Las manchas de un “buen gobierno”

x OLEP/Fragua
Hace unos meses, el presidente Andrés Manuel López Obrador se refirió al crimen cometido contra Rubén Jaramillo y su familia como un crimen de Estado, en el que estaba comprobada la participación del Ejército.
Al mismo tiempo, remarcó que este crimen fue una “mancha” en el “buen gobierno” del “buen presidente” López Mateos, a quien, entre otras cosas, se le recuerda por la nacionalización de la industria eléctrica, la creación del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo); en pocas palabras, se le recuerda por el pleno apogeo del “milagro mexicano” y su Estado del Bienestar.
Sin embargo, pese a estas políticas “estabilizadoras” que beneficiaron a una parte de las masas trabajadoras, una gran mayoría del pueblo seguía viviendo en la miseria.
La presión campesina obligó al gobierno a incrementar la entrega de tierras y la huelga ferrocarrilera -—heredada del gobierno anterior— entró en un punto álgido, pues los obreros buscaban quitarse de encima a los charros que sólo apoyaban a la patronal.
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