Respaldado por EEUU, el candidato ‘ecosocialista’ de Ecuador, Yaku Pérez, apoya golpes de estado y ayuda a la derecha
x Benjamin Norton
El candidato presidencial ecuatoriano Yaku Pérez ha apoyado golpes en Bolivia, Brasil, Venezuela y Nicaragua. La campaña de su partido Pachakutik, respaldado por Estados Unidos y supuestamente de “izquierda” ambientalista, es promovida por lobistas corporativos de la derecha.
La elección presidencial del Ecuador del 7 de febrero concluyó con una sorpresa: el conteo rápido publicado por el Consejo Nacional Electoral del país pareció enseñar a un candidato poco conocido, llamado Yaku Pérez Guartambel, en segundo lugar, asegurando una victoria estrecha sobre el candidato de derecha Guillermo Lasso, un banquero con una influencia importante en el país.
La mayoría de las encuestas habían predicho una carrera presidencial que se reduciría a dos candidatos, que difícilmente podían ser más diferentes: por un lado el banquero conservador Lasso, quien tenía el apoyo de las élites ecuatorianas y los Estados Unidos, que ya se había lanzado, sin éxito, a la presidencia dos veces previas a esta; mientras que en el otro estaba un joven economista de izquierda, Andrés Arauz, quien sigue los pasos del ex presidente socialista Rafael Correa y quiere traer de vuelta a su Revolución Ciudadana.
Pero mientras las encuestas consistentemente lo tenían llegando en tercer lugar, Yaku Pérez se mantuvo en la carrera hasta el final. Y, a diferencia de Lasso, Pérez nunca le demostró lealtad a la derecha; se lanzaba como candidato con lo que había sido mercadeado como una campaña progresista y ambientalista.
Pérez, un líder indígena del partido Pachakutik, pretendiendo ser la verdadera opción de la izquierda en las elecciones, critica a Arrauz y al movimiento correista que representa de no ser lo suficientemente puros. Pero la trayectoria política de Pérez sugiere que es un Caballo de Troya de los enemigos más implacables de la izquierda.
Pérez atacó de forma virulenta a otros movimientos en América Latina, apoyando los golpes patrocinados por Estados Unidos contra Bolivia, Brasil, Venezuela y Nicaragua, mientras acusaba a esos gobiernos de “racistas”.
Su visión política fusiona críticas de ultraizquierda, anarquistas, a los gobiernos de izquierda realmente existentes con una agenda política objetivamente de derecha. Y su oposición al poder del estado es profundamente oportunista. Mientras Pérez critica severamente a China, simultáneamente ha dicho que “no pensaré dos veces” en firmar un acuerdo comercial con los Estados Unidos.
La ideología aparentemente progresista de Pérez está llena de contradicciones. Mientras que Arauz, el candidato correista, ha propuesto dar cheques de mil dólares a un millón de familias de clase obrera, Pérez ha atacado este plan alegando que los ciudadanos pobres gastarían todo el dinero en cerveza el mismo día.
Y mientras Pérez ha criticado al actual gobierno y ha protestado en contra de su presidente Lenín Moreno -quien tiene un índice de aprobación de apenas 8 por ciento, y es por lo tanto políticamente venenoso para todos los candidatos electorales- Pérez previamente había calificado al líder corrupto y autoritario de ser “un buen hombre”.
Otro líder indígena en Ecuador, Leonidas Iza, alertó públicamente que activistas de derecha y miembros del partido CREO del banquero conservador Guillermo Lasso forman parte del círculo cerrado de Pérez y lo están asesorando.
Pachaktik, el partido de Pérez, se identifica como “ecosocialista” y alega representar a las comunidades indígenas del Ecuador. Pero como el candidato que lo lidera, emplea retórica de izquierda tapizada de metas regresivas.
Pachakutik está estrechamente vinculado a ONGs financiadas por Washington y estados miembros de la Unión Europea (UE). Los líderes del partido han sido adiestrados por el Instituto Nacional Demócrata (NDI, por sus siglas en inglés), una subsidiaria de la CIA que opera bajo los auspicios de la NED.
La NED públicamente cuenta más de 5 millones de dólares en subvenciones para ONGs en Ecuador justo entre los años 2016 a 2019. Mucho de este dinero ha financiado los grupos de oposición anti-Correa como Pachakutik y sus aliados.
Pachakutik es el brazo político del grupo indígena CONAIE, que colaboró al frente de las protestas contra el ex presidente Correa, formando una alianza no declarada con la derecha oligárquica del país en un intento por desestabilizar y derrocar al presidente socialista.
De hecho, Pachakutik y la CONAIE desempeñaron un papel importante en el intento de golpe de 2010 (con apoyo estadounidense), que estuvo cerca de remover a Correa del poder de forma violenta y antidemocrática.
En 2012, el ex-dirigente de la CONAIE y co-fundador de Pachakutik, Auki Tituaña, llegó a formar una alianza abierta con el candidato presidencial de la derecha Guillermo Lasso, anunciando que se lanzaría como videpresidente del banquero. En respuesta a eso, la CONAIE lo expulsó.
El principal candidato de la derecha en la elección de 2021, el adinerado banquero Lasso, no se sentía amenazado por la retórica “ecosocialista” de Peŕez y Pachakutik. Parece estar muy conciente de que la etiqueta es sólo una estrategia de marketing. Lasso declaró públicamente que si Pérez de alguna manera llegaba a la segunda roda, con todo gusto lo apoyaría para derrotar a los correistas.
El apoyo del banquero no sorprendió a nadie cuando se considera que, en 2017, antes de cambiar su nombre de Carlos a Yaku, el propio Pérez apoyó la candidatura de Lasso.
Son profusos los vínculos de Pachakutik con Washington. Uno de sus ex integrantes más prominentes es Fernando Villavicencio, un periodista que apuntaló una campaña de desinformación contra el periodista Julian Assange, diseminando acusaciones desacreditadas pero profundamente dañinas sobre el editor de Wikileaks a través del diario británico The Guardian.
El activismo anti-Correa de Villavicencio también parece haber sido financiado por la NED.
Villavicencio se desempeñó como asesor de Cléver Jiménez, diputado por Pachakutik a la Asamblea Nacional, quien ayudó a dirigir el intento de golpe de 2010.
Yakú Pérez realizó manifestaciones en apoyo de Villavicencio y Jiménez cuando Correa los acusó por difamanción al haber difundido noticias falsas sobre él.
Las tácticas de Pachakutik se hacen eco de aquellas del Movimiento Renovador Sandinista (MRS) en Nicaragua, otro partido periférico apoyado por Estados Unidos que jugó un rol importante en el intento de golpe violento de 2018 contra el gobierno sandinista democráticamente electo. Como Pachakutik, recibe apoyo de Washington, que también trabaja de forma estrecha con las ONGs. Ambos grupos actúan como si fueran movimientos principistas de la izquierda críticos de los movimientos populares, cuando en realidad forman alianzas políticas de facto con oligarcas de la derecha.
Luego está Manuela Picq, la esposa de Pérez, una académica franco-brasileña, ella misma prominente activista anti-Correa y opositora de los gobiernos de izquierda en América Latina que fue deportada por el gobierno de Correa en 2015. Su trabajo de oposición en el país había sido auspiciado por ONGs pagadas por gobiernos occidentales.
Aunque hoy en día es una especialista liberal en sexualidad y estudios de género, Picq había trabajado previamente con el gobierno republicano del estado de la Florida, y estuvo involucrada en negociaciones sin éxito por un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y América Latina, que los líderes de izquierda para ese entonces condenaron de “colonial”.
Las tácticas de Pérez, su pareja Picq, y su partido Pachakutik reflejan otras campañas en América del Sur que han explotado fuerzas aparentemente de izquierda a nombre de metas de la derecha.
Durante el proceso que condujo al golpe contra el gobierno democráticamente electo de Bolivia en 2019, las ONGs que decían apoyar causas ambientalistas participaron en una operación de desinformación para satanizar al para entonces presidente Evo Morales, el primer presidente indígena de la historia de Bolivia, él mismo un poderoso promotor de protecciones ambientales.
Activistas del cambio de régimen pertenecientes a organizaciones financiadas por Estados Unidos y gobiernos europeos culparon a la administración de Morales de estimular los incendios en la selva amazónica, que principalmente estaban concentrados en Brasil, donde Jair Bolsonaro, el presidente de extrema derecha, orgullosamente se autodenominó el “capitán motosierra”.
Yakú Pérez y Pachakutik juegan un papel similar en el Ecuador, atacando a las fuerzas populares izquierdistas desde la propia izquierda, de este modo abriendo un espacio para que la derecha avance. Simpatizantes del movimiento socialista de Correa acusaron a Pérez y a Pachakutik de dividir el voto para evitar una victoria de ese campo el 7 de febrero.
Como en Bolivia, donde los grupos ecologistas como Extincion Rebellion colaboraron apoyando el golpe de 2019 sobre la base de preocupaciones verdes, autodeclarados anarquistas de la aparente organización progresista están apilando halagos a favor de Pérez.
A Extinction Rebellion se le ha unido en la alabanza por la figura marginal de seudo izquierda grupos de cabildeo corporativo como el Consejo para las Américas (American Society and Council of the Americas, AS/COA por sus siglas en inglés), financiado por corporaciones de combustible fósil, fabricantes de armas y bancos, destructoras del planeta, con intereses particulares en el intento por detener el retorno al poder de los correistas.
El apoyo “de izquierda” a los golpes de la derecha en América Latina
Yaku Pérez Guartambel dice que quiere que ecuatorianas y ecuatorianos usen menos automóviles y planten más árboles. Ha propuesto ponerle fin a la minería en el país y una restricción a la extracción petrolera. Pérez critica al movimiento correista por su dependencia a la extracción. Con fotografías de campaña por lo general exhibiéndolo llegándose a los mítines en bicicleta, la imagen de Pérez parece diseñada a la medida para apelar a la sensibilidad de los activistas verdes occidentales.
Ecuador es un país antiguamente colonizado y en desarrollo, y por lo tanto relativamente pobre comparado con las naciones imperialistas del Norte Global. Pero tiene una ventaja: grandes reservas petrolíferas y minerales. Estos recursos han sido clave para los programas político y económico de Correa y sus seguidores, quienes los han empleado para ponerle el turbo al desarrollo del país, financiar programas sociales, e invertir miles de millones de dólares en acceso universal a la salud, educación de alta calidad e infraestructura avanzada.
Con todo y eso, la supuesta apariencia progresista del programa político de Pérez termina con sus políticas ambientales. Cuando se trata de política internacional, ha demostrado ser profundamente de derecha.
Y mientras Pérez usa su herencia Kañari para asumir que representa a las comunidades nativas de Ecuador, muchos en efecto están en contra de él y de su partido.
La indignación indígena contra Pérez en especial creció cuando apoyó el golpe en Bolivia en noviembre de 2019.
En octubre del 2020, la mayoría indígena del partido Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales barrió en las elecciones. Varios líderes indígenas ecuatorianos fueron invitados a la inauguración del presidente Luis Arce, pero Pérez no era uno de ellos. Cuando le preguntaron por qué, se dejó claro que Pérez no fue invitado porque había apoyado el golpe.
Incluso antes de la operación violenta de cambio de régimen, Pérez fue un crítico severo de Morales, acusándolo a él y a Correa de “autoritarismo, machismo, extractivismo y populismo”. Pérez rechazó de plano reconocer la legitimidad del gobierno de Evo.
En 2017, Pérez había atacado a Evo una vez más tuiteando: “Enciclopédica su ignorancia Evo (sic) biológicamente es indígena, identitariamente se blanco colonizó no siente ni comprende la cosmovivencia runa”.
Luego de apoyar el golpe, Pérez se mantuvo en silencio respecto a Bolivia, sin decir una palabra sobre la junta, dirigida por extremistas cristianos racistas que masacraron a manifestantes indígenas.
Pero el golpe en Bolivia no es la única campaña de cambio de régimen en América Latina, asistida por Estados Unidos, que Yaku apoyó.
En noviembre de 2016, Pérez elogió el golpe suave que sacó del poder al gobierno del Partido de los Trabajadores en Brasil, mientras se ponía del lado de una campaña de lawfare de la derecha que atacaba a la presidenta progresista de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner.
Pérez también hizo llamados al derrocamiento de Correa y el presidente socialista de Venezuela, Nicolás Maduro.
“La corrupción acabó al gobierno de Dilma Rousseff y Cristina”, tuiteó Pérez con tono aprobatorio. “Ahora sólo falta que caigan Correa y Maduro. Sólo es cuestión de tiempo”.
Un mes después, en diciembre de 2016, Pérez condenó de “colonial, etnocida y racista” a los gobiernos de Correa y Maduro.
Pérez recurrió al tipo de retórica superficial anti-Venezuela favorecida por la derecha en la región una vez más el día de las elecciones, el 7 de febrero. En una entrevista amistosa con un medio conservador, Pérez denunció al candidato de izquierda, ganador de la primera vuelta, diciendo que “Rafael Correa, tal como hizo Chávez dándole el poder a Maduro, hoy está intentando darle poder a Andrés Arauz. Arauz es el Maduro del Ecuador.”
En 2017, cuando Brasil era gobernada por el neoliberal y golpista Michel Tremer, Pérez expresó públicamente sus esperanzas para que fueran arrestados los ex presidentes Lula da Silva y Dilma Rousseff, junto a Correa y el ex vicepresidente Jorge Glas. (El gobierno de Lenín Moreno efectivamente arrestó a Glas y lo lanzó a la cárcel bajo acusaciones falsas, como parte de una embestida contra los políticos correistas).
En la misma veta, Pérez apoyó el brutal intento de golpe de estado en Nicaragua en 2008, también apoyado por los Estados Unidos.
Luego de que extremistas de derecha, con apoyo de Washington, pasaran meses asesinando, torturando y aterrorizando a simpatizantes del socialista Frente Sandinista, Pérez respondió culpando al gobierno electo de toda la violencia en Nicaragua.
“Quién pensaría que los sandinistas que antes luchaban contra la dictadura ahora estos disparan a su pueblo”, escribió en octubre de 2018.
Todo lo que Pérez ha dicho sobre los vecinos del Ecuador demuestran que, de llegar al poder, ayudaría a Washington y los oligarcas de la región a librar una guerra contra los países del cambio de época, la ola de gobiernos de izquierda que ganaron el poder en América Latina a comienzos de los años 2000.
Vínculos amistosos con el gobierno estadounidense
Mientras que Yaku Pérez Guartambel no tiene problema alguno satanizando a gobiernos revolucionarios de izquierda en América Latina como “coloniales, etnocidas y racistas”, permanece curiosamente callado sobre la violación de derechos humanos masiva de los gobiernos de los Estados Unidos.
Esto es porque Pérez ha albergado vínculos amistosos con Washington, mientras avanza su agenda de este último en su país.
Antes de lanzarse a la presidencia, Pérez fue prefecto (gobernador) de la provincia de Azuay, cuya capital, Cuenca, se ha convertido en un centro importante para expatriados estadounidenses.
En Cuenca hay comunidades enteras de norteamericanos, donde sólo hablan inglés y todo lo pagan en dólares (que ha sido la moneda oficial del Ecuador desde la dolarización del 2000, luego de una crisis económica supervisada por el antiguo ministro de economía Guillermo Lasso, ahora el principal candidato de la derecha en la elección del 2021).
En junio de 2019, justo mientras Michael J. Fitzpatrick entregaba sus credenciales como el nuevo representante de la administración Trump en Ecuador, Pérez publicitó su encuentro con el embajador estadounidense en Cuenca.
Un mes después, Pérez asistió a la celebración para conmemorar el Día de la Independencia de los Estados Unidos, dándole la bienvenida al nuevo embajador. Figuró en una foto sonriendo en frente de una bandera de los Estados Unidos iluminada.
Durante su campaña presidencial, a pesar de reunir poco apoyo del público, Pérez encontró en los embajadores de Francia y Alemania una audiencia entusiasta.
Los “ecosocialistas” se alían con la derecha en intento de golpe contra Rafael Correa
El despliegue de convencionalismos aparentemente progresistas y “ambientalistas” para desestabilizar a los gobiernos de izquierda en Bolivia, Venezuela, México y más allá, fue desarrollado en poco más de una década atrás, para debilitar al gobierno democráticamente electo de Ecuador, el ex presidente socialista Rafael Correa.
Para socavar a Correa, Estados Unidos y otros gobiernos occidentales financiaron grupos de la sociedad civil que afirmaban apoyar las causas ambientalistas y los derechos indígenas que al final sirven como tentáculos de la oposición de derecha.
A lo largo de sus períodos en el gobierno, Correa y Morales se enfrentaron con una fuerte oposición a sus ambiciosas iniciativas de infraestructura. Grupos indígenas y ecologistas, muchos apoyados por Estados Unidos, iniciaron protestas extendidas en 2011 para intentar frenar la construcción de una gran autopista en Bolivia, con manifestaciones similares para obstruir los proyectos mineros en Ecuador, en 2012.
Cables de la firma de inteligencia Stratfor, conocida como la “CIA privada” que fueron publicados por Wikileaks demuestran que la contratista del gobierno norteamericano estaba monitoreando con cuidado las protestas anticorrea, y específicamente nombran a Pérez Guartambel, para ese momento conocido como Carlos Pérez, en 2011.
En septiembre de 2010, grupos de oposición buscaron derrocar al presidente Correa en un intento de golpe de estado. Con el apoyo de desertores de la policía que ocuparon el parlamento, bloquearon avenidas principales y tomaron instituciones del Estado, la oposición ecuatoriana por poco sacaba al presidente del poder.
Una de las principales organizaciones involucradas en la asonada fue la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE). La CONAIE es una organización indígena que dice promover políticas de izquierda pero que mira con sospecha al estado y el desarrollo industrial, incluso si ese gobierno es dirigido por un socialista democráticamente electo.
CONAIE asumió una línea dura contra Correa, atacándolo constantemente y exigiendo su renuncia. Esto socavó el apoyo de izquierdistas fuera del país y condujo a críticas a su movimiento, la Revolución Ciudadana.
Lo que la CONAIE no reconoció en sus constantes ataques a Correa era que su ala política es pesadamente apoyada por el gobierno de los Estados Unidos.
Efectivamente, la CONAIE es el brazo político de facto del partido Pachakutik, cuyo candidato presidencial es Yaku Pérez.
Durante la asonada golpista de septiembre de 2010, Pachakutik realizó un llamado público para derrocar a Correa, expresando su apoyo por los desertores del ejército y la policía. Pachakutik envió una nota de prensa acusando a correa de “actitudes dictatoriales”, y Cléver Jiménez, dirigente de Pachakutik y diputado para la Asamblea Nacional, convocó a los “movimientos indígenas, a los movimientos sociales y a las organizaciones políticas democráticas a formar un solo frente nacional para exigir la salida del presidente Correa”.
El comunicado de Pachakutik en la prensa insistía en que “Jiménez apoya la lucha por los funcionarios públicos, incluyendo a los agentes policiales que se han movilizado contra las políticas autoritarias del régimen”.
La periodista Eva Golinger luego demostró cómo Pachakutik había sido apoyado por el Instituto Nacional Demócrata (NDI), la subsidiaria del paraguas de cambio de régimen de la NED en líneas generales afiliado al Partido Demócrata y que actúa como un intermediario de la CIA.
Un documento del NDI de 2007 reseñaba que Pachakutik había sido directamente entrenado por la entidad del gobierno estadounidense, junto a activistas de partidos de la oposición antichavista venezolana Acción Democrática y Primero Justicia, así como el mexicano Partido de Acción Nacional (PAN).
La CONAIE y Pachakutik no representan a todas las comunidades indígenas del Ecuador. Existen divisiones políticas significativas, y algunas organizaciones comunales y dirigentes apoyan al correismo.
Estados Unidos tiene una larga historia apoyando a organizaciones indígenas en específico, para poder dividir a las comunidades nativas. Esta estrategia dista de ser novedosa. Durante la guerra terrorista de Washington en la Nicaragua de los 80, por ejemplo, la CIA apoyó a los líderes de la comunidad Miskito para socavar al gobierno sandinista.
El New York Times reportó en 1986 que “algunos de los líderes indígenas dicen que temen que su pueblo se pudiera convertir en lo que convirtieron a miembros de los Hmong o los Meo en Asia: un pueblo indígena reclutado por la CIA para la guerra, y después abandonados”.
Hoy en día los Miskitos permanecen políticamente divididos, pero existen organizaciones y líderes que apoyan al sandinismo, así como hay grupos indígenas que apoyan al correismo.
En un reportaje de 2019, el escritor ecuatoriano-canadiense Joe Emersberger expuso el papel de la CONAIE como Caballo de Troya de la derecha.
Virgilio Hernández, dirigente del movimiento correista que se vio forzado a asilarse en la embajada de México tras la brutal embestida del gobierno de Lenín Moreno, le explicó a Emersberger:
Desde alrededor de los finales de los 90 y principios de este siglo ya se podía decir lo que es evidente en la CONAIE, una corriente que se hizo dominante que llamamos ‘indigenismo conservador’. Corriente que ha puesto todo a favor de lo que llaman ‘la causa étnica’ y dejaron de lado las causas de los movimientos sociales y la izquierda en el país. Esto explica … que en la última campaña presidencial hayan apoyado abiertamente a Guillermo Lasso, el candidato de la oligarquía y los bancos. Queda muy claro que por casi dos décadas perdieron la dirección y han sido útiles para los grupos oligárquicos que siempre se han opuesto rabiosamente a Rafael Correa y la Revolución Ciudadana.
El activista anti-Correa no-indígena (integrante de partido indígena) que difunde desinformación en contra de Julian Assange
Fernando Villavicencio, uno de los co-fundadores de Pachakutik, un criollo, jugó un rol importante pero poco reconocido en la conspiración del Russiagate que consumió al Washington oficial durante la era Trump.
Villavicencio es un activista opositor y periodista ecuatoriano que dedicó años de su vida a destruir a Rafael Correa. Aparte de su trabajo con Pachakutik, Villavicencio estableció un medio anti-correista para difundir desinformación contra el presidente.
Villavicencio odiaba a tanto a Correa que públicamente hizo llamados para que Estados Unidos impusiera sanciones al Ecuador para castigar su gobierno, y dijo que haría lobby en el Senado estadounidense para lograrlo. (Esto condujo a que Correa tildara de “vendepatria” a Villavicencio.)
En 2018, Villavicencio pasó a ser coautor de un reportaje altamente dudoso del periódico de alta circulación The Guardian, junto a reporteros promotores del Russiagate como Luke Harding y Dan Collyns, acusando al editor de Wikileaks, Julian Assange, de haber tenido reuniones secretas con el antiguo jefe de campaña de Donald Trump, Paul Manafort.
Wikileaks negó categóricamente este reportaje, calificándolo de una fabricación absoluta y lanzando un fondo para denunciar a The Guardian por la nota.
The Guardian retiró la firma de Villavicencio del artículo, incluso cuando el activista ecuatoriano se jactó en Twitter de haber sido el co-autor y la fuente aparente de los alegatos dudosos.
Villavicencio también lleva un portal en el que constantemente publica material cuestionable satanizando a Correa y a Wikileaks. Lo llama La Fuente – Periodismo de Investigación.
Esta publicación parece ser financiada por la NED, un frente de la CIA fundado por el gobierno de Ronald Reagan para promover cambios de régimen en países socialistas.
En su base de datos, la NED ha publicado un subsidio anual de 65 mil dólares para un medio en el Ecuador que está “promoviendo el periodismo de investigación”, usando una descripción que es casi idéntica al “quien somos” del portal de Villavicencio, La Fuente.
Villavicencio con frecuencia enfrentó problemas legales cuando Correa era presidente. Tanto él como Cléver Jiménez, el diputado de Pachakutik, para quien el primero trabajaba como asesor, fue acusado de colaborar en el hackeo de los correos electrónicos de Correa y de luego publicarlos para hacerle daño al presidente, cargos que negó.
Correa llevó el caso a tribunales denunciando a Villavicencio y a Jiménez de difundir acusaciones falsas y difamatorias y por acusar al presidente de “genocidio” y de “crímenes de lesa humanidad” por reprimir el intento de golpe de 2010.
Yaku Pérez ayudó a organizar las manifestaciones en apoyo a Villavicencio y Jiménez. A propósito del caso, Pérez acusó a Correa de ser “un caudillo”, y en 2017 protestó en las afueras del tribunal, al que llamó “corte de injusticia”.
Villavicencio terminó abandonando a Pachakutik en 2017. En las elecciones de 2021, fue candidato a diputado por el Partido Socialista del Ecuador, otro grupo anti-Correa al margen que oficialmente se separó del marxismo, definiéndose socialdemócratas, y con frecuencia se ha encontrado en alianza con la derecha.
Esposo de Manuela Picq, académica vinculada a ONGs anti-Correa con apoyo de gobiernos occidentales
La pareja de Yaku Pérez también es una prominente opositora al correismo que previamente ha trabajado con el gobierno de Estados Unidos, y cuyo activismo ha sido financiado por ONGs con dinero de gobiernos occidentales.
En 2013, Pérez se casó con Manuela Picq, una académica franco-brasileña que se especializa en temas indígenas, sexualidad y estudios de género, y quien, como su esposo, es una crítica acérrima a los gobiernos de izquierda en América Latina, apoyando también el golpe en Bolivia en 2019.
Picq también trabaja de forma cercana con ONGs que hacen lobby para el cambio de régimen, y es tristemente famosa por su activismo anti-Correa en Ecuador.
Picq jugó un papel de peso en las protestas contra el presidente Correa en 2015, que con frecuencia se tornaban violentas. Fue arrestada en una manifestación en agosto, su visa fue cancelada y ella deportada del Ecuador.
Con apoyo de la Unión Europea (UE) y de ONGs mil millonarias, Picq convirtió su caso de deportación en un escándalo, retratándose como la víctima y usándolo para atacar a Correa y criminalizar su gobierno como un violador crónico de derechos humanos.
A Picq se le permitió regresar a Ecuador en 2018, en el gobierno de Lenín Moreno.
Y mientras que Yaku Pérez y Picq alegan ser críticos de Moreno, luego de llegar al poder, en una video entrevista se demuestra que Picq llamó a los ecuatorianos a votar por el referendo que le daba a Moreno el poder absoluto.
Antes de emprender la carrera académica, Manuela Picq trabajó con instituciones del gobierno de los Estados Unidos. De acuerdo a su CV profesional, en 2003 Picq prestó servicios como “especialista en asuntos internacionales” para la Oficina de Relaciones Internacionales del para entonces gobernador del estado de Florida, Jeb Bush.
Ese mismo año, Picq se desempeñó como la “co-coordinadora de participación de organizaciones de la sociedad civil” para la reunión ministerial de comercio para el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), un acuerdo neoliberal que el gobierno de los Estados Unidos quiso imponer agresivamente. .
Los gobiernos de izquierda en Venezuela, Nicaragua, Cuba y Bolivia se opusieron al ALCA. El presidente venezolano Hugo Chávez lo calificó de “instrumento del imperialismo” que ayudaría a Washington a explotar y dominar aún más la región.
De hecho fue su rechazo al ALCA por el que Venezuela y Cuba fundaron la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) para integrar a las economías de Latinoamérica, excluyendo a Estados Unidos y fortaleciendo sus soberanías.
Ecuador se unió al ALBA en 2009, en el gobierno del presidente Correa. Su afiliación a la organización fue una de las razones del golpe en su contra en 2010. El gobierno de Moreno se retiró del ALBA en 2018.
De acuerdo con su hoja curricular, Picq trabajó desde 2015 con Front Line Defenders (defensores de primera línea), una ONG financiada por la Unión Europea, numerosos gobiernos de Europa Occidental, Taiwán, la Open Society Foundations del multimillonario anticomunista George Soros, y el frente de la CIA, la Fundación Ford.
En 2016, Picq fue premiada por su activismo anticorreista en Ecuador con una beca como “defensora de derechos humanos” de ProtecDefenders.eu, un instrumento de soft-power con presupuesto de la UE que emplea como arma los derechos humanos para forzar el cambio de régimen en naciones extranjeras y promover los intereses económicos de la UE.
En 2018, la publicación Global Americans designó a Manuela Picq como parte de los “20 nuevos intelectuales públicos en las Américas”. Tal como lo ha reportado The Grayzone, Global Americans es auspiciado por la NED, un brazo de cambio de régimen de los Estados Unidos que actúa como otro frente de la CIA, donde su portal web se jacta de su papel en “sentar las bases para la insurrección” durante el cruento intento de golpe de Estado en Nicaragua, en 2018.
Hoy Picq es profesora de estudios latinoamericanos en la Amherst College en Estados Unidos. Es autora de libros con títulos como Queering Narratives of Modernity (“narrativas queerizadoras de la modernidad”), Sexualities in World Politics (“sexualidades en la política mundial”) y Sex and Tongue in International Politics (“sexo y lengua en política internacional”).
Por años, Picq también ha dado clases en la Universidad San Francisco de Quito, una de las más elitistas de Ecuador.
Antes de establecer su carrera profesional académica, Picq comenzó como fellow postdoctoral en el “Estudio de la democracia en América Latina” en el Woodrow Wilson Center, un think tank pagado por el gobierno estadounidense que tiene su puerta giratoria con el Departamento de Estado y las agencias de inteligencia, y que está físicamente ubicada en el Edificio (del gobierno) Ronald Reagan.
Desde los Estados Unidos, Picq continúa escribiendo artículos anti-correistas para medios liberales y para la ONG de lobby para el cambio de régimen, NACLA.
Y como su pareja Yaku Pérez, ha atacado agresivamente a otros gobiernos de izquierda en América Latina mientras que también ha apoyado los intentos golpistas. (En 2019, también llamó a que los gobiernos occidentales crearan una “zona de exclusión aérea” en el noreste de Siria).
Previo al golpe suave que derrocó al gobierno brasileño en 2016, Picq escribía contra sus proyectos de desarrollo.
Ha manifestado su apoyo a la oposición golpista nicaragüense, satanizando al gobierno sandinista de ser un “estado patriarcal, macho, violador y anti-mujeres”. (En realidad, Nicaragua tiene el nivel más alto de igualdad de género en toda América Latina, y el quinto del mundo).
En septiembre de 2019, en las vísperas del golpe en Bolivia, publicó un artículo estrafalario absurdamente criticando al primer presidente indígena Evo Moralesde estar perpetrando un “ecocidio” y un “genocidio”. Esto alimentó la campaña difamatoria contra Morales, sentando las bases para el putsch violento.
A días del golpe, Picq bromeó en Twitter diciendo que tenía “sueños húmedos” fantaseando sobre el derrocamiento de Morales.
Luego, cuando el golpe se ejecutó en noviembre, Picq divulgó desinformación absurda escribiendo: “Hermanas de las bases indígenas en Bolivia denuncian violencia masiva por grupos del MAS – no solo casas de oposición quemadas, hay más red e (sic) violaciones en las calles. Se teme que Evo esté armando una guerra civil con sus milicias”.
El trabajo de Pérez y Picq demuestra cómo los gobiernos occidentales pueden emplear activistas aparentemente de la izquierda liberal y ONGs para presionar por sus intereses imperiales, desestabilizando estados socialistas en América Latina bajo la guisa de presuntamente estar protegiendo al ambiente, las comunidades indígenas y los derechos humanos.
El Consejo para las Américas promueve la candidatura de Yaku Pérez
Los artículos escritos por organizaciones ambientalistas con orientación anarquista en los Estados Unidos como Extinction Rebellion le dejan a los lectores la impresión de que Yaku Pérez Guartambel es la mejor opción para la izquierda en Ecuador.
Pero una mirada a los promotores de alto perfil de Pérez, incluyendo a poderosos grupos de cabildeo corporativo, ilustran una agenda ulterior.
El 1 de febrero, el portal estadounidense Americas Quaterly publicó un artículo promocional ensalzando al candidato en el tercer lugar, titulado “Yaku Pérez: ¿la nueva cara de la izquierda en Ecuador?”.
El artículo promovía desinformación difamando a Correa, alardeando que “Pérez dijo que le ofrece a esos electores una alternativa a la izquierda ‘corrupta y autoritaria de Correa’”.
Americas Quaterly también dijo que condujo un sondeo a una docena de analistas que “ubicaban a Pérez más a la izquierda que Arauz”.
El portal también señaló alegremente que “en política exterior, Pérez ha dicho estar abierto a un acuerdo comercial con Estados Unidos y ha denunciado la política agresiva de China en torno al extractivismo y los derechos humanos”.
Su autor, Brendan O’Boyle, compartió la pieza promocionando a la “’izquierda ecológica anti-Correa que representa”.
Pero, ¿qué es, exactamente, Americas Quaterly? ¿Se trata de una publicación de la izquierda liberal que promueve ambientalismo y derechos indígenas?
Al contrario: Americas Quaterly es un brazo de la Sociedad de las Américas/Consejo de las Américas (AS/COA, por sus siglas en inglés), un grupo de cabildeo financiado por muchas de las principales corporaciones estadounidenses.
AS/COA ha jugado un rol importante apoyando tanto los golpes contra los gobiernos progresistas de América Latina como regímenes neoliberales impopulares.
La lista de miembros corporativos de la AS/COA es un quién es quién de las compañías más poderosas del planeta, muchas de las cuales se enriquecen destruyendo el ambiente y librando guerras, como Amazon, Apple, BlackRock, Boeing, Caterpillar, Chevron, Chiquita, Exxon Mobil, Ford, General Electric, Goldman Sachs, Google, JP Morgan, Lockheed Martin, Raytheon y Walmart.
¿Entonces para qué una organización financiada por megacorporaciones, que normalmente apoyaría a políticos de la derecha en toda América Latina, de repente promueven a un candidato de izquierda en Ecuador? ¿Y por qué nos tendría que hacer creer que Yaku Pérez es de hecho aún más de izquierda que Andrés Arauz y el movimiento correista?
La respuesta es que Pérez en realidad no representa a la izquierda; que es un vehículo insidioso de los intereses de Washington en Ecuador. AS/COA buscó falsamente retratarlo como la alternativa de izquierda al correismo, porque reconoce que serviría a sus intereses de alguna manera de llegar a ganar, y que está dividiendo la izquierda con simplemente mantenerse en la elección, haciendo más probable una segunda vuelta.
Es por esta misma razón que el banquero Guillermo Lasso dijo que apoyaría a Pérez.
Estados Unidos está desesperado por evitar que la ola socialista que bañó a América Latina en la primera década del siglo XXI regrese. Y en el intento de Washington por detenerla, figuras “ecosocialistas” como Yaku Pérez son títeres perfectos.
Fuente: The Gray Zone
Traducido por Diego Sequera
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