Santiago Alba Rico, ¿para quién trabaja?

@VigneVT

Para el funcionamiento de la máquina propagandística resultan mucho más imprescindibles personajes como SAR que escritores identificados con la derecha

SAR y sus escritos como ejemplo de vacuna sistémica 

Santiago Alba Rico (en adelante me referiré a él como SAR, para abreviar), uno de los fundadores del partido Podemos, nos tiene acostumbrados a sus meaditas fuera de tiesto. Sus retorcidos argumentos adquirieron un valor práctico de legitimación de la intervención militar en Irak y Libia. Fue de los intelectuales, ¡cómo no!, que raudos y veloces contribuyeron a crear un estado de opinión favorable a la intervención occidental en Siria, difundiendo una imagen demoníaca y muy tergiversada de Al-Asad. Lo mismo con Ucrania, adoptó una postura de defensa velada de los golpistas neonazis (a la vez que daba la apariencia de criticarlos): «lo de Ucrania fue «una rebelión, un movimiento muy amplio y espontáneo de los ciudadanos indignados, por el abuso y la prepotencia del poder, sin mayor experiencia y menos cálculos políticos», llegó a escribir.

SAR es un abonado a las revoluciones de colores y a esas primaveras árabes que gusta de calificar de espontáneas, asumiendo el mismo discurso que el gobierno de EE.UU. y sus socios de la UE. Recientemente nuestra compañera Gaby publicaba la traducción de una excelente conferencia de Rainer Mausfeld («¿Por qué callan los corderos?»), en la que precisamente se pone de manifiesto el trasfondo de estas revoluciones cromáticas y primaveras que tanto le gustan a SAR y que tanto defiende. Dice Mausfeld:

Una estrategia totalmente distinta se persigue cuando las sublevaciones van dirigidas contra un gobierno desaprobado por la “comunidad de valores occidentales”. En tal caso se considera que los movimientos hacia el cambio sistémico deseado reflejan la voluntad de libertad del pueblo, por lo que han de ser fomentados por todos los medios a modo de “promoción democrática” (“democracy promotion”). Obrar un cambio sistémico sin que intervenga ninguna fuerza militar y que parezca salir del centro del pueblo, se llama “revolución de colores”. Comparada con los múltiples golpes de Estado y militares de la CIA durante décadas, tiene una serie de ventajas. Estos cambios sistémicos encubiertos suelen salir más económicos y son mejor recibidos y aceptados entre el público occidental y la comunidad internacional que cualquier golpe.

Aunque las trastienda de estas «revoluciones de colores» resultan muy evidentes como nos hace ver Rainer Mausfeld, SAR insiste en todo lo contrario, ejerciendo de charlatán legitimador del discurso dominante de las élites y sus medios sistémicos. Y es que, para que esto que nos explica Mausfeld pueda ser viable, se necesitan cocineros intelectuales, autores como SAR que vendan convenientemente el «producto», la mentira, el espejismo…

Diríase que de la pluma de SAR siempre salen escritos con un común denominador: una defensa del status quo del Imperio americano y de sus socios europeos. Pero no lo hace nítidamente (generaría rechazo en su público), sino de forma más o menos velada y a menudo recurriendo a una sutil estrategia discursiva: la de meter por medio aseveraciones susceptibles de levantar el apoyo de personas progresistas. Es muy importante que tengamos en cuenta que SAR escribe para un tipo de público que se considera de izquierdas, presentándose como un intelectual y militante de la izquierda. Esto le otorga un plus de credibilidad entre aquellos lectores más ingenuos o menos formados, pero a la vez le obliga a recurrir a artes del trilero. El truco consiste en introducir en el discurso ciertos guiños que siendo fácilmente reconocidos por ese lector confiado de izquierdas, predispone a éste a tragarse con gusto el resto del plato.

Para el funcionamiento de la máquina propagandística de defensa del status quo, resultan mucho más imprescindibles personajes como SAR que escritores identificados con la derecha.
Estos últimos tienen muy difícil llegar a un público vinculado al progresismo y a la izquierda en general. De ahí que para influir en la opinión de este tipo de público, los múltiples SAR tengan un valor estratégico en los procesos de control de la conciencia colectiva mantenidos por la clase dominante. Alguien que hasta se permite criticar al capitalismo, siempre resultará más verosímil para esa opinión pública de izquierdas que un Alfonso Rojo o un Marhuenda, por poner un par de ejemplos.

Por ello, estos personajillos que se pavonean por la pasarela progreburguesa vendiendo una imagen de sí mismos como intelectuales divos y divinos, actúan de vacuna sistémica. ¿Por qué exactamente?

Una vacuna es un antígeno que, introducido en el organismo, genera anticuerpos de defensa contra microorganismos patógenos. El antígeno puede ser semejante al microorganismo patógeno que se pretende combatir, pero previamente se ha convertido en inocuo, en una cepa no peligrosa.
Identifíquese el organismo con la sociedad y el microorganismo patógeno como el peligroso virus de la izquierda que amenaza con destruir el orden existente (un virus que se muestra resistente al tratamiento convencional suministrado por los medios sistémicos). Nada mejor que recurrir entonces a una cepa inocua procedente de esa misma izquierda, para generar los necesarios anticuerpos ideológicos que permiten al Poder controlar y someter el virus subversivo. Por ello, los creadores de opinión como SAR, toman una apariencia de intelectuales de la izquierda, que se formaliza por ejemplo en cierta crítica al sistema.
Pero tal crítica, aunque a veces nos pueda parecer contundente, en realidad es inocua y tiene como misión generar anticuerpos ideológicos entre las personas con riesgo de contraer la enfermedad subversiva.

No cabe duda: SAR es un buen ejemplo de intelectual que actúa como vacuna sistémica. La duda está en si lo hace porque le pagan para ello, o si lo hace por convicción.

Un cagón compulsivo: la culpa de que haya refugiados sirios, es del gobierno sirio, de Irán y de Rusia. 

Decía que SAR, muy amigo de Manolo Monereo (uno de los cerebros desguazadores de IU), nos tiene acostumbrados a paridas periódicas que levantan el enfado de muchos. Algunas perlas de SAR extraídas de uno de sus muchos artículos (rebelion.org): no creo que los EEUU tengan en estos momentos una política internacional más agresiva que en el pasadoEEUU nunca ha intervenido tan poco, al menos en términos militares convencionalesEEUU lleva diez años sin intervenir militarmente en ningún sitio. EEUU en Libia dejó a los franceses e ingleses el protagonismo, se ha reprimido en Siria, se ha retirado de Iraq, se está retirando de Afganistán, va a reducir sus fuerzas armadas y su presupuesto de defensa.  Y en otro artículo del mismo portal: «No es la OTAN quien está bombardeando a los libios sino Gadafi» y «En Libia se ha producido una revolución popular».


Su última perla cultivada ha sido sonora. Para SAR, los culpables de la crisis de los refugiados sirios y del dolor del pueblo sirio son, en primer lugar, el gobierno sirio, y en segundo lugar Rusia, Irán y Hizbullah (rebelion.org). Difícilmente se puede ser más manipulador y alcanzar tal grado de cinismo. Y también es una muestra de la deriva de rebelion.org al publicar propaganda imperial de este tipo, comprensible si tememos en cuenta que dicho portal -antaño la perla de la información alternativa de izquierdas- está actualmente controlado por SAR y sus amigos (nuevamente vemos el efecto de vacuna sistémica: la mejor forma de neutralizar un portal subversivo como rebelion.org, fue conseguir poner al frente del mismo a SAR).

Sin embargo, para que semejante patraña pueda tener alguna credibilidad entre el público de izquierdas, es necesario introducir un elemento de crítica que no ensombrezca la afirmación principal, tal como antes explicaba. Por ello SAR hacer referencia también al suministro de recursos y armas hacia los yihadistas por parte de Arabia Saudí, Turquía, EEUU y la UE. Esta referencia a SAR le viene impuesta, ya que hasta los medios sistémicos más pro-norteamericanos han reconocido tal ayuda (después de haberla negado durante mucho tiempo, hasta que las evidencias hicieron imposible seguir ocultando la verdad sobre el apoyo de EE.UU. al yihadismo). Ahora bien, esta inevitable nota crítica es introducida de tal forma en su discurso, que no desvía la atención de lo que el autor desea enfatizar: los culpables son el gobierno sirio, Rusia, Irán y Hizbullah.
Lo demás aparece ya en un segundo plano de importancia. Tal ejercicio de manipulación convierte a SAR en un encantador de serpientes.

En su dialéctica fecal, SAR consigue rizar el rizo al sugerir que vivimos en un error: «se ha asentado en nuestra opinión pública la idea de que el peligro para los sirios -y también para Europa- es el Estado Islámico».  Así que, estimado lector, si consideras que el Estado Islámico es el peligro, estás en un error si hacemos caso a su excelencia SAR. E insiste en su cagada: en esto, «curiosa y dolorosamente, están de acuerdo los gobiernos que atienden a regañadientes a los refugiados, la extrema derecha que los concibe como enemigos y un sector de la izquierda “antiimperialista” que apoya los crímenes de Bachar Al-Asad». El peligro para SAR, por supuesto, es el gobierno sirio y el yihadismo es apenas una disculpa, una distracción de la atención.

¿Cómo fundamenta SAR semejante afirmación? Básicamente argumentando que la crisis de los refugiados es anterior a la intervención del yihadismo en Siria, siendo provocadas por la represión del gobierno de Bachar Al-Asad. ¿Estamos ante un tonto o ante un cínico canalla? Dice:

«el 11 de julio de 2014, antes de la “invasión” de Iraq y Siria por parte del EI, había ya 3 millones de refugiados sirios en la región y que, si en el último año esa cifra ha aumentado en 1 millón».

La manipulación de SAR es de campeonato. Las acciones terroristas del llamado Ejército Libre de Siria, formado mayoritariamente por mercenarios extranjeros, y de otros grupos integristas, se iniciaron en el año 2011, provocando los primeros desplazamientos de población. Cuando a mediados de 2014, el EI (Estado Islámico) después de enfrentarse a otras facciones consigue hacerse con el control del Este de Siria y de una parte de Irak, el terrorismo yihadista ya llevaba más de tres años arrasando el país y cometiendo sus crímenes. El EI no surge por arte de magia, de la nada, y el terror yihadista no comenzó en verano de 2014.
Un detallito que SAR pasa por alto.

Los testimonios que nos están llegando de los refugiados sirios, culpan al integrismo de su dramática diáspora. Sin embargo, SAR lo tiene más claro que los propios refugiados: la culpa es de Al-Asad, digan lo que digan aquellos que vagan por Europa buscando un refugio seguro.

Las «solventes» fuentes utilizadas por SAR
En su pedorreta dialéctica, SAR no duda en sentar cátedra afirmando contundentemente: «el 90% de las víctimas civiles del conflicto sirio en los últimos cuatro años deben ser atribuidas al régimen criminal de Bachar Al-Asad». Para dar soporte a tal afirmación, SAR tira de fuentes tan «solventes» como Human Rights Watch (HRW) y Amnistía Internacional.

Human Rights Watch (HRW) es una ONG americana que recientemente salió en defensa del venezolano Leopoldo López, al que califica de «víctima» y «prisionero político».
Esta ONG, a la que Santiago Alba Rico otorga plena credibilidad y cuyos informes utiliza como fuente solvente, está en el ojo del huracán del escándalo:

«El 12 de mayo de 2014, la irlandesa Mairead Maguire y el argentino Adolfo Pérez Esquivel ―ambos premios nobel de la paz―, junto con un centenar de profesores de Estados Unidos y Canadá, solicitaron a Human Rights Watch que tomara «medidas concretas para afianzar la independencia» de la organización, ya que sus más altos directivos tenían relación directa con el Partido Demócrata, con el gobierno de Estados Unidos y también con la CIA (Agencia Central de Inteligencia). La carta se dirigía al director de Human Rights Watch, Kenneth Roth, y se solicitaba el fin de las «puertas giratorias» entre dichas instituciones y Human Rights Watch. Entre los personajes relacionados con dichas instituciones estaban Miguel Díaz (ex-analista de la CIA en los años noventa y actual funcionario del Departamento de Estado), Tom Malinowki, Miles Frechette y Michael Shifte que tendrían vínculos directos con el Partido Demócrata.
El 3 de junio de 2014, Human Rights Watch respondió argumentando que su «preocupación está fuera de lugar». El 8 de julio de 2014, los dos premios nobel ―junto a otros activistas― volvieron a solicitar a Human Rights Watch la destitución de sus puestos en Human Rights Watch a personas relacionadas con el Gobierno de Estados Unidos, así como la expulsión del exsecretario general de la OTAN, Javier Solana, de la junta directiva de Human Rights Watch
(Wikipedia; véase también: A) «Nobel Peace Laureates Slam Human Rights Watch’s Refusal to Cut Ties to U.S.
Government. Human Rights Watch’s affiliation with ex-CIA and NATO officials generates perverse incentives and undermine its reputation for independence.»
; B) Who is behind Human Rights Watch?)

Que Human Rights Watch surgiera como una empresa conjunta de George Soros y el Departamento de Estado de EE.UU., que Soros haya sido y sea el gran financiador, que en su plantel figuren ex-agentes de la CIA, etc., sin duda a SAR deben resultarle tonterías sin importancia.
Que Human Rights Watch defienda los intereses de EE.UU. y de sus cortesanos de la UE, debe ser un asuntillo anecdótico para este ilustre miembro del partido Podemos. Para SAR, lo que diga Human Rights Watch va a misa, incluso cuando lanza acusaciones que luego se demuestran que eran falsas.
Otra de las fuentes de SAR es Amnistía Internacional, cuya parcialidad en beneficio de los intereses de los países dominantes de Occidente ha llegado a alcanzar un nivel de obscenidad. Escribe Mikel Itulain (en «Amnistía Internacional y otras ONGs»):

«(…) Amnesty International Limited para ver cómo recibe dinero de las corporaciones (ej. Open Society del criminal financiero Soros) o de gobiernos, como el británico, o de la propia Comisión Europea. Esta, la Comisión Europea, forma parte de la Troika (junto al Banco Central Europeo y el FMI), que están destruyendo con las corporaciones la democracia y el nivel de vida en Europa, y curiosamente financian a Amnistía, lo que nos dice muchas cosas. «

El caso es que tampoco parece tener importancia para SAR, a la hora de otorgar su credibilidad como fuente, que Amnistía Internacional recibe generosa financiación de George Soros a través de su Open Society Institute y también del gobierno británico y de Bruselas.

Sobre este tipo de organizaciones os sugiero la lectura del epígrafe «Instigar o incitar la sublevación», en el artículo de Rainer Mausfeld «¿Por qué callan los corderos?».
Me ha parecido muy clarificador un testimonio recogido en este artículo por Mausfeld, de un dirigente de una de estas organizaciones (Allan Weinstein, ex presidente de NED): «mucho de lo que estamos haciendo hoy día, ya lo venía haciendo la CIA hace 25 años de modo encubierto».

Escritores y académicos convertidos en mercenarios. ¿Es el caso de Alba Rico?
La pregunta que nos hacemos muchos es si SAR realmente realiza este trabajo propagandístico por dinero o por algún otro tipo de favores. La existencia de escritores, periodistas, académicos, intelectuales en general, en nómina de oscuras agencias dedicadas a la propaganda política constituye un hecho probado y muy extendido en el tiempo. Los antecedentes son muy abundantes y personalmente he conocido algún caso verificado en mi trayectoria vital.
Ya durante la Guerra Fría, el Gobierno de EE.UU. empezó a financiar a escritores, académicos e intelectuales para que escribiesen libros «serios» de contenido anticomunista:

«A través de una variedad de convenios con editores norteamericanos y extranjeros, distribuidores, agentes literarios y autores, la CIA y la Agencia de Información de EE. UU. (USIA) produjeron, subsidiaron o auspiciaron “mucho más de mil libros” hasta 1967, con fines de propaganda. (…) Ninguno llevaba indicación alguna que lo relacionara con el Gobierno.» (W. Blum, «Intervenciones secretas de EE.UU. en la URSS, desde final de los 40 a los 60»)

En la larga lista de escritores subsidiados por agencias del gobierno americano, figuran algunos académicos ilustres destacados como Walt Rostow (Blum). Las décadas de los 50 y 60 fueron especialmente pródigas en este tipo de actividad intelectual mercenaria. Una de las iniciativas más sonadas fue la creación y financiación, por parte de la CIA, del llamado Congreso por la Libertad Cultural (CLC), que reunía a científicos e intelectuales de EE.UU. y Europa comprometidos en la divulgación de los puntos de vista del gobierno americano en relación con los problemas del mundo. Determinadas revistas, periódicos, editoriales y agencias de noticias, fueron generosamente financiadas a cargo de este operativo de la CIA. Uno de los casos más ilustres fue quizás el del alemán Axel Springer, el gran patrón de los medios de la RFA. Periodistas e intelectuales, algunos con conocimiento y otros sin saberlo, trabajaron para este potente programa de la CIA, en torno a un mensaje central: «una Europa occidental unida, fuerte y bien armada, aliada de EE.UU., que pudiera constituir un dique contra el bloque soviético; el apoyo al Mercado Común y a la OTAN» (W. Blum, «Frentes dentro de los frentes dentro de los frentes. Intervenciones de la CIA en Europa occidental, años 50 y 60.»).
De entre todos aquellos intelectuales que se prestaron a este tipo de trabajo sucio, destaca por encima de todos Robert Conquest, recientemente fallecido.
Conquest fue uno de los grandes creadore sde la leyenda negra sobre la URSS, junto con el filonazi  William Hearst y Franco Alexander Solzhenitsyn, un siniestro fascista admirador de Franco. En 1978, The Guardian reveló que Conquest había sido agente del Departamento de Investigación de Información (IRD) del Servicio Secreto Británico. El IRD había sido creado en 1947 para combatir la influencia comunista en todo el mundo, mediante la publicación de artículos, libros, etc., contratando a intelectuales y periodistas en posición de influir sobre la opinión pública. Después de dejar el IRD, Conquest siguió con un trabajo semejante pero para los americanos, adquiriendo un plus de credibilidad que le daba su condición de respetable profesor en la Universidad Stanford de California (para el caso Conquest véase «Desmontando la leyenda negra sobre la URSS: Mentiras sobre la Historia de la Unión Soviética», de Mario Susa).
Después de la Guerra Fría, este tipo de trabajo mercenario se ha mantenido, no ha cesado nunca. Mucha de la información que consumimos se fabrica en las «cocinas» de escritores y periodistas sin escrúpulos, convertidos en publicistas y divulgadores de determinadas políticas necesarias para el mantenimiento del status quo. Y si hay que inventar, pues se inventa y no pasa nada.
Creo que podríamos citar ejemplos a patadas.
¿Es el caso de Santiago Alba Rico, SAR? ¿Es un tonto o un caradura vendido? Pues resulta difícil saberlo. Son cosas que no es fácil probarlas y a veces tienen que pasar décadas hasta que nos enteramos de lo que dieron de sí ciertas alcantarillas relacionadas con algunos intelectuales. Cualquier acusación que lanzásemos sobre SAR al respecto, sería sin pruebas sólidas y, por tanto, no dejaría de ser una mera especulación y hasta podría ser calificada de difamación. Pero opino que existen suficientes indicios para que, cuando menos, una persona desconfiada pudiese llegar a tener dudas razonables, dado que SAR nos hace recordar a un tipo de intelectuales pagados por escribir ciertas cosas y divulgar determinados puntos de vista en política internacional. En absoluto estoy afirmando que lo sea, pero lo parece y considero razonables las dudas que puedan existir sobre ello.

Un detalle final: la obsesión por Irán.
Me ha hecho gracia encontrar un detalle en el artículo referido de SAR.
No sé hasta qué punto puede pasar desapercibido, aunque en mi opinión es donde se le ve el plumero muy claramente a SAR. Si deconstruimos el artículo y lo exprimimos para quedarnos con el zumo, podemos ver con nitidez una preocupación del autor que en realidad es uno de los ejes sobre el que pivota el texto y que personalmente me ha llevado a plantearme: ‘este tío, ¿para quién trabaja?’ Me explico…
En el desarrollo de su argumentario, con fina arte de prestidigitador, SAR acaba trasvasando el foco del problema a Irán. Lo que finalmente ilumina es Irán, quebradero de cabeza y máxima preocupación del gobierno americano y de Israel, obsesión enfermiza de los halcones de la política exterior americana y del sionismo:

«Alguien puede pensar que es el EI el que ha convertido a Al-Asad en un interlocutor necesario; mi opinión, al revés, es que es el nuevo orden medioriental el que hace del EI el pretexto perfecto para ceder ante el protagonismo regional de Irán»

En un artículo que habla de refugiados sirios, ¿está justificado que SAR nos meta el miedo con Irán? Un intelectual sionista no lo habría hecho mejor. Al final, el problema ni son los refugiados ni el EI: ¡¡¡es Irán!!!

Texto original http://www.lahaine.org/santiago-alba-rico-ipara-quien-1

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