La reforma petrolera de AMLO y las nuevas batallas por venir

x Eduardo Nava Hernández

Como en el caso de la reforma eléctrica, lo más seguro es que la mayoría morenista en el congreso apruebe esta iniciativa “sin cambiarle ni una coma”, y que el gobierno enfile hacia un nuevo conflicto en los tribunales y un nuevo choque con el sector privado y el poder judicial.

Como una nueva medida para continuar con el reforzamiento de la presencia del capital público en el sector energético y la regulación de éste por el Estado, el presidente López Obrador hizo llegar al Congreso el 26 de marzo una iniciativa más de reforma legal, esta vez a la Ley de Hidrocarburos en sus artículos 51, 53, párrafo segundo, 56, fracción XI, 57 y 59 Bis, y adicionando una fracción al artículo 56 y un párrafo segundo a la fracción II del artículo 86.

Se trata, en síntesis, de que el Estado, a través de la Secretaría de Energía, la Comisión Reguladora de Energía y las empresas productivas Pemex y CFE, recupere el control, como un tema de seguridad nacional y de soberanía energética, sobre “el tratamiento y refinación de petróleo, el procesamiento de gas natural y la exportación e importación de hidrocarburos y petrolíferos, así como en el transporte, almacenamiento, distribución, compresión, licuefacción, descompresión, regasificación, comercialización y expendio al público de hidrocarburos, petrolíferos o petroquímicos”. La iniciativa prevé, que, en casos de desabasto o riesgos a la seguridad nacional, la seguridad energética o la economía nacional, la Sener podría suspender temporalmente los permisos o licencias a los particulares que participan en la producción, procesamiento, transporte, almacenamiento, comercialización, expendio al público y exportación e importación de hidrocarburos, petrolíferos y petroquímicos. Al mismo tiempo, Pemex tomaría el control de las instalaciones de las empresas suspendidas. Y, tras su muy segura aprobación, la ley permitiría incluso revocar las franquicias de los distribuidores de gasolinas, diésel y gas que no entreguen a los consumidores las cantidades pagadas por éstos.

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Luchemos por la soberanía energética. No basta con conciliar

x OLEP/Fragua

MÉXICO NO ES TIERRA DE CONQUISTA… pero sí de conciliación. En las últimas semanas el gobierno federal entró en controversia con empresas, opinólogos, algunas organizaciones no gubernamentales que pareciera tienen intereses no muy filantrópicos y alguno que otro despistado de la izquierda, pues endureció las reglas para el manejo de las llamadas “energías limpias”.

Paul Alejandro Sánchez, director de la organización Ombudsman Energía México, alertó con terror: “El acuerdo se está creando para que Sener [Secretaría de Energía] tome el control de la política eléctrica del país”. ¡Pero qué atentado contra la libertad…! de mercado, ¿cómo alguien quiere quitarle lo que les corresponde a las empresas que con el sudor y la sangre de los pueblos que despojan se vuelven ricas?

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México, el protagonista inesperado ante la OPEP: un paso hacia su soberanía energética

x Javier Buenrostro

Ante el derrumbe de los precios petroleros debido en parte a una demanda ralentizada por la pandemia del SARS-CoV-2 y en mayor medida al conflicto que desde hace un mes sostenían Rusia y Arabia Saudita, este domingo se llegó a un acuerdo entre la Organización de Países Exportadores de Petróleo y aliados (OPEP+) para reducir la oferta petrolera y así estabilizar los precios del crudo y, con ello, también de los mercados financieros y los tipos cambiarios.

Antes de la pandemia del coronavirus, había una producción de 100 millones de barriles diarios. En las semanas subsecuentes la producción cayó 35%, pero a juzgar por la demanda decreciente seguía siendo un exceso para la situación actual, lo que facilitó que siguiera el hundimiento del precio del petróleo. La OPEP+ discutió un corte de 15 millones de barriles para mayo pero, ante las reticencias, se hizo la propuesta que el corte en la producción petrolera mundial fuera de 10 millones de barriles.

Rusia, Arabia Saudita y Estados Unidos eran los tres actores en el centro de esta negociación. Pero el sábado 11 de abril surgió un protagonista inesperado: México. En el acuerdo preliminar, donde se recortaban los 10 millones de barriles en la producción mundial, a México se le había asignado un recorte de 400.000, lo que implicaba casi el 25% de la producción nacional, cuando la mayoría de los países tenían un recorte de entre el 10 y el 15%. No era un buen acuerdo para México.

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