La ventriloquía del Subcomandante Marcos-Galeano, la memoria de las Fuerzas de Liberación Nacional y la ruptura del silencio
x Adela Cedillo
El 17 de noviembre pasado, Fernando Yáñez Muñoz, el legendario comandante “Germán” de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), llevó a cabo la presentación del volumen IV de la serie Dignificar la historia. Toma de pueblos en la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas. “Germán” escogió esa fecha y lugar emblemáticos en la historia de su organización para llevar a cabo una acción sin precedentes: romper el silencio y contar su versión acerca del papel de las FLN en la fundación y formación del EZLN y lo que ocurrió en vísperas de la rebelión de 1994. Mientras algunos condenan que se haya atrevido a ventilar asuntos internos, en el contexto del conflicto entre las FLN y el EZLN y del tour de una delegación zapatista por Europa, muy pocos alcanzamos a ver la manera en que su palabra reivindica a múltiples actores a los que el Subcomandante Marcos-Galeano ha marginado y socavado históricamente.
Debo aclarar que mi postura ante el conflicto mencionado es de neutralidad absoluta. Por un lado, desde 2006 dejé de participar activamente en las redes de apoyo al zapatismo, a las que pertenecí durante once años, como cualquier simpatizante del montón. Por otra parte, los dos bandos han mostrado su rechazo hacia mi trabajo de investigación histórica sobre las FLN. De hecho, ni siquiera le dieron una oportunidad a la palabra: en contraste con los académicos extranjeros, con los que mostraban mayor apertura, a mí no me permitieron entrevistar a algún integrante de la comandancia zapatista ni al comandante “Germán,” a pesar de las solicitudes que les hice llegar. De ambos lados recibí, a través de terceros, el mensaje claro y contundente: de la historia de las FLN no se habla, ni bien ni mal, por motivos de seguridad. Por sentido común, me negué a aceptar semejante condicionamiento. No me parecía que escribir sobre las ejecuciones, torturas y desapariciones de una veintena de cuadros en la década de los setenta tuviera nada que ver con la seguridad del EZLN, pues de acuerdo con la propia narración histórica de Marcos, las FLN habían perdido toda relevancia frente al EZLN, hasta extinguirse. Sospechaba –y el tiempo me dio la razón– que eran otras las razones por las que la historia de las FLN eran un tabú.
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