Los detenidos-desaparecidos son hijos del pueblo ¡Verdad y justicia ahora!

x OLEP/Fragua

TODO ESTÁ EN CALMA, los edificios y las canchas de la Normal en la que se pasaron los años de tu vida que jamás olvidarás, se escucha un aire ligero, que medrosamente te dice algo al oído, como si fueran las voces de tus 43 compañeros, tratando de hacer que recuerdes esa noche en Iguala, Guerrero, esa noche marcada por la desesperación de un ataque sorpresivo, en el que percibes uniformes policiales y armas militares, pero todo es tan confuso, sólo querías que los disparos se detuvieran, y ahora al caminar rumbo a tu primaria solo quisieras que tus compañeros vieran esas sonrisas esperanzadoras de los niños que esperan pacientemente…

Ya pasa del medio día, recién te despediste de tu papá porque con tu madre tenías que ir a visitar a unos familiares en Ocosingo, Chiapas, unos minutos después te comunicas con él, ya no entran las llamadas, ya no contesta los mensajes, al llegar a casa no se encuentra, pasa un día, un año, cuatro años, aun recuerdas ese 5 de marzo de 2016 como si fuera un sueño, confuso por la angustia de que nada malo le haya ocurrido a tu padre Fidencio Gómez Sántiz…

Estos son solo un par de casos de tantos que han ocurrido en nuestro país, pero, ¿qué tienen en común unos estudiantes de Guerrero y un activista indígena de Chiapas? Ellos, lamentablemente forman parte de la gran lista de las personas detenidas-desaparecidas en México. En nuestro país desde 1964 a 2019 van 61 mil 637 personas desaparecidas aproximadamente, de acuerdo a un informe dado a inicios de este año por la Comisión Nacional de Búsqueda, la cual pertenece al gobierno mexicano. Pero organizaciones independientes como las que integran la Campaña Nacional contra la Desaparición Forzada, señalan que esta cifra está lejos de la realidad, debido a que la Comisión Nacional de búsqueda solo contabiliza las denuncias realizadas en las Fiscalías, sin embargo, muchos crímenes nunca han sido reportados debido a la desconfianza y al miedo que todos los niveles de gobierno se han ganado en la población.

Desaparecer personas es una estrategia del Estado para generar terror en el pueblo, ya que los actores materiales han sido soldados, policías y grupos paramilitares. Esta práctica fue recurrente en nuestro país en los años sesenta, en el episodio de la historia nacional conocido como Guerra Sucia, en la cual, aunque se presumía la gran democracia y prosperidad, el Estado mexicano buscaba someter a muchos grupos insurgentes que desde diferentes formas de organización luchaban por una vida más justa. Muchos de ellos fueron sometidos con esta práctica de lesa humanidad, y el resultado oficial es que hay más de mil personas desaparecidas, sólo de este periodo.

Esta práctica a los pocos años funcionó para profundizar la política neoliberal, donde si no hay oposición, se pueden desmantelar todas las empresas estatales, se pueden privatizar para “engordar los bolsillos” de los hombres más ricos del país, por eso, cuando hablamos de los puntos 7 y 9 de nuestro Programa Mínimo de Lucha (PML), se exige no solo la investigación y castigo a todos los actores materiales e intelectuales sino también a los grandes empresarios que se beneficiaron económica y políticamente del neoliberalismo y las desapariciones forzadas, porque no sólo es aprovecharse de la explotación de los trabajadores, sino del dolor y la angustia de los familiares de los detenidos- desaparecidos.

Otro periodo en el cual las violaciones a los derechos humanos fueron alarmantes, fue el de la supuesta Guerra contra el narcotráfico del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, cuando las cifras de muertes pasaron de las 250 mil y la de detenidos-desaparecidos la de 100 mil; en esta última, se suman la detención desaparición de los luchadores sociales Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez del Partido Democrático Popular-Ejército Popular Revolucionario (PDPR-EPR), siendo el sexenio de Calderón uno de los más sangrientos e inhumanos de la historia reciente en México.

Pero esta práctica no se limita a nuestro país, pues la desaparición forzada ha sido una de las herramientas de dictaduras militares en todo el cono sur, el caso más conocido con Jorge Rafael Videla en Argentina, en el cual el saldo fue de más de 30 mil personas detenidas-desaparecidas, entre adultos, jóvenes estudiantes e incluso el secuestro sistemático de bebés. Entonces es visible que la dictadura militar en Argentina y muchos países fue el arma ideal para establecer la ya mencionada política neoliberal en el continente.

El pueblo nunca se ha mantenido inmóvil frente a estos acontecimientos, la incesante lucha de los familiares y organizaciones logró que se conformara la Federación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Fedefam), la cual tiene organizaciones filiales en varios países de América Latina.

Este esfuerzo organizativo ha hecho que la última semana de mayo que va del 25 al 30 de éste, se haya establecido como la Semana Internacional del Detenido Desaparecido, donde diversas organizaciones nos reunimos en los espacios públicos para realizar actividades donde el objetivo es exigir la presentación con vida de los detenidos-desaparecidos, intentando con ello que a ninguna persona le vuelva a ocurrir un hecho tan atroz.

En estos momentos de cuarentena invitamos a nuestros lectores a reflexionar sobre estas graves violaciones a los derechos humanos que ha ocasionado el Terrorismo de Estado, un arma para crear pánico y desorganización en el pueblo. La lucha por la memoria, la verdad y justica puede ser llevada a cabo desde los hogares, enarbolando el punto 7 y 9 de nuestro PML, con las acciones diarias de solidaridad, a través de las denuncias y actividades en redes sociales debemos seguir firmes y consistentes, porque la violencia que genera el capitalismo, raíz del neoliberalismo no se detiene, no entra en cuarentena.

¡La desaparición forzada es terrorismo de Estado!

NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la contraportada del No. 53 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Mayo, 2020.

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