos indígenas y dos coloniales) en condición de subalternidad, bajo el poder de los criollos y del gobierno norteamericano.

Durante el primer siglo de la República, los criollos organizaron su Estado sobre la esclavitud indígena. Durante el segundo siglo republicano, los criollos, bajo el mando del gobierno norteamericano, remozaron su Estado esclavista con fachada de Estado de Derecho, y semblante democrático.

Durante la República, los pueblos indígenas y campesinos, muy a pesar del Decreto Nº 900 (1952), que en su artículo 2º abolía toda forma de esclavitud o servidumbre indígena, jamás salieron de la condiciones de ser NO ciudadanos, y no pocas veces maltratados como “enemigos internos” del Estado de Derecho criollo. Esquilmados para ser utilizados como “electores” en rituales de la democracia representativa excluyente.

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Guatemala, una promesa norteamericana para Venezuela

x Ollantay Itzamná

Guatemala, hace 65 años atrás, vivía en la misma zozobra galopante que vive el pueblo venezolano, ante la inminente invasión/destrucción promovida por el gobierno norteamericano.

Para junio de 1954, este contrastante país apenas había vivido una década de su promisoria “primavera revolucionaria”, con varios logros significativos en la ampliación de derechos y distribución de bienes y servicios. Pero, los jinetes de la muerte abortaron dicho proceso, con el apoyo servil de la oligarquía de Honduras, y el silencio cómplice de la OEA.

El argumento del gobierno norteamericano fue: “vamos a democratizar y construir el progreso del país preservándolo de la amenaza del comunismo”. ¿Guatemala está mejor que hace 65 años atrás?

En 2019, ante la resistencia estoica demostrada, y la vocación democrática del pueblo venezolano que reeligió en las urnas con más del 67% de votos al actual Presidente Nicolás Maduro, el gobierno norteamericano y los gobiernos serviles del denominado Grupo de Lima preparan una invasión militar contra Venezuela, luego del rosario de derrotas diplomáticas y políticas que les infringió Maduro, tanto en el suelo venezolano, en la OEA y en la ONU.

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